Capítulo 23
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—Ustedes dos, pueden esperarme en mi oficina —señala la puerta frente a nosotros.
—Mientras tanto, ¿puedo revisar el expediente de mi cliente? —pregunta Gerardo abriendo la puerta.
—Justo está en mi escritorio, en el folder azul, ahí esta toda la información que necesita saber del caso —responde el detective.
—De acuerdo, aquí los esperamos.
Carola y Gerardo entran a la oficina, mientras Harrison abre la puerta y entramos a otro pequeño pasillo, lo recuerdo bien, aquí fue donde me interrogaron aquella noche.
—Ellos no podrán escucharte, así que no temas hablar, solo nosotros podemos oírlos —explica cuando llegamos al final del pasillo.
Es esa cámara de Gesell que se ve en las películas, donde hay un espejo doble, por donde puedes ver a las personas, pero ellas no te ven a ti.
—¿Lista? —cuestiona levantando su mano, cerca de un pequeño botón en la pared.
Respiro profundamente.
—Si.
—Ellos son los dos que logramos atrapar hace unos días, no han soltado prenda, del paradero de los otros dos.
Me explica en detective Harrison, cuando, del otro lado del espejo, aparecen dos individuos acompañados de un oficial.
—Tomen asiento.
Escuchamos al policía hablar, a través de la pequeña bonica en la pared. Ambos sujetos toman asiento, con la cabeza baja, por lo que no puedo distinguirlos aún.
—Esta es su última oportunidad para hablar —comenta el oficial—. Así que, díganme, ¿dónde están sus cómplices?
—Ya se lo dijimos poli —responde uno de ellos.
Su voz me resulta familiar, aunque...
—Si salieron de la Zona Norte, no sabemos dónde están.
«¡Oh, por Dios!».
Ambos levantan la cabeza, así puedo confirmar mis sospechas.
—¿Nadie ha venido a vernos? —pregunta el chico.
No pongo atención a la respuesta del oficial, pues mis pensamientos regresan a la noche en el parque..
—¿La niña rica se extravió?
—Te aseguro que esto no te dolera... Te va a gustar pastelito...
«¡Yo sé quiénes son!».
—Señorita McCarthy, ¿esta usted bien?
La voz del detective me hace reaccionar.
—Ya los había visto... Reconozco sus voces... —susurro aún incredula—. Él se llama... David... Y ella es... Emma... —murmuro respirando de manera agitada.
—Efectivamente, esos fueron los nombres que nos dieron.
—¿Nadie los ha visitado? Tal vez, alguno de sus cómplices ya vino, y no se dieron cuenta...
—No —interrumpe serio—. Los atrapamos en la montaña, estaban en las carreras, y a pesar de que estaban rodeados de gente, nadie ha venido a reclamar nada, las otras dos cómplices lograron escapar, aunque ya dimos con una, la otra sigue profuga.
—Entonces, ¿saben quienes son?
Antes de que responda, uno de los oficiales nos interrumpe.
—Detective, la chica está aquí.
—Traiganla al interrogatorio —pide oprimiendo el botón rojo de la pared—. Que entre con ellos y manden dos oficiales más.
—En un momento, detective —asiente y se aleja por el pasillo.
Esperamos unos minutos, cuando vemos entrar a la chica en la habitación, acompañada de dos oficiales, quienes permanecen en las esquinas de la habitación, mientras un tercero, le acerca un folder con varios papeles.
—Tome asiento... Señorita... ¿Johnson? —cuestiona el oficial frente a ella, leyendo los papeles sobre la mesa.
«¿Johnson, tendrá algo que ver con... Paul?».
—Si, me llamo Dayana Johnson —responde altanera.
«¡No puede ser!».
—¿La conoces? —cuestiona el detective, sosteniendome por los hombros.
—Tal vez... no estoy segura...
Pongo atención al interrogatorio.
