𝟬𝟬𝟴. professor rj lupin
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CARPE DIEM ── ◦'𖥸'◦ ── ACTO UNO
↳ ❛ ronald weasley, juro que te tiraré de este tren. ¿primero ginny
y ahora un extraño que apenas conoces? ❜︎
capítulo ocho ╱ ╱ 🏛🧺 ˚◞𑁍゚
Celeste se despertó a la mañana siguiente en la misma cama que Ginny; ambas decidieron compartir habitación la noche anterior.
Se aseguró de que su equipaje estuviera preparado para salir antes de llevarlos a la planta baja con Leo, el gato, que seguía a la castaña ronroneando para llamar su atención.
—Me olvidé de Ron —Ginny suspiró y miró hacia la puerta donde se oían ronquidos. Ambas chicas pusieron los ojos en blanco ante el fuerte ruido del Weasley.
De repente, fue como si el fastidio de Ginny se esfumara cuando se le ocurrió una idea para despertar a su hermano mayor.
Celeste parpadeó sorprendida, pero una sonrisa maliciosa se abrió paso en su cara.
—¿Estás pensando lo mismo que yo, Ginny?
La chica sonrió con complicidad y le indicó que la siguiera hasta el baño para comenzar su pequeña travesura a Ron.
Digamos que Ron se despertó en el lado equivocado de la cama.
Ginny y Celeste se sentaron después a la mesa con sus amigos. Arthur estaba leyendo El Profeta.
—¿Qué tal tu noche, querida? —preguntó Molly, sabiendo cómo le había sentado la huida de Sirius Black a la Slytherin. La madre del clan Weasley estaba bastante preocupada por la chica. Puede que Celeste Black no sea su pariente biológica, pero bien podría ser una de las suyos.
( junto con Harry por supuesto )
—Estoy bien, señora Weasley. Aunque no creo que Ron lo esté —contestó Celeste, fingiendo inocencia, y mordisqueó su tocino. Ginny resopló al lado de la Black mientras Ron las miraba mal a las dos.
Fred y George intercambiaron sonrisas ante la expresión agria de su hermano pequeño.
—¡Eso no tuvo gracia!
—Oh, vamos, Ron, ¡eso tuvo bastante gracia! —se jactó Fred.
—Eso le pasa por no despertarse temprano —Hermione puso los ojos en blanco.
—Nunca te metas con las hermanas retorcidas —murmuró George, entrecerrando los ojos hacia Celeste, Ginny y Hermione.
El viaje hasta King's Cross fue muy tranquilo. Arthur no bromeaba sobre los coches que les escoltaron hasta la estación.
Celeste y Hermione atravesaron la barrera junto con Ginny, que iba detrás de ellas.
Percy ya se dirigía hacia Penélope, sacando pecho para que ella no pudiera dejar de notar la insignia reluciente, y Celeste se apresuró a buscar con la mirada a Molly Weasley, la encontró pasándole a cada Weasley los otros tres bocadillos para el viaje.
—Oh, Celeste, por favor, cuídate mucho. Y no te preocupes por los rumores. Manténte sana y salva.
Celeste se acordó del año pasado. Todo el mundo en el colegio asumió que ella y Harry eran los herederos de Slytherin.
—Cualquier cosa, no dudes en mandarnos una lechuza. Y no vayas en busca de Black —murmuró Molly contra su oído antes de presionar un cariñoso beso en la parte superior de su frente.
La Black asintió, con una capa de color rosa decorando sus mejillas. Salía vapor del tren. Éste había comenzado a moverse. Celeste corrió hacia la puerta del vagón, y Ron la abrió y se echó atrás para dejarla pasar. Se asomaron por la ventanilla y dijeron adiós con la mano a los padres de los Weasley hasta que el tren dobló una curva y se perdieron de vista.
—Tengo que hablaros a solas —dijo Harry entre dientes a Celeste, Ron y Hermione en cuanto el tren cogió velocidad.
—Vete, Ginny.
—¡Oye! —le espetó Celeste a Ron.
—¡Qué agradable eres! —respondió Ginny de mal humor, y se marchó muy ofendida. Celeste fulminó con la mirada a Ron.
Los cuatro fueron por el pasillo en busca de un compartimento vacío, pero todos estaban llenos salvo uno que se encontraba justo al final.
