Capítulo 26
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Doy la vuelta sorprendida.
—¿Qué haces aquí?
—Lo mismo podría preguntarte —responde con media sonrisa, dando un par de pasos cerca de mi—. Yo vengo con los chicos —señala a la carretera, donde varios chicos y chicas en motocicleta, se han reunido—. Estamos celebrando la carrera de las chicas.
—No sabía que también ellas corrían —declaro extrañada.
—Lo hacen de vez en cuando —levanta su mano derecha, para acariciar mi cabello—. El rubio te queda increíble...
—Gracias —Le sonrío de vuelta—. ¿Tu hermana también corre?
Aprovecho el momento para saber si ya la han detenido o no.
—A veces, pero últimamente ha estado metida en muchos problemas, justo ahora está en prisión... Resulta que ella, Emma, David, la hermana de Paul y otra chica...
—Un momento, ¿la hermana de Paul? Pensé que estaba en Roma.
—¿En Roma? —cuestiona burlón—. Dayana sólo va a Roma en sus sueños, ¿quién te dijo eso?
—Escuché en los barrios, que estaba siguiendo los pasos de su madre, como directora de cine o algo asi...
—¡Que va! —deja escapar una carcajada descomunal—. La madre de Paul es directora, pero del bachillerato Lincoln, en la ciudad vecina, dime, ¿qué escuchaste de su padre?
—Que es un chef...
—No, Scarlett —Sus ojos no mienten, Scott dice la verdad—. El señor Johnson es ayudante de chef, y Dayana trabaja en el mismo restaurante, solo por las mañanas, las tardes las ocupa para andar vagando.
—Supongo que también es mentira, que Paul es un chico malo...
—Eso es verdad —interrumpe bruscamente—. Paul es un chico malo, y cuando se trata de su familia, es capaz de defenderlos con uñas y dientes, aunque contigo es diferente, no puedes fiarte de nadie que viene del barrio, ni siquiera de mí, aunque siempre he sido honesto contigo. Scarlett, el barrio es peligroso, y las únicas personas con las que podrías estar segura, solo son Carola y Aldo, ni siquiera deberías confiar en Roger o Iván.
—Descuida, seguiré tu consejo —aseguro con firmeza—. Pero, ¿qué me decías de tu hermana?
Intento retomar la conversación.
—Cierto, te decía que esos cinco idearon un plan, para atacar a una chica en el parque, o algo así, parece que fue grave, pues hay una demanda de por medio y toda la cosa.
«Ahora que sé que Dayan es la hermana de Paul, esto solo aumenta mis sospechas sobre el posible autor intelectual del ataque en el parque, no puedo creer que Paul me haya mentido sobre su familia, pero, ¿por qué lo haría? Tengo que resolver esta duda».
—Lo siento mucho, Scott.
—No, Scarlett, no te sientas mal por Cassandra, ella no ha sido buena contigo, tú no hiciste nada...
—Es que fui yo —declaro dando un paso atrás—. La chica a la que atacaron en el parque, fui yo... Y yo levanté la denuncia...
—Lamento escuchar eso, Scarlett, pero aún así, mi hermana tiene que pagar por lo que te hizo.
Su expresión y sus palabras, parecen sinceras.
—¿No estas molesto?
—Para nada, Scarlett. Mi padre nos educó para ser personas de bien, no para ir por la vida, haciendo daño a la gente, pensando que no pagaremos por ello. Cuenta conmigo para lo que necesites.
—Gracias, Scott. Solo te pido que no digas nada de esto a nadie, prefiero esperar a que nos llame el juez.
—Claro, por mí no te preocupes, seré discreto.
Caminamos de regreso a la carretera, Scott me acompaña hasta mi auto.
—Fue bueno verte —confieso volteando a ver mi casa.
Es increíble la fuerza que tiene la naturaleza, todo se conserva en buen estado; las flores que sobreviven al invierno, se despiertan poco a poco en el prado, como esperando a la primavera, y el lago que se distingue a lo lejos, comienza a descongelarse.
