Capítulo 9
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Lleva una camisa blanca, jeans negros y una chamarra de cuero negra. Le lleva por lo menos diez centímetros a Carola y él se ve feliz a su lado. Su cabello negro va corto y sus ojos marrones brillan, al verla.
—¿Todo bien? —pregunta Carola regresando a su lugar. Le sonrío y asiento con la cabeza—. Aldo, ella es Scarlett, la amiga de la que te conté.
—Mucho gusto, Scarlett —Aldo deja lo que parece un paquete de cervezas en la mesa y me estrecha la mano.
—Un placer, Aldo —Le contesto y después suelto su mano firme.
Cassandra suelta una risita por lo bajo y Carola le da una mirada asesina y con eso se calla.
Aldo se sienta a un lado de Iván, y comienza a repartir las cervezas.
—¿Quieres una, Scarlett? —cuestiona con educación y yo niego con la cabeza.
—No gracias, estoy bien.
Ya he bebido demasiado y tengo que manejar después.
—¡Aldo por favor! No ves que Scarlett solo toma vinos, ella no está hecha para esto —ataca Cassandra y todos se sueltan a reír, excepto Carola.
—Eso no es verdad, Cassandra —interrumpe Carola en mi defensa—. Ya hemos bebido demasiado en la fiesta de bienvenida, y Scarlett debe manejar después —explica para que me dejen en paz.
Mi celular vibra en el bolsillo de mi vestido y lo saco.
«Es Drew ¡Chispas!».
Se me había olvidado.
Me pongo de pie y todos voltean a verme.
—Lo siento, debo tomar esta llamada —Iván se levanta y me deja pasar.
Salgo a toda prisa, esquivando a chicos y chicas que me ven con interés.
Afuera hace más frío, pero no importa, un poco de soledad me cae bien.
Contesto la llamada.
—Hola —saludo sin más.
—¿Scarlett, dónde estás? —suena un poco preocupado.
—Carola me invitó a una fiesta con sus amigos, perdón por no avisar, se me olvido todo por completo. ¿Quieres que vaya por ti y te lleve a casa?
—¡Cielos no! —contesta riendo—. Solo estaba preocupado porque nadie te había visto, y Mateo me dijo que te vio, pero no sabía dónde estabas. Pero si estás bien, no hay por qué alarmarse —suspiro—. Ya Stuart me lleva. No te preocupes.
—Perdoname de verdad, se me pasó y se supone que íbamos juntos —camino un poco y me recargo en la pared, a espaldas de la entrada—. Lo siento Drew, te lo compensaré.
—No te preocupes hermosa, ya nos veremos mañana —Me propone y con eso me hace sonreír—. ¿Estás sonriendo verdad? —cuestiona y yo río.
—¿Cómo lo sabes?
—Te conozco bastante, Scarlett —contesta y sé que él también está
sonriendo—. Nos vemos mañana, paso por ti temprano, no lo olvides.
—No lo olvido, nos vemos mañana.
—Que descanses, hermosa —pronuncia con una voz seductora y me hace sonrojar.
—Tú también —Me despido y cuelgo.
Tengo una gran sonrisa estúpida en el rostro, pero en cuanto me doy la vuelta se desvanece.
—¿Qué no te han dicho, que es de mala educación espiar las conversaciones ajenas? —interrogo molesta y guardo mi celular en el bolsillo del vestido.
—Deberías regresar con tu… ¿Amigo, novio? Como sea, deberías regresar a tu mundo. Creo que es claro que no encajas con nosotros. Tal vez has hecho buena amistad con Carola, pero no con sus amigos.
—Gracias por el consejo, lo tendré en cuenta —Le sonrío y lo rodeo para regresar, pero antes de que entre, me jala del brazo.
Bajo la mirada a su mano en mi brazo y después lo veo a los ojos, hay algo en él...
Nos observamos un momento, retandonos y a la vez buscandonos con la mirada.
—Lo digo... en serio... Regresa por donde llegaste riquilla —Me ve con seriedad, pero no me dejo intimidar, le sostengo la mirada—. No eres como nosotros. Este no es tu lugar.
Estamos tan cerca, que el aroma amaderado de su fragancia, inunda mis sentidos.
Su mirada profunda es como un laberinto chocolate, donde no me gustaría perderme, aunque...
«¡¿Pero, qué estas pensando, Scar?!».
—¿Y tú qué sabes? —me salgo de su agarre, para volver adentro.
No puedo creer que estuve a punto de cometer una locura.
Camino tan rápido como puedo. Pero la pista está atestada de jóvenes urbanos, bailando al ritmo de Wiggle de Jason Derulo. Las luces de colores, parpadeando sobre sus cabezas te invitan a bailar.
Cuando por fin llego a la mesa, solo Iván está ahí, busco con la mirada en la pista de baile, todos están ahí, bailando en movimientos que jamás me imagino haciendo. No es que no pueda, pero tampoco lo he intentado.