En éste sólo había un ocupante: un hombre que estaba sentado al lado de la ventana y profundamente dormido. Celeste, Harry, Ron y Hermione se detuvieron ante la puerta. El expreso de Hogwarts estaba reservado para estudiantes y nunca habían visto a un adulto en él, salvo la bruja que llevaba el carrito de la comida.
El extraño llevaba una túnica de mago muy raída y remendada. Parecía enfermo y exhausto. Aunque joven, su pelo castaño claro estaba veteado de gris.
—¿Quién será? —susurró Ron en el momento en que entraba en el compartimento con Hermione.
—Es el profesor R. J. Lupin —susurró Hermione de inmediato y los oídos de Celeste se agudizaron al oír el nombre familiar. Sin embargo, no sabía de qué le sonaba, pero lo tenía en la punta de la lengua.
—Me pregunto qué enseñará —dijo Ron frunciendo el entrecejo mientras veía el nombre en su baúl. Ahora sentados en el compartimento. Celeste ocupó el último lugar junto al hombre dormido, mirando su pálido perfil con extrañeza.
—Está claro —susurró Hermione—. Sólo hay una vacante, ¿no es así? Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Bueno, espero que no sea como los anteriores —dijo Ron no muy convencido—. No parece capaz de sobrevivir a un maleficio hecho como Dios manda.
Celeste le miró mal.
—Ronald Weasley, juro que te tiraré de este tren. ¿Primero Ginny y ahora un extraño que apenas conoces?
El hombre sonrió ligeramente, con los ojos aún cerrados.
Ron se encogió bajo su mirada y tragó saliva. Al asustarlo lo suficiente, Celeste se volvió hacia Harry.
—Bueno, ¿qué nos ibas a contar?
Harry explicó la conversación entre los padres de Ron ━ sobre que Sirius Black escapó de Azkaban para ir detrás de él y Celeste.
Harry decidió dejar de lado la parte en la que Arthur le suplicaba que cuidara de Celeste.
—¿S-Sirius Black se ha fugado de Azkaban para buscaros? —casi chilló Hermione y se abrazó a Celeste—. Eso no es bueno. No vayas en busca de problemas, Harry...
—¡¿Por qué no se lo dices también a Celeste?!
—Porque siempre la arrastras a tus problemas —dijo Ron, ganándose un giro de ojos del chico de las gafas.
—Yo no busco problemas —respondió Harry, molesto—. Los problemas normalmente nos encuentran a nosotros.
Celeste pensó en la posibilidad de que Sirius Black la capturara. Ha oído historias sobre Azkaban y sobre cómo los magos y brujas más mortíferos se encuentran prisioneros allí. Bellatrix Lestrange, Rodolphus Lestrange y Rabastan Lestrange son los que conoce hasta ahora.
—¿Estás bien, Celes? Es normal que estés asustada. Yo también lo estaría —Ron colocó un brazo reconfortante sobre su hombro.
—Es sólo que... todos en mi familia son oscuros. No es de extrañar que me dejaran en la puerta. Mejor que estar asociada con esa gente. No sé mucho de los Tonks pero he oído que son agradables. El Ministro está pensando en mudarme de la casa de Arabella Figg.
—¡No! —gritó Harry, sorprendiendo a los tres. El chico se sonrojó y se encogió—. Qui-Quiero decir... —le costaba encontrar las palabras.
—No te preocupes, Har. Estoy bastante segura de que no es nada.
—Nadie sabe cómo se ha escapado de Azkaban —contó Ron—. Es el primero. Y estaba en régimen de alta seguridad.
Una vez más, Celeste se quedó boquiabierta, pues aún no sabía mucho sobre las leyes mágicas. Pero sonaba similar a las leyes muggles aquí en Londres.
( que ella debería conocer ).
—Pero lo atraparán, ¿a que sí? Bueno, están buscándolo también todos los muggles... —dijo Hermione, tratando de sonar convencida, y Celeste suspiró aliviada.
—¿Qué es ese ruido? —preguntó de repente Ron.
—Viene del baúl de Harry —contestó Celeste y Ron se puso de pie para alcanzar el portaequipajes.
Un momento después, había sacado el chivatoscopio de bolsillo de entre la túnica de Harry. Daba vueltas muy aprisa sobre la palma de su mano, brillando muy intensamente.
—¿Eso es un chivatoscopio? —preguntó Hermione con interés, levantándose para verlo mejor.
