Capítulo 14
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—Ok, ¿dónde está Ben? —pregunta Carola sacando la verdura de la bolsa.
Yo tomo las zanahorias y el apio, y los llevo al fregadero.
—Está arriba, salimos a prisa y no le dio tiempo de cambiarse desde que llegó. Bajará enseguida —contesta la señora Snow, tomando una gran charola repleta de pequeños emparedados y queso en cubos—. Llevaré esto afuera —Nos dice y sale de la cocina.
—Yo llevo la vajilla, te dejo lo de la verdura, soy muy mala con eso —anuncia Carola terminando de lavar algo de cilantro y rábanos.
—Claro, no te preocupes —busco la tabla para picar y un cuchillo y comienzo a rebanar la zanahoria, mientras Carola saca la vajilla y la coloca en la isla de la cocina.
Rebecca entra en ese momento.
—¿Quieren que las ayude con algo? —pregunta parándose frente a nosotras.
—Ayudame a llevar la vajilla, así no tendré que dar dos vueltas —contesta Carola—. En un momento regreso —Me indica y asiento, mientras salen de la cocina.
Termino con la zanahoria y rápidamente pico el apio, la verdad la cocina no se me dificulta. Continúo con los rábanos y cuando estoy picando el cilantro, un chico entra en la cocina. Creo que es el hermano de Carola, se parece mucho a ella. El mismo cabello negro, ojos marrones y rasgos varoniles. Va vestido algo formal para la ocasión; camisa blanca a juego con unos jeans oscuros, el saco negro le queda muy bien y combina perfectamente con los zapatos negros.
Me está viendo con demasiado escrutinio.
—Hola —Me saluda y yo levanto la mirada, intentando parecer sorprendida.
—¡Hola! Debes ser el hermano de Carola —bajo la vista y termino de picar el cilantro.
—El mismo. Soy Ben Snow —Se acerca a mí y me tiende su mano.
Me limpio las manos con una servilleta y le tiendo la mano derecha.
—Un gusto Ben, soy Scarlett McCarthy, disculpa que te salude con las manos sucias... —Le estrecho la mano y le sonrío tímidamente.
—¿McCarthy? ¿La hija del doctor McCarthy? —cuestiona cruzando los brazos y viéndome con extrañeza.
—Amm.. Sí ¿Cómo sabes de mi padre? —pregunto, a la vez que coloco la verdura en los pequeños recipientes, que la señora Snow me dejó.
—Mi padre no deja de hablar de él y lo bien que le ha tratado —contesta con media sonrisa—. Agradecele por toda la familia, hace mucho que no recibimos un buen trato. Menos de un colega de papá.
—Se lo diré —Le aseguro sonriente.
Carola entra en la cocina, seguida de Aldo y Paul.
—¡Vaya, ya terminaste! —Se asombra y después voltea a ver a su hermano—. Veo que ya conociste a Scarlett.
—Así es, no me dijiste que el doctor McCarthy, tiene una hija muy bonita —menciona Ben sonriéndome.
—Bueno, no pensé que querrías saberlo —Carola toma una charola y coloca cuatro recipientes de verdura, luego toma otra y coloca los otros cuatro recipientes de verdura—. De todas maneras, no eres el único que lo piensa.
—¡Carola! —Le regaño con vergüenza.
—¿Qué? —pregunta intentando reprimir su sonrisa, por primera vez la veo desenvolverse sin preocupación—. Tu club de fans está creciendo y es justo informarles que además de ser bonita, ya tienes novio —Me guiña un ojo y yo suelto una risita, le pasa una charola a Aldo.
—¿Y dónde está el famoso novio? —pregunta Aldo tomando la charola que le tiende Carola.
—Sí yo fuera él, no te dejaría sola ni un minuto —confiesa Ben tomando la otra charola, sin dejarme contestar se da la vuelta y sale de la cocina.
—¿Club de admiradores? —pregunta Aldo a Carola.
—Sí, Iván está flechado y hace rato cuando fuimos a la tienda de Phil, nos encontramos a Scott y sus amigos. Él se quedó embobado con Scarlett —contesta Carola con verdadero orgullo.
—Eso no es verdad... —Doy la vuelta y me lavo las manos en el fregadero y de paso, lavo la tabla de picar y el cuchillo.
—¿Scott te dijo algo? —cuestiona Aldo a Carola y no puedo escuchar su respuesta, salieron de la cocina.
Termino de lavar y no me quiero dar la vuelta, no sé si Paul se fue o sigue aquí. Tengo miedo de voltear, siempre intenta hacerme sentir mal y no me agrada la sensación.
«Claro que sería otra cosa si él fuese coqueto conmigo, ya que es un chico agradable visualmente y tiene una voz que... ¡Olvidalo Scarlett! Él te odia».
Tomo una respiración profunda y doy la vuelta. Está parado justo delante de mí, con una pequeña sonrisa en los labios y una mirada que no logro leer.
