Capítulo 11
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—Halloween ya pasó, no creo que sea momento para contar una historia de terror, si es que quieres saber más de mí, tendría que poner a Sia de fondo, cantando Breathe Me —bromeo bajando la mirada, para ver su mano entrelazada con la mía.
—Lo digo en serio —Su pulgar roza el mío—. Me gustaría saber más sobre, Scarlett McCarthy.
Levanto la mirada al techo y suspiro rendida.
—Te haré un breve resumen, de todas formas, hay muchas cosas que no recuerdo... Amm, empezaré por responder tu pregunta...
Volteo a verlo y asiente con seriedad, así que, fijo la mirada en el ventanal frente a nosotros, una leve capa de nieve se esparce afuera de la cabaña.
—Se trata de un juego de palabras, cuando era niña, me gustaba ver Alicia en el país de las maravillas, le tenía envidia, solo cayó por un agujero y encontró un mundo totalmente diferente, donde podía olvidarse de todo, vivir otra vida... —suspiro recordando mi escaza niñez—. Lo que más me gustaba de esa película, era la reina roja, haciendo lo que quería y eliminando de su camino, a quien le causara molestias, entonces Tay y yo jugábamos a vivir ahí, él decía: iras de rojo escarlata y podrás cortarle la cabeza a quien quieras, serás la reina escarlata, como Scarlett, entonces se me quedó y así me llama cuando quiere.
—Entiendo... Sabes, no sé si sea el momento, pero quiero saber sobre... —Se detiene un momento y creo que sé la razón, me tenso un poco y él lo nota—. Si no quieres... hablarme... sobre tu padre... lo entiendo...
—No —interrumpo con calma—. Creo que me hará bien hablar de él, hace mucho que no lo hago, no a detalle y... siempre es bueno aligerar la carga...
—Entonces, te escucho —Un ligero silencio nos inunda, mientras tomo el valor para hablar.
—No tengo muchos recuerdos de mi infancia, solo tenía cinco años cuando mi madre fue diagnosticada con cáncer, yo no sabía muy bien qué sucedía, ella solo me dijo que estaba enferma y que iba a tener que tomar un tratamiento... recuerdo que...
Tomo un momento antes de continuar.
—Ella daba clases en una universidad, pasaba mucho tiempo ahí, amaba la filosofía y educar era su vocación, pero después de un año de tratamiento, tuvo que dejar la docencia y pasó más tiempo en casa, eso me gustaba, porque ella me cuidaba y me daba mucho amor, en cambio mi... El hombre que me dio la vida... la bestia...
Termino en un susurro, viendo la nieve caer a través de la ventana, parece que el clima mismo, sabe que dentro de mi hay una tormenta, pues la nieve se ha vuelto más intensa.
—Nunca supe por qué me odiaba tanto, siempre me trató mal, en ese entonces estaba desempleado y aprovechaba que mi madre pasaba mucho tiempo afuera, para tratarme como quería...
—¿Tu mamá nunca se dio cuenta? —pregunta preocupado.
—Ese hombre sabía cómo mentir —contesto sin apartar la mirada—. Era un maestro de la manipulación; Bastian Morrison, no tenía alma —Me concentró en las llamas que brotan de la chimenea—. Lo que más recuerdo de él... son una serie de reglas que no podía romper, en un principio me costó mucho trabajo adaptarme, no recuerdo bien en qué momento comenzó todo, pero supongo que fue a los cuatro años, cuando tenía mayor uso de razón.
—¿Y cuáles eran esas reglas?
Nos acomodamos bajo las sábanas, cubriendonos con un afelpado
edredón, y retomo mi historia.
—La verdad, no sé muy bien cuántas eran, pero hay cuatro que quedaron tatuadas en mi memoria, como si recién me las hubiese dicho ayer.
La imagen de la bestia viene a mi memoria, puedo verlo frente a mi, como si él mismo me leyera aquellas reglas.
—Reglas para mejorar la convivencia entre padre e hija —anuncia levantando en alto, el pequeño panfleto que enumera las reglas.
1 Limpieza e igiene. Cuidar el aseo de cada espacio que se usa, así como el aseo personal, de no cumplirlo, habrá una sanción que implica baños de agua fría por tres días seguidos.
2 Modales y educación en la mesa. Hacer uso de las reglas de etiqueta; no jugar con los cubiertos, no ensuciar las orillas de los platos, cuidar la vajilla y cristalería, no dejar migas de comida sobre la mesa, no hacer ruidos al comer, no subir los codos a la mesa y evitar hablar durante el momento de desayunar, comer o cenar. De no cumplir con las reglas, la sanción consistirá en no comer por tres días completos.
