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Capítulo 38

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—Scarlett... —toma mi brazo para detenerme—. Aún no terminamos de hablar.

—Para mí está todo dicho —jalo mi mano para que me suelte y me quito la pulsera—. Ya no quiero nada de ti, como tú no quieres nada de mí —Le aviento la pulsera y regreso al interior.

En la mesa solo están Alan, Mateo y James.

—¿Qué sucede, bonita? —James es el primero en notar mi tristeza—. ¿Paul te hizo algo?

—Scarlett —Alan me abraza de inmediato.

—Vámonos de aquí —murmuro en sus brazos.

Respiro profundamente no quiero llorar aquí. Levanto la vista, veo a Paul del brazo de Cassandra, regresando a la mesa donde estaban, aunque Scott, Luis y los chicos que los acompañaban ya no están.

—Ya avise a los demás que nos vamos —informa Mateo, llamando mi atención—. Vamos, Scarlett, sé muy bien qué te hará bien ahora.

De la mano de Alan y en compañía de James y Mat, salimos del lugar.

—¿A dónde vamos? —cuestiono a Alan, cuando veo el camino que toma, siguiendo el auto de James.

—Mateo dice que ya has ido a ese lugar, y que te encanta por su música, no sé dónde es, pero con tal de no verte triste, vamos.

Explica sin apartar la vista del camino.

En cuestión de diez minutos más, llegamos al centro de la ciudad, a una zona exclusiva.

—¡El Rainbow! —casi salto de mi asiento.

Aparcamos los autos en asiento y salgo corriendo para abrazar a Mateo.

—Sabía que venir aquí, era buena idea —Me levanta en sus brazos, haciéndome girar.

—¡Vamos, chicos! —exclama James, corriendo a la entrada del club.

—¿Un club gey?

Alan se queda en shock, así que lo tomo de la mano, para que entremos todos juntos.

El Rainbow es un club exclusivo, solo las personas de la alta sociedad tienen permitido el paso, y no importa si no perteneces a la comunidad, puedes entrar sin problemas; siempre y cuando seas respetuoso y no vengas a armar escándalos. Lo mejor de este lugar, es la música, pues siempre suenan los éxitos de Blackpink.

—Mateo Warren, James Ferrer, Scarlett McCarthy y un amigo.

Dice Mat al recepcionista en la entrada, quien lleva un perfecto control de las personas que entran y salen del club.

—Adelante, joven Warren.

Entramos y nos a dan lugar en la zona vip, el pobre de Alan no suelta mi mano en todo momento, mientras los chicos a nuestro alrededor, se lo comen con la mirada.

—¡Basta, Alan! Me estas apretando la mano —intento soltarlo, pero no me deja—. Me sentaré en tus piernas, pero me sueltas la mano.

—Lo siento, nunca había venido a un lugar de estos, y no sé cómo comportarme —explica mientras tomamos asiento en un sofá de media luna, frente a nosotros hay una mesa de cristal, que se ilumina con el reflejo de las luces multicolor—. Disculpa las molestias.

—No te preocupes —Me siento en sus piernas y el me toma por la cintura, mientras James y Mateo se sienten como peces en el agua—.¡Hay que pedir lo de siempre! —Le grito a Mat para que me escuche.

Un mesero vestido de militar, se acerca a nosotros para tomar la orden.

—¡Cuatro cócteles de mango, con mucho hielo! —grita James al mesero.

Hay que subir más la voz, para que nos escuchen sobre la música.

—¡En un momento!

El mesero se retira y mientras esperamos nuestros tragos, escuchamos la música y vemos a las personas bailando en la pista.

James y Alan siguen sobrios, mientras Mateo y yo, ya hemos tomado unas copas de vodka, la noche está yendo de maravilla, el ambiente está tan lleno de energía, que hace que todo se me olvide.

«Ya no me importa si Paul se queda con Cassandra, por mí que se casen».

—¡Ha ha! —Me carcajeo de mis pensamientos.

