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Capítulo 1

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Despierto sobresaltada...
Otra vez esa pesadilla.

La suave melodia de Blackpink, suena en el despertador, con  Don't Know What To Do.

Es el primer día de clases, de mi
último año en la Facultad de Filosofía y Letras.

«Gracias a Dios».

Desde que tengo memoria, he tenido pesadillas, pesadillas que me persiguen como asesino serial.
Sobre todo de mi pasado.

Cuando tenía siete años, mi madre murió de cáncer. Mi padre siempre
quiso tener un niño, pero ella tuvo problemas para quedar embarazada, algo de familia, cuando mi padre supo que era niña, me rechazó. Así que, en cuanto mamá falleció, mi padre me dejó a mi suerte. Mi tío y hermano de mi madre; John McCarthy, me adoptó en su familia. Su esposa; Pennélope Jackson, nunca pudo tener hijos propios, debido a un accidente en su adolescencia, así que adoptaron a un niño.

Taylor, es como mi verdadero hermano, no compartimos la misma sangre, pero si una historia similar. Él me lleva dos años, siempre fui su hermana pequeña y siempre me cuidó y protegió.

Está en Londres ahora, en su último año de Maestría en Psicoterapia Humanista. Es un buen psicólogo, siguiendo los pasos de su padre biológico y yo los de mi madre biológica; Victoria McCarthy.

Mientras me visto para mi primer día de clases, repaso mentalmente la pesadilla.

Mi padre saliendo de la habitación de mi madre Victoria, después de enterarse de su fallecimiento.
Golpeando las paredes, arrojando las cosas a su alcance y después... tomándome en sus brazos.
Una pequeña niña de solo siete años, sentada en un banquito afuera de la habitación de mamá, llorando sin parar y él... quien se decía mi padre... golpeándome a más no poder, sacando su furia y frustración en mí.


Sacudo la cabeza, alejando el mal recuerdo, intentando que las lágrimas no regresen a mis ojos.

Me pongo mis jeans favoritos, combinandolos con una blusa rosa palo, un saco negro y botas negras a juego. Siempre intento vestirme formal, recuerdo que mamá lo hacía y mi madrastra Penny, como le gusta que la llamen, dice que me parezco mucho a ella.

Cepillo mi lacio cabello, el cual llega cerca de mi cintura, acomodo mi flequillo de lado, que casi roza la comisura de mis labios y con ayuda de la plancha, ondulo las puntas. Era muy común en mi quejarme de el, pero cuando me di cuenta de lo afortunada que soy al tenerlo, he dejado de hacerlo.

También dejé de plañir de mi estatura de uno sesenta y ocho, de mi complexión delgada, de mi busto y trasero normales, quiero decir; la vida pudo haberme regalado un poco más de lo último. En fin,  simplemente soy como cualquier chica, aunque hay algo que resalta en mi, mis rasgos faciales son femeninos, ligeramente asiáticos, tengo la teoría de que en mi familia, hubo una emperatriz china o algo así.

Tomo mi mochila de la silla frente a mi escritorio.
Me doy cuenta de que mi habitación es diferente, no es normal, o eso pienso.

Tengo gustos peculiares, un
tanto hippies, algo rockeros y también bohemios.

Es bastante grande, de unos ocho metros por ocho, sin contar el baño con ducha privado y el armario que cuenta con estantes y cajones llenos de ropa y zapatos. Varios ganchos y percheros, sujetan vestidos y accesorios.
Cada año, todos vaciamos los closets, sacamos lo que ya no usamos o queremos y lo donamos a la iglesia.

Hay un hermoso balcón que da al jardín, el cual por cierto es enorme, el tío John es cirujano cardiovascular, inclusive esta en trámites para tener su propio hospital, y la tía Penny es abogada, tiene el mejor bufete de abogados del país, así que pueden darse los lujos que quieran.

Tengo un gran tapete redondo que abarca la mayor parte de mi
habitación, es lavanda y purpura con blanco, como la mayor parte de la pintura y los accesorios, y en una de las paredes cerca de mi cama, tengo un gran cuadro de Blackpink, mi grupo de chicas favorito.

