Capítulo 26
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—Así que… ¿Es cierto que empiezas una carrera como cantante? —inicio la conversación, para terminar el incómodo silencio.
—Sí —levanta la mirada y se recarga en el respaldo, apoyando su mano izquierda sobre el sofá, cerca de mis hombros, doy un respingo y él se ríe—. ¿Qué pasa Scarlett? ¿Te pongo nerviosa? —cuestiona con una extraña sonrisa, levantando una ceja.
—No… yo… —intento buscar una explicación, pero la verdad es que me pone nerviosa. No porque me atraiga, sino por quién es. El líder, de la pandilla enemiga—. No sé... si debería estar contigo... —confieso con timidez—. Es decir… eres el enemigo y yo... prácticamente estoy con Carola, creo que…
—Es eso —suelta una carcajada y ahora no entiendo el chiste—. Scarlett, cariño, no tienes nada de qué preocuparte. Los problemas entre Carola y sus amigos, con mi pandilla, son pasados. Tenemos una tregua desde hace unos años —Me ve a los ojos, con una mirada seria—. Es cierto que tuvimos nuestras diferencias, pero eso no te concierne en ningún modo.
—Buen punto —admito con poca convicción.
Es verdad, lo que haya pasado antes, no es asunto mío, y aún así, siento que no le estoy siendo leal a Carola.
—Ahora, tú y yo podemos ser amigos. Conocernos mejor, tengo que ser más selecto con mis amistades... —explica con una diminuta sonrisa—. Así que no tienes nada de qué preocuparte —Su sonrisa se hace más ancha, le llega hasta los ojos y eso me hace devolverle el gesto.
—Ok —accedo a regañadientes, sin dejar de sonreír.
«¡Hay Scarlett, qué estas haciendo!».
—Por cierto —Se acerca un poco más y mi sonrisa se esfuma—. Me gusta tu disfraz, te ves… muy ardiente —Su mano a mis espaldas, se acerca y descansa en mi hombro derecho—. Y tu cabello, me gusta que lo lleves así de largo.
Instintivamente tomo mi cabello con la mano derecha y bajo la mirada.
—Bueno, a mí también me gusta traerlo así —murmuro.
A decir verdad, me encanta mi cabello así de largo, aunque a veces me cuesta mantenerlo perfecto, Penny me compra un champú especial...
«¿Pero qué...? ¡Concéntrate Scarlett, no te dejes engatusar, como diría Roger!».
No es momento de divagar.
—Me pregunto… ¿Es tan suave como se ve? —De inmediato levanto la mirada, sus ojos se posan en los míos. Su mano izquierda se levanta un poco de mí hombro y acaricia lentamente mi cabello—. Lo es —Me sonríe.
«Creo que esto se está pasando del límite, del concepto de espacio personal».
—¡Scott! —Una voz femenina y enfurecida nos sobresalta.
Scott suelta mi cabello y yo doy un leve salto hacia atrás, en el sofá. Levanto la vista y me encuentro con una chica que parece salida de un prostíbulo.
Minifalda que deja al descubierto gran parte de sus gordos muslos, un top que acentúa su cintura y su gran busto que parece a punto de estallar. Sus botas negras que le llegan a la rodilla; con tacones de aguja y sus medias de red, terminan de darle el toque.
«¿Dónde está su abrigo?».
—¿Podemos hablar? —Le pregunta, no sin antes revisarme bien de arriba a abajo—. No sabía que los ángeles de Victoria Sicret's, nos visitaban.
—Gracias —Le sonrio con agradecimiento.
—Emma, ella es Scarlett —Scott se levanta y toma a la chica del codo—. Scarlett, ella es Emma.
—Mucho gusto, Emma —La saludo aún con mi gran sonrisa y le tiendo la mano, pero ella se cruza de brazos y me da una mirada glacial.
Bajo mi mano lentamente y no dejo de sonreírle.
—Vuelvo en un minuto, Scarlett —asiento, y veo como se van al jardín.
—¡Scarlett! —Mateo llega corriendo y gritando, me sobresalta, pero contengo el grito.
—¡Me espantaste! —Lo regaño juguetona.
—Dime. ¿Quién es ese chico y qué hacías con él? —interroga sentándose en el lugar donde estaba Scott, y cruza los brazos.
—Es Scott Collins. El hermano de la ex de Paul. Líder de la pandilla enemiga. Enemigo personal de Paul —Le explico sin mucho interés.
—¿Qué? —abre bien los ojos, descruzando los brazos.
—Calmate Mateo. Solo somos amigos —aclaro con seriedad.
—Scarlett, ese… —Se agacha hacia mí, como guardando un secreto—. Lo único que quiere... es meterse bajo tu disfraz.
Abro la boca y le doy un ligero golpe en el hombro.
—¡Mateo! ¡Cielos,no! —Él suelta una carcajada y yo lo sigo—. No es gracioso. Eso que dijiste no es verdad —Le aseguro ruborizándome—. Por lo menos no se fue con su ex novia y me dejó ahí parada como estúpida, esperándolo hasta que se animará a hablarme. Él… —está algo serio, eso no es usual en él, cuando se trata de romance.