—¿De qué te ríes? —cuestiona Alan, terminando su segundo coctel.

La música no me deja responder, pues el sonido de las trompetas que se van mezclando con la última canción, indican el inicio de una de las canciones más emblemáticas de Blackpink; Kill this love.

—¡Mateo! —Me apresuro a levantarme y le paso mi celular a Alan—. ¡Grabanos!

—¿Qué?

Nos observa desconcertado, igual que James, aunque ambos se ponen de pie, y nos siguen a la pista de baile.

—Yeah yeah yeah, Blackpink in your area, yeah yeah yeah, 천사 같은 "hi" 끝엔 악마 같은 bye, 매번 미칠듯한 high 뒤엔 뱉어야 하는 price...

Ejecutamos la coreografía de la canción, paso por paso.

Esto es lo que Mateo y yo compartimos a morir; nos gusta la música de Blackpink y aprendemos las coreografías cada vez que sale una canción nueva, para después venir aquí y bailarla frente al público que la aprecia.

—Let's kill this love, yeah yeah yeah yeah yeah, rum pum pum pum pum pum pum, let's kill this love...

Volteo a ver a Alan y James, ambos con los celulares en alto, grabando el bonito recuerdo. Me pongo un poco nerviosa cuando veo a Luis, el amigo inseparable de David y Scott.

«¿Pero qué está haciendo aquí?».

—We all commit to love, that makes you cry, oh oh, we're all making love, that kills you inside, yeah, we must kill this love...

Ejecutamos los últimos pasos de la canción, y recibimos los aplausos de los presentes, regreso la vista al lugar en donde está Luis, pero ya no lo veo, tal vez solo es mi imaginación, haciéndome una mala pasada.

—Gracias por traerme, Mat —Lo abrazo con emoción.

—No agradezcas, nena, solo quiero verte feliz, soulmate.

El hinmo que tanto le gusta a Mat, y en general a la comunidad, comienza a sonar a través de las bocinas: I want to break free de Queen.

—¡Ven, Alan!

Tomo su mano para traerlo a la pista, James también se nos une, y bailamos al ritmo de la música, mezclandonos con todos, cantando a todo pulmón y disfrutando el momento.

Después de un par de horas de diversión, nos disponemos a marcharnos.

—Vayan saliendo chicos, yo pago —pido sacando la tarjeta de crédito, que escondí previamente en el dobladillo de mi falda.

—Cómo crees, Scarlett, nosotros te trajimos, nosotros pagamos —insiste James, sacando su cartera.

—Para nada, vayan afuera —llamo al mesero para pagar.

—Esta bien —acepta Mateo riendo, sabe que no voy a decistir—. Los esperamos en el estacionamiento.

Asiento y enseguida pago la cuenta.

Pasamos a recoger nuestros abrigos y salimos al estacionamiento.

—Después de todo, no ha sido una noche tan mala —comenta Alan, buscando las llaves del auto.

—Ha terminado bien, creo...

Un extraño alboroto nos pone en alerta.

—¿Qué sucede?

Camino apresurada, de la mano de Alan.

—Tal vez una riña entre ebrios —supone sin soltarme—. Mantente detrás de mí...

Entonces lo vemos; un grupo de chicos atacando a Mateo y James.

—¡No! ¡Basta! ¡Detenganse!

Corremos hasta ellos, Alan intenta ayudarlos, pero son cuatro contra uno, los observo un instante intentando reconocerlos, pero todos traen pasamontañas, alcanzo a ver el llavero de uno de ellos; una extraña figura de espiral en forma de triangulo, de un verde fosforescente que se vuelve inconfundible.

—¡Ayuda! ¡Ayuda! —grito desesperada, intentando alejar a uno de los chicos, que no para de golpear a Mateo.

—¡Sueltame, zorra!

Por fin deja de golpear a Mat, pero me empuja al suelo.

—¡No se meta, señorita!

Dos guardias de seguridad del club, llegan a auxiliarnos, junto con algunos chicos más que han escuchado el alboroto.
Poniéndome de rodillas, me acerco a Mateo.

