XIV: Iglesia.
❝Ante la mirada de dios somos buenas personas, ante fuera de su mirada somos peores personas.❞
—
Jeongguk observó la calle desierta de la pequeña ciudad. Nadie se encontraba en esta, solo eran él junto al rubio que seguía sus pasos. Todos los vehículos se encuentran abandonados por la ciudad mientras que el silencio absoluto es como una trampa que no deben interrumpir para ser descubierto por posible caminantes rodando cerca.
—No hagas ruido, hay demasiado silencio y es posible que puedan oír nuestros pasos. — Susurró el carnicero, volteando hacia atrás y observando el rostro en blanco del rubio.
Paso tras paso, el dúo avanza por la calle, sus cuerpos se caminan de un lado a otro para esquivar cada vehículo que bloquea el camino hacia un lugar que el mismo Jeongguk tiene en mente. Habían pasado días desde que aún no reza, su mente está segura de poder encontrar una iglesia en algún pequeño lugar de la ciudad, solo tiene que encontrarla arriesgando su vida y la del bailarín.
Park dio unos pasos rápidos para mantenerse lo suficientemente cerca del contrario para asegurarse de que no pueda ser atacado por un zombie en la manera en la que se encontraban expuestos en la calle. Tan pronto caminan entre los vehículos, su rostro choca contra la espalda del carnicero cuando esté se detiene sin previo aviso.
Sus ojos azules se desvían de su espalda y se mueven hacia el largo mullet azabache de ese hombre, quien giró su cabeza hacia el lado derecho para observar una pequeña tienda de comida abandonada y con la puerta rota. Park siguió hacia donde apuntaba su cabeza y luego regresó su mirada al carnicero que se aproximó a la tienda esquivando un vehículo, seguido de un bailarín que no podía evitar seguir sus pasos.
—¿Tienes hambre? — Susurró nuevamente el azabache, quien ladeó su cabeza hacia un lado observando el rostro curioso del rubio.
—Algo. — Susurró de regreso el rubio mientras sus ojos no se quitan de los estantes de comida dentro de la tienda.
—¿A dónde fue tu mochila con comida dentro?
Park tragó un poco de saliva cuando esa pregunta tiene una respuesta no muy buena, sus ojos azules conectan con su mirada gris pero no está seguro que deba confesar lo que realmente ocurrió.
—La olvide en la base de sobrevivientes. —Una pequeña y leve sonrisa en el rostro del rubio se forma cuando responde, poco a poco su cuerpo se vuelve pequeño esperando por la respuesta del contrario.
—Es increíble que no hayas olvidado tu cerebro allí, no podrías ser tú ahora mismo.— Dijo Jeongguk mientras se adentra en la tienda sin esperar al contrario, quien lo sigue dentro de esta.
Pero el bailarín no tiene nada que responder. Era absolutamente cierto que había perdido su mochila de comida, seguro que con esta podía alimentar a los dos hombres incluso a él mismo. No solo existe la sobrevivencia, también el hambre de los estómagos y el frío de las noches. Aún no olvida que ama el invierno pero jamás que disfrutaría del frío de esta forma, intentando sobrevivir bajo la mirada de un hombre como Jeongguk.
Aún así, no se siente tan protegido por ese carnicero cuando la mayoría del tiempo este hombre solo le importaba a él mismo y a su mejor amigo. Park solo era un bailarín pecador ante sus ojos grises, aquellos que lo observan cada un segundo detrás de los estantes de comida de la tienda.
—Si me dices en que piensas entonces este jodido ambiente silencioso se acabará de una vez. — Expresó el azabache mientras toma una bolsa de papas fritas en un mano.
—Me agrada el invierno. — Susurró el rubio, quien se mueve hacia el extremo del estante casi al final de este mientras sus ojos buscan algo interesante que su estómago desee.
—No es el mejor invierno. —Sus ojos grises se posan sobre la bolsa de papas fritas y solo responde sin quitar la mirada.
—No lo es, hay demasiada mala suerte en mi vida para disfrutar del invierno. Deudas, zombies y finalmente... —Park no quiere mencionar al azabache como algo de mala suerte en su vida, sus ojos azules lo observan como una manera de mención.
Jeongguk se percata de su silencio luego se sus palabras incompletas, su ceño frunce cuando eleva la mirada para saber que le ocurre aquel bailarín tan de repente.
—¿Finalmente..?
—Nada. — Su voz es baja, sus impulsos de mencionarlo se atrapan en su mente y finalmente se aleja de su mirada gris para encaminarse hacia otro lado de la tienda.
