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El inicio

 Era una mañana cualquiera, con la sutileza de que hacía más frío de lo normal, me desperté con un escalofrío estronador y no pude evitar estornudar. Mis manos cubrieron rápidamente mi cuerpo y trataron de darle calor al rozarlo, al abrir los ojos, vi que mi sabana de dormir estaba tirada en el suelo y pensé. "Genial, vuelvo a tirarla cuando duermo."

Perezosamente me fui levantado, aunque me lo impedía las sábanas que vestían el colchón, me las despegue y ya logré sentarme al borde de la cama, la ventana volvía a estar abierta, imagino que la abrió mi hermana pequeña o mi madre... supongo que no les importará que me resfrié.

Me dirigí hacia la puerta de mi cuarto y la habría suavemente, permitiéndome salir con tranquilidad. El pasillo se siente sombrío, aunque la luz que entra por la ventana es casi cegadora. "¡¿Cyn?!" Llamó en voz alta.

Desde el longevo y angustioso pasillo, con sus paredes ciñéndose sobre mí, veo una sombra, una oscura y siniestra sombra, su cabello trenzado a los laterales, y pelo largo recogido en un lazo. La cabeza de aquello parece torcerse un poco, o estar cayendo por su propio peso.

Empieza a correr rápidamente, ignorando el hecho de que puede caminar normal, empieza a avanzar a cuatro patas, similar a 'la niña del exorcista'. Cuando ya está sobre mí, salta y me derriba contra el suelo, me causa un poco de daño, pero no permito que se de cuenta.

Su rostro aún oscuro me consume, siento sus ojos carcomiendo mi alma. Sus manos se elevan en el aire y tuerce sus brazos de forma aterradora y cómica. Sus dedos caen sobre mi pecho y empiezan a cavar en él. No aguantando más, la sujetó por las axilas y la elevó en el aire, dejando ver su pequeño tamaño. La luz ilumina su bello rostro y deja ver su brillante cabello blanco. "Hola peque, ¿cómo estás?"

Su rostro se tuerce en una sonrisa tierna y empieza a reír muy dulcemente. "Jijiji... 'Dejame entrar'" Dice y yo la sigo mirando, parece una linda tontita. La bajo suavemente y dejo que sus pies se apoyen sobre el suelo, coloco mi mano sobre su cabeza y agitó un poco su pelo, acariciandola amablemente.

Suspiro con cansancio. "Sabía que no tenía que haberte dejado ver tantas películas de terror."

"risita malvada No, hermanito, no tendrías que haberme dejado. ¡la criatura desea comer!" dijo mientras ponía sus manos debajo de su barbilla simulando ser un perro.

"¿No te ha dado mama de comer?" pregunté ingenuamente. "No" corroboro. Realmente no confíe en ella, así que baje deliberadamente lento. Al llegar a la cocina ahí estaban sobre el lavaplatos, los platos sucios del desayuno, aún así, abrí la nevera y saqué un pudín de chocolate, para dárselo a mi hermana.

Cuando el preciado manjar tocó sus manos, ella salió corriendo con una risilla cómica hacia el salón. Negué con la cabeza y esbozó una frágil sonrisa risueña.

Mire por la ventana de la cocina y me alarme, ahí estaba otra vez, la misma silueta que lleva tiempo siguiéndome. Casi se sentía un frío ambiente que oprimía mis pulmones, los vellos de mi nuca se erizaron bajo lo que creo que son sus ojos. Tal vez mi medicación ha dejado de hacer efecto y así la ansiedad comenzó a consumir mi mente. Su mano se levantó y empezó a saludarme.

"¿Hermano?" Se escuchó a profundidad.

Mi boca se llenaba de saliva, incluso ahogándome. El sudor frío bajaba por mi frente y sentía unas horrendas náuseas subir por mi cuello.

"¡Hermano!" Gritó la vocecita de mi hermana, su mano agarraba mi antebrazo y lo sacudía frenéticamente. Voltee a mirarla, parece que se dio cuenta de la preocupación en mis ojos. Me miraba con sus ojos asustados, me hizo percatar que las lágrimas bajaban de mis ojos.

