XXXVIII: Verdad de un bailarín.
❝Esta bien estar mal, esta mal que no me digas lo que sientes ahora mismo.❞
—
Miedo.
Puedes sentirlo en diferentes situaciones, emoción natural que se caracteriza por experimentar una sensación desagradable e intensa ante la percepción de un peligro real o imaginario. El tormento de la mente, el monstruo invisible que eriza la piel de nosotros mismos y te atrapa cuando te encuentras en una situación de peligro.
Muchos pueden vencerlo, otros no tanto. ¿Alguna vez has vencido el miedo a algo? ¿Tienes miedos en tu vida? ¿Quien es el miedo de tu vida?
Los miedos no son fáciles de llevar, aún si nacieron en el pasado, ellos siempre vendrán por tí. El futuro no los detendrá, pero si los enfrentas, ellos se harán más pequeños.
Jeongguk no conoce el miedo de Jimin.
Al siguiente día, en la mañana, su trabajo de carnicero regresa como lo fue en su pasado. Cada trozo de carne que cortaba, era un recuerdo que su mente dibujaba y luego no le daba importancia. Siente que todo lo que sucedió hasta ahora no es más que pasado, pero aunque él puede vencer todo su pasado y miedos, alguien cerca suyo no puede alejarse del tormento que lo persigue.
Limpió sus manos con la bata de cocina, ensuciando la tela blanca con sangre que la carne fresca dejaba brotar al cortarla sobre la tabla de madera. Aún le quedan muchos trozos de carnes por cortar, la mayoría de gran tamaño, pero acabaría todo lo más rápido posible para poder prepararse para cumplir la misión que Min le asignó.
Debía tener toda la carne cortada en trozos para alimentar a los sobrevivientes antes de irse.
Tomarse un descanso no estaba mal, de hecho, llevo un cigarrillo a sus labios para luego encenderlo con una cerilla que rozó con fuerza en la tabla de madera y le dió una calada para encenderlo completamente, antes de agitar la cerilla en el aire y apagarla.
Pensó que era demasiado aburrido trabajar en silencio, nadie vendría en su trabajo y tenía toda la cocina para él solo. Este silencio le provoca una soledad que siempre supo cómo manejarla, pero está vez es difícil no mantenerse alejado de pensamientos confusos y relacionados con el comportamiento que Jimin tuvo en la noche anterior junto a él.
El ambiente se vuelve silencioso y pensativo, pero no solitario cuando los pasos de un bailarín rubio se aproximan a la cocina, teniendo en mente que Jeongguk se encontraba allí.
Sus gruesos belfos se aprietan un poco cuando le tomó unos segundos formar una disculpa en su mente con respeto a su comportamiento. Fue algo rudo y quizás algo grosero con ese azabache, lo único que desea es decirle cuánto lo siente, porque todo lo que siente ahora es arrepentimiento.
Su voz tuvo valor y sus belfos gruesos susurran mientras en la puerta de la cocina, se encuentra de pie y con su mirada triste enfocada en los ojos grises del carnicero, quien se gira segundos antes hacia su dirección cuando siente una presencia en la cocina.
-Fui muy estúpido en comportarme en esa forma anoche. ¿Puedes perdonar mi actitud ruda?
Pero aunque el océano de sus ojos intentan demostrar lo arrepentido que está el agua en ellos, Jeongguk se gira hacia el lado contrario y le dió la espalda cuando sus ojos grises no deseaban observarlo en una situación como esta. Es una visita inesperada en un sitio tan sucio como este.
El ángel piensa que el carnicero tiene motivos para que no pueda ser perdonado luego de sus actitudes, pero no se rinde tan fácilmente. Es así que camina hacia el cuerpo del azabache y aunque solo puede ver su espalda, solo lo abraza por detrás cuando es algo bello de sentir entre sus brazos. Rodear su cintura y luego apoyar su mejilla en su espalda es agradable junto la calidez de su cuerpo.
-Tienes derecho a no perdonar mi comportamiento, pero tengo una razón.
