Capítulo 27
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Querida Scarlett.
Tal vez te extrañe la llegada de esta carta, pues nunca supiste de nosotros, pero afortunadamente tuvimos el gusto de conocerte cuando eras una bebé.
Esperamos que después de conocer la verdad, no nos odies, pues en su momento pensamos que hacíamos lo correcto. A pesar de todo lo que sucedió, nunca dejamos de pensar en ti y en tu futuro, por eso dejamos a tu nombre, todo lo que tu madre iba a heredar.
Hasta el día de hoy, todo estuvo manejado por las personas de confianza de tus padres, pero eso ha cambiado, ahora que todo pasa a tus manos.
Decidimos esperar hasta este día, pues falta poco para que termines la universidad, y te enfrentes al mundo real.
Adjuntamos a esta carta, todos los papeles de las propiedades, y aquí te dejamos un listado de las propiedades que ahora te pertenecen:
-La firma de alta costura; Rosé. Esto incluye diez sucursales en el país y el extranjero.
-La unica propiedad en el residencial Cristal, el que está justo después de la residencia donde actualmente vives. Esto, con el fin de que sigas viviendo cerca de tus padres.
-Una cuenta bancaria de sesenta millones de dólares, de los ahorros que tuvimos desde hace tiempo.
-Y por último, una cuenta bancaria de ochenta millones de dólares; pertenecientes a las ganancias de la firma Rosé.
Esperamos que hagas un buen uso del dinero, el cual es suficiente para que tengas una vida tranquila y sin preocupaciones, sin embargo; no queremos que desperdicies tu herencia, ni tu tiempo.
Pequeña Scarlett, vive. Vive cómo quieras hacerlo, no dejes que nada ni nadie se interponga en tu camino, y cumple tus sueños.
Te amamos, y esperamos que tú también llegues a encontrar el amor, y que lo defiendas con tu vida misma, si es posible.
Cuidate mucho, y no te alejes de tus seres queridos.
Atentamente: tu abuelo; Víctor McCarthy y tu abuela; Johanna Dupri.
-Esas últimas palabras parecen una advertencia -murmura Mateo, leyendo sobre mi hombro-. Como si...
-Como si ellos supieran por lo que estoy pasando ahora.
-¡No lo puedo creer, Scarlett! -grita entusiasmado-. ¡Eres millonaria, billonaria, trillonaria!
-Lo soy...
Susurro asimilando la realidad.
-¡Y eres la nueva dueña de nuestra firma favorita! ¡Ropa gratis!
Nos carcajeamos como locos, cuando Mateo se detiene de golpe.
-No me has dicho nada de tu audición.
-Cierto -Me levanto a prisa, caminando hasta mi escritorio-. Con 5antas cosas, había olvidado revisar mi correo... -explico tecleando-. ¡Aquí esta!
En la banjeda de entrada, hay un mensaje de un destino desconocido, pero no tengo más mensajes, así que supongo que este es el mensaje que espero, tiene fecha del veintiocho de diciembre.
Mateo se para a mis espaldas y comienza a leer.
-Estimada, señorita Scarlett, es un honor para nosotros, informarle que... ¡Vas a la audición, nena! ¡El ocho de febrero, el día de tu cumpleaños!
-¡Voy a la audición!
Repito levantándome de la silla.
-Vente, tienes que descansar muy bien... -me toma por los hombros y apaga la computadora-. Porque esta semana vamos a preparar esa coreografía, tienes que brillar en la audición.
-Que emoción, no creo poder dormir...
Murmuro riendo.
-Han sido días difíciles, Scarlett, no creas que no me dí cuenta de que estuviste llorando, y seguro que no fue la cebolla.
Mateo me conoce tanto como yo a él.
Nos preparamos para dormir, Mat tiene razón, en estos momentos, lo que más importa, es la audición.
Por la mañana nos levantamos tempranos, salimos a correr al parque del residencial, para después regresar a casa a desayunar, vamos a salir de compras, tengo un armario vacío que llenar.
-Con todo y guardaespaldas, ahora si eres una chica respetable.
