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Capítulo XXIII: Competencia

Cuando llegué a mi habitación, me di cuenta de que la reacción de Carrow me había inquietado más de lo que hubiera esperado. Y la reacción de Lestrange, de la cual me había salvado por un pelo, no me había sorprendido en el momento. Sentí un escalofrío al recordar cuando Lestrange levantó la voz. Es que él nunca antes lo había hecho. Supongo que los que no tienen que levantar la voz son mucho más terribles que aquellos que se la pasan gritando. No quería tener que vérmelas con Rabastan en mucho tiempo...

Me senté en la cama, preguntándome dónde estarían los demás. ¿También habrían querido ir a la biblioteca y Rabastan se los habría impedido? ¿Por qué la biblioteca estaría bloqueada por esos tipos? Ya iba a levantarme para ir a buscar a mis amigos cuando Trish entró a la habitación.

-¡Qué alivio!- dijo, al verme. - Pensé que estarías peleando con Lestrange en la entrada de la biblioteca.

-¿A tí también te bloqueó el paso?- pregunté.

- Se le antojan las cosas más ridículas, simplemente quiso impedirle el paso a la gente- Trish se encogió de hombros.

-¿Tú crees? ¿Y si está haciendo algo allí?- No podía dejar de pensar que estaban planeando algo. ¿Quizás para su grupo de las capas negras? Rabastan se había portado más desagradable que de costumbre, ¿quizás era por eso?

-¿Crees que haría algo así, dispuesto a que todos se enteren? No lo creo... - Mi amiga se dejó caer en la cama, cansada. - He estado practicando toda la tarde. ¿Has practicado para la competencia de la clase de Flitwick? - preguntó.

Resoplé. Flitwick había anunciado en la clase anterior que la siguiente sería una competencia de encantamientos. La idea era que usáramos los hechizos que habíamos aprendido hasta ahora para hacer una presentación emocionante. Flitwick no iba a poner notas, pero sí iba a entregar puntos a los que hicieran las mejores presentaciones. Además, el que ganara tendría un premio especial, aunque nadie sabía qué era.

- Sabemos quién va a ganar- dije. Trish era la más probable ganadora. Ella negó con la cabeza, modestamente.

- Cualquiera puede ganar... Tú eres muy buena en encantamientos. La lluvia de m y m en el cumpleaños de Alan fue perfecta. ¿Vas a usar ése?- Negué con la cabeza- ¿Tienes un hechizo pensado, verdad?

- Sí- repuse, estirando los pies, sin entrar en más detalles. La competencia era lo de menos, aún estaba pensando en lo que debían estar haciendo Carrow y Lestrange. Carrow dijo que no quería estar de mi lado. ¿Qué tendría de interesante "el otro lado"? Lestrange lo usaba como un sirviente, una amenaza, un guardaespaldas... ¿Es que le gustaba ser esas cosas?

- Sigues pensando en Lestrange- adivinó Trish. - Ya te he dicho mil veces que no te metas en sus asuntos, hasta Carrow te lo ha dicho y no haces caso.

- Sabes que me gusta meterme en líos- bromeé.

- Definitivamente- Trish no lo tomó como broma. Suspiré, porque pese a que todos me decían que no me entrometiera, no era capaz de dejar mi inquietud. Algo estaban haciendo, necesitaba saber qué era.

...

Con un golpecito de la varita mágica, Trish encantó la vela, de manera que un pequeña bailarina de fuego bailó para nosotros.

- ¡Es hermosa! -. Carl estaba emocionado con la magia que había realizado su novia. Era hora de la competencia de talento en clase de Flitwick y Trish, de acuerdo a los pronósticos, parecía estar ganando. Bob creó una pequeña escultura de hielo en medio del salón, pero no tenía nariz y eso le restó puntos. No sé por qué, hay muchas esculturas famosas sin brazos y la esfinge en Egipto no tiene nariz. Le dije eso a los demás, pero Trish me hizo callar.

- Señorita Roberts, adelante- dijo el profesor. Me acerqué a la tarima, lista para mi demostración. En la mesa grande había varios objetos, macetas con tierra, vasos con agua, velas, piedras y madera. Mis compañeros me vitorearon para darme ánimos y vi a algunos slytherins chiflando desde el fondo del salón. Carrow alzó la vista de su libro y su forma de mirarme me hizo sentir rabia. ¿Por qué me miraba así, luego de las palabras que había dicho dos días antes? Desvié la mirada deliberadamente y me concentré en el hechizo que tenía pensado hacer. Agité la varita dos veces y di un golpe al vaso con agua que había sobre mi mesa. En una espiral, el agua salió del vaso; en vez de caer al suelo, se congeló formando pequeñas mariposas azules que revolotearon por el salón. Trish aplaudió, mientras las mariposas sobrevolaban hasta comenzar a derretirse. El agua cayó sobre la concurrencia.

