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Capítulo XXVIII: Espera

Los siguientes días, hice todo por cumplir mi promesa. Al menos se acercaban los exámenes finales y decidí ocupar aquello para distraerme. Trish, Alan , Eddie, Bob y yo formamos un grupo de estudio que no salía de la sala común de ravenclaw. La biblioteca se había vuelto un lugar prohibido para mí, ya que temía encontrarme al innombrable allí. En todocaso, la sala de ravenclaw era confortable casi siempre en esa época, ya que todos estaban preocupados de los exámenes y no tenían tiempo para molestar y hacer ruido...

El torneo pasó sin gloria para nosotros: Slytherin ganó la copa ese año. Me alegra decir que no fue mi culpa (apuesto que pensaste que la presencia de Carrow me afectaría muchísimo). Okay, estaba afectada porque él estuviera allí, pero esa no fue la razón de nuestra derrota. Mi escoba lenta puede haber influido, pero Moscoso atrapó la snitch y se llevó el partido. Perdimos 30-180 y como sabes, la snitch vale 150 puntos. Apenas el buscador de slytherin alcanzó la pequeña pelota dorada, vi que Carrow se detenía en pleno vuelo con una gran sonrisa en el rostro. Cundo notó mi mirada, su sonrisa decayó por un instante. De inmediato bajé a tierra y me marché sin mirar atrás. No quería escuchar el discurso de animo de Mike, porque sabía que en el fondo, estaba más destruido que yo al haber perdido.

En los exámenes me fue bien, aunque no tan bien como yo hubiera esperado, dado todo el tiempo que había ocupado en estudiar. La razón era simple: me costaba mucho concentrarme. Pasaba la mitad del tiempo y ocupaba la mitad de la energía tratando de evitar pensar en Amycus Carrow. Tratando de evitar mirar hacia la mesa de Slytherin cuando iba a desayunar o fijarme en él estando en alguna de las clases que compartíamos. ¿Cómo podría olvidarme de él si lo veía todo el tiempo? ¿Cómo lo había hecho con Alan? Claro, él me había engañado con lo de Jason. Pero si Carrow era mucho peor... ¿Por qué no podía dejar de pensar en él?

Cuando llegó el día de viajar en el tren hacia casa, Trish habló seriamente conmigo. Dijo que, si yo quería, podía pedirle a sus padres que me recibieran en su casa prontamente. Que si me sentía muy mal, era mejor que estuviera con ella. Le agradecí, pero me negué; yo quería pasar tiempo con Sammy y no podría hacerlo si me iba a casa de Trish tan pronto. Además, ella iba a invitar a Carl a pasar un tiempo y me sentiría incomoda estando ahí todo el rato.

- No importa, Jamie. Yo quiero ayudarte...

- Lo sé. Pero tengo que salir de esto yo solita- le aseguré a mi amiga, mientras subíamos al tren con nuestro equipaje. Nos sentamos juntas y pronto llegó Carl con un montón de ranas de chocolate para nosotras.

El viaje era de lo más agradable, o eso pensaba, hasta que Alan llegó con un ojo morado. Apenas lo vi, supe quién había sido, pero él aclaró:

- Los slytherins están en el compartimento contiguo.

Había sido un golpe certero, debía doler mucho... Me acerqué, lo tomé del brazo y la dejé sentarse en mi lugar.

-¿Por qué te golpearon?- preguntó Carl.

Alan suspiró.

- Me vieron con Anthony- El chico en cuestión era el ravenclaw con quien lo habíamos visto las últimas semanas. - Yo... le di un beso... Es que... Acabo de declararme a él... - Me senté junto a él, queriendo abrazarlo; su expresión era tan lastimera que necesitaba confortarlo.-pero Lestrange escuchó todo... y...- se tocó el rostro con expresión de dolor. - Se han burlado todos de mí. Vi todo rojo y... sólo sé que Carrow me golpeó.

Sí, lo sé. Esas palabras fueron un trampolín para mí. Con cada palabra, la rabia crecía más en mi pecho. Me levanté. Sabía que Trish podía hacer algo para que el moretón de Alan desapareciera, al igual que el dolor. Pero yo iba a hacer algo para sanar su orgullo. Necesitaba hacerlo.

- Todo estará bien- declaré, abrazando a Alan por un instante.

- Jamie- Trish ya sabía lo que yo iba a hacer pero no le respondí. Carl se levantó y me detuvo.

- No irás tú sola- declaró. - Iré contigo.

