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Capítulo 14

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Nunca imaginé pasar todo un fin de semana a lado del hombre que ha robado mi corazón. Estos días se han vuelto un sueño, del que no quiero despertar.

Carola y yo pasamos el día juntas, los chicos se han ido a escalar, o por lo menos a intentarlo, nos veremos con ellos por la tarde, tienen una extraña sorpresa.

—¿Qué será lo que tienen preparado los chicos? —Me pregunta ella curiosa, mientras caminamos a la zona departamental del lugar.

Hay una pequeña plaza cerca de la recepción, cuenta con algunas tiendas de diversos artículos; recuerdos en forma de llaveros, tazas, playeras, etc, tiendas de comida y algunas de ropa, que es a donde nos dirigimos, vamos a buscar un par de vestidos para esta noche.

—No tengo ni idea, pero no quiero que este fin de semana se acabe —declaro entrando a la primera tienda.

—Lo sé, yo tampoco me quiero ir —menciona revisando los vestidos de noche.

—Yo sé que no te gusta hablar de las personas, pero... —tengo un sin fin de preguntas que hacerle—. Quiero saber sobre Paul...

—Se nota que me vas conociendo —sonríe sacando un hermoso vestido en vino, del perchero—. Solo puedo hablar de lo que yo he vivido con él y la familia —explica volteando a ver al espejo y colocando el vestido sobre ella.

—Ese color te sienta bien... —aseguro viendo su reflejo, Carola es muy hermosa, entiendo perfectamente, que Aldo la haya preferido sobre aquella chica—. Lo que sea que puedas contarme, soy toda oídos —acepto tomando un vestido rosa coral.

—De acuerdo, pero primero voy a probarme este —entra a los probadores, en tanto que, yo sigo buscando entre los vestidos.

No tardamos en encontrar los vestidos que usaremos, Carola se decide por llevar el rosa coral; la parte superior consta de un corset, mientras que la parte de la falda va suelta, casi tocando el piso y con una abertura en la pierna izquierda. Yo elijo un azul marino, con la parte superior justa y la parte de la falda va más suelta.

—Bien, ahora que ya tenemos nuestros outfits para esta noche, ¿puedes narrarme un poco? —pregunto sentandome a la mesa que nos brindan en el restaurante.

—Te haré un resumen —accede tomando asiento—. Yo tenía unos seis años cuando mi familia llegó a los barrios, en ese entonces no conocíamos a nadie y la zona residencial no existía.

Asiento para que sepa que la estoy escuchando.

—Roger e Iván ya vivían en el barrio, igual que Cassandra y su familia, Paul se mudó a la zona, justo cuando lo hice yo, éramos vecinos y todo, me tocó ver a sus padres luchar para salir adelante, lo mismo que los míos, los barrios han crecido desde entonces, en el sentido económico, porque en cuestiones de población, muchos abandonaron el lugar.

—Algo de eso escuché —menciono recordando las palabras de Paul; «Los ricos llegaron a poblar la ciudad, y muchas familias se alejaron del lugar».

—Bueno, el punto es que, una tarde salí con mi hermano a pasear en bicicleta, recuerdo que en ese entonces era un lujo, así que estábamos vueltos locos... —sonríe ante el recuerdo—. Invitamos a Paul, él también tenía su bici, nos pusimos a echar carreras, y cuando nos dimos cuenta, ya estábamos cerca de la montaña, donde se hacen las carreras, ahí nos encontramos con Iván y Ro, los cinco nos pusimos a pláticar, parecía que nos conocíamos de años, más que una amistad, formamos una familia.

Me ve con nostalgia y le sonrío.

—Estábamos frente a un hermoso lago, donde cada tarde nos reuníamos a jugar.

—¿El lago que está cerca de la montaña? —pregunto curiosa.

—Si, ¿lo has visto? —cuestiona asombrada.

—Paul me llevó —confieso con timidez—. Hace ya varios días, mientras dábamos la vuelta.

—Él nunca había hecho eso, es un lugar muy importante para nosotros, así que, ahora estarás más segura de sus sentimientos por ti —explica sonriente, el mesero toma nuestra orden y se retira dejándonos solas nuevamente.

—Seguro que si —afirmo entusiasmada, las palabras de Carola me están llenando de ilusión.

