XXVIII: Desastre II
❝Una mirada de celos y su actitud distante ante su nuevo enemigo.❞
—
Sobre un altar rojo, se lleva a cabo un ritual religioso en una iglesia de una comunidad religiosa. Aquellos hombres que alaban a un dios desconocido le ofrecen a este ser todo poderoso una copa con sangre dentro mezclada con una plaga, la plaga que infecta a los humanos denominada huésped.
La plaga dentro de la copa se mueve desesperada por obtener un cuerpo donde alojarse para alimentarse. La forma del parásito es similar a un escorpión, poseen cuatro patas puntiagudas, dos patas puntiaguda a cada lado de su torso y una cola larga puntiaguda con la que ataca.
El parásito se remueve dentro de la copa mientras todos los hombres, quienes vestían con túnica negra excepto uno de ellos, rezan mientras uno de estos hombres con túnica morada eleva la copa hacia el altar y frente a un símbolo con la forma del parásito en la pared de la iglesia.
Todos rezan con una sola oración en todo el ritual mientras le enseñan a su dios poderoso la plaga en la copa que ellos mismo crearon para enorgullecer al dios cuando el plan principal de la comunidad religiosa era obtener el poder mental de todos los humanos para tener control en la humanidad y del mundo para introducirlos a su religión desconocida.
La comunidad religiosa fue la culpable de crear la plaga. El laboratorio de la comunidad creó una plaga utilizando un hongo como experimento para llevar a cabo la creación del parásito. El hongo denominado Ophiocordyceps, fue utilizado extrayendo sus propiedades y beneficios para crear el parásito que les permitió tener el control mental de algunos humanos pero han fallado cuando la plaga solo convertía a los humanos solo en zombie sin conciencia de lo que hacen y que solo desean comer carne para que la plaga crezca.
Bajó otro segundo intento, el laboratorio de la comunidad religiosa no se dió por vencida cuando su experimento falló. Es así que crearon otra plaga similar con las propiedades y beneficios del hongo Ophiocordyceps, clonando este y creando una plaga con forma similar a un escorpión. Está misma plaga se infecta de manera rápida y eficaz con solo una inyección sobre el humano, sobre todos sus seguidores religiosos que apoyaban ciegamente a la comunidad sin importar que ocurra.
Creen en el dios desconocido y todo poderoso, son capaces de dar su vida por enorgullecer al dios que siempre alaban.
La nueva plaga que lograría infectar nuevamente a la humanidad se llevaría a cabo, reemplazando la plaga fracasa que convierte a los humanos solo en zombies y crearían un control mental que les permitiría dominar a los humanos a través de la plaga en sus cerebros.
Toda la comunidad religiosa poseía la nueva plaga en sus cerebros, conectado a este y ordenandole al cuerpo alimentarse de carne humana. Sus síntomas era diferentes ahora, ya no chillaban o castañaban sus dientes pero si podían seguir conservando su capacidad de hablar pero no de pensar, ya que su conciencia era reemplazada por fuerza física mucha fuerte que un simple humano no infectado.
Era increíble saber que todos esos hombres religiosos dueños de la comunidad aún podían hablar con una plaga en sus cerebros pero solo pocas y repetidas palabras que su líder supremo de la comunidad les indicaba todo el tiempo a través de la telepatía que permitía a las plagas ponerse en contacto una con otras.
Por un momento, todos los infectados de la plaga pueden hablar y accionar de la misma forma, todos dirigidos por un líder de la comunidad religiosa.
Todos esos religiosos como los seguidores que poseía la comunidad, creen ciegamente en Dios y en líder de la comunidad cuando el líder les confiesa cada día que su dios desea que todos acepten el regalo que les envío, en referencia a la plaga que destruye sus organismos para solo obtener control mental sobre estos.
Crean en nuestro dios, el hizo todo esto posible, ahora todos somos aquí aceptamos el obsequio de una plaga que dios nos envió y compartiremos nuestro poder con todo el mundo.
Fue lo que dijo ese líder de la comunidad, su túnica roja era llamativa como el bastón de oro que sostenía su mano derecha sobre el suelo que lo ayudaba a caminar mientras que la capucha de su túnica cubría su rostro. Su dicho fue escuchado por todos esos creyentes infectados sentados en las bancas de la iglesia mientras sus ojos rojos perdidos lo observaban con una expresión neutra.