3 Orden y estructura. Mantener todos los objetos y mobiliario de la casa en su lugar, cuando se toma un objeto, dejarlo en el lugar al que pertenece. Todo estará ordenado por concepto, después por color y luego por tamaño. El no cumplir con esta regla, implica llevar a cabo el aseo de la casa entera por tres días.
4 Vocabulario. Cada día se aprenderán 4 palabras nuevas y se usarán durante el transcurso del día, cuando la situación lo amerite, se leerán 10 páginas del libro en turno y se hará un análisis sobre lo leído. De no cumplir con esta regla, la sanción implicará permanecer encerrada en la biblioteca, leyendo la enciclopedia de 10 tomos en voz alta, durante una semana entera.
—La última regla es a la que nunca falté. Muchos de los libros que leía eran de mi madre, de los que escribió o de los que guardaba, además siempre me agradó la lectura y aprender palabras nuevas era algo intrigante para mí... —Los recuerdos de mi madre se hacen presentes en mi memoria—. Escuchar una y otra vez las palabras que una vez escribió mi madre, eran un regalo, como conocer lo que guardaba en su mente, aquellos secretos disfrazados de historias...
Siento un par de lágrimas rodar por mis mejillas, Paul acerca su mano hasta mi rostro, su pulgar roza mis labios y limpia mis mejillas, haciéndome sentir querida, ese sencillo gesto es tan puro y limpio, que logra tocar mi alma.
—El resto de las reglas, eran más sencillas... Cosas como; no hacer ruido al jugar, no gritar o correr por la casa, nada de lo que cualquier niña de mi edad haría...
—No puedo entender, como es que... un padre puede tratar de esa forma, a su propia hija... —Sus ojos se pierden en los míos, buscando la respuesta a sus preguntas.
—Yo tampoco lo entiendo —cierro por un momento, mis ojos cristalinos por el llanto—. Por lo que entendí en terapia, él nunca pudo formar un lazo afectivo conmigo, además de que, él sintió que llegué a robarle la atención de mi madre, a desplazarlo de alguna manera, una posible razón a su comportamiento —abro los ojos, para encontrarme con una mirada de odio puro.
—Ojalá nunca lo encuentre en mi camino, porque no respondería de mis acciones —continúa limpiando mis lágrimas con sus pulgares—. No podría seguir tranquilo, después de lo que te hizo...
—No, Paul —Nunca he sido una persona de venganza, prefiero dejar que la vida cobre su cuota—. No vale la pena, mancharse las manos por él, no lo vale...
—Lo siento, Scar, pero en el barrio no manejamos las cosas así —Sus palabras suenan severas—. Nadie se mete con las personas que quiero, y aunque ya ha pasado tiempo, los daños que dejó siguen presentes —Soy envuelta por sus fuertes brazos, y alcanzo a escuchar el latir de su corazón.
—Aún así, creo que ya ha pagado suficiente en prisión...
Me aparta un momento y me observa con extrañez.
—Cuando mi tío me adoptó, Penny me llevó a terapia, me costó mucho trabajo hablar, pero al final lo hice, le conté la mayor parte de las cosas que viví a la terapeuta, ella se encargó de dar la información a la policía, quienes ya buscaban a Bastian, entonces cuando lo encontraron, se llevó a cabo el juicio, dije todo lo que pude, y la juez dictó sentencia, sinceramente no recuerdo cuánto tiempo le dieron, pero me imagino que fue bastante...
—Scar —Sus palabras llegan veloces a mis oídos, interrumpiendo las mías.
—Dime —Me aparto un poco más, para verlo mejor.
—¿Recuerdas, que alguna vez me dijiste, que si te conocía mejor, me alejaría de ti?
—Si, lo recuerdo perfectamente.
—¿Es por esto? ¿Por lo que acabas de contarme?
—En parte —contesto retirando la mirada.
—¿Y cuál es la otra parte? —Se acomoda de lado para verme mejor, mientras yo permanezco viendo el techo, observando por el rabillo del ojo, sus movimientos.
—Yo... hice algo malo —Después de unos segundos de silencio, volteo a verlo—. Yo... Quise... Yo quería... Ma...
Tomo una gran bocanada de aire y lo dejo salir todo.
—Yo quería matar a la bestia... —vuelvo a derramar algunas lágrimas, mientras observo su mirada perdida.
