La ligereza y el insomnio
Quizá fueron su causa de muerte
No hubo autopsia
El cuerpo fue cremado
En una pira común
Y sus cenizas arrojadas a los peces...
No querían dejar huellas
De su paso por estas tierras
Por la historia
Pero ya era un poco tarde
Para semejante herejía.
Su ligereza era contagiosa
Casi epidémica
Y su insomnio
Un ir y venir constante de sueños
Buenos y malos...
Durmió para siempre
en los sueños de todos
No hubo informe...
Dicen que cuando lo encontraron
Aún estaba vivo
Y convulsionaba...
Tenía una llave colgada al cuello
Y los ojos vacíos
Y la cara era otra
No la suya
Era una cara de fin/de inicio
de bucle
de caminar en círculos
De horas bajo el sol de estas islas
de búsqueda
de luna/de eclipse...
cara de eclipse de luna.
Él no pensó que un simple susurro
en su oído
sería el fin de su vida...
y no supo ya más nada.
Se perdió buscando una cerradura...

La gente sentía lástima por él.
Cuentan que dormía en los parques
y al alba iba de puerta en puerta, intentándolo/fracasando/intentándolo
con un nudo en la garganta...
Con esa extraña sensación
de querer encontrar algo muy valioso
que alguna vez fue suyo
o que simplemente soñaste
que fue tuyo/o que no lo fue
por culpa de la maldita ligereza
y también del insomnio...
Y también de su insomnio.
Extraña criatura aquella!
Parecía un niño que perdió
a su vaquero de juguete
o que se quedó sin madre
de repente, en medio de la multitud...
Sí, era una criatura muy extraña.
Una vez creo que soñé con ella.

Puede que hasta me haya compadecido
o lo haya ayudado
a buscar la puerta
que tanto anhelaba encontrar...
ya era más por locura su anhelo
que por poesía...
aunque no siempre
te encontrabas algo poético
cuando descubrían
que estabas tratando de entrar
a una casa q no era la tuya
tratando de entrar a un lugar
que no te pertenecía
a un lugar donde no eras bienvenido
a un lugar a donde no habías sido invitado,
pero tú no cedías
llave en mano
puerta por puerta
ciudad a ciudad
barcos...baños...barrios...
y no se abría nada...
ni siquiera su imaginación.
Sus carnes, que antes eran pocas,
habían desaparecido por completo.
Era un rayo de luz
de los de antes de caer la noche...
solo conservaba perfecta su sonrisa
su sello particular...
y sus dientes de fantasía...
aunque amarillos de tanto cigarro...
y de no sé qué otra sustancia
que se encontraba en el agua de allá...

Ese día del eclipse de luna
a la una de la tarde,
descubrió unas ruinas
en el último pueblo habitado...
Eran unas ruinas perfectas
como extraídas de un libro de texto
de historia antigua...
De esas ruinas que perduran
al paso de los milenios
y se ríen de los hombres
de sus débiles cuerpos
faltos de corazón...
y allí en su centro...(a lo Hollywood)...
estaba la última puerta...
...y en su pecho!

Nadie puede decir
que no había sido advertido...
del pecado...del delito...del exceso...
y malditos sus sueños...
Estaba allí...y no sabía qué hacer.
O lo sabía
desde mucho antes de llegar allí,
al límite, a su abismo...
Pensó: ya no quedan juglares,
ni aedas, ni poetas...
nunca supo que ya esta historia
había sido cantada hacía milenios
en las congeladas noches
de alguna ciudad muerta...

Lo hizo...
abrió la puerta...
y entonces quedó allí, sin vida,
sin alma, sin cuerpo...
Detrás de aquella puerta no había nada, solo vacío...y èl...
Da igual...
Se quedó con deseos de mundos,
de hombres, de ríos, de galaxias...
me quedé desde mi sueño
con deseos de niño explorador,
de cazador fuera de temporada
con deseos de dinosaurios
de una era glaciar
de un mundo que me permitiera
ser alguien más,
ese que siempre había sido...
pero en su mundo...en su pecho...!
Cerré la puerta...!