Compartiremos el poder que tiene nuestras mentes y le enseñaremos al mundo nuestro obsequio.
Unos hombres de abrigo largo y oscuro combinaba con el color de sus máscaras de gas en sus rostros, sujetaban armas en sus manos y se encaminaba hacia ponerse detrás del altar de la iglesia, observando a todos esos seguidores de la comunidad.
Clan Diablo.
El clan que seguía a la comunidad, contratado por la misma y se trabajaban para esta asesinando sobrevivientes que se negaban a ser seguidores de la comunidad y también asesinaban zombies. Su objetivo principal desde ahora era atrapar a todos los sobrevivientes que encuentren para traerlos a la fuerza a la iglesia de la comunidad y obligarlos a portar la plaga en su cuerpo, así infectando a estos. No se negaban ante su nueva misión, estaban seguros de cumplirla sea como sea cuando el líder de la comunidad los presentó frente a todos los seguidores en la iglesia.
El cambio de un nuevo desastre que reemplaza a otro finalmente comenzó, los zombies no son tan zombies ahora cuando poseía una capacidad de habla sin importar que estén infectados y deseaban comer para alimentar al huésped de sus cuerpos.
La fase dos del nuevo desastre se aproxima mientras que los sobrevivientes intentan siempre salvar sus vidas de lo que se aproxima.
𝐂𝐀𝐑𝐍𝐀𝐆𝐄
Bienvenidos a la ciudad, Puerta de la Muerte.
Era de noche, el viaje sobre la carretera fue demasiado largo, la iluminación del vehículo permitió al azabache leer el gran cartel de bienvenida en la entrada de la ciudad, el cual poseía un dibujo de una bailarina exótica en un tubo metálico, indicando que tipo de ciudad se trataba.
Jeongguk desvío su mirada a través del espejo retrovisor para observar como el ángel duerme plácidamente sobre el asiento trasero. Era lo mejor para el, después de todo, se encontraban en la ciudad en la que el bailarín pertenecía y nació desde muy pequeño. Fue la ciudad de la que escapó hace un mes atrás cuando los zombies aparecieron.
Taehyung descansa de la misma forma, Jeongguk no deseaba despertarlo aún hasta aparcar el vehículo frente al sitio que tenía en su mente desde que escaparon de Orrinshire.
Las ruedas del vehículo se detienen luego de muchos minutos en lo que avanzaban sobre las calles de la ciudad peligrosa. Finalmente, el vehículo aparcó frente a un bar con un gran letrero de colores rojos que parpadea y tiene diferentes estilos de iluminación.
Bienvenidos al bar, Hot Hell.
Es lo único en lo que sus ojos grises se enfocan al leer aquel gran letrero arriba de la puerta de entrada. Solo tomó su mochila, bajó del vehículo y observó la luna que iluminaba la ciudad como también la fría noche de este día.
Observó hacia sus alrededores antes de adentrarse en el bar pero no sin antes darle un rápido vistazo a los dos hombres descansando dentro del vehículo.
Jeongguk dió dos pasos acercándose a la puerta del bar mientras una de sus manos libres busca un cigarrillo en su bolsillo trasero y luego colocarlo entre sus labios. Antes de empujar la puerta, un hombre alto y de ropas oscuras, empujó bruscamente a un hombre fuera del bar mientras le grita que jamás vuelva allí si no quiere sufrir unos cuantos golpes.
—¡Lárgate de aquí, ahora mismo! ¡No tienes permitido hablar con el clan verdugo! — Gritó el hombre, un guardaespaldas del bar, quien se encarga de la seguridad del sitio.
El hombre arrojado fuera del bar, corrió lejos del sitio con un rostro de miedo como todo su cuerpo tembloroso que dejaba caer sus cosas al suelo cuando correr y temblar de miedo era imposible de manejar al mismo tiempo.
Jeongguk observó la escena con atención mientras sus dedos aún no se alejan del cigarrillo entre sus labios, aquel guardaespaldas se giró en su dirección con una mueca ruda en su semblante, desafiando al carnicero con patearle el culo si se le ocurría hacer algo malo.
—¿Y tú que carajos me miras, ojitos grises? — Escupió el hombre rudo mientras doblaba sus brazos enseñando como sus músculos se tensan.