Jeongguk solo podía oír sus palabras en silencio. Su expresión no era ninguna en este momento, solo deseaba oír lo que ese bailarín tenía como explicación mientras sus labios se encargan de consumir el cigarrillo que acaba de encender, solo le permite continuar.
-No estaba pasando por un buen momento, solo me deje llevar por mi mente, pero puedo explicarte todo cuando todo acabe..
El carnicero solo sonrío de lado, sus manos se colocaron sobre las pequeñas manos del contrario y las quitó de alrededor de su cintura mientras se gira en dirección hacia el bailarín, rostro a rostro.
-¿Que había dentro del armario la noche anterior? ¿Cuando todo acabe? ¿A qué te refieres?
Ante la mirada del ángel, este mismo solo puede observar el rostro comprensivo del azabache, pero su mente se niega a explicarlo, aún tiene miedo y es posible que los tres monstruos puedan oírlo si habla de ellos a alguien más, pero es imposible que lo escuchen cuando se encuentran allí. Pero es un tormento.
-No necesitas saberlo... - Su voz baja y suave a los oídos del carnicero.
-¿Eso te parece? ¿Observando el armario como si existirá alguien dentro? Tu mirada de la noche anterior no dice lo mismo que tus palabras. No me mientas. -Los músculos de la mandíbula del azabache se tensan y sus dientes se aprietan en cada palabra.
-No era nada, solo deseaba estar solo. ¿Necesitas que lo diga de nuevo? Solo me sentía diferente.
-¿Qué tan diferente como para echarme de tu camerino? No te atrevas a mentirme.
Pero el ángel no es consciente de que Jeongguk odia que le mientan cuando algo sucede, sus propios ojos grises pueden verlo y no desea que le mientan con lo que él mismo observó. Antes de que el rubio responda con un tono rudo, la mano del carnicero tomó el cuchillo que utilizó para cortar los trozos de carne y lo clavo en la tabla de madera con fuerza, provocando un fuerte sonido que le provocó un pequeño salto al bailarín en su lugar.
Sus ojos azules pueden contemplar la expresión algo triste y decepcionada en el rostro de Jeongguk, mentirle es lo peor que puede hacerle cuando todo estos días el amor comenzó a florecer muy lento y de repente parece desmoronarse por simple mentiras que no valen la pena ocultar.
Tragó duro cuando en esos bellos ojos grises se reflejan un poco de decepción. Jeongguk no desea oír mentiras entre ambos.
-No volveré a preguntarte. ¿Que había en ese armario? ¿Por qué no puedes decírmelo? Lo ví en tus ojos, el océano que llevas contigo es predecible cuando refleja como se siente.-Los belfos del azabache se aproximan a los belfos del contrario, cada roce que dan y por las palabras que sueltan.- Era oscuro en la noche anterior, y ahora es brillante, siempre que me miras es brillante pero anoche era diferente.
Puede sentir sus finos belfos rozar los suyos en un acto de tentación, su aliento cálido choca contra el suyo y sus ojos se miran mutuamente cuando pueden comprender lo que dicen más allá de la mirada, ambos hombres de ojos claros pueden sentir lo que el otro siente con solo conectar miradas.
Y en este mismo instante, Park se dejó llevar cuando sentía un impulso de besarlo. Sus pequeñas manos lo toma por el rostro y sus dedos acarician un poco sus mejillas suaves mientras sus ojos no se despegan de los contrarios.
-No puedo.. no puedo decirte nada. - Su tono de voz es casi roto y bajo mezclado de su tristeza lo conduce a sentir sus ojos algo húmedos. Lucha por dejar caer sus lágrimas, no quiere que Jeongguk vea su rostro húmedo.
-¿Por qué no?
Jeongguk susurró cerca de sus labios como el rubio lo ha hecho, sus botas retroceden cuando el bailarín avanza sin quitar sus manos de su rostro y sus ojos de los del contrario. Avanza, avanza y avanza hasta que acorrala al carnicero contra una pared de la cocina, atrapando a este completamente y solo disfrutando el pequeño tiempo que quizá pueden estar juntos. Después de todo escuchó que Jeongguk se iría en la noche para cumplir una misión y no deseaba estar lejos de él.
