Capítulo 22
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—Por favor... —pido en un susurro.
Hace más de media hora que me he quedado sentada frente a su puerta, cuando de pronto, esta se abre.
—¿Sigues aquí? —cuestiona en cuanto me ve en el suelo.
—Tenemos que hablar...
—¡Largate! Seguro que Iván si quiere escucharte —cierra la puerta y camina directo a su garaje.
Mi corazón palpita desesperado, las cosas no pueden terminar así.
—Por favor... —Me pongo de pie y corro a su lado, tomo su mano, pero me aleja con brusquedad—. Lo siento... Paul... Dejame explicarte...
—No importa lo que digas, el daño está hecho... Solo fui un idiota que creyó en tus palabras, te obsequie mi corazón y me lo regresaste echo giras...
—Perdóname...
Se coloca el casco y sube a su moto, me aparto y lo veo salir a toda velocidad por la carretera.
Camino hasta mi auto y subo pensando en mi objetivo, tengo que saber por qué lo hizo, por qué destruyó lo que tenía con Paul, por qué él.
—Iván...
Manejo entre las calles de los barrios, Christina Perri me acompaña, cantando Distance.
«¡Genial!».
—Hola, ¿esta es la residencia de los Morett? —cuestiono al chico flacucho que acaba de abrir la puerta.
Según me orientaron en el camino, aquí vive Iván.
—¿Residencia? —repite riéndose—. Morra, estas chiflada.
—¿Cómo?
—Axel, ¿quién era?
Iván aparece en el marco de la puerta, se sorprende al verme, su pómulo derecho tiene un hematoma, creo saber quién le ha echo esto.
—¡Scarlett! Pensé que estabas de viaje... ¿Estuviste llorando? ¿Te pintaste el cabello?
«Vaya genio».
—¿Conoces a la guerita? —pregunta Axel, viéndome de manera extraña.
—Por favor, regresa con los chicos, en un rato voy —pide empujando al chico para que regrese al interior.
—Pero... Yo quiero... —intenta acercarse a mí, pero Iván lo empuja nuevamente.
—Disculpalo, no tiene buenos...
Le propino una fuerte bofetada, lo que al parecer esperaba.
—Supongo que lo merezco... —murmura acariciando su mejilla.
—¿Por qué lo hiciste? —cuestiono con rabia—. No debiste hacerlo, y menos con mentiras...
—Lo siento Scarlett, él regresó y vino a verme, estuvimos platicando de la cena, yo intenté no dar detalles, pero con tantas preguntas que me hizo... al final se me salió, no fue mi intención...
—¡Como haya sido...! Ahora me odia... —Me alejo de la puerta y camino hasta la acera—. Debía saberlo por mi, no por otros, y mucho menos con mentiras.
—Pero yo no mentí —replica cruzando los brazos, al mismo tiempo que se queja, seguro que la pelea con Paul, ha sido muy grave—. Solo le dije que te dí un beso, y ya.
—Pues él piensa otra cosa... Piensa que tú me hiciste esto... —señalo mi labio interior y aparto la vista hacia la calle—. Ya no puedo confiar en ti... No debiste decirle nada, Iván.
—Lo sé, y lo siento... creeme... lo que menos quería... —Se acerca a mi, tomando mi rostro entre sus manos—. Me gustas mucho, Scarlett, pero no quería darte problemas con Paul, es como mi carnal, nunca le jugaría chueco, solo lo hice porque él me había dicho que aún no estaban juntos otra vez, no pensé que estuviera mal...
—Pues ya ves que si —Me aparto regresando a mi auto—. Como sea, ya no importa.
—Intenté decirte, pero no contestaste mis mensajes.
—Si. Esta bien.
—Perdóname, princesa...
—No basta con decirlo, el perdón se gana —declaro con seriedad.
Subo al auto y lo pongo en marcha. Manejo hasta la casa de Carola, necesito a alguien que me escuche.
—Buenas tardes, señor Snow —saludo amablemente, cuando me abre la puerta.