No puedo imaginar lo que está pensando, no dice nada por un par de minutos, que para mí se vuelven eternos.
—¿Qué fue lo que hiciste? —pregunta por fin, regresando sus ojos a los míos.
—Mamá tenía... varios frascos de pastillas en su comoda... Yo solo tomé una pastilla de cada frasco, las hice polvo como pude, lo vi una vez en una película... —De pronto me siento nerviosa, como si estuviese viviendo aquel momento, de nueva cuenta—. Después vacíe aquel polvo en varias de sus botellas, él solía tomar mucho, así que, pensé que era lo más fácil, unas horas después de que se emborrachara, salió a la calle por un momento, no sé exactamente lo que sucedió, solo recuerdo que escuché las sirenas de la ambulancia, se lo llevaron y una de las vecinas me cuido por unos días...
Suelto una pequeña risa por el recuerdo, aunque a Paul, no le causa gracia.
—Pensé que había muerto —dejo de reír y vuelvo a ponerme seria—. Pero me equivoqué, pasó como una semana o algo así, él regresó a casa, y yo regresé al infierno... Estaba loco de ira, maldecia sin parar, gritaba un montón de cosas que no entendí... Y yo... Solo corrí a la habitación de mamá, quería un lugar donde me sintiera protegida, pero él había cerrado con llave, así que entré a la habitación de invitados, en un principio parecía tranquilo, se quedó de pie junto a la puerta, me sonrió, pero en el mismo momento... el demonio cobró vida en él, me grito, gritaba que yo había sido la causante de todo, no entendia de que hablaba, hasta que levanto la botella de ron....
—Él... Lo supo... —deduce de inmediato, sin dejar de escucharme, solo asiento con la cabeza.
—Comenzó a golpearme con desesperación, yo le pedía que parara —Mis ojos se vuelven un mar—. Cuando por fin se cansó, me dejó ahí tirada, solo pude rodar para esconderme bajo la cama, no sé cuánto tiempo estuve ahí, me quedé dormida, y al despertar... él me había llevado a mi cama... Mientras pasaban los días, se ponía más irritable, cualquier cosa le molestaba, entonces sacaba todo su odio en mi...
No puedo dejar de llorar, hablar de mi triste pasado, duele como el infierno, lo sé, porque ahí viví por mucho tiempo.
—No sé cómo pude soportar tanto, cada vez que me trataba mal, yo le pedía en silencio a mi madre, que me llevara con ella... —Paul sigue callado, pero ha comenzado a derramar algunas lágrimas—. Un día simplemente, entró a mi habitación, intenté escapar pero solo pude encerrarme en el closet, aunque para él no fue un obstáculo, me golpeó hasta dejarme inconsciente... Cuando desperté ya estaba en el hospital, mi tío me cuidaba y fue cuando supe, que las cosas cambiarían...
—Mi Scar —Me toma entre sus brazos y me suleto a llorar sin piedad.
—Lo odio tanto... Lo odio por arruinarme la vida... —murmuro entre sollozos—. Me robó la infancia, y nunca podré vivir en paz... No dejo de tener pesadillas con él, sigue presente en mi vida y no puedo borrarlo... Tengo miedo de lastimarte, como lo hice con él...
—No importa lo que hayas vivido o hecho en el pasado, yo siempre estaré aquí, porque tu presente es lo que me importa —asegura sin soltarme, regalandome un cálido beso en la cabeza.
—Pero...
—No me iré a ningún lado.
Sus palabras me dan seguridad, la seguridad que tanto me hace falta.
No sé cómo sentirme, ahora que Scarlett acaba de revelarme su más profundo secreto.
Sé que su infancia fue difícil, y que mucho de eso la ha marcado para siempre, pues gracias a las reglas que le impuso ese hombre, ella se comporta como lo hace actualmente, tristemente ha sido educada para seguir reglas.
Pero ahora que yo estoy aquí, trataré de arreglar lo que pueda, no pienso permitir que siga sufriendo por culpa de ese animal, así que me encargaré yo mismo. Y si tanto miedo le daba que yo saliera corriendo por ello, se equivoca, sé que intentó matar a la bestia por todo el daño que le hizo, pero confío en ella, no me lastimaria, no a mi.
Por ahora la dejaré dormir entre mis brazos, espero poder darle la paz que tanto busca, sé que lo merece.
Mi Scar, en el mundo que tú y yo hemos creado, serás feliz, eso lo aseguro.
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