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Capítulo 37

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-Tú eres el que nos está siguiendo -replico desviando la mirada a la mesa.

Todos nos están viendo, pero se hacen los disimulados, incluso Alan esta ahí.

-Es una casualidad que estemos en el mismo lugar -extiende su brazo derecho por mi costado, acorralandome contra la barra.

-Seguir a alguien no es casualidad, es acoso... -murmuro nerviosa.

-Te ves bellísima... -Con su mano libre, acaricia el copo sobre mi pecho-. Pensé que ya te habías desecho de el...

-Es un bonito regalo, de una persona especial -comento tomando su mano para quitarla-. No puedo dejarlo ir.

Doy un paso de costado, y regreso a la mesa.

Unos minutos después, nuestra botella llega y hacemos un pequeño brindis, para después hablar de cualquier cosa.

-Nunca he escuchado a Scott cantar... -murmuro viendo al escenario.

-No lo hace tan mal -menciona Carola, indiferente-. Pero Iván es mejor.

-Iván es el rey del freestyle -asegura Ro, levantando su copa, a lo que él le responde igual.

Veo a Cassandra parándose a lado de Scott, para tomar el micrófono primero, parece que va a ser un dueto, me observa como retandome con la mirada, y camina al centro del escenario, esperando a que la pista de inicio, no sin antes mandarle un beso a Paul, quien me da media sonrisa, para después aceptar el beso de la susodicha.

-No le hagas caso, Scarlett -Carola llama mi atención, pero no volteo a verla, no puedo quitarle la mirada a Paul-. Solo quiere provocarte, sabes que Cassandra es solo palabras.

-Deberías aceptar el reto, y cantar -propone Aldo.

Regreso la vista a los chicos.

-Solo pasaría a hacer el ridículo.

-Animate, Scarlett -pide Roger y todos volteamos a verlo.

-Yo no canto...

Río nerviosa.

-Pero si bailas -replica Nora a mi lado izquierdo.

-No sé...

«Por primera vez no me siento segura de mí y el baile».

-Vamos, Scarlett, eres muy buena bailando -asegura Rebecca.

-No tengas miedo, princesa, tú puedes hacerlo -insiste Iván, tomando mi mano, para darme ánimos.

-La Scarlett que conozco, es muy aventurera -asegura Nora-. Y seguro que también tienes el poder que tiene la Rosalía -termina haciendo el famoso paso de flamenco, viendo a la pantalla del karaoke, donde aparece el nombre de la artista.

«¡Eso es!».

-¿Han escuchado hablar de la rumba flamenca?

Todos me observan extrañados.

-Yo conozco esa mirada -Mateo parece leerme el pensamiento.

Me pongo de pie, sintiéndome más segura que nunca.

-¿Qué vas a hacer?

Escucho que Alan habla a mis espaldas, pero no hay tiempo para dar explicaciones.

-¡Vamos! -Mateo anima a los chicos a seguirme, mientras el escenario se ilumina de colores y la pista de la canción: con altura de Rosalía, da inicio.

-Esto vamo' a arrancarlo con altura...

Scott habla al micrófono, y la gente comienza a aplaudir, todos llevamos la mirada al escenario.

-El dembow lo canto con hondura, dicen una estrella, una figura, de Hector aprendí la sabrosura, nunca viste una joya tan pura...

Le sigue Cassandra, aunque no suena muy afinada, recibe los aplausos de los presentes. Lo que la anima a bailar de manera provocativa, levantando la mirada con arrogancia, hago lo posible para ignorarla y seguir mi camino.

Los chicos me esperan en la barra, mientras yo camino a la cabina del DJ.

-¡Hola! -saludo animada.

-¡Hola, bonita! ¿Qué necesitas? -cuestiona levantando la voz, para que lo escuche.

-¡Quiero que pongas esta canción! -busco en la página de música, y señalo a la pantalla, cuando encuentro la canción.

-¡Esta bien, cuando terminen de cantar!

-¡No, ahora! -volteo a ver a la barra, James se apresura a traer dos caballitos de tequila y se los paso al chico, junto con un par de billetes-. ¡Por favor!

