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En cuanto doy la vuelta, me encuentro con el innombrable.

—Scarlett, te ves guapísima —toma mi mano, para llevarme a bailar, pero me detengo a solo unos pasos de la pista.

—No te equivoques, Drew —Lo obligo a soltarme y doy un paso atrás—. El echo de que tus padres estén aquí, no significa que...

—Tienes razón —acepta bajando la mirada—. Pero no sabes lo que me duele no estar contigo...

—Ahí esta Lara para consolarte —Lo dejo con la palabra en la boca, y me acerco hasta mis amigos.

Tomo la mano de Max, el hermano de Mat, y lo invito a bailar conmigo, por extraño que parezca, agradezco que su novia no esté aquí.

Iván sigue bailando con Nora, Cam y Josh están con ellos, pero no entiendo por qué no puedo dejar de verlo.

«¿Celos?»

Para nada, Iván es mi amigo y yo estoy con Paul, bueno, aún no, pero casi.

—¡Scarlett! —Max llama mi atención.

—¿Qué pasa? —pregunto intentando seguir el ritmo de la música.

—No sabes ni lo que estás bailando —responde riendo.

Volteo a verlo, las parejas ya se formaron, y yo estoy bailando como loca levantando las manos.

—Si... yo...

—¿Tan enamorada estás de ese chico? —cuestiona acercándose a mi, para bailar como los demás.

—¡No, no, no! Eso no... Solo somos amigos... Yo no...

—Ha, ha —Su cuerpo se acerca al mio, mientras bailamos algo pop—. Pues no parece Scarlettita —acerca sus labios a mi mejilla—. Si te interesa, podrías ponerlo celoso.

—No podría —aseguro viéndolo a los ojos—. No soy ese tipo de chica.

—Tienes razón, la perfecta Scarlett McCarthy, guarda la compostura.

Max tiene razón, las escenas de celos no son lo mío, pero desde que comencé a experimentar el amor, es lo único que pasa por mi cabeza; el monstruo de los celos.

—No es eso.

—¿Entonces?

—No le veo el caso, cuando una persona está segura de lo que siente por ti, y tú estás seguro de lo que sientes por esa persona, a menos de que haga algo cuestionable, no hay espacio para los celos.

—Ojalá mi novia fuera como tú —declara cuando termina la canción.

—Afortunadamente cada persona es única, y estoy segura de que hay una buena razón para que estés con ella.

—Que hábil eres para librarte del coqueteo.

Una nueva canción comienza y lo veo con intenciones de acercarse.

—Yo... Debo... Prometí a mi profesor, una pieza —Sin esperar respuesta, camino hasta encontrarme con Fritz, quien se encuentra a lado de la mesa de bocadillos—. Hola...

—¿Me permite esta pieza? —cuestiona extendiendome su mano derecha.

—Con gusto.

Le sonrío y caminamos a la pista, cerca de Nora e Iván, los veo de reojo, bailando muy cerca.

—Bailas muy bien, Scarlett —Fritz llama mi atención, para después darme una vuelta.

—Tomé clases de baile, cuando era niña —confieso apenada—. Mi padre dice, que tengo un alma vieja, me encanta el foxtrot.

—¿En serio? —cuestiona sorprendido—. A mi también, tu madre fue la que me introdujo al mundo del baile —revela, con una diminuta sonrisa—. Ella era buena bailando, yo era un desastre.

—No lo parece, lo haces muy bien —aseguro sonriendole.

La pieza termina, y los invitados aplauden. Mi sonrisa se borra, cuando veo a Nora, acariciando el cuello de Iván.

—Ya regreso —camino directo hasta el pasillo, chocando con Lara.

—¡Fijate! —grita molesta limpiando su vestido.

—Solo es agua, Lara —paso por su lado, pero me detiene jalando mi brazo.

—El echo de que me hayan obligado a desmentir lo que dije de ti, no significa que seamos amigas, sigo odiandote...

