Capítulo XX: Rompe- hielo
Atardecía y fui a sentarme junto al lago, aprovechando de meter los pies en el agua que llegaba a mí en pequeñas olas. El agua se sentía muy agradable, luego de toda la tarde con el sol encima. Cerré los ojos un momento, sintiendo el suave viento en mi rostro. No había nadie más, la mayoría debía estar dirigiéndose al Gran Comedor para la cena. Yo no deseaba ir cuando hubiera mucha gente, la noticia de mi arrebato en Defensa contra las Artes Oscuras ya se había hecho conocida. ¿La gente no tenía nada mejor que hacer con sus vidas que hablar de la mía? No, estoy mintiendo, la gente habla de la vida de todo el mundo, sólo que hoy me tocó ser el centro de atención. Ayer, la noticia era el término de Carrow y Ferguson; hoy, la novedad era que mi mayor miedo era mi hermanito odiándome. Un gran miedo, vaya. Pero para mí era muy real.
Rabastan había aprovechado de burlarse, por supuesto. Había bastado con que Pattison se marchara de allí para que el iniciara su discursito de preocupación por mí, sumado a palabras hirientes y burlas estúpidas. Seguramente él fue el que regó el rumor por todo el colegio, tiene esa capacidad. Pero no quería pensar en Rabastan Lestrange, prefería seguir mirando el lago.
Volteé cuando la calma de la escena se vio interrumpida por un sonido, "algo" que chocó contra el piso. Ahí estaba Carrow, con su escoba en el suelo, y se agachó para recogerla. Fruncí el entrecejo y volví a mirar al lago. Quizás ni me había visto. Pero no me sentía tranquila con él ahí cerca. ¿Cuál había sido el sentido de su epíteto el día anterior, al llamarme "débil" luego de que no fuera capaz de vencer al boggart? ¿Hacerme sentir mal? Bien, lo habría logrado sin necesidad de insultarme. ¿Revelar cada estúpido pensamiento que pasaba por su mente? Yo no tenía interés en saber lo que él opinaba de mí, estaba claro que no había nada bueno en sus impresiones. ¿Mostrar lo que todo el mundo pensó pero nadie más que él dijo? Vaya, gracias, Amycus, que honestidad tienes...
- No tienes por qué esconderte- escuché su voz y pensé que se refería a alguien más. No intenté corroborarlo. - Roberts...
Entrecerré los ojos, extrañada. Volteé y él estaba de pie frente a mí.
- ¿A qué te refieres? No me escondo de tí.
- No me refiero a mí. ¿No tendrías que estar en la cena?
- Tú tampoco estás en la cena- evité responder su pregunta.
- Estaba entrenando- mostró la escoba como prueba. Me encogí de hombros.
- Yo estaba descansando.
Me miró fijamente, dando a entender que no podía mentirle. ¿Pero por qué alguien como él iba a querer que yo le contara mis problemas?
- Lo que pasó ayer no fue tu culpa- dijo, para mi sorpresa- Pero no puedes esperar que tanta gente idiota en este castillo pueda entenderlo.
Bajé la vista.
- Tú dijiste que era débil- musité. Era verdad, Carrow había sido el primero en decir lo que todos pensaban. ¿Y ahora decía todo lo contrario?
- Y es verdad. Eres débil- declaró. Me incorporé, molesta, pero él continuó- Que te odien es la cosa más común del mundo. No puedes vivir temiendo que alguien te odie. Es el miedo más estúpido que puede haber...
- No es alguien, es mi hermano- declaré, furiosa- Tú no sabes lo que siento por él... O quizás lo sabes, es el amor que sientes por Alecto. Sammy sigue creyendo en mí, sigue considerándome parte de él, cuando mis padres dejaron de considerarme familia hace mucho tiempo. ¿Crees que podrías vivir feliz con tu familia odiándote? ¿Serías feliz si Alecto te odiara?
Amycus no respondió de inmediato.
- Si mi familia fuera como tus padres, no me preocuparía- dijo.
-¿Qué quieres decir con eso? - salté.
Él dejó la escoba en el suelo y se sentó junto a mí. Retrocedí un poco, porque no quería tenerlo muy cerca. Él notó ésto, pero no dijo nada al respecto.
- Tus padres son unos simples muggles. Cuando descubrieron que tú eras diferente, tuvieron miedo. El miedo lo transformaron en odio. Si yo hubiera tenido padres muggles, hubiera estado feliz de que me dejaran en paz. Tú también deberías.
No podía creer que estuviera diciéndome eso.
- Eres un completo idiota- lo insulté- Que mis padres sean muggles no significa que sean menos que los magos. Son mis padres, los amo...
- Ellos te odian, Roberts- Carrow lo dijo con voz suave, como si no fuera cruel lo que decía.
Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas. Amycus me miraba muy serio. No quería que me viera llorar otra vez, miré hacia el lago, queriendo que Carrow me dejara sola... Finalmente, él musitó:
- Sólo quise decir... que no vale la pena sufrir por ellos.
Lo observé a través de mis lágrimas. Él miraba su escoba, pensativo.
-¿Es mi idea o estás tratando de ser amable conmigo? - pregunté, aunque mi voz sonó más aguda de lo normal por el llanto.
Él frunció el entrecejo.
- No está resultando fácil.
- Eso parece- traté de reír; mi risa sonó como cualquier cosa, me sequé las lágrimas pero manaron otras nuevas. Nos quedamos en silencio unos minutos, hasta que él dijo:
- Tendrás que ir al castillo alguna vez, ¿sabías?
- Sí, tendría... Pero no quiero que me miren como si estuviera loca.
- Te acostumbrarás- dijo y no supe si molestarme otra vez con él. Tenía esas respuestas tan contradictorias... - A mi me han estado mirando así por haber terminado con Norah. Supongo que piensan que nadie en su sano juicio terminaría con ella. La verdad es que nadie en su sano juicio habría empezado algo con ella en primer lugar.
No dije nada por un rato. Suponía que él no me contaría detalles.
- Entonces, ¿terminaste con ella por su carácter?¿No por otra chica? - aventuré, tímida, cuando él ya iba a marcharse. Se detuvo en seco ante mis palabras.
-¿Quién te dijo eso?
- ... Es un rumor- mentí.
- Bueno, pues... No es verdad. Voy a alejarme de las mujeres por ahora- tomó su escoba y añadió:- Deberías irte al castillo ya si quieres cenar.
- Me quedaré un rato más- dije, secándome las últimas lágrimas del rostro.
- Pues... Como quieras- iba a marcharse, pero lo llamé. Se detuvo a unos pasos y regresó.
- Gracias- le dije.
-¿Por qué?
- Por ser amable conmigo. O tratar, al menos. Eso significa mucho.
Asintió, antes de irse. Lo vi marchar hacia el castillo. Tenía razón, no tenía sentido esconderme allí, en algún momento tendría que volver a aparecerme en el Gran Comedor. Así que me puse en pie y fui hacia allá. Tenía un hambre increíble. Y me sentía un poco más animada. Observé disimuladamente hacia la mesa slytherin, vi a Amycus hablando con Alecto. Estaba sonriendo y no era una sonrisa cruel, era de completa felicidad...
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