Menciona Mat, cuando aparcamos en el estacionamiento de la boutique Rosé.
-No me queda de otra, Alan tiene que estar donde estoy yo.
Bajamos de la camioneta y hacemos nuestra gran entrada.
-Bienvenida, señorita McCarthy -saluda Javier, el gerente de esta sucursal, la cual es la que más frecuentamos-. Siempre es un gusto recibirla, y ahora más como dueña de la firma.
-Muchas gracias, Javi -observo las paredes del lugar, donde cuelgan varias fotografías mías, donde luzco los modelos de la marca, en eventos o fiestas privadas-. Necesito actualizar mi guardarropa.
-Has venido al lugar correcto, muñeca.
Javier nos sonrie ampliamente, mientras lo seguimos por el lugar.
La primera vez que pusimos un pie en esta boutique, Mateo y yo estábamos en el bachillerato, siempre hemos sido fans de la ropa de este lugar, es de muy buena calidad y los diseños son exclusivos.
«Aún no puedo creer que soy la nueva dueña del lugar».
-Estamos pensando en renovar la imagen publicitaria de la firma... -comenta Javier, despreocupado-. Ahora que eres la nueva dueña, sería bueno que tú imagen resalte en las marquesinas.
-¿A qué te refieres?
Cuestiono volteando a ver a Mateo.
-Es obvio, nena. Tienes que lucir los nuevos modelos de tu firma, salir en las revistas, la televisión, Scarlett, sería bueno renovar los comerciales de Rosé, con tu imagen.
-Mateo tiene razón, Scarlett -interviene Javier, pasándome varias bolsas de ropa, al mismo tiempo que me regresa la tarjeta de credito-. Estamos pensando en hacer un comercial, y varias fotografías para la nueva publicidad, justo en dos semanas.
No creo estar preparada para tanto, sé que puedo asumir la responsabilidad sobre todas mis propiedades, con ayuda de los empleados de mi padre, pero ser la imagen de una firma de ropa, ya es otra cosa.
-No sé si puedo...
-Piénsalo bonita -Javier me extiende su tarjeta-tienes hasta la próxima semana para avisarme, ya tenemos un concepto planeado con una casa productora, solo nos falta la modelo principal, y esa puedes ser tú.
-Lo voy a pensar -tomo la tarjeta sonriendole.
Salimos de la boutique, cada uno con dos bolsas en cada mano, las cuales guardamos en la cajuela de la camioneta. Las demás cosas que he comprado, llegan entre hoy por la tarde y mañana.
Esta vez, Alan es quien maneja, yo voy en el asiento del copiloto, mientras que Mateo, viaja en el asiento de atrás. Después de abrocharme el cinturón, levanto la vista al espejo retrovisor.
«¡Ahí está! Ese auto azul que vi aquella vez con Cloe, no creo que sea casualidad».
-¿Scarlett? ¿Me estas escuchando?
Mateo llama mi atención.
-Perdona, ¿qué dijiste?
Me asomo entre los asientos para verlo, y para mí sorpresa, el auto que vi hace un momento, ya no está.
-Que lo de la publicidad es buena idea... -voltea a sus espaldas, siguiendo mi mirada-. ¿Qué ves? -regresa su vista al frente.
-Nada, creí ver a alguien... No importa -contesto regresando a mi lugar-. Si, yo creo que es buena idea...
Murmuro poco convencida. Alan nota mi nerviosismo, así que se apresura para llegar a casa.
Una vez en la mansión, nos disponemos a comer, para después ir al gran salón, donde vamos a ensayar la coreografía, Alan permanece en una esquina del lugar, cerca del reproductor de música.
Mientras Mateo y yo, ya nos hemos puesto algo más cómodo, y calentamos un poco, antes de empezar.
-¿Tienes alguna canción en mente?
Pregunta mi amigo, revisando la playlist de su móvil.
-Money, de Lisa -respondo sin dudar-. Justo ahora, me viene como anillo al dedo.
-Vaya, no lo había pensado, pero tienes razón.
Acepta sonriente y busca la canción.
