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XIII: Solos.

❝Mi zona y mis reglas,
obedéceme o mueres.❞

Bajo la relajante ducha de agua caliente, el bailarín disfruta y siente como todos sus músculos del cuerpo se relajan de la tensión. Es extraño tomar una ducha en una casa que no era suya pero igualmente no puede resistirse a tener buena higiene. Después de todo este tiempo que ha pasado, su cuerpo necesita un limpieza.

Su cabello dorado se vuelve un dorado oscuro por el agua que humedece este mismo mientras la espuma del shampoo hace su trabajo limpiando su cuero cabelludo. Sus dedos dan pequeños masajes circulares en su cabeza para quitar toda la suciedad del cabello mientras no puede evitar sonreír levemente de relajación.

La espuma que cae de sus mechones, caen sobre el resto de su cuerpo y la utiliza para limpiar toda la piel de este. Luego de eso, limpia su rostro pasando las manos por este para quitar la posible suciedad que exista mientras pasan los minutos.

Cuando finalmente acaba, toma una toalla colocada sobre la tapa del retrete y seca toda su piel húmeda para después vestir su cuerpo con una sudadera azul oscuro, un pantalón cargo del mismo color con unos tenis blancos. Era un bonita ropa para un bailarín que jamás había tenido la oportunidad de tener ropa nueva y se siente un poco mal de tenerla cuando ha rebuscado en los armarios de una de las habitaciones de la casa pero nadie podía juzgarlo en una situación como esta.

Por otro lado, Jeongguk busca y revisa cada parte de la casa con el objetivo de encontrar nuevas cosas que pueda llevar en el recorrido. Se adentra en una habitación buscando un poco de ropa, camina hacia un armario y lo abre buscando ropas que arroja sobre una cama matrimonial. Sus manos separan todas las ropas que cuelgan dentro del armario y luego busca más ropa para lanzarla sobre la cama hasta vaciar el armario.

Sus ojos grises observan un pañuelo negro sobre la cama y lo toma para observarlo con la idea de utilizarlo para ocultar su rostro por si se encontraban con otros sobrevivientes. Realmente no deseaba que ocurriera, quería que el grupo que poseía sea reconocido por otros grupos de sobrevivientes que posiblemente existen en diferentes ciudades.

Arrojó el pañuelo sobre la cama con la idea de colocarse este sobre el rostro luego pero primero debía cambiar su ropa actual. Quitó su ropa superior, aquella camiseta de manga corta y el chaleco negro que lo protegía de cualquier golpe aunque no se trataba de uno antibalas. Arrojó ambas prendas a la cama y su torso quedó desnudo mientras busca su mirada una nueva prenda de ropa.

Mientras busca con su mirada algo con que cubrir su torso, alguien más pasa por el pasillo y fuera de la habitación pero se detiene justo antes de bajar las escaleras, sus pies desnudos retroceden lentamente cuando su mente lo impulsa a ver mejor lo que creyó que realmente observó por el rabillo de su ojo cuando paso por en frente de la puerta hacia las escaleras.

Pega su espalda a la pared del pasillo y se mueve lentamente hacia la puerta para aproximar su cabeza hacia dentro de la habitación para observar aquel azabache que le da la espalda a la puerta. Sus ojos azules se desvían de la ropa que se encontraba en esa cama y se enfocan en la espalda desnuda como también marcada de ese carnicero que observa cada ropa que toma entre sus manos para luego elevarla al aire para contemplarla mejor.

El tatuaje de esa espalda marcada y desnuda llama su atención, es muy hermoso pero debe tener un profundo significado para el azabache que lo lleva en su piel. Un ouroboros en forma de círculo y un cráneo de esqueleto en el centro siendo rodeado por el ouroboros de serpientes que se devoran eternamente comenzado desde sus colas. Aquel tatuaje es tan grande que cubre casi toda su espalda alta y media pero muy poco su espalda baja.

Park recuerda que se siente igual que Jeon cuando el posee un tatuaje de un dragón rojo en toda su espalda. Por alguna razón se siente tener una similitud con ese carnicero, por fin piensa que tienen al menos algo en común aunque los dibujos de tinta no sean idénticos.