—¡Ese es tu problema! —interrumpo molesta.

—¿Esos guarros son tus amigos? —levanta la mirada a la pista y regresa a verme—. Se nota a kilómetros.

«¿Y eso qué tiene que ver?».

—Ese no es tu problema, si no quieres estar aquí, la salida está por allá —señalo a la puerta con molestia—. No tienes por qué ser grosera.

—¡Auch! —pone la mano sobre su pecho—. ¿Quién te hizo enojar, Scarlett? ¿Tu novio? —suelta una carcajada dramática—. O será que... ¿Nora te quitó a tu acompañante? ¿Ese es tu novio?

Observo a la pista, Nora ya esta de regreso en su mesa, e Iván se ha acercado a la cabina del DJ, junto con Roger, no sé si es bueno que ambos mundos se mezclen.

—Él no es una pertenecia, así que no me han quitado nada.

—Ni quien quiera quitartelos —declara altanera—. Esa bola de pandilleros no merecen ni la hora.

—No te atrevas a insultarlos —advierto viéndola a los ojos—. O me veré obligada a repetir lo que sucedió en la cafetería.

—No te atreverías —Ella sabe que no puedo armar un escándalo aquí—. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda, y esos pobres mañana volverán a ser lo que siempre han sido —Da un paso para quedar frente a mi—. Las clases sociales no se mezclan, Scarlett, ya deberías saberlo.

—Afortunadamente, no pienso igual que tú.

Sin más que decir, me retiro por el pasillo.

Subo a mi habitación, cerrando la puerta a mis espaldas.

—¡Ya no puedo más! —salgo al balcón inhalando profundamente—. Estoy cansada de seguir las reglas —declaro levantando la mirada al cielo—. Ayúdame mamá...

Mi celular está sonando sobre la cómoda.

—¡Bueno! —atiendo la llamada con molestia.

—Lo siento, creo que llamo en mal momento.

—¡No! No cuelgues —pido calmandome.

—¿Qué sucede, muñequita?

—Es... La noche ha sido algo egetreada, y tú no estás aquí...

—Lo sé y lo siento, pero surgió una emergencia...

—Descuida —Lo interrumpo rápidamente—. No te preocupes, solo espero que el problema se resuelva y que tú estés bien.

—Estoy bien, bonita, sinceramente no sé qué sucede, cuando regresemos a casa te lo cuento todo... —escucho un suspiro largo—. En fin, solo llamo para darte tu regalo de navidad.

—¿Cómo?

—Revisa tu armario.

—¿El armario? —me adentro en el y comienzo a pasar la mirada por todos lados.

—Busca en los últimos cajones de la derecha, el primero.

—¿Cómo lo hiciste? —pregunto abriendo el cajón, encontrando una pequeña cajita plateada, con un moño blanco.

—Taylor —escucho su risa sexy.

—¡No puede ser! —exclamo al ver el contenido de la caja—. ¡Es hermoso!

Un delicado collar de plata, con un dije en forma de copo de nieve, me recuerda al fin de semana en el lago.

—¿Te gustó? —pregunta al otro lado de la línea—. Sé que no es como las joyas a las que estas acostumbrada, pero...

—¡Es mucho mejor! —pongo el altavoz y me coloco delante del espejo—. Además, se ve muy bien con mi vestido.

—Como quisiera poder verte.

—Te mandaré una fotografía más tarde, y un video de mi baile con Mat...

—¿Cómo?

—¡Oh, cierto! No te lo mencioné antes, porque era una sorpresa —respondo tomando el móvil de nuevo—. Cada año, Tay y yo ofrecemos un acto en la cena de navidad, pero este año se nos dificultó preparar algo, así que, Tay va a interpretar algo con su prometida, y yo bailaré con Mat.

—Esperaré paciente por ese video —murmura provocativo.