—Señorita Johnson, ¿sabe por qué está aquí? —cuestiona el oficial, en la habitación.
—Si, por atacar a esa fulana, Scarlett, o como se llame —responde volteando a ver a sus cómplices.
—Sus amigos ya dijeron que no tenían nada que ver con el plan, que solo estaban contratados para ejecutarlo, puede decirme, ¿dónde está la chica faltante? Y ¿quién planeó todo?
—La mente maestra de todo, es Cassandra Collins...
—¡Dayana! —La reprende David y Emma.
«¡Claro, tenía que ser Cassandra!».
—La chica faltante no era profesional, una amiga de Cassandra, así que no pierdan su tiempo buscándola, ella quería venir a entregarse y contar toda la verdad, así que, alguien le dio cuello, de eso no sé nada, la encontraron en un lote baldío.
Uno de los oficiales sale de la habitación, me imagino que va a reportar la nueva información a sus superiores.
—¿Eso qué significa? —cuestiono al detective.
—Alguien... La quiso callar... matandola —responde con cautela.
La sorpresa me invade.
«¡Esto no puede estar pasando! La amenaza era real, y ella quería ayudarme, es triste que haya pagado con su vida, después de todo, los culpables pagarán en prision».
—Supongo que... Ahora van a buscar a Cassandra...
—Ya la están buscando —Me interrumpe Harrison—. Ya se había dado a la fuga desde hace tiempo, y como solo teníamos sospechas de su participación, solo la localizamos, pero con esta nueva información, se acaban de encender las alarmas.
Regreso mi vista al espejo, el interrogatorio aún no termina.
—¿Cuál era la finalidad de atacar a la joven? —cuestiona el oficial.
«Esta respuesta me interesa».
—Alejarla de la Zona Norte, todos saben que es un lugar prohibido para las clases sociales altas —responde rodando los ojos—. Y en lo personal, quería alejarla de mi hermano... Él quedó encandilado de esa riquilla, pero todos sabíamos que sólo era una distracción de un rato, así que solo adelanté las cosas, y no la quiero cerca de los míos. Yo no tengo nada que hacer aquí, solo la corretie por el parque...
—¡Mentira! —Emma toma la palabra—. ¡Tu eras la que la quería ver pelona, por eso le cortaste el cabello!
—¡Callate, Emma! —grita Dayana molesta—. Tu querías que se alejara de Scott, tú le diste la idea a David, para que abusara de ella...
—¡A mi no me metan! —interfiere David, poniéndose de pie—. Que al final ni lo hice, porque la amiga de Cassandra no me dejó...
—¡Pero querías hacerlo!
—¡Tú cállate traidora!
Los tres discuten, mientras el oficial intenta calmarlos, pidiendo la ayuda de los oficiales.
—¿Qué va a suceder ahora? —cuestiono viendo al detective.
—Ahora que Dayana a aceptado lo que hicieron, volverán a declarar, la juez que está llevando el caso, dará un lapso de tiempo, para que sus abogados reúnan pruebas de su inocencia, si es que las hay, y seguiremos buscando a Cassandra.
—¿Y yo?
—Recibirá una notificación del juez, para asistir al juzgado, más o menos como en un mes... —señala el pasillo con su mano, para caminar a su oficina—. Creo que esta vez, será necesario que hable de esto con sus padres, ya que, la noticia podría salir en los periódicos, y tratándose de su apellido, hasta en los medios audiovisuales.
—Claro, lo haré —aseguro, y entramos a su oficina.
Después de hablar de todo el proceso legal con mi abogado, el Detective me pide que este al pendiente de la notificación.
Gerardo regresa a su despacho, a estudiar el caso, mientras que yo, llevo a Carola a su casa, aprovechando el trayecto, para contarle todo lo que escuché en aquella habitación.
—Con tantas cosas, ni te desee un feliz año nuevo —menciono abrazándola—. He traído muchos regalos para todos, tal vez mañana puedas pasar a mi casa, no creo regresar por aquí.