Pero parece desperdiciar el pequeño tiempo con mentiras que no desea confesar, hasta que por la fuerza tendrá que hacerlo, tarde o temprano.
-No quiero que sepas en mis asuntos, no podrías hacer tu trabajo de esta noche si lo sabes ahora mismo. Correrías mucho peligro.
-¿Que es más peligroso que los zombies?
-Los vivos dan más miedo.
Jeongguk alejó su rostro cuando los labios del rubio intentaron besarlo, pero esquivó aquel beso cuando solo le molesta un poco lo que oculta ese bailarín. Es tan evidente que algo ocurre, jamás observó a un Park tan cambiante.
-Es verdad, los vivos dan más miedo.. pero tus mentiras parecen dar más miedo cuando no se que ocurre realmente.
Tenía intenciones de salir de esa cocina, acabar con esta conversación, su cuerpo se alejó del bailarín mientras se quitaba la bata de cocina del cuerpo y se dirigía a la salida, pero el rubio caminó rápido hacia la puerta para cerrarla frente a sus ojos grises, asombrando un poco al dueño de estos.
-¿Por qué tienes tanto interés en sabes lo que me ocurre? Deberías no preocuparte tanto por mi, hace dos meses atrás no eras más que un hombre rudo conmigo y ahora te preocupas.
Jeongguk lo observó mientras llevaba una mano a su cigarrillo, dándole una última calada antes de arrojarlo al fregadero de la cocina, y luego metió sus manos en sus bolsillos.
-Si no soy yo ¿Quien lo hará entonces? Junseo no le importaba mucho, solo preguntó por ti y luego se esfumó. Claro, hasta donde yo se obviamente, quizás luego de eso fue a verte.
-Si lo hizo.
-¿Entonces también puedo decir que escuchó tus mentiras como yo?
El ángel solo bajó su mirada por unos segundos antes de regresar a sus ojos.
-No, eres el único al que le menti.
-Entonces no quiero escucharte hasta que me digas la verdad, mientras tanto quiero que me dejes salir de esta cocina.
Pero no lo dejaría marchar, su pequeña mano colocó seguro en la puerta de la cocina y ante los ojos de Jeongguk, eso fue inesperado de parte del ángel.
-No debería decirte nada de esto porque en realidad solo deseaba protegerte, pero insistes una y otra vez. -El bello azul de sus ojos poco a poco oscurece mientras su mirada lo observa por debajo de sus pestañas.
-Estoy esperando.
Unos segundos de silencio fueron suficientes para que Jimin pueda encontrar las palabras perfectas en su mente pero en realidad no existen palabras perfectas que puedan describir su tormento, todo lo que puede describir se encuentra en una sola palabra.
-Ellos volvieron, me encontraron de nuevo y van a hacerte daño si no pago a tiempo. Ellos dijeron que te quitarían los ojos por observar de más, por un minuto sospecharon de que tú realmente los viste en el armario. Te tienen miedo Jeongguk, pero no quiere decir que no puedan hacerte daño.
Jeongguk pasó una mano por su cabello azabache y lo peinó hacia atrás cuando sabía que algo así estaba sucediendo, su mente no mentía cuando tenía el presentimiento de que algo no estaba bien en la noche anterior.
-¿Donde se encuentran?
-Nunca supe dónde.. perdón Jeongguk.
Su voz se vuelve un tono de hilo mientras sus lágrimas, las que tanto lucharon por no salir, comienzan a rodar por sus mejillas. Ahora tiene miedo de que ambos resulten heridos. Pero los brazos del carnicero no tardan en rodearlo completamente y luego sintió un pequeño beso en su frente.
-No volverás a mentirme ahora, puedo demostrarte que podemos estar a salvo. Sobrevivimos a muchos zombies y sobreviviremos a ellos también.
El bello ángel solo sonrío ante lo seguro y protegido que sentía entre mis brazos de ese carnicero, no podía pedir nada más cuando el cálido abrazo que su cuerpo recibe es mucho mejor que otros abrazos que otros hombres le han dado.