La atención de Celeste se dirigió a la ventana de cielo lúgubre y lluvia. Ron estaba divagando sobre Hogsmeade. Arabella, por suerte, firmó su autorización, pero tal vez Snape no la dejara asistir al viaje. Odiaría pasar el año encerrada en el castillo.
Desgraciadamente, con Harry inflando a Marge, los Dursley se olvidaron momentáneamente de firmar su autorización.
El sonido de las quejas de Ron sacó a Celeste de su ensimismamiento.
—¡No dejes suelta esa cosa! —exclamó Ron pero Crookshanks ya estaba afuera. Celeste decidió liberar también a Leo de su jaula.
Ron se quitó de encima al gato que se había subido de un brinco a sus rodillas, dándole un empujón irritado.
—¡Apártate de aquí!
—¡Ron!
Tras una discusión de innumerables réplicas, los tres se calmaron cuando los gatos empezaron a jugar el uno con el otro.
La señora del carrito vino y Celeste compró pastas de calabaza y pasteles de caldero. También compró dos ranas de chocolate.
No para ella, sino para su nuevo profesor, y los colocó en secreto en su bolsillo.
—Está dormido, ¿verdad? —dijo Ron en voz baja, antes de mirar distraídamente a su nuevo profesor de arriba abajo—. Quiero decir que... no está muerto, claro.
—Está respirando, Ron —Celeste resopló.
A media tarde, cuando empezó a llover y la lluvia emborronaba las colinas, volvieron a oír a alguien por el pasillo, y la puerta se abrió para revelar a alguien que hizo que Celeste gimiera ante el horrible sonido de su primo.
Draco Malfoy y Harry se habían convertido en enemigos desde que éste último rechazó su mano en señal de amistad; Celeste lo encontraba bastante gracioso. Y la chica Black no podía culpar realmente a Harry por no ser amigo de él. Insultó a Ron y a su familia, pero también a Hagrid en el callejón Diagon.
—Draco, si vas a empezar algo, haz el favor de largarte de una maldita vez —Celeste se dirigió a su primo con dulzura. Detrás de él estaban parados a cada lado Crabbe y Goyle.
—Oh, silencio, Celes —dijo Draco con su habitual manera de hablar, arrastrando las palabras, poniendo los ojos en blanco y moviéndolos a Ron, mirándolo burlonamente—. He oído que tu padre por fin ha tocado oro este verano. ¿No se habrá muerto tu madre del susto?
—Pero... ━Ron se levantó pero Celeste lo empujó de nuevo a su sitio y se puso de pie en su lugar—. ¡Draco!
Remus soltó un ronquido y Celeste saltó en su sitio.
—¿Quién es ése? —preguntó Malfoy, dando un paso atrás en cuanto se percató de la presencia de Lupin. Harry se levantó también y sonrió.
—Un nuevo profesor... ¿Qué decías, Malfoy? —contestó Harry burlonamente y Draco entornó sus ojos claros, volviendo a echar una mirada a Celeste como si quisiera decir algo, pero se fue.
—No pienso aguantarle nada a Malfoy este curso —gruñó Ron enfadado—. Lo digo en serio. Si hace otro comentario así sobre mi familia, le agarraré la cabeza y--
Ron hizo un gesto violento y Hermione le siseó para que se calmara. Celeste soltó una carcajada en la palma de su mano.
—Lo siento por su comportamiento... Sinceramente, siento que ahora va a estar por encima de mi hombro constantemente —Celeste suspiró, sabiendo lo sobreprotector que puede ser cuando hay un peligro cerca.
Siendo ese peligro su tío Sirius Black.
—¡No entiendo cómo puedes soportarlo! Quiero decir, sin ofender aunque tú también eres una serpiente--
—¡Ronald! —espetó Hermione.
—Una bonita y hermosa serpiente —tartamudeó Ron y Celeste se rió. El pelirrojo tenía la idea de que todos los Slytherin estaban locos de remate y eran malvados, excepto Celeste, después de que ella lo salvara del trol en Primer Año.
—Puede ser bueno a veces —defendió Celeste.
Harry abrió la boca sólo para que la castaña le metiera dentro una pasta de calabaza.
—Guarda silencio, lo vas a despertar. Sé que comiste en casa de los Weasley, pero aun así, no puedo evitar preocuparme por tu salud por culpa de los estúpidos Dursley.
Él se puso nervioso ante su acción y sus ojos se dirigieron hacia abajo para ocultar los tonos rosados en sus mejillas.
Godric, realmente la echaba de menos.
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