Me aproximo hasta mi lugar y me siento junto a Iván.
—¿Quieres ir a gastar las chanclas? —pregunta siguiendo mi mirada.
—¿El qué? ¿Cómo?
«¿De qué está hablando ahora?».
—Ha, ha, que si quieres bailar, Scarlett —responde riendo.
—Oh, no… yo no… yo no bailo —contesto torpemente. Y es la verdad, por lo menos no este tipo de baile.
—Ya. Seguro que la princesa solo baila en cenas de gala y esas cosas —supone sin dejar de sonreír.
—No me digas princesa. Eso no es verdad. Bueno, si bailo en las cenas,
pero lo que quiero decir es que, no sé bailar esto... —explico señalando la
pista—. No es como que esté muy familiarizada con el ambiente.
—Si no bailas esto, ¿entonces que bailas? —indaga con interés, viéndome a través de sus ojos azules.
—Yo… bueno... baile de salón.... como el vals, foxtrot... —respondo un poco apenada. Él se ríe y sé que no debí decir eso.
—Supongo que en el baile de salón, no te enseñan este tipo de baile —argumenta terminando de reír—. Bueno, puedo darte algunas clases si quieres, solo lo básico, digo, si vas a venir más seguido por aquí…
—Creo que unas clases no me vendrían mal —acepto su propuesta. Iván no es como los otros chicos, creo que él podría ser un buen amigo—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Lo que quieras, muñeca —accede con media sonrisa y yo le ruedo los ojos.
—¿Qué es lo que hacen exactamente? ¿A qué se dedican? ¿Estudian cómo Carola? —pregunto intrigada, pues no quiero pensar que se dedican a vagar, así que tengo que confirmarlo.
—¿Qué es lo que hacemos? —medita la pregunta y se toma su tiempo. Se acerca un poco más a mí y susurra en mi oído—. Somos una pandilla que se encarga de acabar con las molestias. Personas en específico. Vendemos y consumimos drogas y de vez en cuando… buscamos chicas lindas para dominarlas.
Mi sangre se hiela con sus últimas palabras. Me siento de piedra y no puedo moverme. De todo lo que esperaba, esto no está en mi lista de posibles respuestas.
Él se aparta un poco y me ve a los ojos. No sé qué decirle, de pronto mi valentía se ve derrotada y él tiene una pequeña sonrisa como de triunfo.
«Sí. Conseguiste asustarme».
—Es una broma princesa —suelta una carcajada y en lugar de aliviarme, me siento molesta, seguramente que la sorpresa está plasmada en mi rostro.
Le doy un leve golpe en el hombro y él se toca, dejando de reír.
—Eso no fue gracioso —Le informo regañándolo—. ¿Por qué me haces esas bromas? ¿Te imaginas que viniese de incógnito como espía o algo así?
—Tranquila princesa, solo quería divertirme contigo. No pasa nada —Me asegura juguetón—. Pero tienes una buena derecha —Se toca el hombro—. Creo que me dejará marca.
—Bueno, te lo tienes merecido —Le digo satisfecha.
—Perdona, te prometo que no volveré a hacerlo. No quiero que me dejes en el suelo —Se vuelve a reír y está vez río con él—. Ya en serio —habla más tranquilo—. Roger y yo estamos en la Universidad de Artes del Estado, de este lado de la ciudad. Cassandra estudia diseño de modas, y Paul está en la facultad de Cinematografía del Estado, igual de este lado de la ciudad. Y Rebe están en Arquitectura, cerca de ti.
—¿Y qué es lo que quieres hacer exactamente? —pregunto porque artes implica un amplio abanico de posibilidades.
—Me gusta estar detrás del micrófono, por eso elegí el canto, a través del rap siento que puedo sacar todo lo que hay en mi cabeza —contesta con orgullo.
—Entonces quieres ser cantante —concluyo—. ¿Sabes? Tengo un amigo que trabaja de DJ, tal vez…
—Gracias, pero no. —interrumpe de inmediato—. Estoy bien, la mayoría de los chicos aquí, trabajamos desde pequeños y estoy acostumbrado a hacer las cosas por mi cuenta, estudio y trabajo para llegar a donde quiero —Ceo que no le gusta aceptar ayuda, no de mí, tal vez si nos conocemos mejor, eso puede cambiar—. ¿Y tú que estás estudiando? —pregunta cambiando de tema.
—Igual que Carola, estoy en Filosofía —contesto. Aunque creo que eso ya lo sabía.
—¿Haciendo amigos? —Paul esta delante de nosotros y Cassandra va colgada de su brazo, ambos me observan con odio—. Iván, no deberías hacer amistad con ella. No es como nosotros.
—¿Y ustedes que son? ¿A caso vienen de otro planeta? —pregunto tomándolo por sorpresa.
Estoy cansada de su: «No es como nosotros», qué rayos quiere decir con eso.
Roger aparece detrás de Cassandra y suelta una carcajada descomunal.
—Está chica sí que es rápida —acepta entre risas.