—¡Mateo, mírame! ¡Ayuda, por favor!

Parece estar inconsciente, lo mismo que James, quien se encuentra boca abajo sobre el pavimento.

—¡Señorita! ¿Están bien?

Uno de los chicos que nos ha auxiliado, se acerca a mi.

—La policía no tarda en llegar —informa otro de los chicos.

—Scarlett —Alan me acaricia la cien, estoy sangrando.

Las sirenas de la policía ponen en alerta a los agresores.

—¡Corran! ¡La policía!

Grita uno de los que aún queda de pie. Identifico esa voz; Luis, el amigo inseparable de Scott y David, levantó la mirada al auto que se estaciona cerca de nosotros, el cual abordan los agresores, y entonces lo veo, es él... Bastian Morrison.

—¡Es Bastian! —grito horrorizada.

—¿Quién?

Alan alcanza a tomar una foto a la placa del auto, dos patrullas llegan enseguida, pero el auto se ha ido, dos de los agresores yacen en el suelo, esposados por la seguridad del club.

En el mismo momento llegan las ambulancias, que de inmediato se apresuran a auxiliar a Mateo, James y uno de los chicos que nos ayudó.

—¡Ve con James! —pido a Alan—. Yo acompaño a Mateo.

Subimos a las ambulancias, en el camino curan mi herida, llamo a mi madre para decirle que vamos al hospital central, donde mi padre nos va a esperar.

Llegamos rápidamente y los paramedicos dan la información necesaria a las enfermeras y doctores.

—¡Papá, ayudalos! —pido desesperada, cuando lo veo.

—Tranquila, Scarlett, haremos todo lo posible —voltea a ver a Laura, su enfermera de primera linea—. ¡Que revisen a mi hija y su guardaespaldas! ¡Vamos al quirofano!

—Vengan, Scarlett —Laura me toma de la mano, y junto con Alan, nos llevan a hacernos estudios, mientras dos policías toman nuestra declaración.

Unos minutos después, regresamos a la sala de espera. Alan sólo tiene un golpe en el pómulo, y mi herida no es grave, aunque ha requerido un par de puntadas. En seguida veo a la mamá de Mateo.

—Señora Lancaster —corro a sus brazos.

—¡Scarlett! Mi niño... —murmura entre el llanto—. Tu padre me llamó, ¿qué sucedió?

La suelto y ambas nos sentamos, a su lado izquierdo se encuentra Máx, hablando por teléfono.

—Estábamos saliendo del club, él y James salieron antes que nosotros, solo vimos a esos tipos golpeandolos...

—¡James! ¿Sus padres lo saben? —Me observa asustada.

—Aún no los llamo, pero... —busco mi celular y Alan lo toma, al notar mis manos temblorosas—. Diles que yo me haré cargo de todos los gastos.

James estudia bajo una beca, sus padres no pueden pagar los servicios del hospital y seguramente que tampoco podrán pagar un abogado.

—De acuerdo —Se aleja un poco para hacer la llamada.

—Patrick viene para acá —informa Max, en cuanto termina su llamada.

Patrick Warren, el padre de Mateo y Max, el hombre que los abandonó cuando supo de la orientación sexual de mi Mat, el hombre que se alejó de su familia, por años.

—¿Lo llamaste? —cuestiona molesta.

—Mamá, calmate... —pide Max, tomándola por los hombros—. Yo no lo llamé, esta en las noticias.

—¡Scarlett!

No debí dejar que Scarlett se fuera, debí detenerla, no debí escuchar a la tonta de Cassandra, no debí caer en sus chantajes, debí haber echo lo que me pedía el corazón, y levantarme de esa silla, para detener al amor de mi vida, pero no lo hice.

Ahora está en el hospital, junto con sus amigos, y ya estoy en camino para allá, espero que se encuentre bien, que no le haya sucedido nada grave.

No sé en qué pueda ayudar, pero ya voy por ella.

Por favor, mi Scarlett, se fuerte.

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