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Capítulo 19

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Sí —confirmo el argumento—. No ha sido un buen mes —bajo la mirada a mi regazo.

—Basta de charlas —Aldo se levanta y camina hasta la puerta—. Es hora de poner el ambiente. Carola se levanta y lo acompaña a la otra habitación.

Dejan la puerta abierta y se puede escuchar la música que proviene de la otra habitación.

—¿Y qué harás cuando termines las clases? —Me pregunta Rebecca.

—Am... No me gusta mucho hacer planes, pero pienso hacer mi maestría en Londres o algo así... —contesto—. Aunque siempre he querido estudiar baile, tal vez haga una audición para una academia de baile, lo más probable es que no quede, pero vale la pena intentarlo.

—Ha, ha —Cassandra se mofa de mí en voz alta y volteamos a verla.

«¡Eso es todo!»

—¿Cuál es tu problema? ¿Qué te he hecho para que me trates así?

Cassandra se levanta y camina hasta mí, con una mirada fría y arrogante.

—Eres una maldita mosca muerta. Una riquilla presumida. No perteneces con nosotros, tu no...

—¡Tranquilizate Cassandra! —pide Rebe levantándose y jalándola del hombro, pero Cassandra no cede.

—Callate Becca, es hora de que está riquilla entienda a lo que se enfrenta aquí —Me ve de pies a cabeza y creo que hay una chispa de miedo en mí—. Regresa por donde viniste, pequeña arpía. Sé que volviste para quitarme a mí novio —Me levanto y quedamos frente a frente—. No eres más que una zorra, que crees que todos estamos para servirte solo porque te llueve el dinero, pero te advierto. ¡No me vas a quitar a Paul!

—¿De qué estás hablando, Cassandra? —pregunta Rebe, incredula.

—¡Esta perra! —Cassandra no aparta la vista de mí—. Estaba con mi novio en la cocina de Carola, el día de la parrillada, seduciéndolo. ¡No es más que una mosca muerta! Arpía. Zorra. Perra. Hija de...

Le suelto una fuerte bofetada en la mejilla izquierda, y veo su cabeza girar de lado. Voltea a verme y le doy una pequeña sonrisa.

«Apenas estoy calentando querida».

—No vuelvas a faltarme al respeto. ¡No soy la maldita Reyna de Inglaterra! Pero merezco respeto, porque yo a ti no te he hecho nada. Y no quiero robarte a tu novio, él fue quien me acorralo... —explico furiosa, no puedo evitar sacar toda la furia contenida en mis palabras y creo que necesito más —Si de verdad estuviese enamorado de ti... no deberías de dudar de él, ni estar intrigado contra cada chica que conoce.

Cassandra me toma del brazo derecho, con su fuerte y asquerosa mano y volteo a verla, es una batalla de miradas frías.

—No sabes en la que te has mentido —amenaza, y su mano aprieta mi flacucho brazo.

—¡Y tú no sabes a quién estás amenazando! —Sin decir más, la empujo con todas mis fuerzas.

Da unos pasos hacia atrás, intentando mantener el equilibrio, pero choca con el otro sofá y cae al suelo. Aprovecho el momento y me abalanzo a los puños sobre ella. Todo ocurre como en cámara lenta, Rebeca apenas está asimilando lo que sucede.

Nunca fui una persona de pelea, por mucho tiempo pensé que era mejor hablar para arreglar las cosas, pero Taylor insistió en que tomará clases de defensa personal y de vez en cuando, practicábamos juntos.

Siempre decía: «Algún día lo necesitarás y yo no estaré para cuidarte», pues ese día llegó.

Estoy a horcajadas sobre Cassandra, le suelto un buen derechazo con el puño, justo en la nariz y la sangre comienza a brotar. Ella levanta las manos y trata de detenerme, es más fuerte que yo, pero mientras permanezca sobre ella, llevo la ventaja.

Rebecca corre hasta nosotras, intenta apartarme de ella, pero no lo voy a permitir. Estoy sacando toda la furia y el dolor de las semanas pasadas sobre Cassandra, sé que ella no tiene la culpa, pero ha abierto la llave y ahora no puedo parar, la rabia ha podido más que mi cordura en estos momentos y lo único que quiero es terminar con el dolor.

Siento las lágrimas escocer mis ojos, pero sigo golpeándola y ella sigue tratando de defenderse.
Me toma del cabello y hace que me detenga, en un extraño movimiento, me empuja al suelo y rueda sobre mí. Escucho a Rebecca gritando. Carola y Aldo, entran corriendo.

—¡Cassandra, suéltala! —Carola le grita al mismo tiempo que viene corriendo hasta nosotras, lo que distrae a Cassandra y yo aprovecho para darle un rodillazo en el estómago y así empujarla lejos de mí.

Suelta un grito de dolor y Aldo corre a levantarla.
Carola se agacha y se coloca entre nosotras.