-¡Carl, no!- Trish parecía muy sorprendida por nuestra osadía. -¿Iran al nido de las serpientes? ¿Se han vuelto locos?

- No tiene derecho a hacer estas cosas y no recibir castigo- dije, segura de lo que iba a hacer. - Es la última vez que lastiman a Alan, lo juro.

-¿Qué vas a hacer?¿Un discurso de moral? ¿Crees que a ellos les importa? - insistió Trish.

- Por favor, no vayan- dijo Alan- Yo estaré bien, de verdad.

Salí del compartimento, sabiendo que ellos tenía razón. Pero sentía demasiada rabia entonces. Carl estaba a mi lado y eso me daba más seguridad. Pude ver a Lestrange y los demás a través de la puerta de vidrio. Se estaban riendo de alguien más, por supuesto, que salió del compartimento a la carrera por la puerta del otro lado. Carrow me vio a través de la puerta y la expresión de su rostro se tornó sombría. Dudé por un momento y Carl también pareció caminar un poco mas lento mientras nos acercábamos.

- Jamie...- dijo.

- Lo sé.

Pero Lestrange ya nos había visto; dejó una risa a medias al verme allí. Resopló, con cierta molestia.

- ¿Qué haces aquí, Roberts?

-¿Creíste que ya no vendría?- pregunté, tratando de que mi voz sonara firme. Carrow se incorporó del asiento y se adelantó, pero Lestrange lo detuvo.

-¿Por qué no esperas a ver qué nos dice, Amycus? Quién sabe... quizás me pueda reír un rato.

Carrow se quedó allí, de pie, a medio camino. Yo aparté la vista de él y la fijé en Lestrange. Su rostro era mucho menos terrible que el de Amycus en ese momento, al menos para mí. Él miró a Carl y se echó a reír.

-¿No tenías más dinero para otro guardaespaldas? ¿Uno más... grande?- Los demás se rieron mucho; Carl no era alto ni muy fuerte. La referencia a guardaespaldas no hizo más que hacerme recordar la noche en que me junté con Amycus. Parpadeé, queriendo olvidarlo, no era lo mejor pensar en ello ahora.

- No. Carl y yo hemos venido a decirles algo importante- dije, notando a cada persona que estaba allí sentada. Aparte de Rabastan y Amycus, estaban Black y otros dos: un chico rubio y otro de cabello negro que yo no conocía. Regulus Black alzó la vista apenas para mirarme: Al parecer, estaba más interesado en un libro. - No queremos que le hagan daño a Alan nunca más. Si lo hacen, se las verán con nosotros. Alan no esta solo, es nuestro amigo. No me importa lo que nos amenacen, nadie debería temer por su integridad cada vez que pasa junto a ustedes.

Rabastan hizo una ligera mueca, como aceptando mis palabras. Parecía tan razonable, que cuando habló, me descolocó.

-¿Sigues enamorada de Bode, Roberts? - preguntó con mucha calma, como si fuera una conversación casual. Carl hizo un ruido con la nariz, indignado. Carrow me miró fijamente y deliberadamente aparté la vista.

- Eso no es asunto tuyo- declaré.

- Supongo que no... Porque por ahí escuché que estabas mirando mucho a Carrow últimamente.

Bajé la vista, sin saber a dónde mirar. Los gritos de asombro y las risas resonaban en mis oídos. Sabía que la expresión de mi rostro era de profunda vergüenza. Busqué a Carrow con la mirada, porque no podía creer que le hubiera contado eso a Lestrange. Él no me vio, observaba a los demás, que parecían fascinados con las palabras insidiosas de Rabastan. Ya estaba más que enfadada. Y Carl también.

- ¡Como si Carrow no la mirara todo el tiempo!- exclamó.

Y en cuestión de un segundo, vi como Carrow se lanzaba sobre él, golpeándolo.

-¡Detente! ¡Para! - grité, saltando a mi vez sobre Carrow, golpeándolo con los puños. Claro, mis manos eran como monedas contra un gigantesco muro. Lestrange se reía como siempre. - Demonios... ¡Impedimenta! - aparté a Amycus de Carl y lo alejé de él.

- Wow, es buena. ¿Qué vas a hacer ahora, Carrow? - comentó Lestrange. Amycus me estaba observando con furia, me quedé mirando como sus ojos oscuros estaban en llamas otra vez. ¿Era extraño que eso me atrajera? Supongo que sí, pero no me lo cuestioné entonces, no había tiempo.