—Buenas tardes, Scarlett, ¿vienes a ver a Carola? —cuestiona dándome paso.
—Si, estaba por el vecindario...
—¡Scarlett! —Carola viene corriendo desde las escaleras.
—¡Con cuidado, Carola! —advierte su padre.
—¡Estoy bien! —asegura entusiasmada—. No sabía que ya estabas de regreso. ¡Y de rubia!
El señor Snow se ríe ante la situación, y se aleja con rumbo a la sala.
—Llegué anoche, pero era muy tarde para venir.
—No importa, tenemos mucho de que hablar...
—Un momento —La detengo de golpe—. ¿Tu padre lo sabe? —cuestiono sorprendida.
—Vamos a mi habitación —toma mi mano y subimos las escaleras.
Recorremos un pasillo corto, con tres puertas a cada lado, llegamos al final y entramos a la puerta derecha.
—Que bonita habitación —menciono quitandome el abrigo—. Gracias —tomo la taza de café, que me ofrece.
—Sé que no es ni la mitad de tu habitación, pero siéntete en casa —menciona sentándose en un afelpado sofá doble, que se encuentra junto a su ventana.
—No digas eso, aquí es como en casa —comento bebiendo un sorbo.
—¿Hablaste con él? —pregunta de pronto.
—Si, ¿cómo lo sabes?
—Aldo... Siempre que Paul se siente mal, o necesita a alguien que lo escuche, llama a Aldo.
—¿Ustedes sabían... del beso? —cuestiono con vergüenza.
—Nos enteramos al mismo tiempo que Paul, estábamos todos en la guarida, les quise dar la noticia de mi embarazo, pero justo Pauñ preguntó por la fiesta, entonces Iván trató de evitar el tema, él no es bueno guardando sus emociones, así que, Paul se dio cuenta, y comenzó a preguntar y preguntar, hasta que el pobre de Iván, tuvo que confesar, todos creímos que era broma, pero nadie cuenta una broma con seriedad.
—No quería causar problemas.
—Lo sabemos, Paul no dejó a Iván terminar de hablar, pero los demás escuchamos toda la historia, sabemos que fue Iván quien te besó y que tú no respondiste al beso, pero Paul no quiere escucharnos, es un necio.
—Supongo que, hay que dejar que se le pase.
—Sinceramente, no lo sé, nunca lo vimos enamorado, así que... No sabemos cómo actuar.
—Bueno, si Aldo esta con él, me quedo más tranquila, pero...
—¿Pero qué?
—Paul dijo... —rememoro sus dolorosas palabras—. Dijo que ya no me quería...
—Scarlett —Me toma entre sus brazos y me suelto a llorar—. Estaba molesto, seguro que no es verdad, Paul te adora...
—Pero duele... Sus palabras duelen... No quiero perderlo, Paul es muy importante para mí... Yo... Lo amo... —murmuro dejando salir todo el llanto.
—Llora, desahogate, Scarlett —susurra acariciando mi espalda.
—Lo siento... —Me aparto limpiando mis lágrimas—. Solo vengo a darte problemas.
—No digas eso, Scarlett, somos amigas —Me acerca un pañuelo—. Y si puedo ayudarte en algo, con gusto lo haré.
—Gracias, Carola, eres una gran amiga —declaro aún llorando—. Mejor cuéntame de ti, no quiero pensar en él, por ahora.
—Pues mis padres ya saben de mi embarazo —comienza acomodandose en su lugar—. Después del pequeño incidente con Iván, esperé un par de días para contarlo a los demás, obviamente el primero en saberlo fue Aldo, esta vuelto loco, y sus padres están muy emocionados, aunque nuestros padres piensan que somos muy jóvenes para tener un bebé, piensan apoyarnos.
—Que bonito, voy a ser tía —tomo su mano, cuando la veo derramar un par de lágrimas—. Vas a ser una gran mamá, Carola, de eso estoy segura.
—Disculpa, esto del embarazo me ha puesto muy sensible.
Antes de poder abrazarla, mi móvil nos interrumpe.
