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Capítulo XIX: Boggarts

Esa tarde me correspondía ir a clase de Defensa contra las Artes Oscuras, con los slytherin. Las clases obligatorias con ellos eran tres: Encantamientos, Herbología y Defensa contra las Artes Oscuras. También había algunos en Arritmancia y Runas Antiguas, pero Carrow no asistía a esas clases, por lo cual podía acercarme a Lestrange sin problemas en esas asignaturas.

A la entrada del salón de Defensa, Trish hablaba con Carl y Eddie, así que me acerqué a ellos. Trish estaba muy entusiasmada.

-¡Los slytherins están diciendo que la profesora traerá un boggart! ¿Puedes creerlo, Jamie? ¡Será muy divertido!

Asentí, tratando de imitar su entusiasmo, aunque la idea de enfrentarme a un ser que ocuparía mi mayor miedo para destruirme no me parecía divertido. Los slytherins estaban afuera también, formando un gran grupo. Se podía decir lo que quisieran de las serpientes, pero siempre estaban unidos entre ellos. Observé a Regulus Black, que estaba en una orilla, con expresión molesta. Lestrange le pegó un empujón juguetón antes de sentarse junto a él. No sé qué le habrá dicho, pero la expresión de Black se ensombreció todavía más.

Bob se había unido a nosotros y luego de que Eddie y Carl le molestaran porque su boggart se iba a tranformar en su abuela con pijama ( o algo así, no entendí bien), se acercó a mí, frunciendo el seño.

-¿Puedes creer que me molesten con eso?

- Pues... ¿Tu abuela era muy mala? - intenté averiguar, aunque no creía que esa fuera la razón de su miedo.

- Tenía cinco años cuando vi aparecer a mi abuela en el baño de la casa con pijama... y había muerto hace dos años- explicó Bob rápidamente. - Si un niño no se trauma con eso, me preocuparía.

Asentí. Ahora que llevaba bastante tiempo en Hogwarts, entendía que había fantasmas en algunos lugares, si es que habían dejado algo pendiente en sus vidas y no aceptaban el paso al más allá. Pero si hubiera tenido cuatro años y hubiera visto a un ser querido muerto aparecer, como si nada, mientras estuviera duchándome, me hubiera muerto del miedo.

Carrow llegó tarde al grupo, me di cuenta y parecía haber dormido poco. Tenía grandes ojeras. Quizás había tenido pesadillas, luego de la discusión del día anterior con Norah. Ella se estaba portando distante con él, aunque no le serviría de nada si él había decidido terminar la relación para siempre. Además, todo el colegio se había enterado de que ellos habían terminado; es más, habían sabido completa la historia de la terminada luego del sexo, la historia que Norah había revelado tan elegantemente en la biblioteca. No estaba a favor de Carrow, me parecía de pésimo gusto su manera de finalizar las cosas, pero Norah gritándolo en medio de la biblioteca tampoco había sido bonito.

Carrow notó mi mirada, como solía suceder (¿es que tenía ojos en la nuca?) y de inmediato aparté la vista, esperando que apareciera la profesora.

La profesora de defensa de ese año era de apellido Pattison, una mujer joven muy entusiasta. Nadie pensaba que podría quedarse más de un año. Ya llevábamos seis años y habíamos tenido seis profesores, uno por periodo. Pattison apareció a paso rápido, haciendo sonar sus tacones y toda la clase se arremolinó junto a la puerta para entrar primero y tener la mejor vista del supuesto boggart.

No eran sólo rumores, como yo esperaba. Al entrar al salón, había un baúl pequeño en el centro. Y se movía, como si algo tratara de salir de ese pequeño espacio. La clase miró con más interés que miedo el baúl negro, mientras formaba un corro alrededor. Pattison preguntó qué era un boggart, cuál era la forma de enfrentarlo y otras preguntas que respondió Carl, ante la mirada admirada de Trish. Era una tontería, porque esas cosas ella las sabía también. Pero está tan encantada con su novio... Intercambié una mirada con Bob, que se puso atrás de nosotros: definitivamente no quería protagonizar la broma del siglo, si es que su abuela en pijama aparecía frente a él cuando tuviera que atacar al boggart, enfrente de todos los slytherins.

- Vamos a enfrentar al boggart, por supuesto, pero antes de hacerlo quisiera que visualicen su mayor miedo, el que el boggart utilizará para combatirlos e inventen una forma de transformarlo en algo gracioso. Cuando nos riamos del boggart, él se confundirá y será el momento de cambiar de lugar.

Todos cerraron los ojos, mientras yo me quedaba ahí de pie, sin querer pensar en lo que haría el boggart. ¿Cuál era mi mayor miedo? El de Trish eran las serpientes, aunque nunca me ha dicho por qué; le dan asco, aparentemente. El de Carl, los inferi, los cadáveres andantes que usan los magos tenebrosos. Totalmente de acuerdo, la idea de ver a un ser querido convertido en inferi es terrible, pero... ¿Era ése mi mayor miedo?

- Roberts...- me reconvino Pattison, porque yo me puse a observar a los demás mientras tomaban decisiones. Oh, no. Probablemente me sacaría a mí al ruedo sólo porque no estaba concentrada. Cerré los ojos y traté de pensar en mi mayor miedo.

La imagen de Sam, mi hermano, vino a mi mente como un relámpago. Él, junto con mi padre y mi madre, mirándome con miedo. Ellos, abrazándose entre sí, mientras yo estaba separada de ellos para siempre. El terror con que me miraban , como si yo fuera a lastimarles. Ser un monstruo para ellos, dejar de ser la Jamie que ellos amaban. Ellos no me aman, eso lo sé. Mis padres no me aman... Pero Sam es diferente. Él está orgulloso de mí, él sigue viéndome con cariño. Mi mayor miedo es que Sam me vea como me ven mis padres. Eso es todo. ¿Pero cómo podría transformar eso en algo gracioso?

