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XXIII: Mío.

❝Lo que recorre el cuerpo son los celos de un hombre que cree en dios pero el es su enemigo, ya que un diablo tentador.❞


Sus celos no se detienen aquí.

Al golpear su rostro contra el espejo, este se rompió en miles de pedazos que caen sobre el lavamanos, algunos se encuentran rotos y manchados con pequeñas gotas de sangre que caen del rostro de ese mismo Bartender horrorizado por el dolor pero aún así su sonrisa divertida no se desvanece de sus labios.

Jeongguk la odia, odia observarla y quiere quitársela de su rostro cuánto antes posible.

—¡Dime dónde está! ¡Dímelo de una vez o te juro que puedo asesinarte aquí mismo!

Estampó con ira su rostro contra el espejo roto, una y otra vez, quitando esa sonrisa divertida de su rostro. Jaló de su cabello cuando ya tuvo suficiente de ese espejo y observó su rostro completamente herido con pequeñas cortadas, pero no le importaba.

Las últimas palabras de ese bartender en toda la noche, acabaron con la poca paciencia del carnicero y destruyó su cordura completamente.

—Es-esta en o-otro bar de la ciu-ciudad pero muchos hombres serán sus clientes está noche... Ese bailarín tiene trabajo.

Jeongguk lo lanzó con fuerza al suelo y se tomó unos segundos para quitar con una mano su colgate de fé en su cuello para luego sujetarlo en una mano mientras este cuelga a la vista del bartender, quien soltó una risilla de burla ante ese rosario.

—¿Te pondrás a rezar aquí mismo? Que patético.

Jeongguk compartió la misma sonrisa que tenía ese bartender en su rostro pero su diversión era diferente a la de aquel hombre. El azabache sonrió de diversión cuando en su mente imaginó lo que haría con su colgate tan apreciado de dios.

—Te equivocas, voy a joderte la vida.

Sus manos tomaron el colgate, lo extendieron y luego avanzó violentamente hacia el bartender que intentó arrastrarse lejos pero fue atrapado a través de su cuello, la piel de este se sintió apretada cuando ese colgante lo rodeó completamente y la presión que Jeongguk ejerció provocó que poco a poco el oxígeno jamás entre en sus pulmones.

Sus brazos se marcaron de tanta fuerza que estos ejercían al asfixiar al hombre debajo suyo con el colgante, sus finos belfos se aprietan cuando toda su fuerza logró acabar con ese hombre con cada minuto que pasaba y lo observaba luchar por su vida cuando lanzaba golpees al aire para intentar darle al carnicero pero falló hasta que su cuerpo se dió por vencido, acabando completamente inmóvil y sin vida.

Jeongguk quitó el colgante de alrededor del cuello de ese hombre cuando estuvo seguro de acabar con él y se alejó rápidamente para salir del baño sin observar hacia atrás de lo que sus propias manos cometieron.

Buscaría a su mejor mejor y al ángel lo más antes posible.

La noche no acababa aquí aún y presentía que tenía mucho por delante.


𝐂𝐀𝐑𝐍𝐀𝐆𝐄


Pequeño, bello y dulce ángel se encuentra asustado ante todas las miradas perversas sobre su cuerpo que provienen de esos hombres que se sientan en todo el bar solo para observar el show de baile que debe dar solo por obligación si no quiere morir.

Su cuerpo se mueve lentamente, sus caderas se sacuden de un lado a otro en un movimiento lento. La música es tan lenta como su caminata sensual y los giros que da son imposibles de imitar, la manera en que se mueve es como una serpiente en busca una presa pero sus pasos con como un felino encantador.

Las telas translúcidas y oscuras decoran todo su cuerpo. Es increíble como esos hombres poseían un traje oscuro y similar al traje rojo que solía utilizar en el club nocturno para bailar delicadamente frente a tantos mafiosos. Igualmente se siente que aquel traje que utiliza, se siente aburrido sin sus diamantes y sin su maquillaje en su rostro. Juró jamás ser un bailarín de bajo presupuesto pero ahora se encuentra bajo las telas translúcidas de un traje sucio y muy mala calidad. Se siente insultado de alguna forma.

Seguramente que si el dueño del club nocturno lo viera ahora mismo, solo negaría ante el nuevo Park y se decepcionaría junto a todos los demás bailarines que detestaban al rubio, pero podrían burlar de el.

