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XLIII: Mírame.

❝Rojo es el color del amor y también el color de tus labios cuando te beso.❞

Después de su susurro, su mente confirma que no es él único entre ambos el que no se siente así. La manera en que su voz enciende su piel y es tan poderoso como sus palabras dulces pueden enloquecer su mente. Se siente un adolescente al sentir como sus hormonas se alborotan cuando sus labios gruesos rozan en la piel sensible de su oreja con cada palabra que susurran.

“No me importa como veo ahora, deseo demostrarte algo más como gratitud por cuidarme y intentar protegerme.”

No puede negarse a su posible agradecimiento, sus palabras le delatan que es un agradecimiento de su parte para él por siempre estar a su lado, incluso cuando ahora se encuentra herido frente a sus ojos. Jeongguk no desea nada más que ver a Jimin sanar rápidamente para que olvide a esos monstruos, pero el bailarín insiste en querer agradecerle.

No tienes que agradecerme, no hay nada que puedas agradecerme. Estoy bien si me dices que pronto te recuperarás, eso es más que suficiente para mí.

La mano de Jeongguk es suave y cálida cuando acaricia el cabello dorado del rubio, peinando este hacia atrás mientras despeja su frente de esos molestos mechones finos para depositar un suave beso en su piel, justo en medio de su frente.

Era la primera vez en años que recibía un cálido beso en su frente y nunca supo cómo se sentía hasta que Jeongguk se lo dió. Eso lo dejó en un estado de asombro intentando procesar aquel pequeño beso mientras su corazón comienza a latir desesperado y emocionado por lo ocurrido.

En el bello rostro del carnicero se dibujó una sonrisa de niño pequeño que Jimin adoró ver por primera vez en ese rostro tan serio que suele tener a diario pero Jeongguk no es un hombre serio realmente. En realidad, puede ser cruel, malvado o desconfiado, pero detrás de esos ojos grises y bonitos existe la calidez de su corazón que se esconde miedosa de que le hagan daño si la descubren.

No puede quedarse asombrado para siempre cuando sus ojos azules contemplan en silencio esa sonrisa bonita de niño pequeño en el rostro del carnicero. Es tan bonita y tan tierna que se deja llevar por su propio impulso de tomar su rostro entre sus pequeña manos vendadas, y Jeongguk solo se deja hacer, se deja tomar su rostro sin borrar su sonrisa.

—Es la primera vez que veo una sonrisa tan hermosa en este rostro que tienes.

El rostro de Jeongguk está cerca del suyo, su sonrisa parece tener intenciones de jamás borrarse mientras sus ambas mejillas son cubiertas por las manos del ángel. Sus dientes de conejito se contemplan mejor ahora mientras que sus ojos se esconden un poco en una sonrisa de ojos.

—Será porque la razón por la cual estoy sonriendo es por tí.

El azabache se sentó en la orilla de la cama y a lado de las piernas extendidas de Park por debajo de las sábanas, todo su movimiento fue un éxito sin quitar las manos del rubio de su rostro y tampoco sin apartar su mirada de esos ojos océano que posee. Sus mejillas están ruborizadas luego de lo que le dijo. El rubor de su piel es del mismo tono de color que sus belfos rosados y gruesos.

El ángel solo demostró relamerse los labios ante su respuesta, no tenía palabras para responder aquella respuesta. Solo demostraba con su rostro lo agradable que era oírlo decir eso mientras se dibuja una sonrisa bonita en sus labios que Jeongguk observó.

—¿Cómo está tu pierna? ¿Duele?

Jeongguk se alejó de las manos que tomaban su rostro al mismo tiempo que Jimin las alejaba para observar la pierna vendada del carnicero como este último también hacia mientras le explicaba lo ocurrido.