Es es el mejor abrazo repleto de protección.
Jeongguk tomó una decisión en este mismo instante, y se sería ayudar a que Jimin sepa defenderse, ya es hora de que empuñe su primer arma si es que desea seguir viviendo en un mundo cruel como este junto a él.
𝐂𝐀𝐑𝐍𝐀𝐆𝐄
Antes de partir hacia su misión, Jeongguk estuvo todo el día junto al ángel en la habitación de este último, enseñándole sobre cómo debía tomar una navaja que solía ser suya, pero ahora no tenía problemas en entregarla como obsequio al rubio para que pueda siempre sentirse seguro de caminar por dónde sea sin sentir miedo nunca más.
El bailarín se sentó en la orilla de la cama y a su lado, se encontraba aquel azabache explicando cómo debía tomar la navaja en su mano, ayudándole a sostenerla en su palma con fuerza y luego colocar sus dedos alrededor de esta sin salir herido.
Los gruesos belfos se abren levemente, sus ojos lo observan por debajo de sus pestañas cuando se siente un poco confundido y la vez asombrado de empuñar una navaja que el mismo carnicero le da otra vez.
-¿Por qué debo usarla?
-Porque hay demasiada gente que siempre será cruel contigo, no es un mundo amable como crees. Y si realmente no quieres que me entrometa en tus asuntos, entonces intenta salvarte solo por esta vez. - Las manos del azabache atrapan las pequeñas del bailarín y le obliga a tomar la decisión que le encomendó.
Jeongguk se coloca de cuclillas frente a Park, sus ojos observan hacia arriba cuando la altura entre ambos cambia y Jimin lo observa inclinando un poco su cabeza hacia abajo para encontrar sus ojos. Luego siente sus cálidas manos atrapar las pequeñas suyas y dentro de sus manos aún empuña la navaja. No sabe si puede ser posible, realmente no puede hacerlo.
-No puedo hacerlo. - Susurró el bailarín.
-Confio en ti, se que puedes hacerlo. Una vez que te acabes con tu asunto, finalmente podemos comenzar de cero nuevamente.
-¿Me perdonas por mi actitud?
Jeongguk sonrío levemente y asintió ante sus ojos.
-Puedo perdonarte, porque se que no fue tu intención y en realidad solo deseabas protegerme aunque no es necesario que lo hagas. Eres tan bueno conmigo y eres un lindo ángel que me ayuda.
El ángel sonríe un poco tímido cuando los ojos de ese hombre lo observan con calidez y puede sentir como sus palabras llegan a su corazón que bombea rápido al paso de los segundos que aún se mantienen observándose mutuamente.
-¿Soy bonito como un ángel? ¿Algún día me verás como un ángel de verdad?
-Ya te veo como uno. - Una de sus manos acarician la mejilla suave del rubio y luego quita un mechón rubio que cae en su ojo para completar esos bonitos ojos. Este gesto solo provocó un sonrojo en sus mejillas que el carnicero describió.
-No me refiero a eso exactamente, se que me ves como uno, ¿Pero algún día sería tu ángel?
Jeongguk pasó saliva algo nervioso cuando jamás se esperó tener que responder una pregunta cómo esa. Su mente no ha estado pensando en eso las últimas venticuatro horas, solo piensa en trabajo y a veces puede tener tiempo en pensar en Jimin. Pero eso no quiere decir que no pueda responder con la verdad.
Al principio, mordisqueó sus propios belfos delgados mientras bajaba su mirada a las manos de ambos y luego subió para encontrarse con la suave sonrisa de rubio, quien aguarda por una respuesta que su mente desea escuchar. Si, si serías mi ángel.
-Hay algo que me gustaría decir antes de que pueda responder a tu pregunta, cada noche siempre pienso lo mismo, y como es que debo disculparme cuando al conocernos, me comporté como un animal. No creo que quieras ser el ángel de alguien que te trato tan mal y intentó asesinarte. ¿Podrías perdonar algo así? Yo no lo creo.