«¡Dios mío! ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué me trata así? ¿Por qué me hace esto?».
—¿Así que tienes un club de admiradores? —interroga viéndome a los ojos.
Me sostengo con fuerza del borde del fregadero, tengo que ser valiente.
—No —respondo fría y firme, intentando ocultar mis emociones.
—Eso no es lo que dijo Carola. Dime... ¿Qué piensa tú novio de todo esto? Tener a un grupo de chicos, asediando a su chica... —Niega con la cabeza—. Muñequita, eso está totalmente mal. Fuera de lugar.
«¿Y a este qué le pasa? ¿Por qué el sermón?».
—Ese no es problema tuyo —Doy un paso de costado a la izquierda y él me sigue.
«¿Qué quiere?».
—Ben tiene razón. Si tú fueras mi novia, no te dejaría sola ni un maldito segundo —Sus ojos marrones, atraviesan mi mirada, me es difícil apartarme de ellos y más cuando se acercan lentamente—. Eres demasiado frágil como para estar sola, muñequita.
—No me digas muñequita —Le advierto, intentando levantar la voz, él acorta el poco espacio que quedaba entre las puntas de nuestras narices—. Y no supongas qué pasaría si fuese tú novia... Estoy felizmente... enamorada de Drew.
—Solo te digo que ese chico no te valora lo suficiente...
El aroma a hierbabuena que proviene de su aliento, se cuela en mí respiración.
—Y te planteo la posibilidad de ser novia de un hombre de verdad...
Rápidamente doy un vistazo a sus labios, están muy cerca de los míos y ese extraño hormigueo que aparece con los nervios, crece en mi estómago.
—Claro, no de mí, no tienes tanta suerte, eres poca cosa. Pero solo digo... —Bueno, ese hormigueo se acaba de ir por la borda, toma una profunda respiración y continúa—. Si fueras mi novia, no dejaría que nadie pusiera los ojos en ti.
—Que bueno que no es así.
Ambos levantamos la mirada. Cassandra está en el marco de la puerta, con los brazos cruzados, perforándome con la mirada. Posa su vista en Paul, con un odio descomunal.
Aprovecho el momento y me escabullo hasta la isla de la cocina.
«Tengo que salir de aquí».
Sin pensarlo más, camino hasta la puerta de la cocina. Cassandra me obstruye el paso.
—¡No te quiero ver cerca de mi novio zorra! —Me lanza una mirada asesina. Hoy está usando tacones, por lo que está a mí altura, pero no me voy a dejar intimidar, así que le sostengo la mirada—. Ni creas que con tu pinta de niña buena engañas a todos. A mí no, pequeña mosca muerta hija de...
—¡Cassandra! —advierte Paul pero ella no voltea a verlo.
Se aproxima con rapidez levantando el dedo incide y con eso, ella se calla.
Doy unos pasos, no pienso aguantar esto. Pero ella me detiene por el hombro, con su fuerte garra.
Cassandra es un poco musculosa y su mano es pesada. Pero gracias a las clases de defensa personal y al
atletismo, me mantengo en forma y fuerte, aunque no quiero pelear, estoy lista para reaccionar.
—No tan rápido. Sí te veo cerca de mi novio otra vez. No te la vas a acabar.
—No te tengo miedo. Amenazame lo que quieras, ya veremos quién sale perdiendo —empujo su mano de mi hombro y le doy una sonrisa tierna—. No vuelvas a ponerme una mano encima —Doy un paso cerca y ella retrocede—. No sabes con quién te metes, Cassandra —Le guiño un ojo y salgo sin mirar atrás.
Mantengo la frente en alto hasta que estoy en el jardín.
Entonces suelto un suspiro y siento que todo a mí alrededor da vueltas.
Me recargo en la pared y Carola viene corriendo hasta mí, con Iván, Ben y Aldo, detrás de ella. Me toma por los hombros y me ve a los ojos.
—¿Qué sucede, Scarlett? ¿Paul te dijo algo malo? ¿Estás bien? —interroga viéndome de pies a cabeza.
—Sí... no... yo. Estoy. Bien, solo...me siento un poco mareada, es todo —Le contesto tranquilamente y me sorprende lo suave que suena mi voz.
—Bueno, está haciendo un poco más de frío, mejor te traigo tu suéter —comenta Carola y yo asiento.
Aldo se va con ella y me quedo con Iván y Ben.
—Te traeré un vaso de agua —Iván corre a la mesa donde están las bebidas.
—¿Segura que estás bien? —pregunta Ben frente a mí—. Te ves un poco pálida.
—Estoy bien, de verdad —Le aseguro con una sonrisa y se relaja.
—Está bien. Si insistes —acepta—. ¿Estás en la facultad con mi hermana? —cuestiona cambiando de tema.
—Sí. Y tú... No eres como los chicos de por aquí. ¿Por qué? —Le pregunto intrigada.
Es algo que quería saber cuando lo vi en la cocina.