—Dicen que el nuevo dueño tomará posesión de todo esto muy pronto, por eso venimos a dar la vuelta, además, muy pronto me iré a comenzar mi carrera en otro país, tenía que despedirme de la montaña Santa Clara, es preciosa igual que su lago.
—Es hermoso...
—No tanto como tú.
Murmura a mi lado, haciéndome sentir incómoda.
—¿Crees que el nuevo dueño, cierre el paso al parque y el lago?
Regreso al tema, haciéndolo reír un poco, se ha dado cuenta de mis intenciones.
—No te gusta el coqueteo —asegura volteando a verme—. Si el nuevo dueño es un empresario multimillonario, de esos que no te dan ni la hora, seguro que cerrará el parque.
—No lo creo.
—¿Cómo estás tan segura?
—Porque yo soy la nueva dueña.
—¿¡Qué!?
Su expresión de sorpresa, es seguramente la que yo tuve cuando me enteré.
—Nos vemos después, Scott.
Subo al auto y lo veo sonreír, antes de marcharme.
Retomo la carretera, esta vez voy directo a la mansión. Al llegar, me encuentro con varios guardias de seguridad en la entrada, bajo del auto y camino hasta la reja, pero me detienen de inmediato.
—No puede pasar.
Señala levantando la barbilla, quien parece ser el guardia principal.
—¿Disculpa? —Me río con ironía—. ¡No me pueden impedir el paso a mi propia residencia, es absurdo!
—Lo siento señorita, pero no puede pasar, tenemos ordenes...
—¡Señorita, Scarlett! —Esmeralda llega corriendo hasta nosotros, seguida de un chico vestido de negro, que parece sobrino de Fritz; igual de elegante y serio—. ¡Dejenla entrar, ella es la hija del doctor McCarthy!
—Disculpe, señorita McCarthy —comenta el guardia—. Apenas vamos empezando...
—Olvidelo, abran la reja que tengo que meter el auto.
Pido lo más amable que puedo y regreso al auto.
Una vez dentro de la mansión, Esmeralda me pone al tanto de todo.
Mi padre ha llamado y ella le comentó todo lo sucedido, no tenía otra opción; así que desde lejos, se ha encargado de contratar la seguridad para la mansión y un guardaespaldas para mí, si, ese chico que se ve muy elegante para el trabajo; se llama Alan Castillo, por el momento se quedará en una de las habitaciones de huespedes.
Mientras que los guardias, comparten la cabaña que se encuentra al fondo del jardín. Desde hace tiempo que Penny quería tener seguridad en la mansión, pues con la nueva clínica que va a tener papá, es evidente que nuestra familia necesita protección, aunque a mi no me agrada la idea de tener a alguien siguiendo mis pasos.
—Ya me voy, señorita Scarlett —habla Esme, desde la puerta de mi habitación—. Regreso el sábado por la tarde, para tener el lugar preparado para sus padres.
—De acuerdo, Esme —camino hasta llegar a ella y la abrazo—. No quiero que te vayas.
—Lo siento, niña, pero tengo que ir a ver a mis hijos, antes de que regresen a sus clases, además, ahora que hay seguridad, me voy más tranquila.
—Esta bien —Me aparto con tristeza—. Salúdame a tu familia.
—Claro que si, Señorita.
Me sonrie y hace su camino por el pasillo, para bajar las escaleras.
No había notado a Castillo, parado frente a mi puerta.
—No pienso salir hoy, así que puedes ir a tu habitación a descansar.
Explico tranquilamente y regreso a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mi.
Camino hasta el equipo de música y lo enciendo, dando play sin fijarme en la canción que suena.
—Él siempre me recogía, en su carroza flotante, y me mostraba la luna, me leía mi fortuna, me sentía importante...
Elsa y Elmar, inunda la habitación, cantando ojos noche.
