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Capítulo 7

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—¡Alejate de ella! —Roger lo toma por sorpresa; jalandolo por la espalda lo aleja de mi, y lo próximo que veo, es una pelea entre dos grandes chicos.

—¡Paren ya! —pido desesperada y volteo a ver a Rebecca, quien se levanta a buscar al resto del grupo—. ¡Ya basta chicos!

Los chicos alrededor, solo animan la pelea, nadie se atreve a separarlos, entonces veo a dos guardias de seguridad, entrando por el corredor.

Volteo a la pelea, Roger suelta puños a diestra y siniestra, pero David no se deja.

—¡Dejen de pelear! —intento jalar a David, pero solo recibo un codazo que me manda al suelo, mientras el sigue peleando—. ¡Auch!

«Eso dolió».

—¡Dejame ayudarte! —Una mano con la palma hacia arriba, se aproxima a mi y levanto la mirada para encontrarme con su dueño.

Esto se siente como un dêja vu. Esa mirada fría y pesada, me provoca escalofríos, como si ya la hubiese visto en otro lugar, pero es imposible, solo he visto a Luis una vez, el otro amigo de Scott.

Antes de aceptar su ofrecimiento, Iván llega empujando al chico.

—¡No te atrevas a tocarla! —regresa corriendo y me ayuda a levantar—. ¿Estás bien princesa? ¿Te hizo daño? —interroga viéndome de pies a cabeza.

—No... —alcanzo a pronunciar y me aferro a sus brazos, con el corazón latiendo a mil.

Los guardias de seguridad se han triplicado y llegan hasta la pelea, lo que eran dos chicos soltando puños, ahora es un caos de hombres enfurecidos y un escándalo de chicas gritando.

—¡Vengan con nosotros! —Dos de los guardias toman a Roger y David.

—¡Fue él! —grito sin soltarme de Iván y señalo con el índice a David—. Ese chico fue quien inició todo.

Sueltan a Roger y el resto del grupo aparece.

—¿Pero qué pasó aquí? —pregunta Aldo viendo el caos.

—Las ratas de Scott —responde Roger, quien se gana un fuerte abrazo de su chica.

—¡Eres muy valiente amor! —Un tierno beso lo deja en las nubes.

—Gracias hermano —Iván le choca los puños y me lleva afuera, mientras él se queda a contar lo sucedido—. ¿Qué te parece un poco de aire fresco?

Volteo a la izquierda sobre mi hombro y veo a David y Luis, junto con otros tres chicos, saliendo por las escaleras, escoltados por la seguridad del lugar.

Luis me guiña un ojo y de inmediato regreso mi vista a Iván.

—Eso estaría bien...

Subimos los contados escalones que llevan a la terraza y para nuestra suerte, no hay nadie. Solo los hermosos arbustos que adornan las orillas del lugar, y la chispa de la primera nevada que se aproxima. Este sitio es mágico, puedes ver la noche estrellada, lejos del bullicio de la ciudad.

—¿Te encuentras bien, princesa? —pregunta después de un largo silencio.

No me había percatado de sus brazos a mi alrededor y mucho menos de mi nerviosismo.

—No... en realidad no... —contesto con la vista al frente—. David... Él...

—¿Te hizo algo? —alcanzo a escuchar el enojo en su voz.

—Si... —susurro procesando la información—. Él quiso... tocarme... más bien, lo-hizo... —Mi vision se cristaliza.

—¡Ese hijo de...! —maldice soltando una fuerte patada a uno de los arbustos—. ¡Es hombre muerto! —declara furioso.

—Iván, no... —volteo a verlo, la ira es el reflejo de su alma—. No quiero saber que estas peleando por las calles, a causa mía...

—¡Princesa, ese idiota se pasó de la raya! —exclama pateando otro arbusto—. ¡Esto no se va a quedar así! —Lo jalo del brazo antes de que suelte otra patada.

—¡Detente por favor! —suplico viéndolo a los ojos, después de todo, el pequeño arbusto no tiene la culpa—. No es bueno guardar rencor...

—Eres muy inocente princesa... —declara abrazándome con fuerza.

Esta comenzando a nevar y nos soltamos.

—Olvidé mi abrigo en la camioneta de mi hermano —susurro riéndome y él hace lo mismo.

—Dame un minuto bonita —regresa por donde vinimos, y en cuestión de dos minutos vuelve con un abrigo negro entre las manos y me lo ofrece—. Sé que no es un Louis Vuitton, pero si un Licenciado Valeriano —comenta divertido, cuando me pongo el abrigo.