—¡Controlate, Paul! —pido riendo, en ese momento llaman a la puerta—. Tengo que irme, me están buscando.

—De acuerdo, Scar, nos vemos pronto, te mando muchos besos.

—Hasta pronto, Paul —suspiro sonriendo—. Te quiero mucho.

—Y yo a ti —termina la llamada y me apresuro a abrir la puerta.

—¡Escarlata! —Tay y Mat están frente a mi, con atuendos totalmente diferentes a los que traían hace un momento—. Tienes que cambiarte, la subasta ya va a la mitad, y en cuanto termine, daremos nuestro espectáculo.

—Vamos, que te ayudo a arreglarte —Mateo entra directo a mi armario.

—Nos vemos en el escenario —Tay me sonríe y asiento nerviosa, para verlo alejarse.

Después de terminada la subasta, Taylor y Cloe se preparan en el escenario, mi hermano va a tocar el violin, acompañado del violonchelo de Cloe. Cuando éramos niños, nuestros padres nos dieron a elegir un instrumento para aprender a tocarlo, yo elegí la guitarra y el piano, pero soy más fan del baile.

—Buenas noches, soy Cloe Cook, en compañía de Taylor McCarthy —Cloe toma la palabra—. Esperamos que estén pasando una bonita velada, a continuación vamos a interpretar una pieza de Tchaikovsky, esperando que sea de su agrado.

Los invitados aplauden y después de unos segundos, se hace el silencio.
Taylor es quien inicia con el Concierto para violín en Re Mayor Op. 35, mientras Cloe aguarda a su turno.

—Tu hermano es un prodigio —murmura Mat a mi lado, después de unos minutos de apreciar tal obra.

Ambos nos quedamos detrás del escenario, esperando a que termine la presentación.

—Esa pieza es de las más difíciles de interpretar —volteo a verlo sobre mi hombro—. ¡Ya deja ese moño en paz!

Mateo ha elegido un esmoquin impecable para esta noche, dejando atrás el traje con el que llegó. Es tan negro como la noche, y el corbatin que lleva puesto, es de un azul bebé que combina perfecto con el tono de mi vestido.

—Es nuestro turno —Por fin deja el corbatin tranquilo.

Todos en el salón aplauden a la gran interpretación de mi hermano y su novia.

—¡Que magnífica interpretación, señorita Cook, y joven McCarthy! —habla el maestro de ceremonias—. A continuación tenemos un gran número, para cerrar esta velada...

—Estoy nerviosa —confieso frotando mis palmas.

—¿Y eso por qué? Aquí no está tu galán —Mat echa un vistazo a la mesa de Carola y los chicos—. O será que...

—Nada —freno sus pensamientos, al igual que los míos—. Solo quiero causar una buena impresión con mis amigos.

—¿Con tus amigos, o con cierto chico...?

—No empieces Mat...

—¡Demos un aplauso de bienvenida, a la señorita Scarlett McCarthy, y al joven, Mateo Warren!

Sin saberlo, el maestro de ceremonias me acaba de salvar.

Mat toma mi mano y caminamos hasta el centro de la pista, esperamos un momento a que los aplausos terminen.

—Solo piensa en él —toma mi mano derecha con su mano izquierda, y con su mano libre toma mi cintura.

Sonrío ampliamente, al escuchar el inicio de Love, cantada por Frank Sinatra.

¡La policía!
La policía es la que está buscando a mi hermana, por esa razón es que estamos escondidos aquí.

Es por eso que venimos hasta la frontera, solo para que no la atrapen, no sé qué diablos hizo ahora, pero si la policía la está buscando, debe ser algo grave, así que no me queda de otra, más que regresar.

No puedo verme inmiscuido en esto, no ahora que tengo la oportunidad de regresar con Scar, sus padres no lo verían bien.

Mañana mismo regreso a la ciudad, con o sin mis padres.

Solo espero que sigas pensando en mi, muñequita.