—¿Recuerdas mi misión? Rescate a SeokJin de un lugar en donde lo tenían secuestrado un par de diablos, por suerte él no salió herido porque fui yo quien se sacrificó para eso. — Confesó el azabache mientras extendía su pierna herida para darle mejor vista al rubio preocupado, y continúo.— Mi suerte es una mierda.. uno de ellos me atacó con una inyección extraña con algo dentro.. es todo lo que puedo decirte. ¿Duele? Ya no tanto como al principio pero al menos no ya no pierdo sangre.

El ángel le dió un último vistazo a su pierna antes de observarlo a los ojos con algo de sospecha y preocupación en sus ojos.

—¿Eso es todo? ¿Que paso con SeokJin? ¿Acaso no es un científico?.. una inyección extraña.. ¡Una inyección extraña, Jeon! — En el tono de voz de Park se nota la molestia y la preocupación, quizás un poco indignado por no saberlo antes.

—Es todo lo que sé pero no tienes que preocuparte. Mañana hablaré con SeokJin con respecto a eso y listo. ¿Por qué suenas molesto? Me siento bien, al menos eso es importante.

Jimin observó como Jeongguk se ponía de pie y se alejaba un poco de la cama al retroceder sobre sus pasos.

—¿Cómo quieres que no me moleste? Suenas tranquilo cuando me dices que un diablo solo pudo herirte con una inyección.. SeokJin al menos estaba ahí contigo y no confío en esos diablo como tú tampoco. Sabes lo que le han hecho a todos los sobrevivientes y lo saben.

—¿Y eso que tiene que ver? Me dijo que no sucedió nada, él mismo lo dijo.

El tono de voz entre ambos comienza a sonar cada vez más alto. Ambos elevan el tono al responderse al uno al otro.

—No tiene sentido, él es un científico.. es por eso que Yoongi te envío a rescatarlo. Solo quiere saber que está pasando afuera, sabe que SeokJin tiene la respuesta y tú solo te quedas con eso mismo que te dijo. ¿Sabes que no puedes confiar en ningún diablo, verdad? Sin dudas, estoy seguro de que SeokJin debe saber cuál es la razón de todo.

Jeongguk pasó una mano por su cabello azabache y despeinado cuando lo escuchó hablar con un tono molesto. Intentó no rodar los ojos molesto ante ese nuevo Park levemente enojado.

—Das miedo con esa cara molesta. Quitala.— Susurró Jeongguk mientras se volteaba hacia en camino hacia su armario.

—Estoy algo molesto porque me preocupo por tí y además SeokJin no es capaz de quizás decir la verdad. No me da buena sensación lo que te ocurrió.

El carnicero solo sonrío de lado mientras negaba con la cabeza. Sus manos abrieron su armario y buscaron dentro algunas ropas oscuras para usar luego de una ducha caliente que se tomaría ahora mismo para relajarse un poco. Atrapó su ropa debajo de su brazo para luego cerrar el armario y dar unos cuantos pasos hacia la puerta del baño mientras observaba a un Jimin enojado a los ojos.

—Una ducha.. solo una. — Dijo el carnicero esbozando una sonrisa divertida mientras eleva su dedo índice en referencia a “una”. Aún así, el rubio no respondió y solo se hundió aún más entre las sábanas.

Jeongguk tampoco esperaba una respuesta de su parte, solo se metió dentro del baño y cerró la puerta para poder ducharse por unos largos minutos.

Los largos minutos pasaron, durante la espera del ángel este mismo cerró sus ojos esperando al carnicero que termine con su baño pero solo se tardaba más y más hasta que sus ojos no resistieron un segundo más antes de caer en un ligero sueño levemente profundo. La iluminación de la luna que se adentra en la habitación a través de la ventana, es tan natural y brillante que ayuda a Jimin a sentirse relajado, ya que no existe demasiada oscuridad a su alrededor. Y aunque existe una lámpara sobre la mesa de noche a lado de la cama, prefiere la luz natural de la luna porque por alguna razón extraña, parece que la adora y la siente ser su favorita.