La calidez de sus manos rodeado las suyas finalmente se desvanece, Jeongguk a soltado sus manos para alejarlas cuando se siente culpable de ser tan cruel en el pasado con el ángel que nunca pensó que sería a quien buscaba desde pequeño y saber que lo ha tratado mal, le rompe el alma en pequeños trozos.
El ángel observa como sus manos solo empuñan una navaja, y solo se preocupa de que las manos del contrario se alejado. No le gusta ese sentimiento, no quiere sentir que Jeongguk se aleja solo por ser cruel en algún momento del pasado y eso no es lo que el azabache sienta cuando han pasado dos meses de que se conocen. Desde que han pisado este nuevo bar, la vida de ambos solo dió un giro y se convirtió en una aventura que creció porque se sienten curiosos del uno del otro. Saber quién es quien cuando se observan mutuamente.
Park es un ángel e bailarín prohibido, y Jeongguk el verdugo e carnicero que lo protege, al menos intenta hacerlo al pesar de tener trabajo de por medio.
-Jeongguk.. no hay nada que no pueda perdonar de ti, puede que lleve tiempo pero me has demostrado que puedes ser diferente cuando tu confianza crece ante los demás. Estoy seguro de que sentías demasiada desconfianza al verme en medio de un bosque y cerca de tu cabaña.—Jimin acarició la mejilla del azabache, y continúo.—Me sentiría de la misma forma desde tu punto de vista, en una situación dónde los humanos solo devoran carne de otros, y cuando no sabes si desean atacarte o no. La desconfianza siempre es un opción.
—Desde tu punto de vista, jamás me perdonaría por mis malas actitudes hacia a ti.— Dijo el azabache mientras sentía el cálido toque del ángel en su mejilla.
Jimin soltó una pequeña risilla ante sus palabras, provocando una pequeña confusión en el rostro de Jeongguk ante su inesperada reacción.
—Hay algo que no sabes de mi, Jeongguk. Jamás elegí ser un bailarín, fue algo que debía hacer si deseaba sobrevivir. Por un lado, un padre obsesionado con el dinero y por otro lado, una madre que solía ser una bailarina de la noche como su querido hijo, asesinada por las misma calles en la que habitaban monstruos mejor conocidos como hombres que suelen pertenecer a pandillas. ¿Sabes cómo acabó todo?
Sus ojos grises permiten que Jimin se reflejen en ellos, permiten que se observan a él mismo para saber mucho más de su propio pasado mientras lo confiesa cada vez más, con el deseo de que ese azabache sepa mucho más de él. Es el momento en el que decide dejar de ser un desconocido para convertirse en alguien cercano. No puede esconder o callar lo que su mente presenció desde pequeño, y antes de sus ojos se atrevan a volverse húmedos, su voz se quiebra un poco cuando explicarlo con palabras en como una puñalada en el pecho que no puede curar. El tiempo no sana sus heridas, pero como sea decide seguir con sus palabras.
— Algún día me he preguntado si sería libre, tuve mucho sueños también, como también pesadillas. ¿Algún día seré amado de verdad sin que me abandonen por otras cosas? ¿Por qué un padre haría algo así? Y sobre todas las preguntas, sobresale una sola.. ¿Mi padre realmente entregó a mi madre a la pandilla para que realmente fuera una víctima o solo fue una noche de mala suerte en la que intentó volver a casa luego de su último baile? Estoy caminando sobre el camino de mi madre porque mi padre escapó con dinero, olvidando el pasado.. olvidando a su propio hijo.
Jeongguk mordisqueó sus propios labios al oírlo mientras en sus ojos crecen llamas de molestia cuando con solo imaginar el abandono del padre de Jimin
hacia este último, solo le crea impotencia y deseos de volver el tiempo hacia atrás para conocerlo en el triste momento de su vida. Lo único que puede hacer y se permite poder hacerlo, es abrazarlo suavemente mientras coloca su mentón sobre su hombro y cierra lentamente sus ojos como el ángel también logra hacerlo, sintiendo comodidad y paz.