—Lo mismo que tú... a ese pobre hombre correr. — Respondió con calma el carnicero mientras acercaba su mechero a la punta de su cigarrillo y luego lo guardó en su bolsillo.
—¿Oh sí? Parece que deseas lo mismo. ¿Qué haces aquí? Este bar es exclusivo para hombres del clan, jamás he visto tu cara por ahí.
Jeongguk le dió una calada a su cigarrillo mientras asentía su cabeza varias veces luego de oír sus palabras pero el rostro de ese hombre demuestra impaciencia por saber quién era realmente ese azabache.
—Nací ayer y ahora estoy aquí... Será por eso que no me has visto antes. — Respondí Jeongguk pasando por su lado hacia la puerta pero el guardaespaldas lo detuvo de inmediato.
—¡Eres gracioso pero no es mi tipo de humor! ¿Qué haces aquí?
El carnicero lo observó por unos segundos, luego lo empujó de su camino para adentrarse en el bar seguido por ese guardaespaldas molesto y con la iniciativa de comenzar una pelea con la intención de no dejarlo entrar sin antes una identificación que lo autorice.
Pero Jeongguk lo ignoró completamente cuando sus ojos se encontraron con un mundo diferente al que se encontraba afuera del bar. Podía describir aquel ambiente como algo festivo y puro entretenimiento con la fuerte música alta junto a bailarines exóticos bailando sobre una gran plataforma mientras todos los sobrevivientes sentados en sus mesas observan el show de esos cuerpos semidesnudos moviéndose al ritmo de la melodía.
Una larga barra de tragos completamente ocupada por muchos más sobrevivientes que disfrutan de un buen trago mientras sus ojos no se apartan de los bailarines exóticos como todo los demás sobrevivientes que gritan y festejan cuando un bailarín exótico se quita una de sus prensas superiores, enseñando su torso.
—¡Te he dicho que no entres! ¿Quien demonios te crees que eres para entrar aquí? — Gritó el guardaespaldas detrás del azabache para que pueda oírlo cuando la música estaba muy fuerte en el sitio.
Pero fue ignorado nuevamente por el azabache, quien hizo una mueca de disgusto ante el ambiente tan descarado, sin vergüenza y repleto de hombres que se comportaba como animales en celo con solo ver un poco de piel que esos bailarines exóticos enseñaban para ellos como un show de entrenamiento.
—Repulsivo. — Susurró Jeongguk apartando su mirada de todos esos bailarines.
Su objetivo no era ser como esos hombres, sentados mientras beben hasta emborracharse y observan como los bailarines cumplen sus fantasías, porque su mente era diferente a ellos. Su mente buscaba alguien en especial, alguien que controlaba el bar como a todos esos sobrevivientes que el mismo sitio permitía que se oculten y se alojen aquí cuando el Clan Diablo los buscaba hasta debajo de una roca.
Jeongguk apretó en un puño una parte de dónde sostenía su mochila y tensó la mandíbula cuando se encaminó hasta posicionarse en medio de todas la mesas, no importaba que se coloque de pie allí porque todos esos hombres ebrios nunca se preocupan de quién entre al bar, ya que sus mentes disfrutan mucho imaginando lo que sus ojos ven en esos bailarines exóticos y masculinos.
El guardaespaldas que perseguía al azabache, dejó de hacerlo cuando no quería tener problemas con nadie al observar como aquel hombre de ojos grises se entromete en el entrenamiento de esta noche en este mismo bar. Lo mejor que pudo hacer es retroceder hasta salir del bar, fingiendo que no vio absolutamente nada.
Jeongguk desvío su mirada de los bailarines hacia todos los hombres para analizar cada uno de sus rostros y actitudes. Su mirada gris recorrió todo a su alrededor hasta que una pregunta ruda se creó en su mente.
—¡¿Donde se encuentra el dueño de este bar?! — Gritó Jeongguk, en un tono ronco y profundo pero ningún hombre parecía haberlo oírlo lo suficientemente fuerte, ya que la música estaba tan fuerte que lograba opacar su tono de voz.
Un hombre pasó por su lado chocando su hombro pero no le importaba si Jeongguk se molestaba ante su rudo golpe de hombro, ya que continúo su camino con un trago en su mano en busca de una mesa libre donde sentarse junto a otro hombre. Ambos sobrevivientes alojandose en el bar como el resto de los que existían en el sitio.