Jeongguk sonríe levemente cuando escoge una camisa negra que se la coloca sobre los hombros y luego introduce sus brazos en cada agujero de esta para luego abotonar cada botón uno por uno. Pero cuando termina, sus ojos se estrechan cuando siente como algo lo observa y se gira rápidamente hacia la puerta pero no encuentra a nadie allí. Aún así no se gira rápidamente y sus ojos aún observan la puerta por unos largos minutos, sospechando de que alguien lo ha visto.

Sonríe ladino cuando sabe de quién puede tratarse, después de todo, solo son dos en esta casa y eso significa que ese bailarín es tan curioso como un pequeño gatito. De hecho, ni siquiera le molesta que lo observé cambiar su ropa, después de todo son solo hombres.

Toma su chaleco y vuelve a colocarlo por encima de su camisa, lo abrocha con mucha fuerza para sentirse seguro y liviano. Su cintura se marca gracias al fuerte ajuste que tiene el chaleco y luego busca con su mirada alguna prenda de ropa para su parte inferior como sus piernas.

Park solo puede sentir como su corazón late rápido cuando casi es descubierto por aquel carnicero. Por unos segundos, temió de que sea atacado por este mismo por espiarlo de esa manera pero su curiosidad por saber más de ese azabache lo llevó a ser tan inapropiado como observar desde afuera del habitación.

Intenta recuperar el aliento agitado como su corazón y respira profundo sin hacer mucho ruido. Su espalda se pega demasiado a la pared como sus manos a cada lado de su cuerpo.

Jeongguk solo tomó un pantalón cargo y oscuro que poseía demasiadas tiras negras colgando, lo elevó al aire para apreciarlo mejor y sus ojos se encuentran fascinados por aquella prenda. Antes de quitar su vaquero, se encamina rápidamente hacia la puerta de la habitación y la cierra con fuerza, provocando que el bailarín de un pequeño saltito de susto en su lugar y luego suelta un bufido molesto cuando algo en su mente le molesta no poder espiando.

Park no puede creer lo que piensa y niega rápido alejándose de la pared para bajar las escaleras mientras regaña a su propia mente se desear hacer algo que no estaba bien, además detestaba ese carnicero pero su curiosidad es más fuerte que el resto de sus pensamientos.


𝐂𝐀𝐑𝐍𝐀𝐆𝐄

Antes de bajar por las escaleras, sus manos ataron aquel pañuelo negro alrededor de su cuello y eso le dio un buen retoque a su vestimenta. Sus botas negras pisan cada escalón bajando lentamente mientras sus ojos grises se enfocan en un Park que se encontraba sentado en el sofá frente a una chimenea apagada.

La mirada del rubio se desvía de las cenizas de la chimenea cuando sus oídos escuchan cómo alguien baja las escaleras y ambos hombres conectan miradas, luego bajan por sus cuerpo contrarios chequeando la ropa que llevaban ambos y sus mentes piensan que se ven muy bien para la situación de vida o muerte en la que se encuentran.

Jeongguk bajó las escaleras y caminó lentamente hacia el sofá mientras sacaba un cigarrillo de su paquete de cigarrillos, luego lo llevó a sus labios mientras tomaba asiento a un lado de Park. No importaba que el silencio existiera entre ellos, cada uno se mantenía pensativo mientras observaban aquella chimenea.

El azabache guarda su paquete de cigarrillos en su pantalón cargo y luego sacó su mechero para encender el cigarrillo entre sus delgados belfos. Una sola calada y luego lo expulsó en el aire del ambiente. Su cabeza se inclinó hacia atrás y la recostó sobre el respaldo del sofá mientras da caladas cada cinco minutos.

Mientras tanto, el ángel solo sube sus piernas al sofá para abrazarlas con sus brazos y atraerlas a su pecho mientras se encuentra pensativo por lo que sus ojos observaron en la habitación donde Jeongguk solo cambiaba de vestimenta. Esa espalda, ese tatuaje y ese torso marcado con una cintura envidiable de lo pequeña que se apreciaba. Parece que al carnicero ni siquiera le molestó saber que Park lo ha observado vestirse, no tenía que preguntarlo porque era evidente que era el único hombre que podía observarlo dentro de esta casa.

—¿Disfrutaste la vista? — Preguntó el carnicero con su voz profunda mientras rompe el silencio sin vergüenza de lo que pregunta. Solo quiere una respuesta.