No sé da cuenta de nada al estar dormido cuando Jeongguk sale del baño y sus ojos se encuentran con la oscuridad mezclada de la luz de la luna en toda la habitación. Al principio, es difícil caminar descalzo sin poder ver en la oscuridad pero poco a poco se aproximó a la orilla de la cama para sentarse y luego extender su mano para encender la lámpara de la mesa a lado de un Jimin dormido plácidamente.

Su belleza es tan adictiva, verlo dormir en un estado tan tranquilo y tierno provoca que tenga deseos de abrazarlo suavemente cuando se ve tan indefenso al dormir. Su primer impulso fue acariciar su suave cabello dorado, quitando sus mechones que caen sobre sus ojos cerrados y en su frente, despejando su etéreo rostro relajado.

Sus pequeñas manos se encuentran juntas y debajo de su rostro colocado de forma lateral sobre estas mientras su cuerpo se encontraba en posición lateral con aquella sábanas que lo cubre hasta su hombro.

Jeongguk aleja su mano de su rostro dormido para buscar un cigarrillo en el cajón de la mesa de noche. Abre el cajón lentamente sin hacer ruido y busca alguno junto a un mechero de plata. En cuanto encuentra uno, no tarda en colocarlo entre sus labios para luego encenderlo con su mechero y luego colocarlo nuevamente dentro del cajón para después cerrarlo.

Una calada profunda mientras sus ojos se estrechan al presionar sus labios fuertemente alrededor del cigarrillo y luego suelta todo el humo inhalado a través de sus fosas nasales. Sus ojos observan a la nada en la pared frente a el mientras piensa que lo que Park se ha molestado y comprende que debe entender que nada que venga de un diablo es bueno en esta vida de caos.

Con una mano libre acaricia su pierna herida y recuerda el dolor intenso que sintió cuando fue apuñalado con esa inyección extraña, se siente tan real el dolor que parece que por segundos su mente viaja a los recuerdos y se encuentra con ese rostro de SeokJin preocupado pero con una sonrisa forzada al decirle que todo se encuentra bien. Nada estaba bien, ¿Pero realmente es lo que pienso?

En un viaje de nuevo a sus recuerdos, analiza el rostro de SeokJin y como si fuera un grabación, rebobina y reproduce su recuerdo en su mente para estar seguro de lo que vió en esa inyección mientras las palabras del científico se repiten todo el tiempo. ¿Si la inyección no poseía nada realmente? Entonces.. ¿Que hacía ese diablo con esa inyección vacía? Si deseaba asesinarlo, entonces hubiera utilizado un arma.

Sus dientes se aprietan con el simple hecho de que ese científico tuvo el descaro de mentirle de esa forma, pero no fue astuto en ese momento para tener en claro que esa sonrisa forzada era parte de su engaño. No puede ir ahora mismo en busca de ese científico en medio de la noche, pero sabe que puede hacerlo en la primera hora de la mañana.

Tantos pensamientos y recuerdos, olvida que el ángel se encuentra dormido en la cama y a su lado mientras que poco a poco abre sus ojos para encontrar al azabache dándole la espalda sentando en la orilla mientras fuma un cigarrillo. No le molesta el olor del cigarrillo ya que se ha acostumbrado a ese olor, pero hay algo más importante que eso y es Jeongguk.

—Aún sigo algo enojado y preocupado por tí. — Susurró el ángel sentándose un poco contra el respaldo de la cama mientras su voz llama la atención del azabache para que se voltee a verlo.

—Mejor no lo sigas estando porque ya comprendí tu preocupación.

—Eso alivia mi molestia pero no mi preocupación.. — Vuelve a susurrar el ángel pero Jeongguk se voltea hacia él y interrumpe sus palabras con solo una mirada directa a sus ojos.

—Estoy bien, ya no quiero que te preocupes por mi estando en ese estado en el que estás.

Pero no le importaba lo que las palabras de Jeongguk le dijeron, el ángel solo se sentó un poco más sobre la cama y extendió sus manos hacia el brazo del carnicero para tomarlo suavemente, logrando que sus miradas se conecten entre ambos y se observen a los ojos una vez más.