—Esta bien —nos soltamos, con nostalgia—. Entiendo tus razones, aunque te vamos a extrañar por acá.
—Ustedes siempre serán bien recibidos en mi casa —Le comento dejándola en las escaleras de la emtrada—. Debo irme, todavía tengo que ver a Mateo, y ya se está haciendo tarde.
—Claro, ve con cuidado.
—Feliz año nuevo, Carola.
—Feliz año nuevo, Scarlett.
Le sonrío y camino de regreso a mi auto, cuando Aldo llega, en compañía de Paul, quien se ve bastante tomado. Parece que han pasado días desde que lo vi, pero sólo han sido horas.
—Buenas tardes, Scarlett —saluda Aldo, tomando a Paul por los hombros, para que este no caiga.
—Buenas...
—¡Noooo le hablessss, a essssaa... trrrraidoraa! —grita Paul, con molestia.
«Ha estado bebiendo».
—Cuidalo, por favor —pido con las lágrimas al borde, Aldo solo asiente y me apresuro a subir a mi auto.
Enciendo el equipo de música, la voz de Kenia Os llena el ambiente, con Escríbeme.
«¡Rayos! ¿Por qué el ambiente tiene que estar tan triste?».
Tomo la carretera, solo quiero ver a Mat, sé que puedo hablar con él, desahogarme y contarle lo que no le comenté a Carola; mis sospechas sobre el plan de Paul.
Ahora que sé, que su hermana tuvo algo que ver con lo que me sucedió en el parque, tengo la teoría de que; Paul la envió, por algo él no llegó esa noche, desde un principio él me quería fuera de la Zona Norte, y aunque Dayana dijo que fue Cassandra la mente maestra de todo, pudo haber mentido.
Después de todo, el traidor puede ser Paul.
Unos minutos después, estoy en casa de Mateo, James también está aquí, y sin pensarlo dos veces, les comparto todo lo que ha sucedido.
—Ya no veas tantas series policíacas, Scarlett —Me reprende Mat, en cuanto termino de hablar—. No creo que Paul tenga una mente tan macabra.
Acaricia mi cabello, cepillandolo con sus dedos.
—No lo defiendas, Mati —ataca James desde el sofá—. El idiota le acaba de romper el corazón.
Sus palabras me hacen recordar todo lo que ha sucedido este día.
—¡Hay, James! Mira lo que hiciste —exclama Mateo.
Me refugio en sus brazos permitiéndome llorar, como no lo hace una señorita, aunque a estas alturas ya no importan las reglas de etiqueta, solo quiero despertar de esta terrible pesadilla.
—Lo siento, Scarlett —James se une a nuestro abrazo.
—Él piensa que lo traicioné, que jugué con sus sentimientos...
—Pero, ¿por qué, nena? Lo último que me contaste, fue que él había salido con su familia, y que regresaba para el año nuevo...
—Iván me besó —Lo interrumpo de golpe.
Ambos se sorprenden con exageración.
—¡Dijiste que ese chico no te gustaba! —reclama Mat, pasándome un pañuelo.
—Y es la verdad —respondo aún llorando.
—¿Entonces, cómo sucedió lo del beso? —cuestiona James con interés.
No cabe duda que Aldo es un buen amigo, ha venido por mí hasta la cantina, solo porque es más fuerte; ha podido levantarme, de no ser por él, no sé dónde hubiese terminado, amigos como él, valen la pena, no como el traidor de Iván, ese idiota que se decía mi hermano, no sabe en lo que se metió, conmigo no se juega.
Y mi Scarlett, mi hermosa Scarlett, no quiero perderte, pero tampoco puedo aferrarme a una mujer como tú, desde el principio estaba claro, que esto no iba a funcionar, somos de mundos diferentes, con vidas diferentes.
Este es el adiós, mi muñequita, hoy fue el último día.
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