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Capítulo 10

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Carola me mandó un mensaje hace diez minutos, para encontrarnos en la entrada del gran salón.

Uno de los carritos de golf, ha llegado por nosotros, y Paul se muestra atento y caballeroso, ayudándome a subir.

Traigo puesto un largo abrigo de cuerpo entero de Saint Laurent; es de color negro, con los bordes en gris oxford, el cual cubre mi delicado vestido acampanado en color negro, el cuello es redondo y las mangas cortas, además de contar con un cierre en la parte de atrás y detalles de glitter en el, me encanta la cintura ceñida y el diseño corto, por supuesto es de la misma marca.

—No los veo —comento cuando nos detenemos en la entrada del gran salón—. Tal vez ya estén adentro —supongo volteando a ver a Paul, quien se despide del chófer, para después extenderme su brazo izquierdo.

—Aldo me mandó un mensaje —sonríe cuando tomo su brazo—. Están adentro, llegaron antes y ya nos tienen lugares en su mesa.

—De acuerdo —caminamos por el pequeño camino de pedrería, que nos conduce hasta el salón, afortunadamente no me puse tacones de aguja—. Que hermoso —murmuro admirando el lugar, cuando ya tenemos un pie adentro—. No lo recordaba así...

—Buenas noches jóvenes —Me interrumpe una linda chica que nos da la bienvenida—. ¡Bienvenidos al Lago Moon! —saluda entusiasmada—. ¿Puedo tomar sus abrigos? —pregunta haciendo señas a su compañero.

—Permítanme por favor —El chico toma nuestros abrigos y los lleva al armario, etiquetandolos como pareja Johnson.

—Gracias —asiento con amabilidad y Paul toma mi mano, guiándome hasta la mesa de Aldo y Carola.

—¿Por qué tardaron tanto chicos? —cuestiona Carola con diversión.

—Por la misma razón que ustedes —ataco tomando asiento frente a ella, en la hermosa mesa cuadrada que nos recibe.

Aldo suelta una carcajada y Paul intenta reprimir su risa, mientras que Carola, se pone roja de la vergüenza.

—¡Cuidado! Scarlett se revela —declara tapando su rostro con el menú, sé que oculta su risa.

—¡Buenas noches, damas y caballeros! —anuncia el dueño del hotel, el señor Herrera, sé que es él, porque su voz es inconfundible, y porque es un buen amigo de papá—. ¡Sean todos bienvenidos al Lago Moon! —grita con entusiasmo y los presentes le aplaudimos—. Gracias por estar aquí esta noche, solo quiero informarles que este fin de semana es sumamente especial, pues a parte de ser el primer fin de semana nevado, tenemos nuevas actividades para que disfruten su estancia al máximo, comenzando con la cena de esta noche...

—¿Sucede algo? —Le pregunto a Paul, cuando lo veo inquieto, observando todo el lugar.

—Nada... —susurra y los presentes volvemos a aplaudir, al final del discurso del señor Herrera—. Es solo que, nunca me imaginé estar en un lugar así —murmura regresando su vista hacia mi.

—¿Cómo? ¿A caso tu padre no los lleva a lugares como este? —recuerdo que él mismo, me comentó que su padre es un Chef prestigioso y su madre, directora del séptimo arte, además de que, viven en la misma zona que Carola, así que, supongo que a su padre, le alcanza para pagar una cena en un buen restaurante—. Quiero decir, no sé mucho del tema, pero me imagino que un gran Chef, gana bien como para...

—¿Chef? —interrumpe Carola, entrando a la conversación.

—Si —respondo entusiasmada.

—¿Qué quieren ordenar? —pregunta Aldo cambiando de tema, y ambas volteamos a verlo—. Lo siento chicas, pero venimos a cenar, no a echar chisme —comenta hojeando el menú.

—Tienes razón —acepto levantando la mano para llamar a uno de los meseros.

Después de una buena cena, con postre incluido, se abre la pista de baile y los cuatro nos levantamos con pesadez, es una buena forma de aligerar el cuerpo.

—Creo que no te había dicho, que te ves realmente hermosa Scar —susurra Paul, cerca de mi oído, mientras bailamos al ritmo de  Perfect de Ed Sheeran y Beyoncé.

—Y yo creo, que bebiste más vino del que debías —suelto una risita y él toma mis manos para acercarnos más—. Ahora estas alucinando... —aparto la mirada, intentando distraerme—. ¿Ya viste los candelabros?

—Creo que me estas evitando —respiro profundo y volteo a verlo, sus maravillosos ojos me miran suplicantes—. No me interesan los malditos candelabros.