—Tú te preocupas por mi como yo me preocupo por tí.

El carnicero le dió una mirada rápida a las manos del bailarín tomando su brazo y luego soltó una sonrisa de burla ante sus palabras. Antes de responder le dió una calada a su cigarrillo y respondió con lo que su mente pensaba en ese instante.

—No necesito que nadie se preocupe por mi, nadie se preocupó por mi a lo largo de mi vida y tampoco necesito de que me cuiden. Excepto Tae, él si lo logró pero alguien además de él jamás lo han logrado. ¿Me cuidas o te preocupas por mi? — Su pregunta suena más en un tono sarcástico mientras que Jimin solo lo observa sin ofenderse ante sus palabras.

No puede molestarse con lo que Jeongguk piensa porque no es nadie para juzgarlo, pero si puede cambiar esa forma de pensar con acciones más que con palabras. Su pequeña mano se mueve de su brazo hacia su rostro para acariciar su mejilla, interrumpiendo el movimiento de Jeongguk al intentando darle otra calada a su cigarrillo pero la caricia de Jimin sobre  su mejilla capta su atención.

Jeongguk jamás fue alguien que deseó que alguien se preocupe por él o jamás espera que alguien lo cuide porque toda su adolescencia aprendió a como defender a los demás y como defenderse a él mismo sin que nadie más lo haga.

—No importa que no desees ser cuidado o que alguien se preocupe por tí.. sabes que puedo hacerlo. —La voz del bailarín es dulce y suave para sus oídos, casi como una melodía.

No solo cree en que debe ser fuerte para avanzar en la vida, también cree ciegamente en los ángeles y en como podría obtener uno. Cree que nadie puede cuidarlo y preocuparse por él pero cuando piensa en un ángel, entonces su mente cambia y acepta que quizás puede permitir que un ángel se preocupe por él como también cuidarlo. Si no eres un ángel en mi mente, entonces no te molestes en cuidarme porque no te aceptaré.

Pero Park es diferente a otros hombres, muy diferente.

Jeongguk estrechó sus ojos mientras demuestra estar dudoso de las palabras del rubio. Sus ojos juegan un poco con la visión que tiene de ese bailarín y no puede evitar bajar su mirada por el cuerpo del rubio de arriba a abajo hasta volver a su rostro.

Es como el sacerdote lo predijo para mí cuando era un simple niño.

La voz interior de sus recuerdos de cuando era un niño resuena en su mente mientras piensa en el sacerdote y recuerda cuando esté le colocó su colgante de cruz en el cuello. Antes de hablar, el carnicero apagó su cigarrillo en el cenicero de la mesa de noche, solo se estiró un poco como su brazo y luego volvió a su posición de regreso para observar al rubio.

—No estoy seguro de que seas bueno para mí, no te molestes en cuidarme. No gastes tu precioso tiempo en mi, no te lo agradecería nunca.

Su tono es tan burlón y juguetón, su respuesta divertida no destruye la ilusión de Jimin, en todo lo contrario, solo le indica que Jeongguk es un hombre difícil pero no va a rendirse fácil, es obvio que solo quiere jugar. Incluso cuando sus ojos observan que intenta alejarse colocándose de pie, no puede permitir que ese azabache se vaya.

Solo quiere que se quede a su lado y lo jala del brazo para obligarlo a sentarse de nuevo sobre la cama, pero con la diferencia que ahora el bailarín se aproximó tan cerca de su cuerpo que sus rostros están a centímetros. Prácticamente, el bailarín se levantó un poco de la cama para sentarse junto al azabache sin bajar de esta. Sus musculosas y esbeltas piernas se encontraban dobladas juntas hacia un lado mientras que su torso se encontraba en dirección al carnicero sentado en la orilla.

—¿Por qué eres tan rudo conmigo? Me di cuenta que te encanta ser difícil pero no serás difícil para mí, Jeon.