—Bueno, siguiendo con la historia, cuando yo cumplí los diez años, tuve que irme del barrio, fue cuando mi padre consiguió su gran oportunidad de trabajo, así que me alejé de los chicos... —Parece tan ensimismada en sus recuerdos, viendo a través de la ventana—. Seguía en contacto con ellos, pero no era lo mismo, después de que mi padre decidiera cambiar de trabajo, regresamos a vivir cerca de la Zona Norte, para ese entonces tenía doce años, y los barrios estaban cambiando, lo mismo que los chicos, por esas epocas Aldo llegó al lugar, los demás chicos que conocemos se fueron sumando en el camino, como yo no vivía justo en la zona, solo escuchaba los rumores que crecían alrededor.

—¿Qué rumores? —cuestiono viendo al mesero que nos trae lo que pedimos.

Carola espera un momento para poder seguir.

—Los rumores eran sobre las carreras, más que nada, que había una familia que había empezado con las carreras ilegales hace tiempo, y que la segunda generación de esta, estaba por dejar su tercera generación al mando.

No necesita decirme quiénes son, estoy segura de que son los Torres.

—Los rumores aumentaron cuando supimos que varios novatos, entre ellos Paul, se estaban arriesgando a correr —suspira tomando un poco de su sopa—. Yo esperaba que fuese mentira, pero me equivoqué, Paul quería dinero, y la manera más fácil de conseguirlo era esa.

—¿Los chicos no le manifestaron nada? ¿Nadie trató de obstaculizarlo? —interrogo un poco molesta.

—Aldo siempre ha sido el protector del grupo, así que, fue el primero en pedirle que no participara —responde rodando los ojos—. Obvio que todos se lo dijimos, pero no hizo caso, él es muy necio, así que, con todo y todo, lo apoyo cuidándolo, Roger e Iván se encargaban de juntar gente y hacer las apuestas, de vez en cuando también corrían, y bueno, yo me quedaba a cargo de la música, junto con Rebe y otras chicas.

—Hablando de chicas... —interrumpo apresurada.

—A eso voy —habla como leyendo mis pensamientos—. Paul solo tenía dieciséis años cuando ya era uno de los mejores en las carreras, todo el barrio hablaba de él, así que su popularidad aumentó, además de que comenzó a crecer y las niñas a su alrededor lo buscaban... —Se detiene un momento, como midiendo mi reacción.

—Cassandra me comentó una vez, que a él... —espero que sus palabras hayan sido mentiras—. Le gustaba tener a todas las chicas que quisiera, que solo juega con las mujeres, que solo anda de cama en cama, que...

—¡No! —interviene antes de que siga hablando sin parar—. A mi no me consta nada, Scarlett, si, lo llegué a ver con varias chicas, nada serio porque él no es de formalizar, Paul no tiene "novias" —enfatiza la palabra—. Con Cassandra fue distinto, porque sus padres interfirieron, prácticamente obligaron a Paul a estar con ella, por eso su relación era un terminar y seguir constante, Paul no la quería como se quiere a una novia, él nunca se enamoró de ninguna de ellas.

Sus palabras aclaran muchas de mis dudas, aunque no significa que, el dolor que provocaron las palabras de Cassandra, pueda irse tan fácil.

—Como familia, nos volvimos muy unidos, Paul nos contaba casi todo de su relación con Cassandra, por eso nos dimos cuenta cuando se estaba enamorando de ti, mostraba interés, preguntaba algunas cosas y sus pensamientos estaban en la luna, Paul es otro cuando está contigo, pero en el barrio sigue siendo el mismo —explica riendo y no puedo evitar reír con ella—. Pero también nos dimos cuenta de que Iván estaba igual.

La sola mención de Iván, me pone en alerta.

—Sinceramente, no me gustaría causar conflictos entre ellos...

—Descuida Scarlett, ellos ya hablaron, no sé bien en qué quedaron o que se dijeron exactamente, pero ya dejaron las cosas claras, siguen siendo amigos, sabiendo que uno de los dos no sería beneficiado, además, ellos ponen su amistad antes que otra cosa, nunca pelearán por una mujer.

—Me agrada saber eso, porque Iván es un buen chico, y Paul es... —Me detengo al darme cuenta de que no somos nada—. Bueno, también es un buen chico...

