Capítulo XII: El baile
El baile era ese fin de semana. Junto con Trish nos habíamos probado multitud de peinados, maquillaje y accesorios, de manera que cuando llegó el día, ya teníamos todo decidido. La poción para el pelo había resultado muy bien, de manera que teníamos el cabello más brillante que nunca. Yo estaba feliz, aunque cada vez que pensaba en mi vestido se me venia a la mente el desagradable episodio en la biblioteca. Estaba segura de que si Lestrange volvía a acercarse a mí, le daría un golpe.
El hechizo había resultado bien gracias a Alan, que aplicó el hechizo de rejuvenecimiento sobre la tela del vestido. Luego Trish y yo hicimos las adaptaciones y el resultado fue el vestido más bonito que había visto en mi vida. Claro que no he visto muchos vestidos lindos en mi vida para poder comparar, pero bueno.
Durante la semana, Alan y yo no volvimos a hablar de ser novios. Traté de convencerme de que no era necesario, ya que compartíamos en el almuerzo, caminábamos juntos hacia el aula y conversábamos como antes. Como cuando comenzamos a ser amigos.
- Que linda- solía decir Alan al verme, provocando de inmediato mi sonrojo. Me sentía tonta, pero estaba feliz así. Y Alan también parecía contento, entonces...
El día del baile, me preparé con suficiente antelación, de manera que a las 6 en punto estaba aguardando a mi pareja en la sala común. Trish se veía muy bien con su vestido color verde botella y el cabello rubio en un elegante moño. Yo había optado por el cabello suelto en ondas y un pinche a un costado. Mi vestido era azul, con los hombros al descubierto y perfecto para bailar toda la noche.
Cuando Alan bajó por la escalera, me sentí desmayar. Se veía perfecto en su traje de gala.
- Trés jolie- comentó, en su perfecto francés, besando mi mano. Una sensación eléctrica manó desde donde sus labios habían tocado mi piel.
- Tú estás muy guapo- Eres muy guapo, eso quería decirle.
- Gracias. Vamos- Me ofreció su brazo. Bajamos así hasta la escalinata que llevaba al Gran Comedor, ahora salón de baile.
- Qué lindo está todo-comenté, mientras nos abríamos paso entre la multitud. Había una gran aglomeración junto a la puerta, de manera que esperamos cerca de la escalinata a que se redujera un poco.
- ¡Aquí estaban!- Trish se acercó a nosotros, acompañada de Jason, que nos saludó con la cabeza- Jason dice que habrá un show especial, pero nadie sabe quién vendrá... ¡Qué emoción! - Parecía realmente radiante. Al parecer, su desánimo porque Carl no la había invitado había desaparecido.
Observé a la multitud. Había muchas chicas con vestidos muy bonitos, chicos con impecables túnicas de gala y entre ellos, vi que estaba Amycus. Norah Ferguson estaba a su lado con un revelador vestido color crema. Él se veía impecable, de hecho me había quedado mirándolo quizás demasiado tiempo... Él me miró entonces, y al encontrarme con sus ojos, aparté la vista de inmediato.
- Creo que ahora podemos entrar...- Alan parecía un poco incómodo y me tomó la mano. Asentí y lo seguimos hacia la entrada. Noté que Amycus nos seguía mirando y me pregunté si eso era lo que había asustado a Alan. ¿Carrow intentaría alguna cosa para arruinar la noche? No, no era bueno pensar en eso. Traté de dejar de pensarlo. Tenia a Alan entero para mí. Debía aprovechar la noche.
...
Dumbledore dio unas palabras de bienvenida y de inmediato comenzó la fiesta.
- Quiero bailar- le dije a Alan. Una habilidad de la cual me sentía orgullosa era de mi forma de bailar y quería que él lo notara. Pero claro, me tomó del brazo y mis pies ya no fueron capaces de seguir el ritmo. Alan se echó a reír.
- Cuidado con mis pies-dijo.
- Tú ten cuidado- le repliqué, riendo.
Trish y Jason bailoteaban cerca de nosotros en un estilo totalmente distinto. Parecía que pisaban cucarachas, pero sólo pisaban a los que estaban cerca.
- Ese es un estilo divertido- le dije a Alan y comenzamos a imitar el estilo. De esa manera nos divertimos mucho más, aunque lo único que quería era bailar con mi cabeza en el hombro de Alan. -¿Vamos a beber algo?- me dijo él cuando ya estuvimos bailando y saltando por bastante tiempo. Lo seguí hasta una de las mesas que estaba colocada en un costado. Alan fue por ponche y yo me senté en una silla que estaba junto a un gran florero.
- Demasiada gente, demasiados impuros, debimos quedarnos en la sala común- escuché que decían y no tuve dudas de que era Amycus. La chica que lo acompañaba parecía aburrida.
- Si tuviera que contar las veces que te has quejado, iría por las mil quinientas. Si hubiera sabido que te portarías así, hubiera aceptado la invitación de Zabini. Por lo menos estaría bailando en vez de oír tus quejas...
- Sí, claro, porque Zabini tiene más paciencia contigo. Mira, ahí está. ¿Por qué no vas con él, entonces?
- Podría ir con cualquier chico de esta fiesta, para que sepas. Pero no, te elijo a tí, siempre te elijo a tí.
- No tengo por qué agradecerte por eso. Además, el estar conmigo no cambia tu forma de ser. Ya sabía que eras fácil- repuso Carrow con desprecio. Cuando la chica habló por fin, su voz sonó muy diferente.
- Te vas a arrepentir por decirme eso, Carrow- se fue, o eso pareció, porque ya no hablaron más. Miré a ver si Alan venía, pero se había puesto a hablar con Jason. ¿Y dónde estaba Trish?
- Supongo que no estabas escuchando, Roberts.
