Te amé de mañanas,
Como al café y a ese primer cigarrillo
Que te hacía tan feliz;
Te amé al mediodía,
Mientras preparaba el almuerzo
Y el hambre hacía estragos
En nuestros corazones;
Te amé a las cinco de la tarde,
Cuando en vez de té
Tú mamá, la mía también,
Nos hacía felices con agua,
Y en el patio reíamos y hablábamos,
Como si nadie más existiera
En toda la Vía Láctea;
Te amé a las 9 de la noche,
Mientras cenábamos,
A veces, hasta sin palabras, sin ganas,
Para alimentar nuestras penas;
Te amé a las 12 de la madrugada,
A la una, a las dos, a las tres,
También te amé a las cuatro,
Y a las 5, y a las seis...
porque especialmente te amé a esas horas,
Cuando llenabas de sueños mis noches,
Velabas mis pesadillas,
Mi casi sonambulismo,
Mis gritos desgarradores,
Mientras llenabas contigo
El vacío de mi alma...
Y luego, por supuesto,
Volvía a amarte en las mañanas,
Cuando te dejaba un beso
En la almohada...y sin estar despierto
Sonreías, y sabía que también,
Inconsecuentemente,
Me amabas a todas horas...