Jeongguk lo sigue con la mirada hasta que lo pierde entre tantos entrantes de comida. Regresa la bolsa de papas fritas al estante mientras da un paso hacia otra dirección y su mente piensa en las palabras de Park antes de saciar su curiosidad existente en su mente.
—Deudas... ¿Que tipo de deudas? — Preguntó el azabache mientras mete sus manos en sus bolsillos de su pantalón, esperando su respuesta.
—Deuda de una pandilla, culpa de mi padre y su desesperación por ser ayudado por una pandilla a cambio de pagarles.
—¿Pandillas? ¿El gran bailarín exótico tiene deudas? —Jeongguk camina buscando a Park entre los estantes, cuando lo encuentra, se aproxima colocando una mano en uno de estos y lo rodea para encontrarlo de cuclillas frente a muchos tipos de chocolates.— ¿Cómo es que aún no has muerto?
—Escape antes de que suceda. — Respondió el bailarín con muy poco interés en seguir con aquel tema de conversación tan indeseado.
—Es por eso que eres bailarín exótico. — Habló el carnicero en un tono bajo y profundo mientras sus ojos buscan la mirada de Park.
—¿Necesitas otro argumento para no juzgarme por ser lo que soy? — Preguntó el rubio mientras se pone lentamente y sus ojos queman junto al color de un océano enojado que se mueve violento bajo la oscuridad de la noche. A ese océano no le agrada de lo que se habla ahora mismo.
—No necesito juzgarte, tú sabes que eres exactamente.
—Un Bailarín.
Pero Jeongguk responde rápido después de el rubio.
—Quizá un pecador debajo de telas translúcidas rojas que te visten para ser un bailarín.
Ambas miradas cruzan, se fijan y se expresan mutuamente la desconfianza junto a lo desconocido que el uno del otro no sabe aún. Son ciegos para ver quiénes son realmente y las palabras no son tan creíbles. Ninguno cree en el otro.
—Como tú digas.
Jeongguk sonrío divertido ante la respuesta desinteresada de Jimin y sus manos se movieron hacia los bolsillos de su pantalón, luego palmo con la esperanza de encontrar un pequeño paquete de cigarrillos pero maldijo cuando no tenía uno pero antes de quejarse en voz alta, el sonido chillón de unas ruedas de vehículo al detenerse inmediatamente sobre la calle hace que el bailarín gire su cabeza para observar un vehículo frente y fuera a la tienda.
Era un vehículo oscuro y blindando con muchos hombres con máscaras de gas combinadas con sus ropas oscuras, sus abrigos largos y oscuros lo hacen verse importantes. Estos bajan de las cuatro puertas del vehículo con sus armas en sus manos listas para cualquier ocasión donde deban disparar.
Jeongguk se percata de aquellos hombres y jala del brazo al bailarín para que ambos puedan esconderse detrás de los estantes de la tienda. Puede oír como esos hombres se adentran en esta entre diálogos que solo ellos pueden comprender mientras sus pasos de mueven por la tienda.
Park se siente algo asustado luego de que esos hombres desconocidos tengan una apariencia y una forma de caminar con sed de sangre con cada movimiento que sus cuerpo hacían con esas armas peligrosas en sus manos. Puede oírlos hablar y teme por su vida cuando estos hombres desean asesinar a todo aquel que se interponga en sus caminos.
La mano del azabache cubre sus labios gruesos cuando segundos antes se escapó un pequeño jadeo de asombro cuando sus oídos captaron cada palabra que un hombre dijo al aproximarse solo un poco al estante dónde se encontraban ambos hombres escondidos.
La diferencia es que ese hombre se encontraba en otro lado del estante mientras que el carnicero y el bailarín se encontraba en el otro lado opuesto sin emitir ningún sonido que los delate. Jeongguk podía oírlo todo con mucha atención mientras recuesta un poco su cabeza sobre el estante para oír mejor mientras que su mano cubre los belfos de ese rubio temeroso.
"Toma todo lo que veas, no queremos que otros sobrevivientes obtengan comida, es mejor tomar las ciudades antes de los soldados lo hagan. Seremos reconocidos por los mismos sobrevivientes y demostraremos que podemos sobrevivir sin un estúpido gobierno." Fue lo que un hombre expresó en voz alta mientras recargaba su arma con rapidez. El sonido de la munición vacía cae al suelo y fue el único sonido con el que Jeongguk puede confirmar que estos hombres se encuentran armados.