—¿No son novios? —pregunta extrañada.

—No —respondo bajando la mirada—. Le dije que quería ir despacio, preciso poder confiar de nuevo en él...

—Te entiendo —llama mi atención y levanto la mirada—. Pero tu misma lo has dicho Scarlett, hay que vivir el momento, ustedes se ven muy bien juntos, es evidente que el amor les sobra, sienten lo mismo el uno por el otro, se la pasan como una verdadera pareja de enamorados, ya hasta pasaron la noche juntos... —Me ruborizo ante sus últimas palabras—. ¿Qué es lo que necesitas, para poder confiar en él?

—Sinceramente, no lo sé —respondo con honestidad—.Me doy cuenta de que todo fue un mal entendido, él realmente no me mintió, fue Cassandra la que enredó las cosas, y yo estaba en un momento sensible.

—¿Entonces? —levanta las cejas coqueta.

—Solo quiero saber hasta dónde es capaz de llegar, para que vuelva a confiar de la misma manera en él —confieso mis intenciones—. Después de esta noche, tal vez sea yo la que le pida ser mi novio otra vez.

—Eso quiero verlo —reímos emocionadas y terminamos de comer.

Pasamos un rato al espa, para después ir a aplicarnos un facial, una vez renovadas en todos lod sentidos, caminamos hasta mi cabaña, a prepararnos para la gran noche.

—¡Scarlett! —grita Carola desde la puerta de entrada—. ¡Llegaron por nosotras!

—¡Voy! —grito de vuelta, saliendo de mi habitación.

Esta vez el hotel ha mandado varias carrozas a las cabañas, para recoger a los invitados y llevarlos a la gran cena de clausura, este fin de semana termina aquí.

—Te ves muy hermosa, Scarlett —menciona cuando llegamos a una pequeña carpa que se encuentra en el centro de un bonito jardín.

—Gracias, Carola, pero tu te ves mucho mejor —menciono evitando su mirada, y acepto la mano que me ofrece el cochero—. Que amable de su parte.

Carola baja detrás de mí y hacemos nuestro camino a través del corredor, que está iluminado por varias luces en color morado, por los costados.

La pequeña cortina de la carpa se abre, permitiéndonos ver una hermosa escena; una bonita mesa para cuatro personas, con una manteleria y cristalería de la más alta calidad, un hermoso candelabro y algunos juegos de luces, iluminan el lugar. Dos meseros a los costados nos esperan, junto con un par de chicos vestidos de trajes negros.

—Bienvenidas señoritas —saludan los meseros, quienes nos ayudan con los abrigos.

—Me faltan las palabras, para decir lo preciosa que te ves esta noche —murmura Paul a mi oído, cuando me acerco a él.

—Gracias, joven Johnson —sonrío viéndolo a los ojos—. Los trajes te quedan muy bien.

—Pasen a tomar asiento chicas —Aldo jala la silla para ayudar a Carola, lo mismo que Paul—. Esperamos que esta cena sea de su agrado.

—¿Cómo consiguieron el lugar? —pregunto curiosa, viendo a los meseros traer el vino y la entrada.

—Tengo mis contactos —responde Paul guiñandome un ojo.

—¿Llamaste a Taylor? —cuestiono sorprendida, solo a Tay se le ocurriría algo así, en este lugar.

—¿Cómo lo supiste? —pregunta Aldo tomando su copa.

—Es mi hermano, lo conozco bien —respondo orgullosa, levantando mi copa—. Hagamos un brindis.

—Claro —Carola levanta su copa, seguida de Paul y Aldo—. ¡Por la amistad y el amor!

—¡Por la amistad y el amor! —gritamos los cuatro haciendo tintinear nuestras copas.







Las vueltas que da la vida.

Hace unos días me estaba volviendo loco, porque no pensé que volvería a ver a Scarlett, mucho menos pensé volver a tenerla entre mis brazos, pero bien dicen: el que persevera alcanza.

Ahora estamos aquí, durmiendo juntos en mi habitación, en esta bonita cabaña, pasando la última noche de este gran fin de semana, sinceramente no quería que terminara, pero me alegra que las cosas terminen bien, por ahora.

Mañana comienzan mis vacaciones, tendré tiempo libre para poder estar con ella, sé que Scar también lo desea.

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