—¡Ya basta, Cassandra! —Carola me ayuda a levantar, mientras Aldo toma a Cassandra—. ¡¿Qué te pasa?!

Aprovecho que todos tienen la atención en Cassandra y me salgo del agarre de Carola. Le propino unas bofetadas más, y en ese momento, Paul, Iván y Roger, aparecen en la habitación.

Los tres están asombrados por lo que sus ojos ven.

—¡Ya dejame en paz, zorra! —Me grita Cassandra.

Ella intenta golpearme, pero Aldo la aleja de mí.
Carola y Rebe me jalan, para que deje de golpear a Cassandra.

—¡¡No vuelvas a tocarme!! —Le grito con la voz un poco ronca y las lágrimas comienzan a brotar—. ¡¡No vuelvas a ponerme una mano encima!!

—Ya Scarlett, basta por favor —Me pide Rebe, pero lucho para que me suelten.

Paul corre y se para entre Cassandra y yo. Iván se coloca a un lado de mí y Roger se une a Rebeca, frente a uno de los sofás.

—¡Scarlett, para! —Iván se posiciona frente a mí, y Carola me suelta, estoy a punto de alcanzar a Cassandra, pero Iván me toma por la cintura y a jalones, me saca de la habitación—. Sosiégate por favor —pide y me  saca del lugar, llegamos hasta la acera y con cuidado me suelta.

—¡Ya no puedo más! —camino hasta la pared del pequeño callejón junto al local y con la frente en el frío ladrillo, me suelto a llorar.

No un llanto digno de una señorita, sino un llanto real, lágrimas que desembocan en cascada, así que, coloco mis manos en mi rostro.

—No puedo más... —murmuro, necesito sacar este dolor, estás palabras que se han quedado atoradas en mi garganta, desde hace tiempo—. Me duele.... Me duele tanto... lo extraño mucho... y lo odio... no quería... no quería dejarlo.... no a él...

—Respira, Scarlett —coloca sus manos sobre mis hombros, y me da un ligero masaje—No entiendo de qué hablas, pero pelearte con Cassandra no solucionará nada.

—Dejame sola por favor —Le susurro entre lágrimas, no quiero que me reproche nada, no quiero que me tenga lástima viéndome así—. Por favor —Le ruego y me suelta.

—Iván, regresa adentro, yo me quedo con ella —Carola está aquí, pero no tengo el valor de verla de frente, me comporte como una bestia, como la misma bestia, y no me siento como su amiga—. Anda, ve.

—Ok —acepta Iván, y Carola espera unos segundos para hablarme.

La tarde está cayendo y el viento es más helado.

—Cassandra estará bien, la hemorragia se detuvo, no le rompiste la nariz, pero si le quedará una marca por algunos días.

Me explica, pero no puedo dejar de llorar. Esa chica está herida por mí culpa, me siento mal, soy un asco de persona.

—Scarlett... no sé qué te paso... entiendo que Cassandra ha estado molestando, pero... tú no eres así, aún así... estoy orgullosa de ver, que no necesitas que te protejan —Su voz se oye extraña, creo que está a punto de llorar y yo no puedo dejar de hacerlo—. Toda la mierda del último mes salió... cuando no tenía que hacerlo, pero por lo menos ahora... estás más tranquila, no quiero que te sientas mal por esto...

—¡¿Cómo voy a estar más tranquila?! —La cuestiono en voz alta, aún llorando—. La lastime, no puedo estar tranquila. Ella no se merece que la trate así, solo porque mi vida es un desastre —Me doy la vuelta y la veo a los ojos—. No puedo vivir con eso... no quiero ser... no quiero ser la chica que va golpeando a todos cuando se siente mal, no puedo desquitarme con los demás, yo no soy así...

Intento calmarme y ella me extiende un pañuelo, lo tomo de mala gana, no merezco su amistad.

—Creo que no debería regresar... —contemplo la posibilidad limpiándome las lágrimas—. Ellos tienen razón... están mejor sin mí, yo no pertenezco a este lugar.

—Hasta que dices algo coherente.

Paul está parado a un metro de nosotras en la esquina del local.
«¿En qué momento llegó? ¿Qué escuchó?».

Por fin entiendes que no debes estar aquí.

—¡Ya basta Paul! —Le grita Carola—. No sabes lo que está pasando, tú no entiendes...

—Entiendo perfectamente —Paul da unos pasos cerca y me ve directamente—. Solo eres una riquilla que ha aprendido a defenderse, pretendes encajar aquí demostrando tus dotes de pelea, pero es solo una máscara, eres una más de ellos, una muñequita de mundo, que solo viene a burlarse de los menos afortunados...

—¡Basta Paul! No digas más —advierte Carola, ella sabe mi verdadera historia, y como yo, sabe a dónde va esto.