Los ojos azules del rubio vacilan por el suelo de la sala y sus belfos se abren un poco cuando se siente asombrado pero también se encuentra desprevenido como para responder tan rápido ante su pregunta, necesita segundos para pensar pero la mirada de reojo del azabache le provoca un poco de nervios.

— Jamás lo haría.

— Espiar detrás de una pared te hace una persona entrometida. — Dijo Jeongguk, luego le dio una calada a su cigarrillo y extiende su brazo sobre el respaldo del sofá. 

— No soy entrometido, yo no fui. — Park rápidamente se defiende de sus palabras con un poco de desesperación en estas, intentado no verse como una persona así.

—No necesito preguntarte si has sido tu o no. Somos los únicos aquí y eres muy curioso.

—Entonces no preguntes si disfrute la vista, ¿Acaso no es obvio? No me gustas y observarte mientras te vistes me provocaría una terrible ceguera.

Jeongguk oyó sus palabras pero no le interesaba responder, su mente puede vagar o distraerse con otras cosas mientras busca una excusa para no oír mas. Se pone de pie mientras le da una calada a su cigarrillo, luego da dos pasos hacia la chimenea y observa los recuadros de la familia que antes habitaba la casa. 

—Al menos tenemos el mismo pensamiento. — Musitó el azabache mientras una de sus manos toman un recuadro para observarlo mejor.

Jimin lo escuchó perfectamente, sus ojos lo observan por debajo de sus pestañas con el ceño fruncido. Si ambos pensaban lo mismo, entonces no hay forma de que las cosas avancen en un buen vinculo pero eran un grupo y como todo grupo tiene un mediador que en este caso debía ser Kim, quien aun no ha regresado con los troncos de madera para la chimenea y para la noche fría que se aproxima pronto. 

—¿El mismo pensamiento? No lo creo, al menos yo si creo en cosas reales y no en un dios que nunca has visto. — Susurró el bailarín cruzando sus brazos con una sonrisa divertida en su rostro, sintiendo que lo que ha dicho lo hace sentir un ganador pero en realidad acaba de perder junto al gran problema que eso le trae.

El carnicero movió su lengua y la punta de esta provoco un bulto en su mejilla hacia fuera cuando sus oídos pueden escuchar perfectamente lo que sus palabras hablan de su dios del cual cree todo el tiempo. Sus ojos se oscurecen y su mano baja fuerte el recuadro de esa familia, casi rompiéndolo pero no fue así, aunque el fuerte sonido provoca un pequeño salto en Jimin. 

Su cigarrillo es tomado entre sus propio dedos y lo observa este por unos segundos cuando ya ha consumido una gran parte blanca. Lo arroja a la chimenea vacía y coloca ambas manos en la repisa de madera sobre esta, donde se encuentran los recuadros, y apretó sus labios como sus manos aprietan la repisa.

—Si Taehyung estuviera aquí dirá que mis pensamientos ahora mismo no son para nada buenos y amigables.

Jimin solo lo observó con la misma mirada seria que ese azabache le dio al voltearse hacia su dirección. No tenía miedo de ese carnicero... por ahora.

Sus ojos grises pueden ser claros casi como el color blanco pero está vez se ve oscuros y su sonrisa es peligrosa como la mirada feroz que le enseña. Los mechones azabache se resbalan detrás de su oreja y cubren un poco su rostro sombrío.

El bailarín exótico baja la mirada cuando un paso de ese hombre se aproxima en su dirección. Sus pequeñas manos abrazan sus propias piernas con más fuerza y su labio inferior es víctima de sus dientes superiores cuando lo muerde para evitar verse un poco asustado.

—¿Que pensamientos?— Susurró el rubio y sus bellos ojos se mueven de regreso a ese rostro contrario que le sonríe levemente.

—No tengo porque describirlos para ti. Una persona como tú nunca entendería lo que significa religión... Bailarín exótico ¿Mucho dinero para poca ropa?

—No nos llevaremos muy bien tú y yo. —Park cambió su rostro a uno serio cuando su trabajo es tema de conversación ahora. Ese azabache no sabe de qué habla y lo ofende demasiado.

—¿Me dirás qué te ofende ahora? ¿No eras tú el mismo bailarín que bailaba ante esos sobrevivientes mientras se tocaba todo el cuerpo por dinero? — Jeongguk se cruzó de brazos y sonrió ladino cuando podía obtener una reacción negativa en el rubio con la mirada de molestia que le lanzaba.