- Bien, es hora- la profesora se acercó al baúl, mientras los demás tenían las varitas ya listas y yo parecía totalmente fuera de lugar. - Michaels, tú primero.

No era raro que Trish fuera la primera; siempre la ponían de ejemplo a la hora de los encantamientos. Observé con atención, la serpiente se transformó en un gusano de gomita mientras Trish decía el hechizo.

- ¡Excelente! Señorita Carrow...

Alecto se acercó con expresión molesta. Seguramente detestaba esta clase, aprender sobre boggarts debía ser una tontería para ella.

Apenas vi el cuerpo de Amycus sobre el suelo, me cubrí la boca con las manos. Miré a mi alrededor esperando que nadie hubiera notado mi reacción tan exagerada. Me extrañó que Carrow me estuviera mirando a mí... Ni siquiera vi qué hizo Alecto para transformar esa escena en algo gracioso, pero lo logró. Amycus sólo dejó de mirarme cuando le llamaron y no me sorprendió que su mayor miedo fuera Alecto muerta. Lo extraño fue que para hacer la escena graciosa, a la Alecto muerta se le caía una máscara y resultaba ser otra persona muerta. No me pareció gracioso, para nada, pero cumplió su cometido.

- Señorita Roberts, ahora usted.

Cuando me nombró, tardé en comprender que me había llamado. En todo caso, sabía  que me iba a tocar hacer ésto. Me arremangué la túnica, acercándome más al boggart lúgubre, que seguía siendo esa persona muerta. Apenas estuve bien cerca, se transformó en mi familia. Era increíble cómo podía hacerlos tan reales... El cabello de mi madre tenía ese brillo... El bigote de mi padre tenía las canas en los mismos lugares que el real... Sam tenía esa peca en forma de corazón junto a la nariz... No los veía desde hace tanto... Quise abrazar al boggart, no atacarlo, ¿por qué lo haría? No me estaba mostrando mi miedo, era una visión bonita...

-¡Aléjate!- gritó entonces mi hermano, con su voz dulce quebrada por el miedo. Me detuve, no supe qué hacer entonces. - ¡Mamá, dile que se vaya! ¡No quiero que esté aquí!

- Sam... Sam...- murmuré, queriendo calmarlo.

-¡Eres un monstruo, eres un monstruo, Jamie, eres un monstruo!

- ¡No! ¡No!- sollocé, sin preocuparme de Pattison, ni de todos los slytherins que estaban allí mirándome, o de Trish... Sólo podía escuchar los gritos de Sam, diciéndome que era un monstruo, que me odiaba, que todos estarían mejor conmigo muerta... Entonces vi una figura que pasó como flecha junto a mí y mis padres, Sam también, desaparecieron. En vez de ellos, volvía a estar Alecto muerta. Yo aún sollozaba, viendo a Amycus que movió la varita con furia y volvió a hechizar al boggart. Pattison encerró al boggart en el baúl otra vez, mientras todos me miraban como si estuviera loca.

Trish se acercó y me rodeó los hombros con su brazo. Apoyé mi cabeza en su hombro, tratando de entender lo que me había pasado, cuando la voz de Amycus irrumpió en mi conciencia:

-¡Eres débil, Roberts!

Lo miré, sorprendida.

- ¿Por ... qué... eres... tan... débil?- arrastró cada palabra, como si quisiera que se quedaran para siempre en mi cabeza. Seguro lo harían. Trish me apartó, furiosa.

- Vete a la mierda, Carrow- le dijo. La clase entera se sentía igual que yo: ¡Trish no había dicho una palabrota en su vida y ahora lo hacía justo delante de Pattison! Observé a Amycus, que sólo hizo un ruidito despectivo antes de irse de la sala. Definitivamente, Pattison tendría muchos puntos que quitar hoy.

...

Cuando regresé a la sala común, Trish parecía furiosa todavía.

- No puedo creer que me haya quitado puntos. ¡Esa Pattison es estúpida! Vio perfectamente que el boggart te había sobrepasado y no hizo absolutamente nada... Hasta Carrow se dio cuenta antes que ella.

Sí, era extraño. Carrow me había salvado de un boggart. No era el ser mas peligroso del mundo, pero de verdad, entonces me había lastimado. Ahora yo tenía los ojos rojos y me sentía muy débil. No quería pensar en mis verdaderos padres y el verdadero Sammy.

- Yo... no sabía que te lastimaba así, tanto- comentó Trish con tristeza. Negué con la cabeza.

- No me gusta hablar del tema, lo sabes. Sólo respetabas mis intenciones al no hablar... Al menos salvé a Bob de enfrentarse a su abuelita con pijama- intenté bromear. Trish asintió.

- Ojalá Pattison no quiera traer al boggart otra vez la próxima clase.

- Lo que me preocupa es que le cuente lo sucedido a Flitwick... o peor, a Dumbledore. No me gustaría que se metieran en mis problemas, nadie puede solucionarlos.

- Yo no entiendo por qué tus padres se portan así contigo, Jamie- comenzó Trish. La detuve.

- No hay nada que puedas hacer.

- Lo sé- suspiró ella. Se sentó a mi lado y añadió:- Pero tú sabes que siempre puedes irte a vivir conmigo, ¿verdad?

- Verdad- traté de sonreír, aunque esa solución no servía para lo que yo quería. Mi idea no era ser aceptada en un lugar, sino ser aceptada por mi familia, Yo esperaba que fuera mi familia quien me recibiera bien, que quisieran estar conmigo, que me permitieran ayudarles. Y sentía que esa realidad me estaba totalmente vedada.

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