𝟬 𝟬 𝟳.
𝙋𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙪𝙣𝙤.
No importaba lo mucho que HongJoong le hubiera insistido a MinGi para verse en algún lugar, el pelirrojo no dió su brazo a tocer y decidió que iría por él hasta su casa, no pregunten cómo sabía su dirección, ya conocemos al responsable de ello.
Decir que había estado nervioso durante todo el rato mientras esperaba era quedarse corto. El chico no tuvo un colapso ahí mismo solamente porque su madre estaba distrayendole lo suficiente.
—Cariño, por favor, arruinarás tu maquillaje si sigues sudando así.— Le había dicho su madre.
—No traigo maquillaje, mamá.
—Dile eso a toda esa sombra en tus ojos.— HongJoong no pudo evitar sonrojarse por eso.
—No hables.
Había estado desde el día anterior buscando qué ponerse. Un trabajo demasiado difícil tomando en cuenta que nada le convencía. Además, sabía que tendría pocas horas después de la escuela para arreglarse, antes de que MinGi finalmente llegara.
No había manera en el infierno en que HongJoong negara haberse preocupado por su apariencia el día de hoy. Llegando de la escuela fue directamente a darse una ducha. Tomó su conjunto de ropa y se lo colocó cuando ya había secado su cuerpo y colocado desodorante en aerosol. Se había comprobado frente al espejo por lo menos diez veces antes de asentir a su reflejo y bajar a la sala; en sus bolsillos del pantalón llevaba su celular, llaves de la casa, y ese bálsamo con sabor a sandía, que por cierto ya había aplicado a sus labios.
Su madre le había visto fijamente durante casi un minuto en completo silencio y él nunca se sintió tan analizado antes.
"Ese chico definitivamente te trae loquito" Había dicho su madre después. El carmín subió a sus mejillas rápidamente.
Se había quedado en la sala mirando televisión; o por lo menos la señora Kim lo hizo, porque HongJoong estaba más concentrado en la hora que marcaba el reloj de su celular.
Song MinGi.
Estoy llegando.
Ese simple mensaje de dos cortar palabras bastaron para desatar el caos en el organismo de HongJoong. De pronto el castaño creería que se desmayaría en cualquier momento, o que vomitaría sobre la alfombra.
Sin poder evitarlo pegó un brinco cuando el timbre sonó.
Su madre le mira, sonriendo divertida, y HongJoong se levanta antes que ella para ir hasta la puerta y abrirla.
Ay, diosito.
MinGi trae su pelirrojo cabello en finos rizos cayendo sobre su frente, lleva puesto un pantalón negro ajustado a sus torneados muslos, junto a una camiseta y suéter con los botones abiertos, también negro. Trae calzadas unas botas estilo minero color negras y oh, joder, ¡sus ojos están delineados!
HongJoong cree que acaba de llenar una cubeta, de pura baba.
Aunque no está peor que MinGi.
Porque HongJoong vestía un pantalón más ajustado que de normal, color negro, roto en las rodillas, junto a un suéter de diferentes tonos cafés, con líneas verticales. Había aplicado un poco más sombra de la que acostumbraba y delineado perfectamente sus ojos. Su cabello estaba peinado hacía atrás y los lados en un estilo perfectamente desordenado, con su frente totalmente descubierta.
Joder. Justo cuando creía que su corazón no podía latir más rápido.
—Hola, MinGi.— Dice HongJoong regresando a la realidad.
Podría pasarse la noche entera sólo observando a MinGi, pero si querían tener esa cita sería mejor que ambos reaccionaran.
—Hola, y lo siento.— Dice MinGi, dando un paso dentro de la casa.
HongJoong frunce su ceño confundido, y está a punto de preguntarle a MinGi si es que acaso cancelará la cita, o qué demonios pasa y porqué carajos está pidiendole disculpas, pero la respuesta llega cuando MinGi le toma firme pero no brusco de la cintura, sus diez largos dedos estrechando la fina cintura contraria, y le acerca hasta que sus cuerpos están totalmente juntos, ni el mismo aire pudiendo pasar entre ellos.
—MinGi, ¿Que demo~— La pregunta muere en su garganta cuando su boca es profanada por los labios ajenos. Le toma exactamente dos segundos cerrar sus ojos y dejarse llevar.
Deja que sus manos suban desde el abdomen hasta el pecho de MinGi en un ascenso de caricias sutiles que le ponen la carne de gallina al azabache. Continúa su ascenso hasta que sus brazos están rodeando el cuello ajeno, sus dedos acariciando las hebras azabache. Todo es un revoltijo de emociones, saliva y dientes tirando sin rudeza de los belfos ajenos, succionándolos con fervor.
Y HongJoong tiene que sujetarse de los hombros de MinGi antes de caer cuando sus rodillas se debilitan, luego de que MinGi recorra con la punta de su lengua sus dos labios, succionándolos con vehemencia hasta dejarlos hinchados y punzantes.
A MinGi se le tensa el cuerpo cuando HongJoong roza la zona erógena detrás de su oreja, justo bajo el lóbulo.
Se separan cuando sus pulmones suplican una pausa para recuperar el aire perdido.
Sus respiraciones están agitadas, sus corazones frenéticos, sus labios rojos, hinchados y punzantes, brillosos por la saliva ajena; HongJoong tiene un bello carmín demasiado notorio en todo el rostro, punta de las orejas y cuello, rodea el cuello de MinGi con sus brazos y MinGi tiene su agarre en la cintura ajena bien afianzado.
—Te pusiste el bálsamo.— Afirma MinGi, pasando la lengua por sus propios labios, retirando la saliva de HongJoong y el restante de bálsamo de sandía en ellos.
—Pues... yo... t-tú dijiste que lo hiciera...
—Me encanta.— Comenta MinGi sonriendo.— Ahora vamos a conocer a mi futura suegra.— Dice mientras guiña un ojo y da un rápido beso a la punta de la nariz de HongJoong. Éste la frunce ante el contacto, y comienza a moverla tiernamente al sentir cosquillas.— Pareces un conejo.
El carmín viaja a sus mejillas más rápido que un chasquido de dedos.
Ambos caminan hasta la sala, con HongJoong delante,y se quedan de pie frente a la señora Kim.
—Antes de que digan nada.— Dice la mujer poniéndose de pie, examinándolos de pies a cabeza.— Vamos a hacer de cuenta como que ustedes no se comieron la boca en la puerta de mi casa, yo imaginaré que sus labios no están rojos e hinchados y ustedes harán de cuenta que yo no vi nada, ¿vale?
Bueno, el carmín también luce bien en el rostro de MinGi, decidió HongJoong al verle sonrojarse avergonzado por las palabras de su madre.
Sip, esa era Kim WheeIn, señoras y señores; Y era sólo el comienzo.
Buena suerte, MinGi.
[CORREGIDO]
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