—Deberías hacerle caso a Mateo —La voz de Paul, llega a mis espaldas.
«¡Diablos!».
Por lo menos no dije su nombre, aunque seguro sabe que estaba hablando de él.
«No quiero verlo. ¡Que vergüenza!».
—Yo voy a la pista nena —Mateo se levanta y rodea el sofá, yo le imploro con la mirada que no me deje, pero me ignora—. Cuando quieras, te nos unes —Me guiña un ojo y se va.
Estoy viendo el lugar vacío frente a mí, no quiero verlo a los ojos, no puedo.
—Así que te dejé esperando, por irme con mi ex. ¿A caso, no es lo que estás haciendo ahora? —Paul se acerca lentamente al asiento vacío y se posa frente a mí, bajo la mirada y el continúa—. Supongo que ya me anime a hablarte.
«¡Carajo! Me siento tan estúpida».
—Pero en serio. Mateo tiene razón. Scott sólo quiere meterse bajo tu minifalda.
Su comentario hace que me ruborize y coloco mis manos sobre mi regazo, intentando tapar la piel de mis piernas que esta al descubierto bajo mi falda.
—Eso no es verdad —ataco en un hilo de voz, sin levantar la mirada—. Scott solo es mi amigo. Además…
—Eres tan ingenua Scarlett —Se acerca más a mí y con sus largos y suaves dedos, levanta mi barbilla delicadamente, hasta que nuestros ojos se encuentran.
Ya no lleva la máscara.
«¡Madre de Dios! Creo que me va a dar un ataque al corazón».
—Menos mal que estoy aquí —Se acerca un poco más, estamos a solo centímetros de distancia y mi respiración se agita—. Te pongo nerviosa —menciona con un rastro de sonrisa.
—No... —aseguro con la voz más diminuta que tengo—. Es que… hace… frío... —miento y mi corazón traicionero, late a velocidad record.
—Eres mala para mentir —Se inclina hacia mí y cierro los ojos, abriendo un poco la boca.
—Scarlett —Scott nos interrumpe y prácticamente salto del sofá, poniéndome de pie. Mi respiración, aún es irregular y Paul se ve molesto—. ¿Por qué no vamos por algo de tomar? —sugiere pero su mirada está en Paul, quien lo ve con frialdad.
—Scarlett está conmigo, ahora —informa Paul levantándose y caminando hasta quedar frente a él—. Creo que no puede ir contigo.
—Yo… —En realidad no sé qué decir, de todas formas, Scott me interrumpe.
—Lo siento Johnson, pero Scarlett, estaba conmigo antes y sigue conmigo ahora —Me toma del codo y me jala para que lo siga.
«Creo que no es buena idea ir con él».
—¡Un momento! —Paul lo toma del hombro y Scott se detiene en seco, jalándome en el proceso.
Están frente a frente y yo he quedado en el centro, esperando a que una idea llegue a mí.
—Scarlett debería decidir si quiere seguir contigo —le lanza una mirada retadora y Scott da un paso al frente y me suelta—. No eres su dueño.
—¿Y tú sí? —cuestiona Scott con soberbia.
—No, pero ella estaba conmigo. Solo déjala en paz —amenaza Paul y también da un paso al frente.
Ambos están respirando pesadamente y yo sigo sin saber qué hacer.
—No me hagas esto difícil, Johnson —advierte Scott levantando la mirada.
—¿Qué vas a hacer, Collins? —Lo reta levantando las cejas—. ¿Me vas a cantar? —pregunta burlón e intento reprimir una risa.
—¡Callate idiota! —grita Scott molesto y me sobresalto—. No te metas conmigo —gruñe entre dientes.
—Adelante, no te tengo miedo –Le da un empujón y Scott le responde con un puño, que Paul esquiva limpiamente.
—¡Basta! —grito por fin, pero no me escuchan y empiezan a empujarse, hasta chocar con la pared, cerca de la puerta que da al jardín—. ¡Dije basta! —demando lo más fuerte que puedo y ambos se detienen, pero no se sueltan, Paul está empujando a Scott contra la pared, lo jalo de los hombros y no hace esfuerzo por seguir peleando. Me coloco entre los dos, levantando ambas manos, para mantener distancia—. Parecen niños de cinco años, dejen de pelar —Los reprendo, pero siguen sosteniéndose las miradas de odio.
—Solo porque Scarlett está aquí —advierte Scott bajando su enojo—. Te salvó la campaña niñito.
—Yo no lo daría por hecho —advierte Paul dando un paso al frente.
—¡Paren ya! —exijo empujando a Paul y viéndolo a los ojos—. Calmate por favor —pido con una voz más tranquila, baja la mirada y asiente obligado.
—Perdón Scarlett —Scott se acomoda en la pared y bajo las manos—. Sé que eres una dama y no deberías presenciar esto... —Se detiene y me ve con una diminuta sonrisa—. A pesar de lo que le hiciste a mi hermana —No le devuelvo el gesto y borra su sonrisa—. Perdón.
—Está bien, solo cálmense. Son adultos, aprendan a resolver sus diferencias hablando —Doy un paso atrás. Necesito tomar algo—. Nos vemos después.