-¡Por supuesto, preciosa! -toma los tragos y solo uno de los billetes, para después darme un beso en la mejilla.

Sonrío satisfecha y doy la vuelta del brazo de James.

-Ayúdame a subir -Le señalo la barra del bar.

-¿Estás loca? -abre los ojo con sorpresa, al mismo tiempo que yo me carcajeo.

-Tal vez, yo vine a divertirme y si acepto el reto, será a mi manera.

Con todo y la sorpresa dibujada en su rostro, me ayuda a subir a uno de los taburetes.

-Señorita Scarlett, ¿Qué hace?

Alan aparece para tomar mi mano derecha, intenta bajarme.

-Pero que pregunta, Alan Castillo.

Subo a la barra, con las miradas extrañadas de muchos. La pista de la canción se detiene y comienzan los chiflidos, mientras los primeros acordes de volare, en la voz de Gipsy Kings, comienzan a sonar.

Me pongo de pie y comienzo a mover las manos en el aire, haciendo movimientos sin una guía; saco el pie derecho hacia adelante y doy un desplante cuando la guitarra hace una pequeña pausa, para después seguir moviendo las manos, al mismo tiempo que camino por la barra.

Los chicos me aplauden y me animan a seguir, lo mismo que los presentes; quienes se divierten con mi espectáculo.

Prosigo dando palmas en lo alto, con emoción y alegria; volteo rápido al escenario; Cassandra esta molesta y Scott se ve divertido, después paso la vista en dirección a Paul, quien no se cree lo que estoy haciendo, ya que me observa asombrado. Y para ser sincera, yo tampoco sé lo que hago, pero me parece divertido.

Le sonrío con coquetería y sigo bailando, con señas le pido a Mateo que me ayude a bajar y sigo bailando hasta llegar al escenario, sin alejarme de él, quien se anima a bailar conmigo. Hacemos el movimiento básico con las manos y en seguida; abrimos y cerramos los pies moviéndonos hacia los lados, lo mismo que la cadera, haciendo que el baile sea alegre y seductor.

Para este momento; estamos rodeados de personas, que han formado un semicírculo, aplaudiendo y chiflado sin parar.

«¿Quién diría que la rumba flamenca sería bien vista en los barrios bajos? Si me lo hubiesen dicho hace un año, no lo creería ni de broma».

La canción está por terminar, cuando cambia abruptamente. Todos nos sorprendemos, volteando a ver al DJ, pero es Cassandra quien ha cambiado la canción. Me observa retadora, como pensando que no puedo bailar el ritmo que elija, lo que no sabe es que esta muñequita es un haz para el baile.

Mat se acerca para susurrarme.

-Enséñale lo que puedes hacer, nena.

Observo a todos a mi alrededor, hasta toparme con la mirada que busco; Paul Johnson.

-Hay dime si tu, te vas hasta abajo conmigo...

Comienzo a moverme lentamente, y él se acerca hasta quedar frente a mí.

-Cuando se paga la luz, no quiero que haya testigos, la gente ya te conoce, dicen que eres malo y no sé, te estoy esperando a las doce, ansiosa por sentir el rose...

Coloco mis manos en sus hombros y él me toma por la cintura, nos movemos lentamente, siguiendo la música, hasta que el ritmo se vuelve más rápido.

-Loca loca loca, si me besa en la boca, loca loca loca, cuando tu me toca...

Delito, en la voz de Kenia Os, nos lleva a bailar de una forma que ni Paul ni yo, imaginamos.

Nuestros cuerpos se buscan, la música nos llama, y las personas a nuestro alrededor, aplauden y gritan emocionadas. Más parejas se unen a la pista, entre ellos nuestros amigos.
Me coloco a espaldas de Paul, moviendo las caderas al compás de la música.

-Te mueves tan bien... -susurra a mí oído.

Sonrío satisfecha, no imaginé que iba a terminar bailando de esta manera, con el hombre que ha robado mi corazón.

La canción termina y comienza un tema que no conozco.

