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Capítulo XXV: Pensamientos

El campo de quidditch estaba completamente vacío cuando fui a practicar con la escoba de Eddie. El viento soplaba suavemente y era una delicia luego de un día tan caluroso como el anterior. Recorrí todo el campo a pie, queriendo disfrutar de la caricia del pasto en mis piernas. Pronto cortarían el césped y ya no podría hacer aquello. Estaba sola en el inmenso campo, lo que me hacia sentir bien. Luego de que Trish me había preguntado si Alecto tenía razón y me gustaba Carrow, no tenía ganas de verla.

Está bien, yo también querría saber por qué me importaba tanto, por qué me sentí tan avergonzada, por qué las palabras de Alecto me habían afectado y por qué el hecho de que Trish me hubiera preguntado si esas palabras eran ciertas me había asustado. Carl ya me había preguntado también, por qué mi actitud hacia Carrow había cambiado tanto en muy poco tiempo. ¿Por qué me importaba tanto, si no era verdad que él me gustaba?

Pero...

Si me ponía a pensar en las ultimas semanas, Carrow se había vuelto más importante de un tiempo a esta parte. El notarlo cuando nos encontrábamos en clases o el Gran Comedor se había vuelto una costumbre. Había esperado su ayuda cuando Rabastan me atacó y al ver que no me ayudaba, me sentí muy desilusionada. Pero eso fue sólo porque él se había portado mejor conmigo y yo pensé que podríamos llevarnos bien. Incluso luego de que me dijera que no quería estar bien conmigo, las semanas habían pasado y con ello, había empezado a pensar que podría volver a intentarlo.

Ahora, con las palabras de Alecto, esa idea había desaparecido por completo de mi mente. Quizás esa era la razón por la que me asustaba que la gente pensara que me gustaba Carrow, porque no quería que él también lo pensara... Porque si alguien lo pensaba, me humillarían como nunca antes.

Me subí a la escoba por fin. La Galaxy no era tan rápida, pero había funcionado en los últimos partidos. El siguiente sería la final contra Slytherin. Para ganarles necesitábamos ventaja antes de que se atrapara la snitch. Debía encontrar la forma de ser más rápida aunque la escoba me frenara... Miré mi reloj, al cual le había hecho un hechizo para que cronometrara el tiempo.

- En sus marcas, listos, ¡ya!

Alcancé los aros del lado este en pocos segundos. Si tan sólo la escoba tuviera una mejor aceleración... podrían ser incluso menos. Además, mi escoba era más lenta que las de mis compañeros cazadores. Si tenía la quaffle, ellos estaban obligados a frenarse para recibir mi pase... Apreté los labios, probando otra vez. La misma cantidad de tiempo, no podía acelerar más.

Extrañaba mucho mi escoba antigua; era tan viejecilla, pero tan especial para mí... Claro, Carrow la había destrozado y ni siquiera me habían quedado astillas de recuerdo. Me frené en medio de otro intento, dándome cuenta de que ya no sentía rencor hacia él por esa situación. ¿Le había perdonado? ¿Por qué? Era su culpa que ahora estuviera en desventaja frente a su estúpido equipo en el próximo partido. No entendía por qué ya no sentía rabia contra él.

"Sobre lo que dijo Alecto..."

¿Es que Alecto con sus palabras había plantado una idea en mi mente o de verdad sólo me hizo darme cuenta de algo que me estaba pasando hace tiempo? Era cierto que muchas veces en el día estaba pensando que iba a encontrarme a Carrow en alguna parte. Era verdad que descubrirlo mirándome me gustaba... Era cierto que las clases de encantamientos y defensa eran aún mejores cuando sabía que lo vería... Y Trish había dicho que las palabras de Alecto podían ser ciertas.

Odiaba a Trish por meterme ideas absurdas en la cabeza. "No me gusta Carrow, sólo...". Ni siquiera pude excusarme ante mí misma. Probé otra vez, el tiempo fue el mismo. Otra vez, lo mismo. -¡Maldita sea!- Me quedé allí, detenida a diez metros de altura, molesta con Trish, con la escoba y conmigo. Molesta con Alecto y con Carrow también. Molesta conmigo por mirarlo y molesta con Alecto por darse cuenta. Molesta con Amycus y su expresión de sorpresa cuando ella lo dijo. ¿De verdad se sorprendía o era sólo que debía guardar apariencias? Si él también me había mirado tantas veces cuando yo lo miraba de lejos...

"¿Qué tal si... lo dejamos en que no tengo idea qué siento por él? " negocié conmigo misma.

Bajé suavemente con la escoba hacia tierra. Mis pies chocaron con el pasto y descendí de mi vehículo con expresión molesta. "No tengo idea qué es lo que siento, ni por qué lo siento. Y no quiero saberlo..."

Iba saliendo del campo a paso rápido, de la forma que Trish llama Jamie Cohete, cuando choqué de frente con alguien. Él me retuvo de los brazos para que no me cayera y cuando me tomó así, traté de apartarme, asustada. Logré reconocer ese perfume, olía muy bien. Y me puse más nerviosa.

- Podrías tener más cuidado... ¿Estás bien?- preguntó Carrow y asentí repetidas veces, queriendo irme de allí lo más pronto posible. Él me miró de arriba abajo y me sentí muy vulnerable entonces.

- El viento está muy agradable- comentó él.

- Sí- dije.

- No hay mucho sol.

- No.

- ¿Te sirvió practicar hoy?

- Pues... en el partido lo veremos.- musité, preguntándome por qué mi voz sonaba tan aguda... Una vez, Bob había dicho que las chicas hablaban con la voz más aguda frente al chico que les gustaba. Él lo comprobó muchas veces conmigo y Alan. Incluso Norah hablaba más agudo cuando estaba frente a Carrow. Oh, no... Sentí que me ponía roja y él se daría cuenta...

- Esa escoba no se ve muy buena- comentó, señalando la Galaxy.

- Tenía una escoba mejor, pero alguien la transformó en polvo- comenté.

Amycus sonrió levemente. Y yo también sonreí, cuando debería haberme enojado. Seré estúpida. Él se paso una mano por el pelo y me quedé viendo cómo el sol se mezclaba en su pelo oscuro. Quise irme, pero él avanzó hacia el mismo lugar y cuando quise esquivarlo, él también cambió de dirección.

- Creo que estaría bien que me fuera- comentó- hacia allá...- señaló la entrada del campo y asentí. Me quedé quieta mientras él pasaba.- Y, por cierto... Creo que algún escarbato entró al campo porque... creo que pisaste su excremento.

¿Estaba diciendo que olía mal? Bueno, el sudor era obvio, si estaba entrenando pero... Salté, mirando mis pies y notando que, en efecto, había pisado algo. Me ruboricé aún más y él se fue, dejándome avergonzada y con ganas de morir allí mismo.

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