En su rostro bello se mezcla la tristeza y la angustia de no poder bailar con clase. Cada paso de su caminata sensual es dada entre las mesas del bar mientras sus bellos como el océano caen al suelo y se niega a observar a cada hombre que lo busca para hacer contacto visual por tan solo unos segundos.

El dragón tatuado en su espalda se puede apreciar con cada giro delicado que su cuerpo da como un paso de baile con conecta con otro, sus brazos se mueven sutilmente y sus piernas son tan bonitas en la manera en que cooperan con el resto de su cuerpo.

Semidesnudo ante tantas miradas perversas, no se quiere continuar siendo visto al rostro. No quiere que esos hombres observen sus ojos algo tristes. Su mirada no es digna para ningún hombre de allí, por qué su mirada es mucho más para un hombre, hipnotizante y encantadora que no es fácil de soportar.

Es vulgar, este ambiente es vulgar. Sus silbidos lo desconcentran, no puede seguir la música como el debe hacerlo. Sus palabras inapropiadas y vulgares se oye en todo el bar, las cuales solo hablan de su rostro y su cuerpo de forma tan vulgar.

Sus belfos gruesos se aprietan con fuerza reteniendo sus lágrimas cuando se siente tan sucio como el mismo bar. Sus pequeñas manos cubren su rostro y camina entre las mesas intentando bailar sin demostrar el océano melancólico de sus ojos.

Jamás pensó que al cubrir su rostro, uno de esos hombre tendría el descaro de poner su pie en su camino, provocando que caiga al suelo y sea centro de burla por su caída. Podía observarlos reír a todos esos hombres mientras en sus ojos existía el desprecio y la perversión.

Se abrazo a él mismo mientras sus ojos observan sus rodillas pequeñas heridas producto del suelo al caer sobre estas. Puede oír en cada oído como sus risas se vuelven cada vez más fuerte hasta que es tomado del cabello dorado y siendo obligado a observar a todos con sus ojos con un océano triste que se rebasó de lágrimas que poco a poco caen por sus mejillas hasta el suelo.

— Sabía que no podías bailar... Eres un bailarín solo hecho para estar con hombres... Tú baile solo atraer a los hombres para darles un buen servicio. — Escupió el hombre que lo tomaba del cabello, después de eso, lo soltó bruscamente mientras se unía a las carcajadas de sus compañeros.

El ángel pasó sus manos por sus mejillas húmedas de lágrimas y podía sentir la heridas de una de sus mejillas. Sus belfos gruesos se abren un poco cuando sintió que se encontraba arruinado de por vida y sabía que ningún hombre volvería a verlo al rostro jamás.

A un buen cliente no le gustan los hombres feos, con cicatrices en su rostro y un cuerpo devastado que baila en cualquier sitio que no sea un club nocturno de alta clase para mafiosos.

Sus labios se aprietan mucho más fuerte, sus ojos se vuelven cascadas de lágrimas, su manos tiemblan al colocarse sobre sus mejillas y presionarlas, mientras que su cuerpo se congeló por completo. Su mente se siente lejos de la realidad, lejos de una situación en la que se siente cae en un profundo pozo de desesperación, tristeza y rechazo de su propia apariencia.

Su sollozos son opacados por las risas más fuertes de esos hombres, no importa cuando llore, su rostro se encuentra arruinado y horrible para su gusto, sus piernas ya no saben moverse tan bien como su cuerpo, y su mente ya olvidó que era un bailarín exótico de alta clase.

— Observen como llora, ¿Que ocurre? ¿Quieres tu rostro de antes de regreso? — Dijo un hombre aproximándose al rubio y tomando su mentón para que todos ven como un océano llora. Eso lo avergüenza demasiado.

Jimin pasa lentamente sus dedos por sus mejillas, de arriba abajo, sintiendo que este no era su rostro que solía tener. Siente la herida en su mejilla y sus sollozos aumentan mientras sus ojos observan entre lágrimas a ese hombre reírse de su apariencia.

— Tienes que darnos las gracias, gracias a nosotros nadie podrá obligarte a bailar y serás libre. — Gritó otro hombre en el fondo del bar, su risa se unió a todas las risas de los demás.

—¿Quieres otra herida en tu otra mejilla? — Interrogó el hombre frente a él aproxima su navaja a su otra mejilla sana con intenciones de arruinar por completo su rostro.