-Vamos a la terraza.

Volteo a ver a los chicos, la mayoría regresan a la mesa, y le indico a Alan con la mano, que voy con Paul, él asiente de vuelta y salimos.

-Ya oscureció -murmura Paul, cuando subimos a la terraza.

Caminamos hasta el otro extremo del lugar, con vista a la ciudad.

-¿Para qué querías que saliéramos?

-Que directa -Él se sienta en un escalón, al borde de la barda-. Eso me gusta -Me toma por la cintura, para acercarme hasta él-. Sé que las cosas se han complicado mucho, pero no puedo estar sin ti, Scarlett.

-Yo tampoco, Paul, pero tampoco puedo obligarte a elegir entre tu familia y yo, no sería justo -coloco mis manos en sus hombros-. Nadie dijo que el amor era fácil, y nosotros nos encargamos de complicarlo más... Y creo que deberíamos esperar hasta el día del juicio.

-¿No sabes que el juicio es en unos días? -Me observa extrañado.

-No, no lo sabía, mi madre es quien está llevando todo...

-Me imaginaba... Oye, quiero pedirte un favor.

-¿Cuál?

-Quiero que me dejes grabarte bailando... Tengo que mandar un buen proyecto para que me den la beca para la maestría.

-Estoy ensayando una coreografía para mi audición, puedes grabar eso.

-De acuerdo, pero promete que, pase lo que pase, me vas a ayudar.

-Lo prometo.

-Gracias, Scar, te mando mensaje para ponernos de acuerdo -Su mano recorre la mía, hasta llegar a mi muñeca, chocando con mi pulsera-. Olvidaste la otra mitad en mi casa.

-No la olvidé, iba a obsequiartela -confieso viéndolo a los ojos.

-Tengo algo que decirte...

-¡Paul Johnson!

La voz chillona de Cassandra nos interrumpe. Doy unos pasos lejos de Paul, quien no se preocupa por levantarse.

-¿Qué quieres, Cassandra? -cuestiona molesto.

-¿Por qué estás con esta? Vinistes conmigo, no con ella -Se cruza de brazos, haciendo su berrinche más dramático.

Volteo a verla, entonces me percato del collar que cuelga de su cuello; es el Yang que le iba a regalar a Paul.

-Lo sé, pero no me he ido, te llevaré a casa como le prometí a tu padre...

«Mi collar, el símbolo del amor entre Paul y yo, lo tiene ella, ¡no lo puedo creer!».

-¡Cassandra, ya dejalos en paz! -grita Stan, ese extraño amigo de Scott, quien me observa de pies a cabeza-. Tu eres la hermosa chica que estaba bailando tan bien ahí adentro, ¿verdad?

-¡Olvidalo, Stan! -Paul se levanta de golpe, cubriendome con su cuerpo-. ¡Ni te le acerques!

-¡Tranquilo, Johnson! Solo era una pregunta -Stan da unos pasos atrás, riendo con libertad.

-Sé muy bien que eres un traidor, Stan, por eso te advierto que no te acerques a Scarlett.

-Descuida, Paul -llamo su atención-. No te quito más tu tiempo, regresa con tu acompañante.

Doy unos cuantos pasos para regresar, no quiero llorar frente a Cassandra y darle gusto.

Scarlett se ha vuelto mi droga personal, no puedo evitarla, pero tampoco quiero hacerlo.

Pensé que podríamos llegar a un acuerdo, poder recuperar nuestra relación, pero parece que la vida insiste en poner obstáculos en nuestro camino.

Cassandra me tiene amenazado, quiere que regrese con ella, con tal de no involucrar a mi hermana en el problema del parque, de lo contrario, dirá que mi hermana tuvo toda la culpa, así que no me queda de otra, que hacer lo que quiere, solo hasta el día del juicio.

Y para colmo, en un arranque de celos, tuve la estúpida idea de darle a Cassandra, el collar que Scarlett había olvidado en mi casa, el que era para mí.

Estoy seguro que si dieran un premio a la estupidez, me lo gano sin esfuerzo.

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