—Lo siento mucho. — Susurró el carnicero, su voz sentía pena de lo ocurrido, y solo depositó un pequeño besito en la oreja del rubio mientras una de su manos sobaba la espalda de este mismo.
—Esta bien, soy un hombre adulto que comprendió a medida que los años pasaban. Solo comprendí que mi padre era un lunático adicto al dinero, incluso lo llevo a pedir demasiado dinero a una pandilla para utilizarla en casinos. Tanto dinero que ahora es una deuda para mí. Es un idiota y puedo estar seguro de eso siendo su propio hijo.
—¿Es por eso que tienes una deuda? ¿Por culpa de tu padre?
—Eso mismo. Las noches frías de bailes no eran suficientes para pagar una deuda tan costosa como esa, es demasiado dinero.. solían dolerme los pies de tanto bailar, mi cuerpo tenía golpes de esos hombres y mi maquillaje apenas podía cubrirlos.
—No quiero imaginar cuánto debió dolerte..
—Mas de lo que mis palabras confiesan.
Jeongguk se alejó un poco de su hombro y lo observó a los ojos cuando tenía la sospecha de que sus lágrimas comenzaron a caer de estos como cascada silenciosa. Caen por sus mejillas hasta el filo de su mandíbula y finalmente caen sobre sus piernas vestidas, cada una de sus lágrimas cae de la misma manera, repitiendo el proceso cada vez más mientras los pulgares del carnicero intenta limpiarlas de su rostro pero cada vez son más y más. Es un llanto silencioso y sin sonidos que puedan confirma que su alma está sufriendo por dentro.
Sus gruesos belfos se aprietan mientras sus ojos azules se tornan oscuros por el agua que caen de ellos, pero nunca dejan de observar el rostro de Jeongguk, no se pierden ninguna expresión mientras su visión es algo borrosa por las lágrimas. Pero se admira de que tan solo simples palabras pueden asombrarlo con el objetivo de cesar la cascada de sus ojos.
—No tienes que dejar que tus lágrimas caigan, muchos ángeles van a enfadarse conmigo y pensaran que soy el culpable de hacerte llorar. Incluso el sacerdote puede enojarse conmigo si lo supiera...
El ángel frunció lentamente el ceño cuando fue extraño oírlo hablar de un sacerdote, tuvo una pequeña duda de saber de quién se trataba, deseaba saber porque lo había mencionado en este momento.
—¿Quién es el sacerdote?
Jeongguk le dió una mirada rápida a todo el rostro del ángel y regresó a sus ojos antes de sonreír de lado mientras extrañamente su colgante comenzaba a brilla ante el rubio, quien apartó su mirada hacia el objeto de su cuello, pero no emitió ninguna palabra.
—Es el hombre que me dijo que tendría un ángel en mi vida y como sería ese ángel. Finalmente se que lo encontré. Eres en ángel que sufrió, al que todos desean pero no pueden tenerlo fácilmente, el que fue abandonado y ahora busca quien lo proteja. Cada ángel es diferente, y tú eres el ángel abandonado.
Los ojos del bailarín parpadearon, sus labios se entre abrieron un poco y logró humedecer un poco estos cuando observó como el rostro del carnicero se aproximó al suyo hasta sentir sus labios sobre los suyos. Un pequeño beso que lo tomó de imprevisto, pero que aceptó sin pensarlo.
Entre todos los angelitos, cada uno es diferente al otro y Park es el ángel que fue abandonado, pero que pudo encontrar a alguien quien puede no abandonarlo, ya que siempre lo ha buscado y aunque Jeongguk tuvo dudas como desconfianza de Jimin, jamás dudó de que se trataba del ángel que el sacerdote solía hablarle.
Jimin deseaba que lo amén sin abandonarlo, odiaba que lo abandonaran, pero con Jeongguk a su lado, ya no tenía que preocuparse porque el carnicero jamás lo dejaría solo, ya que este siempre deseó cuidar de alguien y protegerlo sin dejarlo ir.
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