-It's the end of the month and the weekend, I'ma spend this check, everything on me, yeah, I'ma tip myself, I'ma spend it on myself, I'ma drop it like it's pouring, I'ma pour it on myself...
Money de Lisa, comienza a sonar a través de las bocinas.
-Ok, inicia de espaldas al público...
Mat me da instrucciones para ejecutar los pasos que van surgiendo en su mente. Y así pasamos las siguientes cuatro horas, marcando pasos, y creando algunos otros. Alan nos ayuda regresando la música, incluso nos ayuda con su opinión como expectador.
El resto de la semana fluye de la misma manera; nos levantamos temprano a correr, cosa que a Mat no le incomoda, pues dice que en su vida volverá a estar rodeado de hombres en uniforme, parece que es su fantasía.
Por otro lado, Alan también nos acompaña, dice que así se mantiene en forma, además de que tiene que ser mi sombra todo el tiempo.
Ya es sábado, estoy con Mat en mi habitación, alistandonos para salir.
-Pensé que no volverías a la Zona Norte -comenta él, al mismo tiempo que termina de nodular mi cabello.
-Prácticamente no vamos a la Zona Norte, sino a la montaña que está cerca de la zona, solo vamos a ver a Carola, no estoy rompinedo las reglas... -Me defiendo sonriendole a través del espejo.
-¡Eres una rebelde sin remedio!
Terminamos de arreglarnos entre risas.
Mateo ha elegido un llamativo traje de Louis Vuitton; camisa blanca, pantalones negros y un precioso saco en color rojo; con un estampado de varias figuras, en color dorado, plateado y blanco.
Mientras que yo he elegido el bonito conjunto que me dejó Cloe en navidad. Consta de una blusa en amarillo pastel, a juego con una mini falda azul marino, un saco amarillo canario, y unas botas del mismo color de la falda; llegando a unos cinco centímetros arriba de mis rodillas; dejando al descubierto la piel de mis piernas, entre el largo de la falda y las botas.
Termino poniéndome un abrigo negro, cuyo largo, es el mismo que el de la falda. Sé muy bien que afuera está helando, pero si me encuentro con Paul, quiero llamar su atención.
Esta vez vamos en mi Lamborghini.
-Tal vez debimos rentar un auto de segunda mano... -murmura Alan, viendo las miradas que los chicos le lanzan a mi auto, conforme vamos adentrandonos en la montaña-. Tal vez no debimos venir...
-Calma, Alan, mientras estemos con Mateo, nada malo nos sucederá -aseguro estacionandome cerca de la camioneta de Aldo-. Además, ya estamos aquí, vamos a divertirnos un poco.
Salgo entusiasmada, seguida por un Mateo lleno de seguridad, y un Alan sumamente serio.
Si antes nos observaban por el auto, ahora lo hacen por nuestra vestimenta, pero eso ya no me importa. Camino a paso decidido hasta el otro extremo del estacionamiento, donde Carola y Aldo ponen el ambiente, sonando la música a todo volumen, acompañados de Rebecca quien observa a Roger animando a los presentes, a través del alta voz.
-¡Chicos! -Carola nos saluda dándonos un beso en la mejilla-. Que bueno que han venido... -observa a Castillo, de pies a cabeza-. ¿Y este quién es?
-El guardaespaldas de Scarlett -responde Mat, saludando a Aldo, con un choque de puños.
-Era lo que te faltaba, Scarlett...
Escucho a Rebe hablando, pero no le presto atención, mi mirada está perdida, buscando a cierto chico.
Ese idiota de Iván se cree que podemos volver a ser amigos, que siga soñando el idiota.
Aún no termina de pagar su traición, nadie le pone las manos encima a mi chica... A Scarlett.
¡Maldita sea Paul, entiende que ella ya no es tu novia!
Tengo que enterrar este sentimiento, a como de lugar, tal vez alguna de las chicas en la casa productora, pueda ayudarme a olvidarla.
Por ahora, necesito darme prisa, la carrera está por ccomenzar y esta vez tengo que ganar, por el respeto y el dinero.
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