—Era solo un comentario —comento con seriedad—. Y por favor, evita las palabras altisonantes en mi presencia.

Me sujeta por la cintura y nuestros cuerpos se unen a más no poder, mientras seguimos bailando.

—Jódete —Me reta sonriendo ampliamente y entonces acerca sus labios a los míos—. Entiende, eres demasiado hermosa...

—No sabes lo que dices —viéndolo a los ojos, intento mantenerme firme—. Cualquier persona con una buena vista, sabe que estas mintiendo, porque...

—¿Pero qué dices? —pregunta volviendo a besarme, esta vez el beso es más rápido—. ¿A caso no te has visto en un espejo, Scar? Eres...

—Claro que si —Lo interrumpo con brusquedad—. Por eso lo digo, solo mira —paso la vista por el salón—. Aquí hay cientos de chicas, realmente hermosas, incluso... —regreso la vista a él—. Incluso en el campus, estoy segura de que si conocieras a Nora y Lara no dirías lo mismo, es más, hasta Cassandra es más bonita que yo...

—¡Eso ni lo pienses! —tapa mi boca con su mano, y me sujeto a él por su cadera—. Escúchame bien Scarlett —acerca su boca hasta mi oído y susurra—. A mi no me importa otra chica, que no seas tú.

—Pero...

—La única chica que se robó mi corazón, eres tú —toma mis caderas y nos movemos de un lado a otro, esta vez al ritmo de My Universe de Coldplay y BTS—. Porque contigo he conocido el amor... Mi Scar, eres tan jodidamente hermosa.

Sus ojos reflejan sinceridad y ahora me siento tonta, por no tenerme tanta valía como pensaba.

—Y no importa cuántas chicas existan en este maldito planeta, porque la chica que me importa eres tú, con tus virtudes y defectos, así eres hermosa para mí —Con su pulgar limpia mi mejilla—. Creelo, Scarlett McCarthy, eres bellísima, por dentro y por fuera, y eso todos pueden verlo.

Sonrío ante sus palabras. Paul tiene razón, tengo que aprender a quererme más, tal y como soy.

—Ahora me siento tonta —bajo la mirada y él toma mi rostro con ambas manos.

—No digas eso muñequita —me obliga a verlo y sonrío ante su sonrisa—. Eres la persona más inteligente que conozco, tan llena de conocimiento, que a veces me asustas.

—Paul... —logra hacerme reír y le regalo un pequeño beso en los labios.

—Eres mi universo, Scar —declara pegando su frente a la mía, sin apartar la mirada.

—Y tú el mío, Paul —Un ligero beso en sus labios, sella nuestras palabras.

Continuamos bailando y riendo, Aldo y Carola se nos unen.

No puedo y no quiero, imaginar mi vida de otra forma, desde que conocí a Carola, todo cambió, y aunque en un principio pensé que era algo malo, ahora, en este momento, me doy cuenta de que no es así, conocer a Paul ha sido un verdadero regalo, pero eso no significa que regresaré a la Zona Norte, después de todo, una amenaza de muerte, no es cualquier cosa.

Después de pasar una hermosa velada, regresamos a nuestras cabañas, acordando vernos temprano para realizar algunas de las actividades del hotel.

—Que pasitos te sacaste —menciono riendo, en cuanto entramos a la cabaña.

—He estado tomando algunas clases —confíesa cerrando con llave.

—¿A sí? —Lo veo asombrada—. ¿Buscaste un profesor o algo así? —camino por el pasillo hasta mi habitación, con Paul a mis espaldas.

—Carola y Aldo, pueden ser buenos maestros —responde recargandose en la pared—. Hace tiempo que paso por la casa de los Snow.

—Aprendiste muy bien —confieso con una pequeña sonrisa y abro la puerta—. Creo que... —volteo a verlo con nerviosismo.

—Iré a mi habitación —expresa quitándose el abrigo—. Si no te molesta, quiero hablar un momento contigo, antes de dormir —Su mirada es tan seria, que no sé qué pensar en este momento.

—De acuerdo —asiento levemente y cada uno se va a lo suyo.

Ya en pijama, me dedico a eliminar el poco maquillaje que llevo en el rostro, mientras hago una llamada a Tay, tenemos que hablar.

—¡Escarlata! —contesta entusiasmado al primer tono.

Lo pongo en alta voz, para poder lavarme la cara en el pequeño lavabo junto al jacuzzi.

—¿Por qué tan feliz? —pregunto enjuagandome—. Después de tu treta, no puedo creer que estés tan tranquilo.

—No te molestes hermanita —suelta una carcajada—. Ambos sabemos, que el muchacho merecía una segunda oportunidad.

