Capítulo 24
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Me levanto más temprano que de costumbre. Los domingos suelo levantarme a las ocho y arreglarme para la misa de las nueve, pero esta vez, me he levantado a las siete, me quiero encargar del desayuno para mamá.
Mis padres bajan a las ocho, cuando me ven en la cocina terminando de poner el desayuno en la isla, me sonríen.
He hecho panques, jugo de manzana, café, emparedados de jamón y queso y algo de fruta picada. Nothing On You de Bruno Mars, está sonando de fondo, hoy me decante por éxitos de Brunos Mars.
—El desayuno está listo —invito a mis padres a que se sienten en los bancos y ambos acceden, con grandes sonrisas.
Papá va de jeans y playera blanca, ese estilo le hace ver más joven.
Mamá lleva un bonito conjunto; jeans blancos y una blusa de seda, verde menta. Yo estoy usando una blusa de manga corta en rosa pastel, con unos jeans claros. Nos vemos como una familia, salida de la revista: Hogar.
—¡Esto está delicioso! —menciona Penny cuando prueba los panques—. Me encantan los de chocolate que preparas, son riquísimos —confiesa con la boca llena.
—Sé que lo son, por eso los hice, especialmente para ti —Le dedico una gran sonrisa y papá me guiña un ojo.
—Bueno, después de la misa, ¿a dónde quieren ir? —pregunta papá, tomando un trozo de papaya con el tenedor.
—¡Podemos ir a la plaza! —sugiero—. O al parque, o al cine... —enumero entusiasmada.
—La plaza suena bien —concede Penny con media sonrisa—. Hace mucho que no vamos juntos. Seguro que ha cambiado.
—Hay un lugar donde exponen obras o recitales —Les explico, pues la última vez que fuimos, estaban poniendo el kiosco y las lanchas, solo estaba el parque y los locales de comida—. Hay una nueva fuente de sodas, venden unas crepas exquisitas —aseguro sonriente.
—La plaza será entonces —accede papá, al ver mí expresión y el entusiasmo de Penny.
Vamos a la misa de las nueve, en el auto de papá, tiene varios en el amplio gareje, esta vez lleva un bonito Audi rojo.
A las diez y media, estamos llegando a la plaza del centro. Hoy hay un recital con éxitos de los ochenta. Las lanchas están sobre el agua casi congelada y el ambiente a Halloween, inunda las calles.
—¡Vamos por las crepas! —pide Penny con alegría—. Scarlett me dio el antojo.
—Ok, vamos —accede papá riendo.
Llegamos al pequeño local de crepas. Papá pide una de fresa, Penny una de chocolate y yo una de café. Con tres cappuccinos bien calientes, nos sentamos en un reservado del rincón, con vista al parque.
—¿Ya eligieron qué disfraz van a usar para la fiesta? —Les pregunto cortando la crepa frente a mí, con un pequeño cuchillo y un tenedor.
A comparación de mí, mis padres si son normales y comen las crepas como debe ser, directo en sus conos.
—Aún no —responde Penny tomando el cono de su crepa, con ambas manos.
—Solo no vayan a elegir algo que me haga pasar vergüenzas con mis amigos —Les advierto con burla.
—¿Cómo? ¿Carola no te lo dijo? —cuestiona papá, devorando su crepa.
—¿Qué? —llevo un trozo de crepa a mi boca, con ayuda del tenedor—. ¿Decirme qué? —vuelvo a preguntar, en cuanto paso el bocado.
—Los Snow, prefirieron hacer dos fiestas. Una para los chicos y otra para los adultos, en la casa de uno de los amigos del Dr. Snow —Me explica papá, limpiándose la boca con la servilleta.
—No lo sabía —confieso ignorante.
«¡Rayos!».
No llamé a Carola ayer, seguro que me lo habría dicho.
—Bueno, ya lo sabes —apunta Penny terminando su crepa—. Será a unos diez minutos de la casa de los Snow, pero tengo entendido que los chicos se quedan solos, así que nada de drogas o alcolizarse —Me advierte mamá—. Los padres de Carola son los anfitriones, así que se quedarán en la casa de sus amigos, a pasar la noche.
—Ok, entiendo —Le aseguro.
Con tanta libertad, seguro que es una trampa para ver cómo nos portamos.
—Pediré otra, en lo que Scarlett termina —informa papá y se levanta de la mesa—. ¿Quieres otra? —Le pregunta a Penny.
—Sí, de vainilla por favor —contesta sonriente.
—¿Y tú, Scarlett? —Me cuestiona con diversión.
—No gracias, estoy bien —Estoy por llegar a la mitad de mi crepa, con los cubiertos es más tardado, pero no puedo hacerlo de otra manera.
Después de comer, vamos a ver el pequeño montaje de Romeo y Julieta y luego nos sentamos en el prado, cerca del escenario esperando por el recital.
