—¡100! Ah, no espera... ¡101!

Contrario a Alexander, a Vanesa no la puedo callar. Desde hace una hora estoy conversando con ella por teléfono.

—¡101 visitas y 23 votos! —festeja.

Hace veinte minutos publicó en Wattpad los primeros dos capítulos de "Me voy a follar a mi jefe",  y ahora, mientras hablamos, festeja cada que tiene un voto o visita.

Paso una mano sobre mi cara. —Vanesa, sí Marco se entera de que estás escribiendo una novela pornográfica sobre ustedes dos...

—Que él no tiene cuenta en Wattpad —Casi la puedo ver poner los ojos en blanco—. Ni siquiera tiene Facebook, Caro. Teme que las zorras con las que se acuesta lo acosen después de que las deja.

—Tiene Twitter —le recuerdo.

—Pero no lo usa hace meses. Además, vivimos en mundos completamente diferentes, Carolina. Él es un esnob que sólo comenta libros sobre Cortázar y Borges. No sabe nada de Wattpad.

—Pero la gente que trabaja con ustedes...

—Viejos y viejas amargadas —dice, quitada de pena. Me siento su mamá regañándola— y chicas Cosmopolitan. Nada de qué preocuparse. ¡En su vida sabrán de esto! —Otra vez la escucho aplaudir—. ¡24 votos!

—¿Al menos cambiaste los nombres?

—Claro, duh. Por si las moscas yo soy Valentina Acevedo y Marco es Carlo Altamirano.

—¿Es broma? —Mi voz aumenta considerablemente.

¿Por qué me preocupo más que ella?

—No —La escucho reír—. Se escuchan de telenovela, ¿cierto? Pero molan. A los lectores les está gustando.

Ay no...

—Silvia Vanesa, tú te llamas Vanesa Salcedo —puntualizo—, y él Marco Maldonado ¡Los nombres falsos suenan prácticamente igual!

—Y en la historia la empresa en la que trabajamos se llama Grupo A. ¿Genial, no?

—¡Similar a Grupo M! Jesús, estás loca...

—Oye, relájate —En medidor de riesgos esta mujer está a 0—. Mis historias nunca pasan de mil visitas. Lo tengo todo bajo control. Por otro lado, tú...

Su estrategia para "Ya no me sermonees, Carolina" es cambiar el tema de conversación a mi dirección. 

—¿Yo qué? —intento asfixiarme con mi almohada—. Además de que tengo un terrible dolor de cabeza.

—Te subiste a la camioneta de un extraño y yo soy la imprudente. Sólo digo.

De acuerdo, en parte tiene razón. 

—No volverá a pasar. No hubiera aceptado si yo misma no me hubiera sentido acorralada por Isaac.

—Y por Aníbal.

—Por Isaac.

—Y por Aníbal.

—Isaac. 

La escucho bufar. —Ya báñalo y tómate el agua. Pero antes respóndeme algo: ¿Qué sí hubieras estado en más peligro con el chófer de Donoso que con los otros dos?

Es una posibilidad. —No sé.

—O qué tal esto —Su voz toma un tono burlón—. ¿Qué sí Donoso fuera un maniático sexual?

—Vanesa...

—¿Qué si su chófer te hubiera llevado al apartamento de "su señor"  sin tu consentimiento para convertirte en su esclava sexual?

—Por Dios, Vanesa, esto no es una novela.

—Oh. Oh. Espera. 

—Ay no. ¡No a lo que estás pensando!

La escucho reír. —En mi mente ya ideé una sinopsis. Escucha: Ella es su lectora más fiel. Pero él, además de escritor, es un maníaco sexual...

—Vanesa... —rechino los dientes.

—Ella quiere que él reescriba el final de su novela favorita, pero él lo hará sólo si ella acepta... ¡Yayai! ser su esclava sexual. 

—Estás enferma.

—Admite que no es mala idea.

—No te atrevas.

—Oh my God. Tendré que hacer espacio para dos Nobel de literatura.

—Estoy fuera de tus proyectos de escritura, ¿me oyes?

—En la historia tú quieres que él reescriba los últimos cinco capítulos de La Cama. Él acepta. Oye esto: pero a cambio, tú deberás...

—¡VANESA!

—¿Qué día recibiste su primer correo? Tengo que idear un poco de relleno entre ese día y hoy, pero en este capítulo es cuando él te pide que firmes un acuerdo de confidencialidad.

—Somos Alexander Donoso y Carolina Navarro, no Christian Grey y Anas...

—Por eso a la sinopsis le agregaremos: Una historia inspirada en Cincuenta sombras de Grey.

—Olvídalo, voy a cortar.

—¿Aceptará ella ser su sumisa a cambio de que él reescriba la novela?

—¡Voy a cortar!

—O le podemos dar un giro tipo Stephen King: Después de que Carolina se subió a la camioneta, nadie volvió a saber de ella.

—A veces creo que me odias.

—Puede ser final abierto. Aunque odio los finales abiertos. ¿Te acuerdas de ese libro que...

—No voy a decir más nada.

—Oye, no quieres sexo y no quieres suspenso. Así no puedo trabajar.

—Mejor —digo, enfadada. Porque sé que si la animo un poco... Oh, Dios.

—Bueno, te llamo luego. Veré si puedo hacerme un poco de publicidad en Facebook.

—No vengas conmigo cuando estés hasta el cuello por ese lío.

—Ontiva es una ciudad grande, Caro, y no tengo a nadie de la oficina en Facebook. Relájate. Marco nunca se enterará.

—Lo que sea. Y no te atrevas a escribir sobre mi.

—Vale. Vale. En este momento mi musa soy yo misma.

Cuando cuelgo me doy cuenta de que tengo dos mensajes de texto. ¿Quién? Oh, no. Sólo puede ser...

Mensaje 1. Aníbal: ¿Qué pasó hace rato? Tenemos que hablar.

Mensaje 2. Aníbal: Además de ser tu profesor, soy tu amigo, Carolina. ¿No merezco una explicación?

Una explicación.

No sé qué responder. Aunque mi problema es Isaac, no él. ¿No él?

Confío en Aníbal. Es decir, quiere ayudarme. Esta noche yo hubiera venido a casa con él si Alexander no me hubiera prevenido. Aunque todavía no sé de qué me previno. Mañana, Caro...  ¡Todo es tan confuso! ¿Debería reunirme con Aníbal? Aunque no a solas... Lo puedo hacer, sí, pero no a solas. Aunque, ¿por qué no a solas?

Tomo una decisión:

Carolina: Hola. Te espero mañana a las 8:30 en Café y letras. Hablaremos antes de que mi tía abra la librería.

Creo que así está bien. Él responde rápido. 

Aníbal: De acuerdo

-------------

:O