—Nunca encaje en este mundo, digamos que soy más... clásico —contesta con una pequeña sonrisa.
—¿Clásico? —interrogo levantando una ceja.
—Toma —Iván llega e interrumpe a Ben, antes de que me pueda contestar. Tomo el vaso de agua que me ofrece y bebo un poco—. ¿Mejor? —pregunta sin apartar la mirada.
—Sí, gracias Iván —respondo y él lleva la mirada de Ben, hacia mí.
Yo veo a Ben, esperando una respuesta.
—Es que no... no me gusta mucho la música que se oye por aquí... El barrio no es lo mio —confiesa con una mueca divertida—. Soy más de escuchar orquesta y esas cosas.
—Entiendo. Me pasa algo similar —confieso e Iván nos ve con desconcierto—. Nunca había estado en esta parte de la ciudad... la música... la música que escuchan aquí... sólo la he oído por mi hermano y por mí novio. Él... es DJ, de medio tiempo. Así que... la música es todo para nosotros. Pero... digamos que no toda —explico con algo de dificultad.
—Entiendo —asiente Ben. El Señor Snow lo llama y él me ve con cierta tristeza—. Nos vemos en un rato —sonrío y él se da la vuelta y se va.
—¿Así que tú novio es DJ? —Me pregunta Iván de pie, a un lado de mí.
—Sí —contesto con algo de rigidez.
Este es el momento para hablarle claro.
Carola regresa con Aldo.
—Toma, te traje solo el suéter —Me lo ofrece y yo lo tomo. Iván toma el vaso y me pongo el suéter—. Ven, quiero que conozcas a algunas personas —Me toma de la mano y la sigo.
Llegamos hasta la parrilla. El señor Snow está hablando animadamente con dos hombres y dos mujeres que parecen del barrio.
Viéndolo bien, la mayoría se ve así. Hay otras tres parejas de esposos, hablando despreocupadamente con la señora Snow, quien está en la mesa de los aperitivos.
Roger y Rebecca, están conversando con tres chicas que tienen pinta de
raperas.
Paul y Cassandra están de regreso en el jardín, hablando con una pareja adulta, al perecer los padres de Cassandra y... «¡Oh mí...! El hermano de Cassandra. Scott, Está aquí».
Desvío la mirada.
—Señores Johnson, quiero presentarles a mi amiga; Scarlett McCarthy. Scarlett, ellos son los padres de Paul —presenta Carola entusiasmada.
—Un placer conocerlos —expreso estrechando las manos de la pareja y dándoles una sonrisa educada.
—El placer es nuestro, señorita McCarthy —asegura el señor Johnson, cuando estrecho su mano al final—. Snow nos ha contado que tu padre ha sido un buen colega. Ya tenemos ganas de conocerlo.
—Bueno, él ahora está en un retiro, pero en cuanto esté de regreso, tengan por seguro que estará encantado de conocerlos —declaro alegremente, y todos asienten con simpatía.
—Nuestro hijo nos contó que eres una señorita muy educada y refinada, y vemos que no se equivocó.
Informa la señora Johnson, y me ruborizo, no puedo creer que Paul les haya hablado de mi.
—Eres una muñequita querida, esperamos que puedas enseñarle algo de modales a nuestros hijos.
Todos ríen y no puedo evitar reír con ellos.
—Nos vemos en un rato —Se despide Carola y todos asienten—. Creo que
les has caído de perlas —Me lleva con su mamá, esto de conocer personas se me está dando bien—. Señores Morett, señores Benner, permítanme presentarles a mi nueva amiga. Scarlett McCarthy —pronuncia orgullosa presentándome—. Scarlett, los señores Morett, son los padres de Iván y los señores Benner, son los padres de Roger.
Saludo a todos estrechando sus manos.
—No sabes cuánto nos ha contado nuestro hijo de ti —menciona la señora Morett, cuando estrecho su mano—. ¡Te adora!
—¡Mamá! —Iván se une a nosotros, un poco avergonzado por lo que su mamá me acaba de decir—. Creo que Scarlett no necesita saber eso —indica a modo de advertencia.
—Hijo, no tienes por qué sentirte avergonzado. Scarlett es muy bonita y seguro ustedes harían bonita pareja —asegura el señor Morett.
«¡Tragame tierra!».
Me asusta lo que estoy sintiendo.
Su sola presencia altera mis sentidos y no quiero, no puedo permitirme verla de manera romántica.
Ella no es para mi, estuve a un paso de caer por ese gris brillante de su mirada, esos preciosos ojos que me hechizan.
Pero lo que más me atrae, es su boca, sus tiernos labios rosados, tengo ganas de probarlos.
¡¡Calmate Paul, calmate!!
No puedo seguir pensando en ella, creo que Iván tiene un flechazo, no voy a pelear con un amigo por una chica y sus padres ya la están viendo como su futura nuera, además ella ya tiene novio.
Un novio que puedo hacer a un lado.
¡Decídete Paul!
Ya no sé ni lo que siento.
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