Después de un buen día en familia, regresamos a casa. Me he quedado dormida en el camino, lo sé porque despierto en mi cama.
Parpadee un par de veces y pude ver a Penny en mi habitación, entrando y saliendo del armario.
—¿Qué hora es? —murmuro y Penny viene corriendo a mí.
—Perdón, no quería despertarte —Me sonríe y yo bostezo—. Son casi las diez. John te trajo hasta aquí. Solo estaba guardando algunos pijamas que saqué antes, no sabía cuál ponerte, pero ya terminé y llevé tu ropa a la lavadora —explica sentándose en la cama, a un lado de mí.
—Gracias por todo Penny. Por todo lo que me has dado y lo mucho que me ayudaste cuando llegué aquí —Estoy hablando en voz baja—. Sin ti, hubiera caído en un vacío de soledad. Ahora me toca a mí compensártelo. Solo dime lo que necesitas y lo haré.
—Scarlett, me das más de lo que quiero. Has sido una hija excepcional, solo quiero que sigas siendo así, que hagas las cosas con gusto. Que elijas lo que quieres y que sigas llamándome mamá —pide acariciando mi mejilla.
—Quiero... quiero hacer una prueba. Para una academia de baile... —Le confieso en un susurro—. Me gusta la filosofía, pero siempre quise ser bailarina.
—¿Entonces por qué estudiaste filosofía? —interroga desconcertada y sinceramente yo también lo estaría.
—Porque... pensé que así... tendría una pequeña parte de Victoria —Le susurro—. Pensé que estaba haciendo lo correcto, pero no es así. Me gusta la filosofía, leer y escribir, pero me encanta bailar, cuando me inscribieron a esas clases de baile de salón, lo supe.
—Entonces hazlo —Hay un brillo especial en sus ojos cuando me ve sonriente—. Haz esa prueba, no pierdes nada. Solo quiero que hagas, lo que de verdad te hace feliz.
Penny me llena de entusiasmo, hace que las ganas de hacer las cosas, lleguen a mi.
—¿Qué va a pasar ahora? ¿Te van a operar? —La cuestiono cambiando de tema, porque la incertidumbre me está matando.
—Sí. Voy a ir a Boston, con un buen colega de mi doctora de cabecera, me harán una resonancia más, tal vez una biopsia, y veremos si es viable una operación —Me explica tranquilamente, aunque sé que me está ocultando su angustia.
—No quiero que nada te pase mamá. No lo soportaría —Le susurro para no llorar—. Eres muy importante para mí.
Necesito que lo sepa.
—Nada va a pasar pequeña, así que no te preocupes por nada —Me regala un beso en la frente y se levanta—. Ahora duerme, mañana hay clases.
Asiento y Penny sale de mi habitación, cierra la puerta y me quedo sollozando en silencio, hasta que me pierdo en el mar de los sueños.
El lunes en la facultad.
La vida me parece más real que nunca.
Todos esos chicos y esas chicas, ajenos a las desgracias de mí vida.
Riendo, gritando, bailando, divirtiéndose, sin saber que la vida es corta y los planes que hacemos... no siempre se pueden cumplir.
—¿Scarlett, estás bien? —Carola me saca de mi ensoñación.
—Sí —Le regreso su casco. Ella lo toma y lo ajusta a su moto—. Espero que pronto me regresen mi auto. Hace más frío.
—Lo sé, mis padres quieren comprarme un coche, pero ya sabes que no van conmigo —menciona cuando caminamos al edificio principal, pero está vez, me mantengo más despierta que nunca.
Quiero gastar bien mí tiempo.
Hago mi entrenamiento con el equipo de atletismo, antes de salir de vacaciones tenemos una competencia y después otra en Mayo, cuando la temporada termina y nuestra última carrera como equipo.
—Hola Scarlett, que bueno que regresas —Me saluda Lía, con una ancha sonrisa.
—Sí... creo que extrañaba sus peleas —bromeo un poco y ella baja la mirada—. ¿Qué sucede? —interrogo preocupada, creo que la he ofendido.
—Harry y yo... nos hicimos novios —confiesa con las mejillas sonrosadas y yo la abrazo.
«Ya se habían tardado».
—Sabía que terminarían juntos —La suelto y Lía se ríe.
—Todos dicen eso —El resto del equipo, se une a nosotras—. Bien chicos, hoy vamos a hacer algunas carreras de relevos y después cinco vueltas libres, ya sea que troten o corran. ¡Vamos a calentar!
Después del calentamiento. Harry y Lía, van a elegir a sus integrantes para los relevos. Harry, comienza.
—Pido a Scarlett —Todos saben que soy la más rápida y que Lía siempre me elige, pero hoy Harry ganó en el cara o cruz.