Jimin negó con miedo. Sus ojos lloran mucho más mientras que sus labios se vuelven un pequeño pucherito y sus dedos no se detienen de rasguñar sus propias mejillas rosadas de tanto herirlas con sus propias uñas. Pero negarse ante ese hombre hizo que este entendiera todo lo contrario, pues su navaja se acercó a su otra mejilla y con una mano quitó la del rubio para comenzar a cortar lento la piel de su rostro.

Su valentía, la única pizca de valentía que existe en su interior lucho por su propia apariencia. Sus pequeñas manos alejaron la navaja de ese hombre cuando sentía un ardor en su mejilla y un pequeño brote de sangre salir de esta.

— ¡¿Que ahora que te ocurre?! Si no quieres que corte por completo tu otra mejilla, mejor baila.

El hombre brusco, guardó su navaja y tomó del brazo al rubio para colocarlo de pie a la fuerza y así mismo empujarlo para que siga con su baile. Y mientras viva, tendrá que bailar para esos hombres o puede recibir otra herida en su rostro.

Lo único que recordaba era mover sus caderas de un lado a otro, es el único que movimiento que lograba hacer junto a la sensualidad que jamás perdió pero estaba seguro que si ahora mismo su otro yo bailarín lo observara desde unas mesas, entonces se sentiría avergonzado y humillado por su propio yo diciéndole que es un inútil.

Puede imaginarlo y observarlo en una de las mesas del bar, esas telas translúcidas y rojas brillan junto a los diamantes que decoran su piel del cuerpo semidesnudo que tiene. Su cabello dorado peinando hacia atrás y ese maquillaje muy bien hecho que le da un excelente encanto a sus rasgos como facciones también. Su expresión en su rostro es sería y arrogante con esa sonrisa de burla.

El ángel lo observa una vez más y ese otro ángel que es el mismo chasquea los dedos molesto, pidiéndole que baile ahora mismo.

Baila, baila aunque sangren tus pies, baila aún que te veas mal y baila mientras ellos te humillan pero jamás dejes de bailar.

Fue lo que sus labios gruesos le dicen al ángel perdido en este mismo bar, quien observa a su propio yo sentando en una de las mesas con su mirada en alto y empoderado.

Todos los hombres detienen sus risas cuando ese rubio observa fijamente a una mesa vacía del bar y fruncen el ceño confundidos de la situación. Regresan sus miradas al bailarín que se abraza a él mismo pero esto para cuando sus lágrimas dejan de caer y su mente vuelve a la realidad, olvidando que su rostro se ve mal aunque no se así, y además de eso, no recuerde ningún paso de baile que solía crear.

El otro bailarín que Park ve en la mesa del bar, no es nadie más que el mismo en su mejor fase de bailarín. Poco a poco, observa como su yo bailarín se coloca de pie algo molesto y sube a la mesa para enseñarle por qué tanto olvidó. Su cuerpo se mueve lentamente y sensual con pasos de baile que solo eran del club nocturno, y por alguna razón se encontraba ayudándolo.

Ahora me ves, este es tu verdadero yo, nunca podrás olvidar quien eres. ¿Quieres perder contra tu propio yo? Vas a perder contra tu propio yo.

La sonrisa ladina y divertida de su propio yo bailarín enciende la competencia en el mismo cuando no quiere que otro bailarín incluso su propio yo lo supere en el baile.

Solo existo para hacerte ver quién eres.

Susurró el yo bailarín mientras sus manos acarician sus torso decorado de diamantes y luego pasa una mano por su cabello dorado hacia atrás.

Pero el ángel no quería olvidar, no deseaba dejarse vencer por su propio yo y por alguna razón su propia lo ayudaba a recordar en una ilusión de su propio yo del club nocturno. Era una competencia de baile y no la perdería.

Su cuerpo se movió rápido cuando su otro yo bailarín lo retó a seguir sus pasos, pero Jimin tenía su propio plan al encaminarse al hombre que intentaba herir su mejilla y le arrebato su navaja sin miedo de ser golpeado por su confianza al tomar lo que no era suyo.

Sus pasos se volvieron sensuales, sus caderas se mueven de un lado al otro al caminar y atraen miradas a su trasero cuando cada hombre deja de tener esas sonrisas de burla, y quedan embobados ante el cuerpo del ángel moviéndose sensual.