Al ver que Carrow se había dirigido directamente a mí, no pude evitar un resoplido.
- No sé de qué hablas.
- No me gustan los chismosos, Roberts. Y menos los que me mienten.
- Dudo que no hayas mentido alguna vez, Carrow.
Él se apoyó en la pared, a mi lado.
- Digo que no me gusta que me mientan a mí, lo que no quiere decir que yo no mienta. Ahora, admite que oíste todo. Estás demasiado pendiente...¿o no me estabas mirando antes de que empezara la fiesta?
- A mí no me interesan tus problemas. Ya me atacaste lo suficiente dejándome sin escoba. ¿Sabías que por tu culpa, tendré que pedir prestada una para el próximo partido?
Se encogió de hombros.
- Habrías podido disculparte.
Lo miré sorprendida. ¿De verdad, iba a seguir con lo mismo?
- No voy a disculparme contigo por existir, Carrow. - Él no dijo nada, se limitó a sonreír.- No voy a disculparme ni contigo ni con Lestrange. - La escena vivida volvió a mi mente y no paré de hablar- Nunca había sentido tanto asco como cuando se acercó en la biblioteca. ¿Suelen hacer eso con las chicas? ¿Tú sueles hacer eso? .
No respondió nada, sólo frunció el entrecejo.
-Así que viniste con Bode...
Me extrañé. Un cambio brusco de tema. Como si no hubiera querido... responder...
-¿Te importa?-pregunté.
- No mucho, pero pensé que te tenías más respeto. A Bode le gustan los hombres, tú misma lo gritaste en el Gran Comedor.
No quería que me recordara lo que había sucedido en el Gran Comedor. Seguía sintiéndome mal por eso. ¿Y qué quería decir con que no me tenía respeto?
- Me tengo mucho respeto, Carrow. De hecho, no debería estar aquí hablándote, considerando que el respeto es lo que más te gusta atacar.- Me estaba levantando, cuando llegó Norah de regreso. Al vernos, sus ojos parecieron echar chispas.
-¿Qué haces aquí con Carrow? ¿Por ella me quieres cambiar, Amycus?
Carrow pareció complacido con esa reacción. Yo no entendía nada. Esa chica debía vivir en la luna, ¿nunca se había dado cuenta de que Amycus y yo nos llevábamos pésimo? ¿No había visto el ridículo que me había hecho pasar en el Gran Comedor, cómo me había golpeado en el partido de quidditch? No, al parecer, para ella no existían otras personas aparte de sí misma. Y Amycus.
- No me conoces, pero creo que debo decirte que no tengo nada con Carrow. De hecho, lo odio. - Le dirigí una mirada de hastío a Carrow, que me miró con frialdad. Luego le dijo a Norah:
- Mejor vámonos, bailemos...
- Ya no quiero bailar- Ella no tenía la impresión de querer alejarse y cuando me levanté y traté de marcharme, me agarró de los cabellos. Carrow tiró de ella pero al parecer sin mucha intención de separarnos, porque no lo logró. Creo que Norah lo rasguñó o algo, porque maldijo y se llevó las manos a la cara.
-¿Estás loca?- traté de soltarme de sus manos y ella me afirmó con más fuerza. -¡Aléjate de mí!- le pegué un empujón que la hizo retroceder, pero de inmediato volvió a la carga, tirando de mi vestido.
-¡Pelea, pelea!- los que estaban cerca empezaron a aglomerarse en torno a nosotras. ¿Nadie iba a intervenir?
-¡Jamie!- me pareció escuchar a Trish. Luego alguien nos detuvo con un hechizo. Caí de espaldas y Trish me ayudó a levantarme.
- No vuelvas a acercarte a Carrow... Jamás...- Norah me habló de nuevo. Yo negué con la cabeza.
- No tengo ganas de estar cerca de él. Pero no tiene nada que ver contigo. Yo tengo a alguien, se llama Alan. Si quieres un consejo, tú también aléjate de Carrow. Él no te quiere...
- No te involucres, Roberts. Y Alan Bode no es tu pareja...- Amycus se cruzó de brazos.
- Tú no te metas, Carrow. - repliqué.
Norah me miró con odio.
- Así que crees que Alan Bode... Bueno, al menos, yo sé que Carrow no me quiere. Pero le gusto y mucho, para que sepas. - Norah negó con la cabeza.- Si tú te respetaras de verdad, no estarías por ahí hablando de que tienes una relación con Bode. Él está de novio con Jason, eso todos lo saben. A tí sólo te quiere para guardar las apariencias.
Sus palabras fueron como el golpe de una bludger.
Mi corazón se detuvo un instante. Y no fue porque sintiera que ella mentía, fue justo lo contrario. Como si todo lo que no hubiera querido ver se hubiera puesto delante de mí y me hubiera obligado a mirar.
Alan me había engañado.
Era novio de Jason.
Cuando Jason invitó a Trish, tratando de esconder sus verdaderos sentimientos, Alan optó por invitarme.
Me había besado esa noche para convencerme, porque quería que aceptara ir al baile con él.
Porque quería lastimar a Jason, quizás.
Jason era el amigo que había ido a buscarlo a la enfermería.
Por eso Alan se incomodó cuando Jason nos vio besándonos.
Por eso me trataba de esa manera, que yo había querido justificar inútilmente.
Por eso ellos estaban allá, hablando...
A la lejanía, vi que Alan se abría paso hacia nosotros. No fui capaz de esperarlo. Ni siquiera quise llorar. Trish me rodeó los hombros con su brazo. Amycus observaba la escena, serio. Raro, pero ni siquiera se burló de mi.
- Vamos- me dijo Trish. Y salimos de la fiesta, antes de que nadie pudiera decirnos algo más. .
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