Los bailarines exóticos movieron sus cuerpos sensualmente mientras la música continuaba y ignoraban al hombre azabache gritando entre tantos hombres, ya que su trabajo era bailar sin parar para dar lo mejor de ellos en cada noche de entretenimiento. Cumpliendo cada fantasía de esos hombres, quitando cualquier prenda de sus trajes rotos y sucios sin brillo que alguna vez fueron bonitos cuando bailaban antes de el desastre exista pero en sus rostros aún existe la sonrisa encantadora que utilizaban en sus clubes nocturnos para mantener contentos a sus clientes.
Jeongguk buscó su mirada algún reproductor de música hasta que encontró un gran parlante sobre el suelo y a un lado de la plataforma de baile, sus pasos se encaminaron hacia este para luego patearlo con fuerza, acabando con la fuerte música que se detuvo a la fuerza y captó la atención de todos que se voltearon hacia el culpable de interrumpir el entrenamiento.
Los sobrevivientes se demuestran tan furiosos ante el show que acabó por culpa de un azabache de ojos grises que los observó molesto a cada uno que se colocaba de pie rápidamente mientras los bailarines exóticos se detuvieron asombrados por ese carnicero, que da unos cuantos pasos hasta colocarse frente a estos pero dándole la espalda para observar a todos los hombres ebrios y molestos con él.
—¿Molestos? Yo no estaría molesto porque una persona como yo acabo con sus fantasías, deben agradecerme de que salvé sus jodidas mentes de este... horrible y barato espectáculo de.. malos bailarines.
Los bailarines clavaron sus ojos molestos en la nuca del azabache cuando no podían evitar sentirse ofendidos. Lo que ese hombre azabache se atrevió a decir con tanta libertad, provocó que los bailarines se sientan tan ofendidos cuando alguien como él se atrevió a criticar su talento en la danza, pero a Jeongguk no le importaba si se molestaban con él.
—¡¿Horrible y barato espectáculo?! — Preguntó molesto un hombre con un trago en su mano que pronto podía romperse de la molestia que recorría su cuerpo.
Ese hombre molesto había esperado días para conocer el entretenimiento de la ciudad más peligrosa del país, y ahora mismo acababa de cumplir su sueño pero fue destruido en minutos por un hombre desconocido que jamás vió antes en este mismo bar.
—No miento.. — Susurró Jeongguk, luego le dió una calada a su cigarrillo antes de arrojarlo sobre las tablas de madera que construían el suelo del bar, después lo piso bajo su bota.
—¿Quien te crees que eres, bastado? Tu rostro no pertenece a este bar. ¡Lárgate! — Gritó otro hombre, arrojando su trago a las botas de Jeongguk, solo demostrando su enojo.
El azabache observó como aquel vaso de vidrio se rompió a centímetros de sus botas y luego elevó de nuevo su mirada hacia ese hombre para enseñar una sonrisa ladina en su rostro en respuesta a su agresiva actitud pero nada de eso lo sorprende. Jeongguk solo oculta sus manos en sus bolsillos mientras lo observa.
—Si fuera el dueño de este bar... —Jeon movió el pedazo de vidrio a un lado con su bota y continúo.— Te obligaría a limpiar este desastre con tu propia lengua pero no estoy aquí para eso. ¿Quien es su jodido jefe y el dueño del bar?
El hombre molesto, culpable de arrojar el trago a sus botas, intentó aproximarse al azabache para atacarlo pero sus compañeros a su alrededor lo tomaron de sus brazos para detenerlo antes de que comience una pelea en un bar tan temido como este. No deseaban tener problemas con el Clan que lo administraba todo el tiempo, incluso le temían al dueño de este.
Un atractivo y delicado bailarín detrás de Jeongguk, el cual se encontraba sobre la alta plataforma de baile, se colocó de cuclillas cerca del cuerpo del azabache y soltó una pequeña risilla divertido ante la pregunta de este.
Ese bailarín exótico era tan bello como los brillantes aretes de plata que colgaban de sus orejas, y tan bello como la noche pero su apariencia era tan bonita como seductora como un demonio pero ningún hombre se atrevía a jugar con el como este bailarín jugaba con su clientes. Sus ojos verdes jamás supieron cómo era el rostro de ese azabache, ya que solo podía verlo darle la espalda a el y todos sus bailarines exóticos. Por lo tanto, su mente creyó que se trataba de un viejo hombre que criticaba a los bailarines de la nueva generación.