Sus labios gruesos rozan la piel de la mejilla de Jeon, puede sentir la calidez de su aliento chocar contra esta pero no se aleja del ángel. A Jeongguk le gusta estar cerca de él, le encanta sentirlo pegado a su cuerpo incluso si no lo admite, en su mente le fascina que no exista el espacio personal entre ambos. Quiere que ese ángel invada su espacio personal y lo toque todo lo que desee, incluso si solo lo toma del brazo, ya es más que suficiente.

Sus miradas claras se conectan fijamente, los labios de cada uno de ellos dos se entreabrieron y estaban deseosos de probarse mutuamente. Los centímetros entre sus rostros disminuye cada vez más cuando se observan a los ojos y no pueden resistirse un segundo más. La llama en sus cuerpos comienza a crecer por primera vez, esa llama que quema pero no es dolorosa, da calor pero no ahoga pero tampoco se siente mal dentro de cada persona.

¿Te lo parezco? ¿Soy difícil?

Susurró Jeongguk, sus labios delgados rozaron contra los suyos y fue inevitable para el bailarín no lamer sus labios gruesos cuando sintió aquel exquisito roce de esos belfos contrarios contra los suyos. Sinceramente, se atrevió a humedecer sus labios, listo para lo que posiblemente podría ocurrir con ese carnicero tan cerca de su cuerpo y rostro. Estaba deseando devorarle la boca a ese azabache ardiente de manos fuerte y peligrosas que ahora mismo se mueven hacia la cintura del ángel, apretandola y masajeando suavemente.

—No me conoces tanto como creí después de tanto tiempo que llevamos juntos sobreviviendo. ¿No notaste lo codicioso que soy? Todo lo que quiero, simplemente lo obtengo. —El tono de voz del ángel es tan seductor y coqueto por naturaleza, incluso su mirada cambia y refleja un deseo que crece lentamente cuando ve a Jeongguk.

Jeongguk lo nota, se puede ver a él mismo en el reflejo deseoso de sus ojos azules, nota que sus labios rojos desean más que roces entre ambos y están hambrientos de besos. La forma en que una mano del ángel se mueve y acaricia su mejilla le indica que está caminando en tierras muy peligrosas pero completas de lujuria. El bailarín quien se está arriesgando en adentrarse en su territorio de esa forma, no lo iba a a dejar escapar si sucedía.

—¿Codicioso?

Park sonrío levemente de un lado al oír su pregunta, luego ladeó su cabeza un poco hacia un lado mientras sus ojos demuestran más deseo, pero está vez se mezcla con seducción.

—Diamantes, oro, perlas, mucho dinero y muchos hombres con demasiado dinero en sus billeteras, además de poder, obtuve de todo. ¿Crees que no puedo tenerte? Nada es imposible.

La pequeña risilla de Jeon fue sin gracia con un poco de sarcasmo en ella cuando escuchó todo lo que el bailarín obtuvo al ser uno durante el tiempo que sea. Realmente lo obtuvo todo, pero no puede permitir que lo comparen con un diamante o algún hombre con poder y mucho dinero. Era un simple carnicero. ¿Por qué deseaba tener a un hombre tan simple como él?

—No soy un diamante tampoco, ahí es cuando te equivocaste conmigo.

El calor de sus manos sobre su cintura se desvaneció mientras que el rostro del rubio se queda desconcertado por la respuesta del azabache, quien se aleja de él y se coloca de pie para marcharse. Está noche va a marcharse, va a marcharse de la habitación donde ambos pueden compartir, va a marcharse de tu propia habitación. No era su habitación, era de Jeongguk y no deseaba que se fuera.

—Vuelve a dormir. — Le dijo el carnicero, quien da pasos lentos hacia la puerta y le da la espalda al bailarín.—Tus heridas necesitan sanar y tú necesitas descansar después de todo lo que te pasó.