Los ojos azules se mueven para observar el rostro serio y concentrado del carnicero. Su espalda pegada al pecho de este mismo hombre hace que se sienta algo protegido pero no tanto como debe ser. Jeongguk solo quiere que guarde silencio para que ningún de los dos sea atrapado.
Los pasos del hombre desconocido, al otro lado del estante, cambian de dirección y se mueve hacia la izquierda con el objetivo de rodear el estante pero Jeongguk retrocede hacia la derecha mientras su mano aún cubre los labios de Park y la otra toma el brazo de este para jalarlo con la intención de que siga sus pasos.
Paso tras paso, el azabache retrocede hasta que rodea el estante hacia el lado donde se encontraba el hombre antes que ahora se encuentra en el lugar donde se encontraban ambos hombres ocultos. Jeongguk se agacha para avanzar seguido de Park de la misma forma y con cautela se aseguran de no provocar ningún ruido hasta que se aproximan al extremo de un estante.
El azabache aproxima su cabeza para observar hacia el pasillo de los estantes y luego se percata que dos hombres desconocidos con máscaras de gas conversan en la puerta de la tienda. Aprieta los labios y voltea su cabeza para observar como el rubio toma entre sus manos su brazo mientras todo su cuerpo tiembla, sus bellos ojos se encuentran cerrados.
Puede oír nuevamente los pasos de ese hombres desconocido entre los estantes y no piensa moverse dónde se encuentra, solo sigue el sonido de los pasos que se aproximan y cuando se encuentran cerca, entonces se mueve tomando el brazo de Park para pegarse el estante para que ese desconocido no los atrape.
Tiene suerte de que aquel hombre desconocido camina a un lado del estante dónde se encuentran pero jamás se percata de ambos, sus ojos observan la comida mientras entre sus manos llevan un fusil de asalto sujetado a su cuerpo superior. Jeongguk puede leer las palabras que lleva ese hombre escrito en su espalda, justamente en su abrigo largo y oscuro.
Diablos, el nombre de aquel clan que se encuentra en esta pequeña ciudad.
—¿Encontraste algo interesante? — Preguntó uno de los hombres de la puerta junto a otro cuando el hombre desconocido se aproximó a ellos.
—Nada interesante, ¿Realmente debemos llevarnos todo de aquí?
—Nuestro jefe te dio está misión, no me digas que ya no quieres cumplir con lo que se te encomienda.— Respondió el otro hombre de pie en la puerta mientras sus manos sacuden su arma en señal de lo que puede hacer.
—No es eso, hay mejores tiendas alrededor y esta tienda es un desperdicio.
—Entonces dinos dónde se encuentran esas tiendas. — El primer hombre que le habló ahora mismo se aleja de la puerta para que el hombre desconocido se encamine fuera de la tienda y hacia el vehículo, seguido de ambos hombres.
El ruido de las puertas al cerrarse provienen de aquel vehículo aparcado fuera de la tienda y el sonido del motor ruge antes de que las ruedas se pongan en marcha rápidamente para luego desaparecer de las calles a toda velocidad. Después de eso, el silencio en la tienda como en las calles vuelve a ser el mismo desde hace minutos atrás, el cual Jeongguk y Jimin conocían desde que llegaron a la pequeña ciudad.
—¿Quienes eran? — Preguntó el bailarín cuando poco a poco sus labios fueron libres como todo su cuerpo. Sus ojos expresan duda y curiosidad hacia el azabache.
—Diablos. Es un clan de las calles, está compuesto por sobrevivientes como nosotros aunque la única diferencia es que ellos son mucho más expertos y no temen en asesinar zombies como también humanos. —Jeongguk se aleja lentamente de Park para salir detrás del estante para asegurarse de que la salida de la tienda se encuentre despejada realmente. — No te separes, saldremos de aquí.
Pero su mirada se desvía hacia el rubio cuando esté lo sorprender queriendo tomar su mochila y quitarla de sus hombros con la intención de tomar comida para meter dentro.
—Déjame tomar algo de comida, se que Taehyung y tú tendrán hambre luego. — Su tono de voz es tierno mientras sus labios se abultan en un pequeño puchero.
Jeongguk observa sus labios y luego sus ojos antes de permitir que el rubio quite su mochila de sus hombros, luego se gira un poco para seguir con su mirada al contrario con su mochila entre los estantes mientras toma comida en sus pequeñas manos para luego ponerla dentro de esta.