- Sólo he dicho la verdad- resopló Carl. Yo negué con la cabeza, tirando de él.

- Por favor, sólo vámonos- le dije en un susurro.

- Que tú seas un traidor a la sangre y andes con una sangre sucia no quiere decir que los demás seamos iguales- replicó Carrow. Lestrange pareció muy aburrido con sus palabras.

-¿De verdad?¿Eso es todo?¿Vas a dejar que ella te insulte ocupando sus hechizos en tí? Estoy empezando a creer que lo que dice este pequeño guardaespaldas es verdad...

Carrow se quedó quieto. Yo también. ¿Iba a lastimarme? ¿Por fin iba a herirme de verdad? Noté cierta duda en su expresión y me sorprendí. Duró sólo un instante, porque Lestrange apartó a Amycus de un empujón.

- Al demonio, ya lo hago yo. - Lo vi venir como en cámara lenta, agitando la varita mágica dos veces antes de exclamar algo que no entendí, un hechizo que apuntó hacia mí de lleno. Quise detenerlo pero no lo logré. Grité de dolor, mientras Carl se agachaba junto a mí, muy asustado. Trish se asomó a la puerta por fin y corrió hacia nosotros. Se dejó caer a mi lado y vio que yo estaba sangrando. Alan salió del otro compartimento al oírla gritar y se quedó de pie, atónito.

-¿Que hicieron?¡Jamie! ¡Haré que los expulsen por esto!- amenazó. Los slytherins que yo no conocía habían dejado de reír, observaban mis heridas con cierto espanto. Carrow empujó a Rabastan.

-¡Te van a expulsar por esto!- le gritó. Rabastan parecía ido, me observó desde su lugar, con una leve sonrisa en los labios. Yo trataba de no gritar, porque no quería darle el gusto. Busqué los ojos de Amycus, como si mirarlo con expresión lastimera fuera a conmoverlo de alguna manera. Se acercó y se puso en cuclillas, mirándome. Trish se colocó frente a él, con los brazos en jarras.

-¡Tienen que sanarla! ¡Si no lo haces ahora mismo, les juro que iré por McGonagall en este instante!

Carrow asintió lentamente. Noté que estaba temblando, lo noté en sus brazos que estaban apoyados a ambos lados de su cuerpo, sosteniéndolo apenas.

- ¿Y quién asegura que no lo harás cuando haya sanado?- replicó Regulus desde su lugar. Había dejado el libro en el asiento contiguo y nos miraba fijamente con sus ojos verdes. Los chicos desconocidos murmuraron algo, mientras se iban de allí. Nadie podía culparlos, no querían involucrarse. Trish apretó los labios y yo musité:

- Nadie dirá nada...- Trish y Carl se miraron entre sí. Regulus asintió con aprobación.

- Ornicum- le dijo a Carrow, volviendo a mirar su libro.

Amycus tenía una expresión sombría en el rostro. Tocó mi cuello con la varita mágica y aparté la vista de él, porque no era capaz de verlo de frente entonces. Estaba muy cerca de mí y no quería... Para ser como era, su toque era suave y recordé cuando estaba tocando la escoba de carreras en el tienda de artículos de quidditch.

- Ornicum- sentí como si las heridas fueran lavadas con una poción invisible y cicatrizaran con gran velocidad. Amycus continuó repitiendo el hechizo varias veces, hasta que ya no sentí dolor. Suspiré, aliviada, aunque me sentía muy débil.

Rabastan seguía como en trance y Trish hizo una mueca de asco al mirarle.

- Se ve que disfruta con el sufrimiento- dijo. Carrow observó a Lestrange y frunció el entrecejo. Yo cerré los ojos, sintiendo que las lágrimas salían de mis ojos.

-¿De verdad, no lo acusarás?- escuché que Carrow preguntaba a Trish.

- No lo hará- dije. - No tienes de qué preocupar...- Me quedé muda, porque él apretó mi mano con la suya. Un apretón suave, que me hizo abrir los ojos. Él no dijo nada, pero sus ojos me los dijeron todo. Parecía molesto, arrepentido... Pero quizás era sólo lo que yo quería ver.

Carl y Trish me tomaron en brazos, Alan me tomó de los pies y me trasladaron hacia nuestro compartimento. Carrow me seguía mirando y yo a él. Quizás mi mirada fue muy demostrativa, porque Alan, que podía ver mi rostro, resopló. Me sentí culpable, pero él no dijo absolutamente nada.

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