—¿El muchacho? —No puedo evitar reírme ante su comentario—. Suenas igual a papá...

—Como sea, supongo que ya arreglaron sus cosas, o estarías hecha un mar de llanto —comenta relajado, en cierta forma, tiene razón—. Espero que se comporte, porque no quiero saber de sobrinitos...

—¡Taylor! —suelto un grito aterrada, nunca he hablado de estas cosas con Tay, para él siempre fui una niña—. ¿Por qué lo hiciste? —cuestiono cambiando de tema.

Paul golpea levemente la puerta y abro indicándole con el dedo índice sobre mis labios, que guarde silencio.

—Ya sé, que estarás pensando... —contesta Tay al teléfono, mientras Paul y yo, nos sentamos lentamente en la cama, uno junto al otro, tomados de la mano—. Que soy bipolar, porque yo fui quien te pidió alejarte de él, y blah, blah, pero ayer cuando hablamos lo escuché sincero, además, es un asunto tuyo y pensé que lo mejor era que tú decidieras si querías hablar o no con él.

—Ese es el Taylor que conozco —murmuro viendo el móvil en mi cama.

—Sé que últimamente no he sido yo, que me he comportado como un cavernicola —continúa con esa naturalidad, tan característica de él—. Pero hace mucho que no te defendía, mi escarlata.

Hemos estado alejados por mucho tiempo, y ahora que lo dice en voz alta, me lo creo. Desde que empezó su universidad y luego la maestría, Taylor se fue de casa, siete largos años de solo vernos algunos días al año.

—Lo sé, por eso te entiendo y sobre todo, agradezco tu preocupación por mi —Una lagrima rueda por mi mejilla, y Paul la limpia con su pulgar—. Te prometo que no haré ninguna tontería —aseguro con seriedad, pues no pienso fallarle a nadie, mucho menos a mi misma.

—Creo en ti, Scarlett, sé que no harías nada que no quisieras, así que, más le vale a ese cuarto Beatle tratarte bien, o yo mismo me haré cargo de él —advierte divertido y Paul suelta una carcajada—. ¿Así que estas ahí? —pregunta más serio—. Espero que hayas entendido la advertencia, porque es en serio.

—Descuida, Taylor, no tengo intención de lastimar a tu hermana —afirma tomando mi mano derecha—. Solo quiero verla feliz —Sus palabras hacen mi estómago hormiguear .

—¡Hey! —grita Tay a través de la bocina—. Nada de arrumacos y besitos, no se te ocurra tocarla —Parece que tiene ojos por todos lados.

Paul suelta mi mano de inmediato y le sonrío ampliamente.

—Nos vamos a portar bien —tomo el móvil y quito el altavoz, para acercarlo a mi oido—. Nos vemos el lunes.

—Hasta entonces —Lo escucho más sereno—. Cuidate mucho Scarlett, sean precavidos y manejen con cuidado, te espero aquí en casa.

—De acuerdo —acepto aliviada, tener las cosas en equilibrio me relaja y calma mi ansiedad—. Te quiero.

—Y yo a ti hermanita —termino la llamada y contemplo a mi amado, tendido en la cama y viendo al techo.

—Tu hermano te adora —declara sin apartar la mirada de mis ojos.

—Lo sé —camino hasta recostarme a su lado y me abrazo a su costado—. Además, compartimos historias similares... Tay, también es adoptado —Me acerca más a su cuerpo y continúo con mi relato—. El tenía casi nueve años cuando mi tío me adoptó, sus padres murieron en un accidente de tren, lo poco que sabe de ellos, fue gracias a sus abuelos paternos, después de que sus abuelos fallecieron, Tay se convirtió en la persona más fuerte que jamás he conocido, es muy valiente, él siempre me estaba cuidando de los chicos que me molestaban —recuerdo sonriente—. O de los que querían salir conmigo, ha ha —Paul se ríe conmigo—. Siempre los espantaba.

—Cuéntame más sobre ti —pide bajando la mirada—. ¿Por qué te dice escarlata?

Sinceramente pensé que Scarlett me echaría a patadas de la cabaña, pero no fue así, resulta que mi chica es razonable, además de inteligente, cualquier otra persona habría caído en la trampa de Cassandra, pero no mi Scar, es muy astuta, lo que la hace aún más sexy.

No puedo evitarlo, mi corazón se apresura en su andar, cada vez que la tengo cerca, sé que ella es la indicada.
Ahora que me ha dado esta nueva oportunidad, no pienso desperdiciarla, no importa cuántos obstáculos tengamos que superar, cuántas personas tengamos que hacer a un lado, sé que juntos podremos lograrlo.

Porque ya no tengo duda... La amo.
La amo demasiado.

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