—¿Y él quién es? —pregunto viendo su mano entrelazada con la mía.

—Olvidalo, princesa —Se carcajea divertido, creo que no entendí el chiste.

Sin soltarnos de la mano hacemos nuestro camino de regreso.
Nos despedimos de los chicos, se supone que era mi celebración y soy la que se va primero, pero aún así ya es tarde. Bajamos al estacionamiento, subimos a la camioneta que Aldo nos presta e Iván me lleva a casa.

—Gracias por traerme —Le sonrío antes de bajar—. Después de todo, la he pasado muy bien.

—Que bueno, princesa, porque yo también lo hice —Su mano izquierda se eleva hasta llegar a mi mejilla y me acaricia gentilmente—. No sabes lo feliz que me has hecho esta noche.

Sutilmente me alejo un poco y abro la puerta.

—Me alegra escuchar eso —bajo rápidamente y comienzo a desabotonar el abrigo.

—¡No princesa! —exclama cuando me ve—. Ya me lo regresaras después.

Sonríe con suficiencia y le devuelvo el gesto.

—De acuerdo, hasta pronto —Me apresuro a despedirme y cierro la puerta.

Lo veo a través de la ventana, agitando la mano, para después alejarse en la oscura y nevada noche.

—¡Cielos, mis llaves! —murmuro recordando que las dejé en mi abrigo, junto con mi celular, en la camioneta de Taylor—. Que inteligente de tu parte Scarlett.

Observo la reja de la entrada y después volteo a ver la puerta principal de la mansión, con la clave de seguridad, puedo entrar sin problema. Así que no lo pienso más y comienzo a escalar por la reja, cuidando cada paso para no
resbalar.

—Ahora si parezco una verdadera delincuente...

—Estoy totalmente de acuerdo —reconozco esa voz y la sorpresa me hace perder el equilibrio, llevándome hasta sus brazos—. Parece que estoy destinado a rescatarte, muñequita —sonríe levemente y el latir de mi corazón es traicionero, acelerandose con su presencia.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono perdida en su intensa mirada, no puedo evitarlo, Paul tiene algo que me atrapa.

—Rescatandote —Sus labios rozan levemente mi mejilla, acercándose poco a poco, hasta mi boca—. Tenemos que hablar... —susurra contra mis labios y su aliento mentolado me llama.

—No hay... nada... de que... hablar... —cierro los ojos y siento sus labios contra los míos, buscándose, amándose.

No lo puedo creer, he vuelto a caer, y sinceramente no sé si quiero salir del encanto.

—Dejame...

Sus palabras son interrumpidas por la luz de los faros que nos iluminan. Esa camioneta me resulta familiar y la persona molesta, que desciende de ella, mucho más.

—¡Quita tus asquerosas manos de Scarlett! —demanda un Taylor, sumamente molesto, caminando a paso firme hasta nosotros.

—¡Nunca! —responde un Paul furioso, y me ayuda a ponerme de pie—. ¡Scarlett me ama a mí! ¡Ella quiere estar conmigo! —Lo veo encarar a Taylor, quien le lleva algunos centímetros de altura.

—Eso no es lo que me dijo anoche —ataca el ingenioso de mi hermano, colocando una sonrisa triunfal en su rostro.

—¡Basta! —No quiero enredar más las cosas y es momento de que Paul sepa quién es Tay.

—¡A mi no me engañas, sé muy bien que Scarlett no es de esas! —Paul se acerca más a él y en un instante todo cambia.

Suelta un derechazo contra Tay, pero este lo esquiva y la pelea comienza.

—¡Chicos! —Los veo forcejeando junto a un pino—. ¡Ya basta! —Lo único que veo, son golpes en un ir y venir desenfrenado.

—¡Te prohíbo que te acerques a Scarlett! —gruñe Taylor, tomando a Paul por los hombros.

—¡Tú no eres nadie para prohibirme nada! —El chico se defiende e intenta derribar al celoso de mi hermano que no se deja.

—¡Lo soy! —Tay logra empujarlo, pero mi chico mantiene el equilibrio y evita caer sobre la nieve, y antes de que Paul vuelva a golpearlo, sentencia las últimas palabras—. ¡No vuelvas a posar tus asquerosas manos en mi hermana!