Por último, cerca de la puerta tengo un pequeño librero, donde coloco todos los libros que tenía mamá y los que me regalan o compro. La lectura es mi pasión.

Me aplico un poco de loción y salgo con la mochila en mi hombro derecho. Mientras bajo hasta el comedor percibo el aroma, huele delicioso, Penny está haciendo hot cake de café, mis favoritos, siempre los hace cuando empiezan las clases.

Penny es muy elegante, siempre va de traje; falda o pantalón, saco y blusas de seda o satín, de las mejores marcas existentes, es muy guapa e inteligente y tiene una melena rubia de envidia.

Papá está sentado en el comedor, leyendo el periódico, en su impecable traje negro. Él es más parecido a mamá; su cabello es castaño y un poco ondulado, ojos grises y rasgos afilados, alto y fuerte, como la mayoría de los doctores del hospital.

Afortunadamente me parezco más a él y Victoria, de lo que me parezco al bastardo de mi padre biológico.

Heredé el cabello castaño de mi madre y sus ojos grises, lo único que tengo de mi padre biológico, son los labios, delgados y un poco carnosos.

Solo eso.

Levanta la vista cuando nota mi presencia.

—Hola pequeña. ¿Lista para las clases? —pregunta con una gran sonrisa.

John podrá ser mi tío de sangre, pero es el único padre que conozco, siempre me ha tratado con amor y más que a una sobrina, como a una hija real.

—Sip —contesto sentándome frente a él—. El último año.

—El tiempo pasa volando —menciona Penny viniendo desde la cocina, con un gran plato lleno de hotcakes.

—Así es —afirmo con una sonrisa auténtica.

—Hice tus favoritos —menciona colocando una taza de café delante de mi.

—Muchas gracias, Penny —tomo un sorbo de café, ella siempre sabe
cómo preparar un buen cappuccino.

No es como las malvadas madrastras de los cuentos, ella me quiere y yo a ella. Tal vez algún día la llame mamá.

—Esta semana tengo muchas conferencias —comunica mi padre, dejando el periódico doblado en la mesa—. Probablemente no esté mucho en casa, pero ya saben que si necesitan algo, solo deben llamar, no importa la hora.

—Está bien —hablo untando un hotcake con crema de avellana—. Ya saben que yo no doy problemas —aseguro en broma y corto un trozo de hotcake—. Por cierto, no olviden colocar su ropa en la caja común.

La caja común, es una bonita caja de terciopelo, donde colocamos la ropa que va a la iglesia.

—¿Cuándo la llevarás? —pregunta papá tomando su café.

—Mmmm... tal vez el viernes —contesto repasando mi agenda—. Los viernes no trabajo y tampoco tengo actividades extra, así que podré llevarla el viernes.

Tengo un trabajo de medio tiempo por las tardes, después de clases voy a la repostería que está a unas cuatro cuadras del campus. Las clases son de ocho a una y el trabajo de una y media a siete de la noche.
Preparo postres o cafés, sin embargo he decidido dejar el trabajo y concentrarme en terminar bien mi carrera.

—Perfecto —acepta Penny—. Mañana temprano dejo la mía, esta noche me encargo de buscarla —continuamos desayunando y para cuando estoy por irme—. ¡Oh! Casi lo olvido.

Estoy de pie regresando de la cocina, después de haber dejado mis cubiertos en el fregadero, tomando mi mochila me dispongo a irme, pero Penny me detiene.

—Anoche llamó tu hermano, pero ya estabas dormida y no quise despertarte.

—¿Taylor? ¿Cómo está? —pregunto sonriendo con alegría.

—Bien, quería desearte buena suerte en tu primer día de clases y también dijo que Cloe te manda saludos y que ya te tienen varios regalos para navidad —contesta levantando su plato y el de papá.

—Vaya —Me doy la vuelta y comienzo a salir—. Le llamaré luego, tal vez en la hora del almuerzo —explico antes de salir —Nos vemos en la noche, adiós papá, adiós Penny—. Salgo por el pasillo que da al recibidor.

—Nos vemos al rato pequeña —Se despide papá antes de que salga.

—¡Cariño, olvidas esto! —Penny me alcanza en la puerta, justo cuando
estoy abriendo—. Toma —Me entrega cinco billetes de cincuenta.