Park no podía resistir ocultar su personalidad de todo por culpa del temor hacia el carnicero. Su cuerpo se puso de pie y lo observó fijamente a los ojos sin miedo cuando se trataba de su trabajo.

—No hables de mi trabajo como si fuera algo fácil de hablar como tema de conversación. Tú fuiste el que me obligó a hacerlo. —Las palabras del rubio salen entre dientes y sus ojos se vuelven molestos cuando no hacen más que observar el rostro divertido del contrario.

—Y lo disfrutaste tanto... naciste para eso y yo nací para creer en Dios. —Jeongguk, sin quitar su sonrisa divertida, da un paso hacia él contrario y su dedo índice eleva un poco más el mentón de este. —Somos diferentes... Y si algún día sigues metiendo tus narices en mi creencia, entonces será un momento que no olvidarás jamás, bai-la-rin exótico.

Park tensó la mandíbula, sus ojos lo observaron molesto y su movió su rostro lejos del toque del dedo índice del contrario para luego defenderse del ataque verbal que estaba sufriendo por primera vez de parte de ese carnicero.

—Jodete tú y tu jodida religión de mier-

Y sus pies se colocan en punta porque apenas pueden tocar el suelo, su cuerpo es tomado con brusquedad a través de un fuerte jalón de su sudadera cuando las manos del azabache la toman entre puños para acercar el rostro del rubio hacia el suyo cuando le enfurece que sea insultado por su religión.

La expresión de molestia de Park cambia a una de asombro cuando se siente tan pequeño ante ese jalón tan fuerte de su cuerpo y su rostro se queda atónito como sus ojos al observar tan cerca aquellos ojos grises pero fríos. Sus pequeñas manos se colocan sobre los puños fuertes del azabache y busca zafarse del agarre de su sudadera.

—Me gusta que repitan lo que dicen, repite lo que has dicho.—Las palabras del carnicero salen entre dientes, no importa cuan apretados estén sus dientes de molestia, Jeongguk puede expresar igualmente lo que quiere decir.

El aliento del rubio se mezcla con la respiración del carnicero cuando sus rostros están tan cerca mutuamente y sus ojos diferentes se observan tan cerca que no se pueden cada detalle de sus expresiones mutuas.

Sus belfos gruesos se aprietan por un segundo y tiemblan cuando su mente le incita a ser valiente pero su cuerpo tampoco se niega a temblar. Su lengua tiene impulsos de moverse para modular alguna palabra que su mente tiene preparada repetir. Sus ojos se mueven por todo el rostro del azabache y toma valor de repetir cada palabra aunque después tenga consecuencias.

—Jode-jodete tú y tu jodida religión de mierda.— Susurró el rubio pero antes de intentar safarse del agarre de su sudadera, fue lanzado al sofá con fuerza y intentó escapar pero fue en vano.

Jeongguk sacó una navaja que escondió en el bolsillo de su pantalón cargo y tomó el rostro de Park en una sola mano mientras su cuerpo fuerte se subía al sofá, arriba del bailarín, mientras que enseñaba con su otra mano en alto como abría la navaja lista para hacer su trabajo. El rubio no puede evitar no desviar su mirada hacia ese objeto filoso.

Sus belfos gruesos se abultan por la fuerza que ejerce la mano de Jeon al tomar su rostro y sus mejillas se sienten apretadas bajo los delgados dedos de ese carnicero.

—¿Cuánto crees que me puedan pagar por ofrecer un par de ojos azules? Algún idiota desearía comprarlos, estoy seguro. —El azabache aproxima la hoja filosa de la navaja cerca del ojo izquierdo de Park. — Muchos desearan tenerlo, te lo aseguro. Estoy seguro que Seok pagaría por ellos pero también todos esos posibles hombres que pagan por ti también. ¿Me volvería un buen vendedor?

—No lo hagas. —Su voz musitó como pudo, sus labios se encuentran abultados y no puede modular lo suficientemente bien como para calmar la situación en la que se metió. — No volveré a hacerlo.

Los ojos de Jeongguk disfrutan lo que ven, su sonrisa ladina no puede evitar aparecer en su rostro y su navaja se mueve lento hacia el cuello del ángel asustado con una bella expresión de miedo.