Sus piernas suben a una mesa donde se encuentran dos hombres ubicados observando con mejor detalle el cuerpo del rubio y la vista que tienen es tan delirante como lujuriosa.

Son peligrosos, Park, no son como los mafiosos que solo nosotros conocemos.

Los belfos gruesos de su yo bailarín de mueven pero las palabras nunca se oyen, el ángel puede saber que dicen sus propios labios y sus ojos azules observan como su yo vuelve a tomar asiento, orgulloso de lo que ven sus ojos.

La navaja es tan peligrosa contra su piel pero no imposible de manejar a su antojo. Ese filo rozó sus bellos belfos como si fuera un bailarín peligroso y su lengua lamió el filo de esta, logrando enloquecer a cada hombre que lo observa con su mente cínica y perversa.

Sus caderas se mueven en círculos hasta colocarse de rodillas sobre la mesa, sus ojos observan peligrosamente a cada hombre a los ojos y luego de eso, la navaja pasa lentamente por su cuello, baja por su pecho desnudo y sigue por su abdomen ligeramente marcado, todo sin herir su piel pero a su vez se acariciaba con ese objeto filoso, enloqueciendo a quien lo observe.

Su yo bailarín sonríe ladino ante la escena, puede observarlo ser descarado, perverso y sensual como debe ser. Solo lamerse los belfos gruesos cuando solo podía mirar y no nada más pero se encontraba orgulloso de ser el ego de ese ángel en el interior de su mente.

Y el ángel disfruta de ver a su ego observarlo completamente disfrutar de un baile que el mismo hace sobre una mesa con tan solo una navaja en su mano. Incluso se recostó sobre la mesa mientras que pasaba la navaja por su abdomen y bajaba hasta su entrepierna mientras sus piernas abiertas se encuentran sobre la mesa.

La sonrisa maliciosa de sus belfos gruesos combina con la sonrisa cínica de todos esos hombres embobado al verlos con tanto deseado, y sintiéndose estúpidos cuando subestimaron a ese bello bailarín.

Pero todo ese show que se encontraba dando no solo era para esos hombres, alguien más se adentró silenciosamente al bar cuando la música estaba tan fuerte y intentaba no ser descubierto por los hombres que se mantenían tan ocupados observando algo.

Jeongguk examinó el bar en el que se encontraba y dió unos cuantos pasos hasta que su mirada gris furiosa se desvaneció cuando observó como ese ángel se encontraba sobre una mesa con sus piernas abiertas algo desnudas cubiertas con telas translúcidas oscuras como el resto de su cuerpo, pero aún estaba semidesnudo.

Sus ojos grises se asombraron de verlo en esa posición, sus manos dejaron de ser puños hasta relajarse y su rostro se muestra embobado por ese ángel que suelta esa navaja para acariciar su propio rostro, luego baja por su cuello y sigue por su torso lentamente hasta su entrepierna, cruzando las piernas para que los hombres suelten un bufido molesto deseando ver sus manos entre sus piernas cerradas.

El ángel sonrío divertido ante sus reacciones, amaba enloquecer a los hombres pero estos hombres no era a los que deseaba enloquecer realmente porque realmente el hombre que debe enloquecer con el, es aquel carnicero que se encontraba de pie observando todo asombrado.

Su yo bailarín sonrío al ver a Jeongguk a centímetros de su mesa y luego desvío su mirada hacia Park quien observa al carnicero mientras sus manos acarician todo su torso semidesnudo.

¿Así que este es el hombre por el cual renuncias al baile exótico? ¿No es mejor volverlo un cliente?

Es demasiado tarde para salir de la mirada de ese carnicero, no puede dejar de ser observado por esos ojos grises penetrantes. Le encanta ser observado solo por el aunque existan muchos hombres a su alrededor observando también.

Jeongguk tomó asiento en la mesa vacía pero Jimin lo observó tomar asiento junto a su ego, incluso este ego suyo observaba al azabache con deseo en sus ojos azules.

¿Es un carnicero? Creí que te gustaban los hombres de poder, pero no está nada mal para mí gusto, tiene buen cuerpo y lindo rostro. Hazlo tuyo antes de que sea mío.