—Debe ser Tay... —camino hasta el perchero, donde se encuentra mi abrigo, y saco el móvil—. Los llamé antes de venir, pero...
—¿Quién es? —pregunta al ver mi expresión.
—De la residencia —respondo extrañada, y tomo la llamada—. ¿Esme?
—Señorita McCarthy —contesta Esmeralda, su voz se oye extraña—. Hace unos días que la han estado buscando, acaban de llamar nuevamente, con tantas cosas se me había olvidado decirle.
—¿Quiénes?
—De la estación de policías, un detective... Amm... No recuerdo el nombre, pero quieren que vaya a la estación del norte, dijo que tiene información importante.
—¿Te dijo cuándo debía presentarme? —cuestiono poniéndome el abrigo.
—En cuanto pudiera, dijo que era urgente, y que si podía, llevara un abogado... —responde nerviosa—. ¿Quiere que le llame a sus padres?
—¡No, no, no, no!
Mi madre sigue en recuperación, lo que menos necesita, son problemas.
—Mamá sigue delicada, por favor, si llaman, no les digas nada, ya lo haré yo, cuando regresen.
—Como usted diga, señorita.
—Bien, te veo al rato, Esmeralda —termino la llamada y me dirijo a Carola—. El detective Monroe, tiene noticias sobre mi caso.
—Voy contigo —toma su abrigo y salimos sin avisar.
Vamos en mi Mercedes, directo a la estación del norte, en el camino llamo a uno de los abogados que trabaja con mi madre, es sobrino de la mano derecha de Penny, se llama Gerardo Aguilar, si bien, no nos conocemos mucho, de todas mis opciones, es el más discreto y ha aceptado llevar mi caso, por ser hija de quien soy.
—Ahí esta —murmuro viendo al joven, bajando de su auto.
Estaciono mi auto a su lado, Carola y yo bajamos en seguida.
—Buenas tardes, señorita McCarthy —saluda amablemente, solo nos lleva unos cuatro años, y ya se siente mayor que nosotras.
—Buenas tardes Gerardo, solo dime Scarlett —estrecho su mano derecha—. Ella es mi amiga, Carola Snow.
—Un gusto, señorita Snow —La saluda, igual de cortez.
—Vamos, que ya nos esperan.
Los tres entramos al lugar, de inmediato nos recibe el detective Harrison.
—Señorita Sanders —estrecha mi mano con cautela, creo que es momento de la verdad—. Que bueno que ha venido...
—En realidad... —volteo a ver a Carola, ella asiente y continúo—. Mi apellido es McCarthy, no lo dije antes, porque no quería un escándalo, y mucho menos ahora, pero creo que es necesario que sepa quien soy.
—McCarthy... —murmura meditando—. ¿Es hija del doctor McCarthy? —cuestiona sorprendido.
—Si, y él es mi abogado; Gerardo Aguilar, y mi mejor amiga; Carola Snow —respondo con seguridad, y él estrecha las manos de ambos—. ¿Cuál era la información que tiene de mi caso?
—Claro... —intenta concentrarse—. Tenemos los videos de las cámaras de seguridad del parque, y de algunas calles cercanas al lugar.
—¿Tienen a los culpables? —cuestiona mi abogado.
—Vengan conmigo —Lo seguimos por el corredor, llegamos al final y se detiene de golpe—. Aquí solo puede pasar, la señorita McCarthy —informa con respeto—. Puedo decirles que, tenemos los rostros de los culpables, pero sólo hemos encontrado a dos.
Dicen que las penas con pan, son menos, pero esta pena, sólo podré curarla de una forma.
Voy a regresar de lleno a las carreras, necesito distraer mis pensamientos, olvidarla, ya no quiero amarla.
Estoy consciente de que no puedo descuidar mis estudios, solo me falta un semestre para terminar, y además me he esforzado demasiado para llegar lejos...
No puedo creer, todo lo que esta provocando esa chica en mi, jamás imaginé que mi vida cambiaría tanto.
Pero se acabó, en mi vida ya no hay espacio para el amor.
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