—¿Un viejo y anticuado hombre como tú quiere saber quién es el dueño de este bar? Puedo ayudarte pero no me agradan los hombres anticuados que no conocen la existencia de bailarines tan delicados como nosotros.
Jeongguk sonrío divertido al oírlo a sus espaldas, no podía evitar sentir gracia ante sus palabras que debían ser un insulto para su persona pero más que eso, era realmente una broma mal expresada. Sus botas se giraron como su cuerpo y su rostro se encontró con el de ese bello bailarín pero no sintió nada en absoluto cuando esos ojos verdes se conectaron con sus ojos grises.
—¿Viejo y anticuado? Creeme que me siento y me veo mejor que cualquier de estos tipos a los que les bailas en cada noche..
Todos los bailarines en la plataforma y junto al bello bailarín, cambiaron sus expresiones de molestia a una expresión de asombro como también algo embobados ante los bellos ojos grises de ese azabache que se giró hacia ellos mientras los observaba a cada uno.
El bailarín de belleza seductora como la de mismísima demonio Lilith, se asombró al ver a ese hombre y su mente se congeló ante su belleza que esos ojos grises pueden darle a su rostro tan atractivo como ese cabello azabache que combina perfectamente con todas sus facciones como rasgos. Era la primera vez que sentía que su corazón latía nervioso cuando un hombre tan bello como este lograba responder sus palabras sin sentir miedo al hacerlo. Ya que mucho hombres temían hablar con ese bailarín y esto era que adoraba pero ese azabache tenía un espíritu salvaje.
—No te ves nada mal.. te ves realmente calien-
El tono dulce y tímido del bailarín de ojos verdes es interrumpido por un tono brusco como también rudo de parte del carnicero desinteresado en ese bailarín.
—Cierra la jodida boca. ¿Donde mierda se esconde el bastardo de este bar?
—Espera yo-
Pero el bailarín intentó no decirlo pero Jeongguk lo tomó de sus ropas de danza y lo jaló para obligarlo a responder su pregunta de una vez por todas cuando su paciencia se agotaba con cada minuto que transcurría en ese jodido bar.
—Dilo de una vez si no quieres dejar de bailar ahora para estos bastardos por el resto de tu vida.. te prometo que extrañarás bailar si no lo dices.
Antes de que los belfos del bailarín confiesen, las puertas del bar se abre rápidamente y dos hombres se adentran confundidos cuando no encontraban al carnicero en ningún sitio pero tampoco dentro del vehículo aparcado frente al bar. Entonces sus ojos encontraron al azabache amenazando a un bailarín del bar, esto provocó que esté mismo bailarín logre desviar sus ojos del rostro de Jeongguk para observar otro rostro que reconoce desde mucho tiempo atrás.
—¿Park Jimin? — Susurró el bailarín completamente atónito de volver a verlo después de tanto tiempo.
Jeongguk frunció el ceño ante el nombre que esos indeseables labios susurraron y se volteó hacia la dirección en la que su ángel se encontraba asombrado de verlo con otro bailarín. Taehyung solo bufó algo cansado cuando su mejor amigo parecía meterse siempre en problema aunque en realidad no fue del todo cierto.
El ángel desvío su mirada de ese bailarín de ojos verdes para observar el rostro del carnicero, quien soltó bruscamente al bailarín de su agarre para alejarse cuando los ojos azules de su bello ángel lo observan algo asombrado y molestos.
—¿Quien carajos son ustedes ahora? ¿Mas invitados? — Preguntó un hombre, entre tantos sobrevivientes, mientras enseñaba un rostro asombrado pero que luego sonrío ladino al posar sus ojos en el bello hombre rubio de ojos azules.
—Carajo, es demasiado lindo. ¿Quien es? — Susurró otro hombre mientras no quitaba su mirada del ángel.
—¿Otro bailarín? Pagaría por verlo. — Compartió otro hombre mientras bebía su trago con sus ojos puestos en el bello rubio.