Solo le toma unos minutos hasta que regresa frente al carnicero y lo ayuda a colocarse su mochila de nuevo.
— Vamonos. — Susurró el azabache para luego ponerse en marcha en camino hacia fuera de la tienda seguido del bailarín.
𝐂𝐀𝐑𝐍𝐀𝐆𝐄
Sus pasos se acercan frente a una iglesia, sus ojos grises se quedan cautivados por lo bella que es y tiene muchos deseos de expresar sus pensamientos ante Dios pero está vez sería diferente, quería confesarse en un confesionario como todos solían hacer.
—¿Es una iglesia? — Preguntó el bailarín cuando podía contemplar aquel sitio construido con madera oscura como las grandes puertas que poseía.
—Es un hospital. — Respondió el azabache en un tono sarcástico mientras sus pasos se aproximaban a las puertas de la iglesia.
Park rodó los ojos cuando ese tono sarcástico podía reconocerlo fácilmente. Su cuerpo se movió cuando sus ojos observaron como el azabache se adentraba en la iglesia abriendo las grandes puertas.
Dentro de la iglesia, todo el sitio es silencioso, el olor a madera vieja hace que ambos hombres confirmen que este sitio lleva mucho tiempo en la ciudad como las bancas de madera que posee para todas esas personas que solían tomar asiento para rezar ante Dios. El polvo de estas confirman que nadie ha estado aquí hace mucho. Es posible que no se encuentre algún sacerdote en estos momentos pero no es lo que Jeongguk buscaba.
Quitó su mochila de sus hombros y la colocó sobre una banca antes de encaminarse a un confesionario, el cual su mirada se enfocó desde que entró al sitio abandonado y silencioso. Park podía seguirlo con la mirada como ese azabache alejaba de su lado y caminó siguiendo sus pasos hacia ese pequeño cuarto que desconocía.
Jeongguk tomó en su mano el pestillo del pequeño confesionario y lo giró para luego jalar de la puerta hacia atrás, encontrando aquel pequeño espacio vacío con una banca dentro repleta de polvo. Respiró hondo antes de entrar y cerrar la puerta pero Park se adentró rápido antes de preferir quedarse afuera con el pensamiento de que podía ser atacado por un zombie si no se mantiene cerca de Jeon.
El azabache lo observó confundido y luego cerró lentamente la puerta cuando Jimin tomó asiento en el pequeño cuarto del confesionario.
—No era necesario que entres aquí. — Susurró el carnicero mientras su ceño se frunció mientras se sienta su lado.
—Es imposible que exista alguien aquí. — Musitó el rubio antes de recibir una mirada rápida de parte del azabache.
Jeongguk enfoca sus ojos en los azules contrarios mientras introduce una mano debajo de su ropa superior en busca de su rosario para quitarlo de su cuello. Cuando lo tiene en su palma, entonces junta ambas manos para apretarlo con fuerza entre estas. Eleva sus manos juntas y las acerca a sus delgados belfos mientras cierra sus ojos cuando en su mente las oraciones para dios se forman rápidamente.
Jimin lo observa con una sonrisa ladina mientras te toma todo el tiempo que desea para observar mejor el rostro calmado de ese azabache. Sus mechones azabache caen sobre sus ojos como su mullet sobre sus hombros, sus bellos ojos se encuentran cerrados pero aún recuerda los bonitos que son cuando están abiertos. Su mandíbula marcada combina perfectamente con esos rasgos tiernos pero con facciones masculinas.
Sus ojos azules se desvían de su rostro hacia sus manos y solo desea no tener ningún pensamiento impuro en este sitio porque sabe que lo vuelve un pecador como Jeon solía llamarlo.
Pero ese azabache no se percata de su mirada tan curiosa sobre él. Su mente se encuentra ocupada rezando junto a una reacción de acciones que ha hecho y quiere que Dios lo perdone para seguir con su camino.
Jimin aprieta sus labios cuando los párpados de ese azabache se elevan y escucha su voz profunda murmurar cada palabra hacia Dios, confesando todo lo malo que ha hecho para no sentirse culpable de sus actos y no recibir un castigo.
Los minutos pasan, Jeongguk no detiene sus palabras y Park no quiere ser una interrupción. Solo quiere oír los que sus delgados belfos tienen para decir mientras observa sus propios tenis blancos. Quien iba a decir que el bailarín jamás sería su interrupción cuando un pequeño gruñido se escuchó venir desde el otro cuarto del confesionario, separado por una delgada madera con agujeros pequeños que permite que las voces se escuchen en ambos cuartos.