—No te hagas la graciosa —Me gruñe Cassandra, obviamente está molesta—. Paul quiere decir que tú no perteneces al barrio, no eres más que una niñita bien, que ha venido a tratarnos con la punta del pie, como siempre lo han hecho ustedes.
—¿Ahora necesitas quien hable por ti? —Le pregunto a Paul, ya que era él quien debió contestar, y con eso, sólo logro que ella se moleste más.
—Mira niñita…
—¡Cassandra, basta! —Paul se para delante de ella—. No armes una escenita aquí —Clava su intensa mirada en mí—. Te lo dije antes y te lo vuelvo a repetir. Regresa con los de tu clase. No eres bienvenida aquí.
—No sabía que el lugar fuese tuyo, pero con gusto me voy. No necesito más personas negativas en mi vida —Salgo de mi lugar y paso a lado de él, empujándolo con el hombro.
«Quiero llorar, dios mío… me siento tan pequeña e indefensa, sé que no debería preocuparme por lo que piensan de mi, pero sus palabras son como navajas afiladas».
Camino con la mirada en alto, mientras Roger e Iván gritan mi nombre desde la mesa, pero no pienso detenerme, no quiero más humillaciones, ya tengo bastante de eso en mi mundo, como para aguantar más aquí.
Por fin afuera, tomo una bocanada de aire, sintiéndome más tranquila, pero a la vez más triste. Quiero llorar como nunca.
—¡Scarlett! —Me doy la vuelta. Carola y Aldo están corriendo hacia mí.
—¡Espera! —respiro profundo y levanto la mirada.
Roger, Iván y Rebecca, vienen detrás de ellos. «Lo que me faltaba».
Ahora sí que no puedo permitirme llorar.
—¡No te vayas, princesa! —grita Iván.
Eso solo me hace querer llorar más,
tengo que soportar el nudo en la garganta.
Carola y Aldo llegan hasta mí.
—¿Scarlett, qué pasó? ¿Te hicieron algo? —cuestiona Carola viéndome de pies a cabeza, para comprobar que estoy bien. Yo niego con la cabeza—. ¿Entonces por qué te vas? —pregunta viéndome a los ojos.
—Scarlett si alguien te hizo algo, solo dilo —insiste Aldo preocupado.
—Estoy bien —logro decir. Los demás ya están cerca—. Yo no… no puedo estar aquí. Me odian y no sé...
—Scarlett, eso no es verdad —asegura Carola viéndome serena.
Los chicos ya están aquí.
—Princesa, no te odiamos. Por lo menos yo no —asegura Iván sonriendome.
—Es cierto que en un principio no lo entendimos. Pero sí Carola te ha traido con nosotros, por algo será —interviene Rebe viéndome con cierta lastima.
«Genial, lo que faltaba».
Lo que menos quiero es que me tengan lastima.
—¿Cassandra te amenazó, te dijo algo? —cuestiona Carola molesta.
Y como si los hubiese invocado. Paul y Cassandra se unen a nosotros.
Lo que menos quiero es que piensen que soy una niña que corre con su mami cuando la tratan mal, esa niña que cae mal porque se queja de todo.
—¿Qué dicen de mí? —pregunta Cassandra cruzando los brazos.
—Mira Cassandra, ya me tienes harta —responde Carola parándose frente a ella, ganándole por algunos centímetros de estatura—. Te dije que no te atrevieras a tratar mal a Scarlett, ella no te ha hecho nada y si no mal recuerdo, estás incumpliendo con el trato.
—Carola entiende. Tu amiga no es bienvenida aquí. Ella no pertenece a este ambiente —insiste Paúl, defendiendo a Cassandra –Lo que menos queremos, es a los riquillos circulando por aquí, tirando su mierda clasista.
—¡Tranquilo hermano! ¡Bajale a tus majaderias! —pide Roger levantando las manos, a modo de rendición—. La morra no te ha hecho nada y como dice la Carola, están incumpliendo el trato.
«¿Cuál mona? Quiero irme».
Está discusión es por mí culpa. No debí venir, ellos tienen razón.
—Roger tiene razón —secunda Aldo con esa voz grave —. Basta de dramas señoritas —Su mirada va de Roger a Paul—. Dejen a la chica en paz.
—No se metan con ella —pide Rebecca parándose frente a mí—. Si la tocan, no se la van a acabar.
—No se pongan de su lado chicos. ¿No ven que ella no es como nosotros? —insiste Cassandra, apretando la mandíbula.
No sé en qué momento entró la compasión a mi ser, pero ahora que la veo aquí afuera, a solo metros de mi... con esa tierna y triste mirada, quiero tomarla en mis brazos y llevarla lejos de aquí, no merece tanto odio y las palabras de Cassandra son veneno puro.
Pero claramente hacer eso, me delataria, después de todo... yo fui quien comenzó con el rechazo.
Tal vez... Después de todo, merece una oportunidad, pero no aquí.
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