—¿Qué? —pregunta Paul sorprendido y recibe un último derechazo de mi hermano, quien lo manda al frío suelo.

—¡Paul! —corro hasta él para arrodillarme a su lado, y recibo una mirada desconcertada.

—¿Él es tu hermano? —cuestiona aún en el suelo, permitiéndome acariciar su mejilla.

Volteo a ver a Taylor, quien últimamente se ha mostrado como alguien que no es, en realidad nunca conocí esta faceta de hermano celoso, siempre me cuido y anteriormente bastaba solo con hablar para ahuyentar a cualquier persona, ahora se tira a los golpes y eso me desconcierta.

Se aleja un momento y comienza a buscar algo en la camioneta.

—Si —respondo ayudandolo a ponerse de pie—. Este chico tan educado y respetuoso, es mi hermano —explico sarcástica.

—Escarlata —El celoso llama mi atención, pero su tono de voz es tranquilo y pareciera que no acaba de pelear—. Deberías entrar, esta nevando más —sugiere pasándome mi abrigo y se lo arrebato con molestia.

—Taylor McCarthy —intento calmar mi enojo, respirando profundamente—. Te presento a Paul Johnson, mi... un amigo... —volteo a ver a Paul, quien se está sacudiendo la ropa—. Paul, él es mi hermano...

—Mucho gusto —Mi chico extiende su mano derecha y lo admiro con orgullo, cualquier otra persona ya se habría ido, pero él sigue aquí y no puedo evitar acariciar su labio inferior, que sangra levemente—. Soy Paul —repite volteando a verme y la hermosa sonrisa que se extiende sobre sus labios, hace que mi corazón se acelere.

No puedo negarlo, quiero estar con él, a pesar de todo, su presencia se ha vuelto indispensable en mi vida.

—El gusto es mío —La voz de Tay nos interrumpe y regresamos la vista a él—. Taylor, el celoso hermano de Scarlett —acepta más tranquilo y por fin suelto el aire que había atrapado en mis pulmones.

—Yo pensé que tú y Scarlett...

—Todo fue un mal entendido —interrumpo a mi adorado Paul, antes de que el celoso regrese—. Taylor puede ser muy, demasiado sobreprotector y a veces...

—En serio Scarlett —Tay toma la palabra—. Deberías entrar, quiero hablar con tu amigo a solas...

—Pero...

—Tranquila Scar —Paul posa sus ojos en mi y Tay se sorprende por lo que acaba de escuchar—. Te prometo que no peleare con tu hermano.

—De acuerdo, pero si escucho que empiezan a pelear, llamo a la policía —advierto buscando las llaves de la reja, en mi abrigo.

—Que descanses, muñequita —Paul me regala un tierno beso en la mejilla, y Taylor ladea la cabeza con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Hasta luego Paul —asiento lentamente y después le sonrío a mi hermano, para entrar a la residencia.

Subo hasta mi habitación y tomo una ducha rápida, me pongo mi pijama más abrigador y me recuesto pensando en mi amor imposible.

—No sé qué hacer mamá...

Susurro contemplando el techo.

—Estoy locamente enamorada de Paul Johnson, pero desde que lo conocí... solo han pasado cosas malas, una tras otra y... aunque lo amo y deseo tanto estar con él, siento que... siento que no podemos estar juntos... no sé qué hacer, así que te pido una señal, cualquiera, lo que sea, algo que me diga, si debo o no seguir con él...

Volteo a ver su retrato en mi buró.

—Ayúdame mamá... ayúdame... —murmuro cerrando los ojos, para perderme en el mundo de los sueños.

Después de recorrer el centro de la ciudad, de arriba a abajo, decido ir directamente hasta su mansión, es más probable que la encuentre ahí.

Son más de las doce y las luces del lugar se encuentran apagadas, creo que no ha llegado. Escondo mi motocicleta entre los arbustos, no quiero que me vea y salga corriendo,
así que también me escondo detrás de un gran pino, que se encuentra cerca de la entrada.

No espero mucho entre las sombras y veo que es Iván, quien la ha traído a casa, en cuanto la deja sola, me acerco sigilosamente mientras ella intenta saltar la reja, pero parece que la he asustado y afortunadamente cae en mis brazos, pero somos interrumpidos por quien, hace unos días pensé que era su nuevo novio, resultó ser su hermano.

Ahora tendremos una buena charla de hombre a hombre, y pienso dejarle muy claras mis intenciones con su hermana.

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