—Juro que cortaría tu cuello ahora mismo pero si Taehyung regresa pensará que no tengo paciencia con otras personas y finalmente se enojaría conmigo por tu culpa. —La navaja es peligrosa cerca de la suave piel del cuello de ángel, ya que este último puede sentir como la filosa hoja del objeto pincha en su piel.

—Solo no lo hagas. — Musitó nuevamente el ángel pero su aliento se escapa cuando los labios delgados de ese carnicero se acercan a su oido.

—Como antes dije, no tiene sentido asesinarte, no ganaré nada a cambio pero si logro atormentarte, entonces me ganaré un lugar en tu mente. — Susurró el azabache en su oido, cada palabra que sus labios pronunciaban provocaban que su cálido aliento choque en la oreja de ese rubio, logrando estremecer su cuerpo.— ¿Debo seguir con esto, ángel?

Jeongguk jamás diría su nombre. El simple hecho de pensarlo le provocaba disgusto, solo puede recordar que es un bailarín pecador que solo deja que otros hombres lo observen bailar con poca ropa y todo a cambio de dinero. El y los pecadores no eran la mejor combinación, odiaba a los pecadores como Park. Podía juzgar a los demás como pecadores pero jamás era capaz de juzgarse a él mismo como pecador, el pensaba que siempre era puro y que todas sus acciones son correctas como amenazar al ángel mientras le coloca un objeto filoso en su cuello.

La cabeza del azabache solo sigue sus propios pensamientos, jamás sabrá si son buenos o no porque jamás sería capaz de aceptar que sus acciones son malas. Su mente sigue el lema que él mismo inventó y aquel que se pronuncia como "Todas mis acciones siempre estarán bien mientras yo castigue a pecadores."

Si castiga a Park, entonces él jamás será pecador por más que sus acciones estén mal. Pero jamás sabrá y sabe cuándo están mal.

—No volveré a hacerlo. — Susurró el ángel pero Jeongguk siempre quiere buscar más del miedo de ese rubio.

El azabache se aleja del oído del contrario y suelta su rostro para tomar en puño su cabello rubio. El agarre en su cabello provoca dolor con la fuerza en que ese puño se aferra a sus mechones y el fuerte jalón hace que pueda observar mejor a los ojos a ese carnicero.

—¡Dilo más fuerte o de lo contrario te cortaré todo el cabello que estoy tomando en mi mano! — Dijo el azabache con un tono alto y su rostro se mantiene cerca del contrario con el jalón de su cabello.

—¡Perdón, no volveré a hacerlo!

—Eso quería oír.

Jeongguk demostró su sonrisa ladina por última antes de soltar su cabello con brusquedad pero tomó una de las pequeñas manos en su lugar para luego hacer una cortada en la palma de esta, provocando una delgada herida que Park no puedo evitar soltar un quejido de dolor mientras toma su mano herida.

El carnicero suelta una pequeña risilla divertida y luego guarda su navaja mientras se pone de pie rápidamente en busca de su mochila, ignorando que el rubio se queja ante el ardor de la herida en su palma.

Sus ojos grises se enfocaron en su mochila a un lado de la puerta y la tomó para colocarla en su espalda. Voltea hacia atrás para observar como Park lo observa desde el sofá mientras lentamente se coloca de pie.

— Debería dejarte aquí mismo. Debería dejarte encerrado en esta casa para que algunos zombies te encuentren pero no lo haré porque se que a Tae no le gustaría y eres parte del intercambio.— Dijo Jeongguk, quien abrió la puerta de la casa y sus ojos se encuentra con el soleado día afuera. — Será mejor que cierres la boca durante todo el camino, sígueme.

Park, completamente carizbajo, se aproximó hacia el azabache quien lo tomó del brazo para empujarlo fuera de la casa ya que su paciencia no era suficiente está vez. Incluso cuando el rubio se encaminó mucho más adelante que el azabache, este último lo volvió a tomar del brazo para pegarlo un poco a su cuerpo para luego susurrar entre dientes lo que debía hacer ahora bajo su custodia.

— Será mejor que seas obediente o te dejare morir por un zombie. No hay nadie más aquí que yo para protegerte, ahora estás bajo mis reglas.

Su voz profunda choca en su oído nuevamente y los ojos de Jimin vacilan por toda la calle desierta pero con algunos vehículos abandonados. Su visión intenta encontrar algún zombie vagando mientras su mente se asegura de que ese no sea su destino... ser devorado por un caminante.


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