No puedo decir nada, las palabras volvieron a quedarse atascadas en mi garganta.

—Una niña que cree que puede sobrevivir en este mundo, pero no es así —El chico hace caso omiso de la advertencia de Carola, dando un paso más, está frente a mí, a un lado de Carola—. Las chicas como tú, nacidas en cuna de oro, entre sábanas de seda, con padres dispuestos a poner el mundo a sus pies...

—¡No sigas Paul! —Carola está al borde del colapso, y él sigue ignorándola.

—Padres que siempre están a tú lado, esperando a que truenes los dedos y dispuestos a cumplir tus caprichos —Mi mandíbula comienza a temblar, creo que voy a llorar de nuevo, este definitivamente no es mí día. Paul me da una pequeña sonrisa triunfal y continúa—. Padres que velan por su pequeña muñequita, para que no le falte nada. No eres más que una consentida, acostumbrada a las comodidades que el dinero puede darte, una...

—¡Paul, por favor, ya callate! —pide Carola levantando la voz, creo que desde que la conozco, no la había visto así de molesta.

—Una chica que jamás encajara aquí, este no es tú lugar —ignora a Carola una vez más y remata su tortura, con las palabras que menos quiero escuchar en este momento—. Nunca debiste haber venido —susurra y ahora si, no puedo evitar volver al llorar.

Ser no deseada había sido algo sin importancia, nunca me había preocupado tanto, siempre fue algo que ignoré, desde que el bastardo me dejó a mí suerte, cada vez que alguien me rechazaba; para hablar, para jugar, para cualquier cosa, siempre lo supe manejar, pero desde que conocí a los amigos de Carola, todo ha cambiado.
A eso sumale lo que me hizo Drew con Lara.
Ser rechazada es lo peor que le puede pasar a una chica, que lo ha vivido desde pequeña, una y otra vez.

—¡Paul, no sabes de lo que estás hablando! —grita Carola con firmeza, el nudo en mi garganta explota, bajo la mirada y dejo que las lágrimas rueden por mis mejillas—. Scarlett, no es así, si te dieras la oportunidad de conocerla, sabrías lo que ha vivido.

«¡No, por favor, no! ¡Carola, no digas nada!».
Quiero gritarle que se detenga, pero no puedo, mi garganta está seca y no puedo emitir ni una palabra.

—Nada. Seguro que apenas ha pasado por nada —baja la mirada a su lado izquierdo y ve a Carola, con aires de saberlo todo—. Lo tiene todo, ¿Qué es lo que la hace diferente? Ella no tiene que pasar, por lo que muchos pasan en este barrio. No ha pasado hambre ni frío, nunca ha estado sola o desprotegida. Ella nació teniéndolo todo —regresa su mirada a mí, pero soy incapaz de verlo, cierro los ojos y sigo en mi mar de llanto.

—Tú... no-sabes-nada —ataca Carola viéndolo con pena, volteo a verla y con la mirada le suplico que no hable, pero ella no está dispuesta a ceder—. Tiene que saberlo Scarlett —Me susurra—. Solo así te entenderán —Su mirada va al local.

Todos están afuera, viendo la triste escena. Incluso Cassandra, sosteniendo un pañuelo contra su nariz.

Asiento a regañadientes y ella me ve con valentía, antes de hablar.

—Solo les diré lo que tienen que saber —Me asegura, vuelvo a asentir y aparto la mirada a la carretera, no quiero ver sus expresiones, al escuchar lo que Carola tiene que decirles.

Paul permanece en su lugar y yo también, ni siquiera puedo moverme.

—Scarlett... ella no es... como ustedes creen. Scarlett no nació en cuna de oro... —toma una respiración, se oye un poco distante, creo que se alejó un poco y su voz suena temblorosa—. Cuando Scarlett tenía cinco años... su madre fue diagnosticada con cáncer y... dos años después... murió. Su padre biológico... —Le cuesta decir esto, como a mí me cuesta escucharlo—. Nunca la quiso... siempre... la trató fatal y... cuando la madre de Scarlett murió... él... él la abandonó a su suerte... un verdadero bastado que abandonó a una niña indefensa... sin importarle si... viviría o no.

No puedo creer lo que acabo de ver y mucho menos lo que acabo de escuchar.
Scarlett estaba peleando con Cassandra cuando llegamos y ahora Carola nos dice que su padre nunca la quiso y su madre murió cuando ella era una niña...
Como siempre, dejé que el impulso me ganará, debí escuchar a Carola antes de abrir mi bocota, ahora acabo de hacerla llorar.

Definitivamente Scarlett no pertenece a este lugar, justamente por lo que ha vivido y tal vez con lo que le acabo de decir le quede claro, sé que no era lo que tenía planeado hacer, sé que así no la conquistare, pero he sido muy convincente con el plan improvisado, así que me tocará ir a su mundo.

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