Jeongguk voltea lentamente hacia Park cuando cree que fue el quien soltó ese pequeño gruñido pero Jimin solo lo observó atónito cuando escuchó lo mismo.
—¿Tú-
—No fui yo. — Respondió rápido en un susurro el bailarín mientras observaba la delgada madera del cuarto y podía ver desde el otro como algo se movía en el otro cuarto.
—Entonces... —Entonces otro gruñido proviene desde el otro cuarto pequeño pero está vez se oye hambriento y Jeongguk es interrumpido por este.
El carnicero se coloca lentamente su colgante en su cuello cuando otro gruñido proviene desde el otro lado y se mueve hacia Jimin, colocando su cuerpo como escudo adelante del bailarín, protegiendo este colocandolo detrás de su espalda mientras escucha, sea lo que había en el otro lado, como se mueve bruscamente con intenciones de salir del pequeño espacio del cuarto y los gruñidos se vuelven más fuertes cuando en sus fosas nasales puede percibir el aroma exquisito de la carne humana.
Las manos sangrientas del hombre al otro lado golpean contra la delgada madera con intenciones de romperla y abalanzarse hacia la carne que huele tan bien en el otro lado del cuarto. Sus labios manchados de sangre como sus dientes reclaman devorar carne inmediatamente cuando su estómago ruge como un león y Jeongguk sabe que no es humano lo que se encuentra desde el otro lado.
Jimin observa por encima del hombro del azabache y sus ojos azules no puede apartarse de la delgada madera que separa los cuartos. Puede ver cómo está se sacude con los golpes de ese extraño al otro lado con intenciones de romperla. Las pequeñas grietas en la madera dan una pista de lo que puede ocurrir si los golpes siguen sobre la madera.
Golpe tras golpe cuando la mano sangrienta de ese zombie rompe la delgada madera y su mano intenta buscar desesperado alguna extremidad de el posible humano que se encuentra en el otro lado, Jeongguk se asombra cuando esa mano se mueve por todos lados en el aire buscando atrapar algo ciegamente mientras el resto de su cuerpo se encuentra aún atrapado en el otro lado.
Jimin se asombra de igual manera y su cuerpo se congela como su mente cuando esa mano bañada en sangre busca carne que pueda atrapar.
El azabache siente la respiración agitada del rubio detrás de su espalda y se asombra más cuando la otra mano del zombie rompe aún más la madera para comenzar su búsqueda con ambas manos intentando atraparlos. Cada vez, ese zombie intentaba adentrarse en el pequeño cuarto junto a ellos mientras rompe la madera como sea hasta que su rostro intenta adentrarse antes que el resto de su cuerpo.
Park puede observar por segundos el rostro herido, manchado de sangre, ojos rojos y dentadura con sangre. Tiene suerte de no ser devorado por tercera vez cuando Jeongguk toma el pestillo de la puerta como sea y jala del brazo del rubio pero antes de escapar, el zombie casi se abalanzó hacia el bailarín intentando atraparlo y eso provocó un gran susto en este para luego caer sobre el carnicero, y a su vez caen ambos sobre el suelo.
Jeongguk siente como su espalda se golpea en el suelo de madera pero no duele tanto como su pecho al ser golpeado con la espalda del bailarín encima de él. No tiene tiempo para quejarse del dolor cuando el zombie se libera de la madera que lo mantiene atrapado y se pone de pie para aproximarse hacia ambos pero el azabache patea la puerta extendiendo su pierna y la cierra de una patada para que ese zombie jamás salga.
Jimin sale de arriba de Jeongguk cuando lo escucha quejarse mientras se toma un tiempo para pasar sus manos sobre su pecho algo adolorido. El bailarín solo puede observarlo intentar calmar su dolor mientras escucha como el zombie golpea la puerta en el cuarto del confesionario.
El rubio se coloca de rodillas y sus ojos azules se enfocan en el rostro del contrario que solo expresa dolor. Una pequeña sonrisa se forma en su rostro cuando no puede evitar decirle al carnicero lo que piensa.
—Jeongguk.
Era la primera vez en días en que Jimin lo llamaba por su nombre. Jeongguk no podía evitar no desviar sus ojos de la puerta del confesionario para observar ese bello rostro de ángel que lo observa en su dirección con unos ojos diferentes como los conoció antes. Océano brillante y claro gracias un día soleado, ese era el color de sus ojos junto a esa mirada comprensiva.
—Gracias por salvarme, Jeongguk.
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