- Lo siento- dije, aunque tampoco era tanta agua la que cayó sobre sus cabezas. Flitwick aplaudió finalmente y me felicitó.

- Excelente- dijo con voz chillona-.

- Aún no sé cómo hacer para que duren más- comenté.

- La belleza dura el tiempo justo- repuso Flitwick, anotando mi puntaje en su pergamino. Volví, muy contenta, a sentarme junto a mis amigos. Regulus Black fue el siguiente, elevó por los aires al profesor Flitwick. Creo que más lo asustó que otra cosa, porque el profesor no le dijo nada y se limitó a anotar el puntaje en su pergamino. No parecía que Lestrange y sus amigos tuvieran mucho interés en participar en el concurso, se limitaban a hacer hechizos y a volver a sus puestos con expresión de burla en sus rostros. Y a abuchearnos a los demás, por supuesto, si nos equivocábamos.

- Señor Carrow, acérquese, por favor- Flitwick llamó al último concursante, que se levantó de su asiento en la última fila y se acercó a la tarima. ¿Qué hechizo haría? ¿Se limitaría a romper alguna de las cosas? Apretó los labios, como si tratara de recordar algo... Su nariz se arrugó levemente y finalmente optó por una de las macetas con tierra más grandes, que estaban en el suelo. Golpeó la maceta con la varita mágica, hizo un pequeño floreo y una pequeña planta comenzó a crecer, como si en pocos segundos hubieran pasado años. Un gran árbol, de hojas verde oscuro, coronado con flores, que se esparcieron como una enredadera hacia todos lados. Las flores incluso nos alcanzaron a Trish y a mí, como hermosos adornos para nuestros bancos. Me quedé impresionada con la dificultad del hechizo, en clase yo ni siquiera había logrado que creciera una flor... Flitwick le dio sus felicitaciones a Carrow y anotó su puntaje.

- Carrow, el granjero- comentó Lestrange y otros se rieron, aunque no mucho. Carrow volvió a su puesto con expresión sombría y se sentó, escondiéndose en su libro de nuevo.

- Bien, creo que tenemos un ganador- dijo Flitwick. Palmoteé la espalda de Trish, pero él continuó:- El ganador es el señor Carrow.

Los slytherins, luego de su actitud previa, estallaron en aplausos mientras él se acercaba a recibir su premio: un cupón de descuento del 50% para la tienda de artículos de quidditch. Apreté los labios, desilusionada. Si hubiera sabido que ese era el premio, me hubiera esforzado más. Además, le dieron veinte puntos a slytherin, lo que nos dolió bastante a los ravenclaws, que teníamos fama de ganar en este tipo de competencias.

- En fin, creo que Flitwick fue justo- dijo Trish en la cena. Carl dejó su puré de papas y añadió:

- Si se te hubeira ocurrido el hechizo de Carrow, habrías ganado.

- No... Yo no puedo hacer que las flores crezcan así.

-¿Hubieras pensado que Carrow tenía ese poder? Yo una vez le dije que no sabía hacer hechizos- me reí al recordarlo- Supongo que estaba equivocada.

- Tú pareces muy impresionada con el poder de Carrow, Jamie- comentó Carl. Trish no me miró, supongo que pensaba lo mismo. Yo bajé la vista a mi plato. Lo que decía Carl me avergonzó, por alguna razón. No sabía por qué, que admirara su habilidad con ese hechizo no era la gran cosa. Supongo que el gran problema era que se trataba de Carrow. Podría haber admirado a cualquiera, pero no a él. Trish dejo su tenedor en el plato, tardó un momento en hablar y dijo:

- Han pasado unas semanas... Pero tus opiniones sobre Carrow han cambiado. Antes lo odiabas. ¿Qué pasó para que cambiaras de opinión?

- Pues... Él me salvó del boggart, ¿recuerdan?

- Y luego te insultó- añadió Trish.

- Bueno, sí, pero no fue su intención.

Carl y Trish me miraron como si hubiera enloquecido. Quizás eso era cierto. Terminé la cena con una sensación desagradable en el estómago. Mis amigos no me entendían. Yo tampoco, en realidad. Era cierto que Carrow se había estado portando mejor conmigo, pero el otro día había dejado las cosas claras. Nuestra relación no había variado un ápice, seguíamos siendo enemigos. Debía seguir convenciéndome de que era así.

Regresé a mi habitación, ya que no quería andar sola por ningún pasillo. Con mi mala suerte, si lo hacía, seguro me encontraría con Lestrange y no quería saber de él. Me acosté temprano y soñé con escobas de quidditch. Escobas en las cuales trataba de volar pero me caía enseguida.

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