Subí mi mano rápidamente y me las limpié. "Estoy... estoy bien, peque, no te preocupes." trate de convencerla con falsa convicción, ella asiente con dudas y me pregunta. "¿Has tomado tus pastillas?"

"Yo... si, si me las he tomado, amiguita." claramente no me creyó pero, tampoco es que ella deba centrarse en mis problemas. Cuando volví a levantar la mirada, aquella sombra ya no estaba.

Trague toda la saliva que pude. "Creo... que nos vamos ya a la escuela, agarra tus cosas amiguito."

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"¡Oye... oye...!" Me molesta una voz alertandome de algo. Volteo a mirar quién era quién me llamaba y mis ojos se cruzan con unos verdes relucientes como esmeralda, era la chica rubio que lleva mi chaqueta, aún aferrada a mi brazo, me doy cuenta que su amiga está detrás de mí, y me doy la vuelta al completo para mirarlas. "Ehh... uh... ¿Si?" Pregunté tontamente.

"¿Qué hacemos ahora?" Me preguntó tímidamente.

"Ugh... eh, supongo que debemos buscar la... llave. ¿No?" Ignore la situación en la que nos encontrábamos. La grabadora volvió a hablar con estática de fondo.

"Felicidades, queridos amigos, habéis superado ya los dos juegos. Solo hay un problema, la llave de esta habitación está perdida en alguna parte, lamento deciros que tendréis que encontrarla y solo os quedan 39 minutos. Os deseo suerte, queridos amigos" hablando con una clara ironía.

Realmente el ambiente estaba cargado de molestia, se notaba la falta de emoción y las pocas ganas de hacer algo.

El chico, Sam, aún estaba molesto, sus puños estaban apretados y se situaba muy cerca de la peli azul, incluso casi parecía que la iba a golpear.

"Busquemos esa estúpida llave y salgamos de aquí." Dijo Julia con apatía, mantenimiento su fachada de reina del hielo.

"¡Acaban... de matar a mi puto amigo! ¿¡Eso es lo que te importa ahora!? ¡Maldita zorra!" Gritó el último deportista.

"Oh claro, claro, dí que si, estúpido perdedor. No te hagas el santo, está misma zorra lo dijo, te follastes a la novia de tu amigo, eso sí que es patético." Replicó la chica de coletas. "Agh, haced lo que queráis, pero yo no voy a morir por vuestra culpa." Se acercó a una de las cómodas y empezó a buscar como loca.

El deportista se veía abatido, pero no hizo nada más que resignarse, se acercó hacia donde estaba Rebecca y apartó de un empujón a Sam, aunque no logró derribarlo.. "¿Qué... vas... hacer?" Preguntó su voz somnolienta.

"¡Ya has matado a mi amigo, que más quieres!" Se le notaba molesto, pero nada concordaba con su voz, ya que estaba desatando a la chica.

Cuando la mujer estuvo desatada, se lanzó hacia adelante, aferrándose al cuerpo del atleta, la chica lanzó sus labios contra los de él, ambos empezaron a besarse de forma muy... eh... rara...

Todos miramos eso con desagrado, primero habla de cómo murió su amigo, y en el siguiente momento se está besando con su novia.

Ninguno pareció reaccionar bien o mal, solamente nos desagrado, pero Sam parecía arder más en rabia.

Concentrándonos en la situación, me alejé del sitio y me acerqué al escritorio. Mientras Julia rebuscaba en la cómoda y sacaba todo lo de los cajones, y yo me puse a hacer lo mismo. Lo que no me había dado cuenta era que la rubia seguía pegada a mi.

"Me... me llamó Lizzy, Lizzy Soozez, soy líder de las porristas en la secundaria Outpost-3. ¿Tú eres...?" Me preguntó sonrojada mientras escondía su boca detrás de la manga de mi abrigo.

"Umm..." no sabía qué responder, la situación me resultaba algo incómoda. "Me llamó Noah James Elliot." Un pequeño silencio incómodo se apoderó del ambiente.

"Y... ¿Estudias algo?" Me preguntó risueñamente.

"Uhh... Estoy en la universidad, estudiando veterinaria, amo a los animales." La emoción se apoderaba de mí, sentía que me ponía alegre.