—Si yo decía la verdad, entonces, sería obvio que él también lo hacía, él me miraba con sus ojos noche, y yo le creía lo que me decía...
—¿Por qué me mentiste, Paul?
Me acurruco en la alfombra, cerca del balcón; observo la llegada de la noche, dejando que las lágrimas rueden por mis mejillas, permitiendo que mi alma encuentre su paz.
La siguiente canción hace que me confunda más, Natalie Taylor canta surrender.
—We let the waters rise, we drifted to survive, I needed you to stay, but I let you drift away...
—No quiero rendirme... Te amo, Paul... Te amo demasiado, pero la vida no nos quiere ver juntos...
Murmuro poniéndome de pie, para abrir la cortina del ventanal.
—Tal vez es como decía Lara, nuestros mundos son diferentes, sé que las clases sociales no se mezclan, pero el amor no sigue esa regla...
«¿Y si me equivoqué? No creo que Paul haya querido hacerme daño».
—Solo te quiero de vuelta, correré a tu lado, volando mi bandera blanca... Quiero estar contigo, Paul...
Caminando hacia atrás, me recuesto en la cama; llorando sin parar.
«No puedo estar sin ti, Paul...».
—¿Señorita McCarthy?
Castillo llama a mi puerta.
«¿Qué no puedo tener un momento para llorar a gusto?».
—¿Qué sucede?
Me apresuro a tomar un pañuelo y limpiar mis lágrimas, para poder abrir la puerta.
—Hay un joven en la puerta... —responde en cuanto abro la puerta, pero se detiene el verme mejor—. Su... Dice que la conoce... Se llama Matías... Ma...
—¡Mateo!
Salgo corriendo con dirección a la reja, seguida de Alan, quien apenas puede seguirme el paso.
—¡Scarlett! —grita mi nombre cuando me ve—. ¡Dile a este gorila, que me deje pasar!
—Él es mi amigo, Mateo puede pasar —informo al guardia.
Él me observa apenado, mientras Mateo levanta la barbilla con gozo.
—Usted disculpara, Señorita, pero...
—Si, lo sé, son nuevos.
Tomo la mano de Mateo y lo llevo adentro, por supuesto, Alan sigue nuestros pasos.
—Si no te importa, quiero hacerte compañía, por lo menos hasta que lleguen tus padres —Me informa Mat, sañelando la maleta que trae en la mano.
—Por mí, te puedes quedar a vivir conmigo —aseguro abrazándolo.
Una vez que nos encontramos en mi habitación, comparto con Mat, todo lo que ha pasado durante el día, obviamente esta igual de ansioso que yo, por saber qué dicen los papeles que mis abuelos me han dejado.
Así que, una vez que se ha instalado, nos acomodamos en mi cama, le muestro los papeles de las propiedades que mi madre me heredó, y seguimos con los papeles del otro folder.
—¡Ábrelo ya! —esta más emocionado que yo—. Tengo mucha curiosidad, por saber qué te dejaron tus abuelos.
—Ya voy, no lo abrí antes porque quería hacerlo con mi abogado, pero no creo que sea tan difícil de entender.
Explico abriendo el folder, en su mayoría son papeles que acreditan el derecho sobre varias propiedades, pero me centro en la primera hoja, que parece ser una carta.
Cassandra no quiere soltar prenda de nada, mi hermana y los demás están igual, no quieren decirme, quién es la persona a la que atacaron, pero me imagino que será alguien influyente, así que, no me queda de otra, que salir a las carreras, tengo que juntar más dinero para poder pagar un buen abogado, pues no creo que me quieran dar un préstamo en la casa productara, y menos porque voy empezando.
Seguro que si Scarlett estuviera conmigo, ya me habria ofrecido la ayuda de sus influencias, además, su madre es la mejor abogada del país, seguro que ella sacaría a mi hermana de este embrollo, solo con chasquear los dedos.
Mi muñequita... Espero que estés bien.
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