Jeongguk escuchó aquellos comentarios sobre el rubio y sus manos no podían volverse puños cuando todo su cuerpo siente la adrenalina recorrerlo como aquellos celos que provocan que su sangre comience a hervir. Odiaba cuando otros hombres hablaban sobre el ángel de esa manera, su mente no puede evitar reflexionar posesivo y su cuerpo se siente diferente cuando siente celos.
Las últimas palabras de un hombre fue la que provocó que Jeongguk se sienta celoso.
¿Acaso no es el famoso bailarín, Park Jimin? Moriría por una noche con un bello hombre como él.
El azabache empujó lejos al bailarín que tenía cerca, ignorando sus quejidos de dolor al caer hacia atrás sobre la plataforma de baile mientras era ayudado por los demás bailarines como el. Sus ojos verdes se enfocan en el azabache que se encamina hacia un hombre que no puede quitar su ojos enfocados en Park, aquel rubio que es y será siempre el bailarín más deseado como el más famoso de la ciudad.
Los pasos del carnicero fueron seguidos por el ángel como también sus movimientos cuando tomó una silla de madera y vacía para elevarla al aire mientras se aproximaba al hombre que se atrevió a hablar de esa forma sobre su ángel. Sin miedo a lo que pueda ocurrir luego, golpeó con fuerza en la espalda y cabeza con la silla a ese hombre, logrando romperla completamente por la fuerza brusca que utilizó. Sus ojos grises observaron como el cuerpo de ese tipo cayó al suelo y luego mucho de sus compañeros intentaron atacarlo para véngase pero los aplausos de un desconocido detienen el caos.
Múltiples pasos bajan por las escaleras del bar del segundo piso y luego se encaminan hacia donde se encontraba el problema. Todos los sobrevivientes se hicieron a un lado cuando un hombre con una cicatriz en su ojo, cabello azabache y vestimenta estilo urbano, se aproximó hacia el problema seguido de dos hombres detrás de él.
El desconocido de la cicatriz en su ojos detuvo sus aplausos cuando sus ojos oscuros se encontraron con aquel carnicero que su mente extrañó por demasiado tiempo y aún conservaba esperanzas esperando algún día volver a verlo.
Taehyung tomó de los hombros al rubio y lo alejó de la situación entre esos dos hombres, Jeongguk y ese hombre que jamás vió en su vida antes, tenían una cierta conversación que debían terminar desde hace tiempo cuando finalmente el carnicero tuvo el orgullo de volver a buscarlo en este bar pero jamás esperó que fuera dueño de este.
—¡Puedo oírte, Jeongguk! ¡Puedes detener su violencia contra mis hombres de una vez y hablar conmigo como los viejos tiempos! ¿Vienes por el contrato del Clan?
Min Yoongi, aquel azabache atractivo con una cicatriz en su ojo, lo observó con una sonrisa mientras sus manos se ocultan en sus bolsillos cuando sabe que Jeongguk jamás podría golpearlo una vez que se vuelven a ver después de tanto tiempo y su reencuentro finalmente sucedió.
—¿Eres el dueño de este bar? Porque en realidad tú nunca podrías serlo..
—Creeme Jeongguk, finalmente lo logré.—Respondió Yoongi ante el azabache.—Todo fue gracias al clan que ves.. y al que tu perteneces desde hace tiempo. ¿Donde has estado todo este tiempo? ¿Escapando?
Jeongguk sonrío con cierta burla mientras busca en sus bolsillos lo que tenía para ese azabache, y cuando lo encontró, simplemente lo lanzó por aire en su dirección para Yoongi lo tome en el aire con una sonrisa arrogante.
—Te devolveré el móvil que alguna vez me diste antes de marcharme.
Todos los sobrevivientes y bailarines observaron con atención todo lo que ocurría, también Taehyung y Jimin, quienes se asombraron por lo que sus ojos observan y sus mentes no pueden evitar sentirse confundidos como también perdidos ante la situación.
—Jeongguk.. ¿Que es lo que esta pasando?
Fue lo que interrogó Taehyung cuando todo lo que sucedía frente a sus ojos era tan confuso y desconocido como el mejor amigo que tenía en este mismo instante.
El ángel negó ante lo que sucedía mientras sus ojos azules se desvían del rostro del carnicero hacia el bailarín de ojos verdes que lo observan con demasiada molestia desde la distancia y sobre la plataforma de baile del bar.
Doyun.
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