Y voltee a mirarla con cierto entusiasmo, ella sonrió burlonamente y me guiño un ojo, no pude evitar sonrojarme. "Con que veterinaria, semental~." Ronroneo cerca de mí. "Mis padres gestionan una clínica veterinaria, he cuidado a varios animales ya, perros, gatos cobayas, ratones..." dijo mientras lamía sus labios de forma inquietante.

La rusa, que se mantenía cerca nuestra, pareció mirarme con cierto desprecio, se acercó a su amiga y le susurro algo a la oreja, luego de eso, vi como los ojos de la rubia decaen un poco, así que decidí seguir buscando la llave, aunque no obtuve éxito.

"Entonces... No hemos logrado nada." Dijo el hombre mayor mientras golpeo la pared con molestia, maldiciendo para sus adentros. "Joder... ese maldito asesino."

Los dos adultos estaban en la zona trasera de la comisaría, ambos mantenían una cara amarga y molesta, la atmósfera era tensa y asquerosa. El hombre se encontraba reclinado contra la pared, agitando una de sus piernas, como si fuera un tic nervioso.

La señorita Elliot estaba sentada en una de las escaleras, fumando un cigarrillo, aunque se podía ver que había varias colillas en el suelo. "¿Deseas?" Le ofreció al adulto, agitando un poco el paquete de cigarros.

El hombre miró por un momento, se le vio tragar saliva y vacilo. "No... lo dejé hace tiempo..."

"Umm..." asintió la joven dama con un tarareo.

"Con todo el respeto. No parece usted... el tipo de persona que fuma." La chica dio una larga calada, y apartó el cigarro de su boca, expulsando una buena cantidad de humo. Sus ojos derramaron un par de lagrimas, y parecían estar ardiendo de color rojo. Desvió su mirada hacia el vacío, casi ignorando la realidad.

"Empecé hace diez años... cuando mi hijo tenía 8... solo lo hago cuando estoy muy estresada... ¿usted cómo está por su hija?" Trato de disuadir la conversación.

"Bueno... es una chica fuerte, se parece mucho a su madre, se que estará bien." El hombre lucía nervioso y preocupado a pesar de sus palabras. "¿Su hijo estará bien?"

Se vio titubear a la mujer, incluso casi parecía querer llorar a lágrimas. "Bueno..." suspiró pesadamente. "Solo espero que tenga su medicación y mucho cuidado... Bueno." Dijo mientras se levantaba y sacudía su ropa. "He de irme, a mi madre le estresa mucho mi hija pequeña, y no me interesa que mis dos bebes acaben muertos. Adiós señor Doorman."

"Adiós, detective Elliot."

...

...

...

En la oscuridad de la noche, en la soledad de su auto, la mujer lucía demacrada, sus ojos estaban rojos y con ojeras por llorar. Sus manos se aferraban al volante del coche y su cuerpo estaba encorvado hacia adelante, sin apoyar la espalda en el asiento, su mirada se enfoca en la carretera, aunque sus pensamientos estaban en otro lado.

En el asiento de al lado suyo, un sobre estaba situado, dejando ver parte de su contenido. Vanessa Verrüebe Edad: 26 años. Era lo único que se veía a través de la carpeta.

___

En un punto me alarmó, me sentía observado, pero de diferente manera,de aquella manera en la que una liebre sabe que un depredador anda cerca. Mi piel se puso de gallina, mi temperatura corporal aumentaba y el sudor bajaba por mi cuerpo, mojando mi frente y cuerpo.

Levante la mirada y buscaba aquello que me alteraba, pero no encontraba nada. Julia miraba en los cajones de abajo, la emo de pelo púrpura buscaba en la estantería de figuras. El chico, Sam, estaba sentado junto a Emily, abrazándola y consolándola. Rebecca y, creo que se llama Thad, estaban... uhh... "consolándose" mutuamente por la pérdida de su... amigo, supongo. Lizzy y su amiga se habían colocado en una esquina y parecían... estar, haciendo algo raro, investigando en la ventilación. Y no pude ver a nadie más, aun así, me seguía sintiendo raro.

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