—¡Voy contigo! —dicen los dos al mismo tiempo y los veo levantando las cejas.
—No gracias, prefiero irme sola —giro sobre mis talones y camino derecho hasta la cocina.
No necesito ser niñera de nadie y no quiero que me echen a perder la fiesta. En la cocina están Carola y Aldo, riendo.
—Hola —Los saludo tímidamente.
—¡Oh! Scarlett, sigues viva —Aldo me sonríe y le sigo el gesto—. ¿Quieres
tomar algo? —cuestiona sacando uno de esos vasos en color negro.
—Sí, por favor.
—¿Dónde estabas? —pregunta Carola reprimiendo una sonrisa.
—Con Scott y Paul —contesto dejando salir un suspiro—. Por cierto, pelearon un poco en tu sala —suelto sin mucho interés y acepto el vaso que me ofrece Aldo.
—¿De verdad? —interroga Aldo arrugando la frente—. Tengo que hablar con Scott —Y sin más, sale de la cocina.
—¿Qué sucedió? —Carola luce un poco molesta.
—Dame un minuto —Le pido y tomo un gran trago de vodka con soda. Esta frío y me refresca la garganta—. Empezaron a discutir y después a soltar puños. Pero los detuve a tiempo —agrego rápidamente, al ver la expresión en Carola—. Soy un buen árbitro, no te preocupes —Le aseguro sonriente.
—¿Y qué estaban haciendo exactamente? —cuestiona con
curiosidad y una mueca que dice: “Te estabas portando mal”.
—Bueno… con Scott, estaba hablando. Luego llegó una chica… Emma, creo —explico intentando recordar todo lo que pasó hace un momento—. Salieron a hablar y después llegó Mateo, pero se fue en cuanto Paul llegó y… bueno, con Paul… —siento el rubor expandirse sobre mis mejillas y Carola se ríe.
—Has estado ocupada —bromea y luego intenta ponerse sería—. Bueno, para empezar, Emma es la ex de Scott, no sé muy bien qué sucede entre ellos, pero no creo que tu camino sea por ahí. Y con Paul… —Me ve con coquetería y yo aparto la mirada.
—Carola. Controlate, no pasó nada, casi nos besamos, pero solo eso —Le aseguro y vuelo a verla a los ojos, con algo de tristeza—. No pasó —Me encojo de hombros—. Reconozco que quería que pasará, esta es como la… tercera vez que casi pasa y… no sé, solo quiero saber… qué se siente besarlo —confieso con una pequeña risita de colegiala.
—Scarlett, eres tan tierna —Me sonríe y cuando levantamos las miradas, hacia la puerta, ambas dejamos las risas.
Paul me ve con una media sonrisa que hace que mi equilibrio se vea indefenso. Camina hasta nosotras, y se queda de pie frente a mí.
—¿Te importaría dejarnos solos, Carola? —pregunta viéndola, sin apartar la sonrisa.
—Por mí no hay problema —Carola me lanza una mirada cómplice y sale de la cocina, cerrando la puerta.
Paul camina hasta la puerta y coloca el seguro, lo que hace que mi estómago hormigueé.
—Está vez, sin interrupciones.
Camina hasta mí, con paso decidido y me quita el vaso de las manos, se termina el contenido y yo retrocedo, hasta chocar con la encimera, me sostengo al borde, no sé sí pueda sostenerme sola de pie. Su mirada es penetrante y sexy. Sus ojos marrones me atrapan.
—Sí quieres saber cómo se siente besarme, solo debes pedírmelo —deja el vaso y coloca sus brazos a mis costados, acorralándome y pegando su cuerpo al mío.
Siento como late su corazón y el mío. Como habidos caballos en plena maratón.
—Yo no… —Mi razón se ha ido de vacaciones y mis instintos están al borde.
Quiero besar a este hombre, más que nada en este mundo y por más que lo hemos intentado, las oportunidades han sido interrumpidas, tiene razón, ahora nadie está para interrumpirnos.
—Besame... —susurro.
Sonríe, sólo como él sabe hacerlo y se inclina, sus labios buscan los míos, cierro los ojos y siento lo suaves que son al rozar con los míos. Ese familiar cosquilleo se instala sobre mi vientre y mi estómago, y mi boca espera con ansias.
Paul amolda sus labios con los míos y…
¡Por fin!
Me besa.
Después de recorrer la pista de baile como mil veces encontré a Scarlett, Mateo estaba con ella y alcance a escuchar que se estaba quejando de que la habia dejado esperando, mi chica no puede vivir sin mi.
Luego de eso tuve un pequeño encuentro con el imbecil de Scott, quien no deja a mi chica en paz.
Pero eso ya no importa, ahora que por fin estoy a solas con ella, la tengo frente a mi, esperando a ser besada.
Tomo su delicado rostro con mis manos y cuando Scarlett cierra sus preciosos ojitos, me acerco a ella y lentamente comienzo a besarla.
¡Por dios! Lo que está chica provoca en mi es incomparable y lo que escondo dentro del pantalón, también lo sabe.
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