—Tramposo —murmura Lía con media sonrisa—. Ok, ven Luis —De los chicos, Luis es el mejor.
Ben, Fernanda, Camila, Harry y yo, somos el equipo uno. Lía, Drew, Luis, Sofía y Josh, son el equipo dos.
La carrera va bien, soy la última en los relevos, así, sí alguno se atrasa, yo equilibro el tiempo. En el otro equipo, Drew es el último y Luis el primero.
Mala decisión.
Es mi turno de correr, Drew aún está esperando su turno, Sofía viene lenta. Corro lo más rápido que puedo, siento el frío y helado viento golpeando mi cara, que bueno que me sujete el cabello o me estaría dando buenos golpes.
Estoy a unos metros de llegar a mí destino y escucho a Lía que me grita.
—¡Corre más rápido Scarlett!
Pero si estamos en el equipo contrario, su comentario me hace disminuir la velocidad, cuando llego a la meta me doy la vuelta y Drew choca contra mí.
Caemos al suelo, levantando un poco de tierra y para mi mala suerte, mi cabello está regado en un charco de lodo.
—¡¿Qué te pasa?! —Le grito sorprendida—. ¡¿Por qué no te fijas?!
Está sobre mí, respirando con dificultad, siento su corazón palpitante contra mi pecho.
—Perdón —susurra con ironía—. ¿Te había dicho que te ves hermosa cuando te molestas?
«No puedo creer que este pedazo de idiota esté coqueteando conmigo».
—¡Quítate! —Lo empujo para que se retire, no puedo respirar bien.
—Scarlett ¿Estás bien? —Lía me ayuda a levantar y Harry levanta a Drew.
—Sí, voy a hacer mis vueltas —giro sobre mis talones y comienzo a correr.
Escucho que Drew me grita, pero lo ignoro. Ese momento fue incómodo, ya no somos ni amigos y se atreve a coquetearme.
Corro lo más rápido que puedo y termino mis vueltas antes que los demás, le informo a Lía que me voy y ella me da el sí.
Una vez en las duchas, noto el desastre de cabello que tengo. Me lavo rápido y salgo corriendo al estacionamiento. Carola aún no llega.
Pero Mateo viene hacia mí, con su encantador James.
—¡Hola hermosa!
«Hay James, ¿por qué tenías que ser gay?».
—Hola chicos —Los saludo de vuelta.
—¿Cómo te fue el sábado? Ya no supimos nada de ti —menciona Mateo con verdadero interés.
—Es un verdadero problema, pero no quiero hablar de eso ahora —respondo viendo a ambos chicos y los dos asienten—. ¿Ya tienen sus disfraces para el sábado? —pregunto cambiando de tema.
—Aún no, vamos a ir por ellos ahora, ¿quieres venir? —cuestiona James con entusiasmo.
—Claro, pero debo esperar a Carola para avisarle —contesto con el mismo entusiasmo.
En ese momento llega ella, desde el edificio principal.
—Carola, vamos por nuestros disfraces, ¿quieres venir con nosotros?—Pongo mi mejor cara para convencerla.
—Claro, yo ya tengo el mío, pero con gusto los acompaño —accede alegre al verme, algo no muy usual en ella.
Carola y yo vamos en la moto, Mateo y James, en el auto de James.
Llegamos a una tienda en el centro de la ciudad. Es la mejor todas, tienen disfraces de todo tipo y para todas las edades. Mateo corre a la caja registradora y le pide a la encargada que ponga: Pretty Woman de Roy Orbison.
¿Qué le hacemos? Quiere sentirse como en Mujer Bonita.
—¿Y tú que vas a usar? —Le pregunto a Carola, mientras buscamos entre los ganchos del gran estante.
—Yo voy de vampiro, sé que puede ser cliché, pero me encanta —contesta sacando un gancho—. ¿Qué te parece? —Me muestra el traje de la gata que sale con Batman.
—Creo que es muy llamativo para mí —considero viéndolo con cautela, sinceramente no me imagino usando algo así.
—Sí. Además yo voy de Batman —interviene James, mostrando su disfraz.
—Y yo de Robin —agrega Mateo soltandole un ligero golpe en la pompi a su novio—. Somos pareja, si vas de Gatubela, ya no tendré pareja.
—Ok. No planeaba hacerlo —Le aseguro riendo.
—¿Como qué te gusta? —pregunta Carola, mientras Mateo y James van a los probadores.
Ya no aguanto las ganas de verla.
Quiero ver a Scarlett, saber que esta bien.
Espero que la noticia que le tenían sus padres, no haya sido grave, a pesar de mostrarse valiente y aventurada, sé que es una chica frágil.
Y yo me encargaré de protegerla, ya no tengo miedo de nada, quiero intentarlo con ella, sé que vale la pena luchar por su amor, solo espero ser digno de ella.
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