No quiere que se vaya está noche, quiere que se quede está noche. No soporta tener que pasar un solo día más en el que desea tan profundamente sentir su piel contra la suya. Se siente extraño pensar en querer tener algo mas que un beso, algo que continúa bajo las sábanas de cualquier cama, solo basta que sea cómoda y cálida. Ese carnicero enloqueció su mente con solo verlo, sus ojos grises, su cuerpo, su rostro, su personalidad y sus sonrisas. Quiere todo eso para él.

Sus ojos azules observaron perfectamente como el azabache tomó aquel pomo de la puerta listo para abrir la puerta y marcharse, pero por alguna razón Jeon también parece esperar algo de parte de Park pero no lo dice, incluso al abrir la puerta, se queda de pie dándole la espalda esperando algo... Está seguro que ese bailarín quiere decirle algo pero no sabe cuánto puede esperar de pie junto a la puerta.

Jeongguk aprieta en su mano el pomo de la puerta mientras su impaciencia se encuentra a flor de piel con cada apretón que le da al pomo, esperando en silencio por las palabras del ángel pero no está seguro de que ese rubio quiera lo que él quiere, quizá solo quiere besos y abrazos, o quizá se equivoca.

Y Park si desea lo que él desea, pero ninguno de lo dos sabe el deseo que tienen en mente y cuerpo.

Solo es cuestión de lanzarse al océano o simplemente buscar otro océano para la ocasión, pero es posible que ese océano ya no exista. (El quien no arriesga, jamás sabrá si gana está vez y es posible que no exista otra oportunidad como esta.)

Recuerda cada palabra que solía escuchar de los labios de su jefe, aquel dueño del club nocturno en el solía bailar. Y recuerda que cuando fue su primera vez como bailarín, tuvo que arriesgar su vida miserable para obtener una mejor pero con algo de consecuencias. Aunque sin dudas, prefiere esta vida porque en esta vida existe Jeongguk, un hombre que no quiere verlo marchar.

Sus ojos azules cambian, su mirada se vuelve diferente. Feroz y seductora, la misma que utiliza para los hombres que desea pero para hacerla más diferente como también única para el carnicero, prefiere colocarle un poco de lujuria que provoca que su color azul se vuelva oscuro.

Sus pequeñas manos se vuelven traviesas y perversas en la manera en que desprende cada botón de la camisa de pijama que tiene puesta mientras su mirada nunca se desvía de Jeongguk, quien voltea un poco su cabeza para verlo por encima de su hombro y muerde su labio inferior con lo que sus ojos grises captaron de repente.

El torso completo de ese bailarín estaba descubierto y despojado de la camisa de pijama, la que ocultaba toda su bella y blanca piel sin imperfecciones. Su abdomen eran tan marcado pero a la vez tan envidiable con la linda combinación que hacia con su delgada y estrecha cinturita. Y ni hablar de su pecho, rosado y delicado pero marcado.

Jeongguk apartó sus ojos de la visión que tenía de ese cuerpo y luego volvió a observarlo nuevamente ya que su curiosidad era mucho más grande que sus ganas de marcharse de su propia habitación teniendo a ese bailarín semidesnudo sobre su cama, en la misma en la que dormía solo por las noches.

Pudo oírlo cuando su voz suave y coqueta le habló en la distancia que ambos tenían ahora.

—¿Realmente vas a irte, Jeongguk? ¿Realmente te vas a ir está noche?

No tiene control de su fuerza, su mano no puede apretar más aquel pomo de la puerta, siente que puede enloquecer si no parta su mirada de ese torso tan bello como del rostro bonito de ese bailarín. Su voz dulce lo llama desde la distancia y sobre la cama. Es como una jodida tentación, tan jodida que le paraliza la mente y no puede responder.

Aunque ya observó todo el torso de ese bailarín de arriba a abajo, sus ojos ven la vendas de sus manos y cuello pero realmente no importa, aún se seguía viendo lindo como todos los días.

Su voz de ángel lo llama nuevamente sacándolo del pequeño trance y jura que no tiene otra opción que cerrar la puerta con fuerza cuando escucha la palabra que toda su niñez oyó de los labios del sacerdote.

“Ángel.”

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