Amaba a su ego, incluso si lo siente como una competencia con su yo normal pero no puede evitar sonreír hacia la dirección de Jeongguk y este último muerde su labio inferior inconsciente para luego darle un vistazo a su colgante de fé en su propio cuello. El ángel también vio su colgante colgar de su cuello y mordió su labio inferior cuando tenía fantasías con ese hombre.

Bajó de la mesa, ignorando a todos esos hombres que deseaban acariciarlo pero el paso por sus lados y sus ojos no observaba a otro hombre que no sea Jeon. Cada paso que daba hacia la mesa donde se ubicaba el nombrado, sus caderas se mueven en un vaivén sensual y los ojos del azabache arden de deseo al verlas moverse.

Tentación divina de un bailarín. Dijo su ego, a un lado de Jeongguk, antes de colocarse de pie y esfumarse al pasar por detrás del azabache, finalmente desapareciendo de sitio.

Pero al ángel no le importaba que las tentaciones sean malas o buenas cuando lo observa al rostro. Cuando se encuentra cerca, sube a su mesa y lo observa desde arriba mientras que todo está realidad solo parecen existe solo ellos dos. Los hombres se alarman al ver a ese carnicero vivo y en el bar donde se escondían de él, y por ende, ninguno se movió cuando Jeongguk desvío su mirada el bailarín hacia todos los hombres del bar.

—¿Jugando a ser un bailarín para todos estos jodidos cínicos? — Preguntó en tono suave el azabache.

El rubio soltó una risilla juguetona al oírlo, y sus ojos siguieron como ese carnicero se coloca de pie sacando su navaja. Ante esto, el ángel baja de la mesa y está dispuesto a seguir su baile hacia los demás hombres pero Jeongguk lo toma del brazo para pegarlo a su pecho, no dejaría que huya a otros hombres.

Park sintió el pecho del carnicero contra su espalda, la navaja en su cuello y la mano del azabache cubrir sus labios para evitar que pida auxilio pero no lo haría. Estar atrapado de esta forma le encantaba.

—Me robaré a este bailarín... ya han disfrutado demasiado mientras que yo solo vio apenas un poco. — Dijo el azabache ante todos esos hombres y cerca del oído del ángel, jugando con su mente cuando su voz profunda es un delirio.

Pero uno de todos esos hombres se rehusó a qué eso ocurra, intentó aproximarse al azabache para arrebatarle el bailarín pero alguien más se adentró en el bar con un tono fuerte de voz.

—¡Ni un paso más, bastardos! — Gritó Taehyung caminando hacia su mejor amigo con un arma en su alto y apuntando a cada hombre de este bar.

—Crei que habías muerto.. ¿Y esa arma? — Jeongguk le dió una mirada rápida antes de regresarla a todos los hombres.

— Jamás, supe escapar de esos malditos y robe una de sus armas. 

— Nos largamos... — Susurró el carnicero antes de tomar el brazo del ángel y avanzar hacia la puerta del bar.

Taehyung observó como su mejor amigo escapaba junto al bailarín y apuntó a cada hombre que intentaba perseguir sus pasos mientras que el era único que seguiría los pasos del carnicero hasta huir del bar juntos.

Una vez fuera del bar, Jeongguk tomó su mochila del suelo y Taehyung repitió lo mismo antes de comenzar a correr cuando dentro del sitio se oye cómo los hombres corren para seguir sus pasos con el objetivo de perseguirlos.

Corre es la única opción, incluso si era entre tantos vehículos abandonados y abiertos, pero uno de estos sería el afortunado de ser utilizado después de tanto tiempo. Jeongguk subió a un vehículo al azar pero no funcionó, así es que sale rápido en busca de otro vehículo pero Taehyung jala de su brazo para sacarlo del carro y comenzar a correr cuando todos los hombres salen de bar con navajas, listo para atraparlos y darles su muerte a cada uno.

Jimin fue jalado por el brazo, sus ojos azules observaron de quién se trataba y no dudó en correr junto a él. Jeongguk no deseaba que el ángel se quedará atrás y lo obligaba a correr a su ritmo jalando de su brazo. Mientras tanto, Taehyung corre por delante de ambos guiando el camino debían tomar luego de correr por las calles esquivando cada vehículo que se encontraba como un obstáculo mientras sus oídos, como el de sus amigos, escuchan como ese hombres gritan amenazas de muerte hacia ellos.

Debían perderlos antes de que mueran por culpa de esos habitantes dementes.

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