—Oh, cierto —Los tomo y los guardo en mi cartera—. Gracias Penny.

—De nada pequeña, cuidate y conduce con cuidado —me da un beso en la frente y salgo de la casa.

La ciudad donde vivimos, es más lluvia y días nublados, que sol.
Vivir aquí me gusta, amo la lluvia, y odio el sol, me pone de malas y eso lo odio.

Camino hasta el garaje y me subo a mi Mercedes-Benz.
En el primer año de universidad papá insistió en comprarme un automóvil, aunque yo me conformaba con un bochito, Penny sugirió el Mercedes o una minivan, así que me quedé con el Mercedes.
Un rojo escarlata precioso. Me
gusta mucho y me sirve para llevar a mis amigos a casa de vez en cuando o a la mitad del equipo de atletismo.

Manejo hasta la Universidad. En auto son como veinte minutos y caminando media hora o más, así que no puedo quejarme de mí auto.

Aparco en el estacionamiento y antes de salir, me pongo mi abrigo negro, mi gorro de lana rojo y unos guantes del mismo color, conjunto que me regaló Taylor el año pasado.

—¡Scarlett! —escucho mi nombre a mis espaldas, mientras tomo la mochila y cierro la puerta del auto.

Levanto la vista y veo a mis dos mejores amigos. Nora Gil; una hermosa chica alta, rubia y delgada, aunque un poco más delgada que antes de vacaciones, ella es una de las chicas más populares del campus, con curvas perfectas y en donde deben estar, estudia Letras y compartimos dos clases este año.

A su lado está Mateo Warren; un
chico bronceado y rubio, aunque es muy guapo y con rasgos varoniles,
y por supuesto, un buen trasero... es gay.

Ambos vienen desde el otro lado del estacionamiento, Nora siempre trae a Mateo cada vez que el auto se descompone o lo está usando su hermano Maximiliano.

Caminan hasta mí y me saludan, con un beso en cada mejilla.

—Scarlett McCarthy Jackson —Me reprende Nora, y cada vez que me llama por todo mi nombre, tiene algo que echarme en cara—. No supé nada de ti en todo el verano. Dijiste que me llamarías o enviarías un mensaje cada día y solo me llamaste dos veces.

—Lo siento Nora, te dije que saldríamos de vacaciones —Doy la vuelta y comienzo a caminar al edificio principal, Mateo me toma del brazo izquierdo y camina a mi lado, mientras Nora nos alcanza y
camina a mi lado derecho, haciendo pucheros como niña pequeña.

—No es justo, nosotros no pudimos salir por papá y tú me dejaste abandonada —replica Nora cruzando los brazos—. ¿En dónde estabas? ¿En la maldita Alaska? —pregunta menos irritada.

—No, Nora. Fuimos a Argentina, Chile y Bolivia, te dije que mis padres hicieron planes sorpresa, teníamos que visitar a los padres de Penny en Argentina y ya sabes que mi recepción es malísima —contesto dando detalles para que se calme.

—Cariño, eres la única que lo paso bomba —menciona Mateo
interviniendo en la plática—. Nosotros fuimos a la vieja Canadá, a visitar a los parientes locos —concluye con una cara de espanto, mientras entramos al edificio.

—Como sea —Nora se detiene cuando llegamos a los casilleros, el de ella y el de Mateo están juntos, el mío está al final del pasillo—. No estoy molesta contigo, pero de verdad que estuve sola, solo fuimos una semana a España y regresamos tan rápido que ni lo disfrute.

—Les tengo unos pequeños regalos —anuncio sabiendo que eso les alegrará el humor, Nora siempre fue del tipo superficial y egocéntrica y Mateo adora los pequeños detalles que tengo con él—. Los trajé de Argentina —busco en mi mochila, los dos paquetes plateados.

—Gracias, Scarlett, tú siempre pensando en los demás —agradece Mateo y junta las manos frotandolas con ansias.

—Yo no podría hacer eso —admite Nora y es la verdad, así que ninguno lo niega.

—Tomen —Les entrego un paquete a cada uno, con sus respectivos nombres.

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