
5) Conociendo a la chica mala
A veces he buscado más allá de lo aparente y me he encontrado
entre paréntesis desilucionado.
Extraño extrañado - Shinoflow
Me subí al auto, era muy bonito por fuera, color blanco, de cuatro puertas. Me senté, abroché el cinturón y pregunté:
—¿Cómo estás?
—La verdad no te mentiré, estoy aterrada, muy nerviosa... Estuve a punto de cancelarte varias veces.
—¿En serio? Porque yo estoy igual, me arrepentí justo después de llamarte, es extraño. Incluso rogué para que no te prestaran el auto, creo que te tengo miedo.
—Lo siento, mis berrinches son más grandes que tus ruegos —Ambos reímos. Después de eso la tensión se fue, entonces Carissa puso en marcha el carro. Durante el trayecto me comentó:
—Christian ¿Recuerdas el día en que Eduardo intentó presentarnos? Bueno, solo quería pedirte una disculpa, quizá te ofendiste... Pero no me parece buena idea que sepa que nos conocemos.
—Si, no te preocupes por eso, ni siquiera lo recordaba —Estaba mintiendo, pero no quería que ella supiera que me había afectado, al fin al cabo lo hizo por supervivencia.
—De igual forma tampoco sé qué haría si alguien se da cuenta, últimamente me han preguntado mucho si salgo con alguien...
—¿Y qué les dices?
—Que conocí a una chica, pero va en el bachillerato #32, como vive lejos de mi nos vemos muy poco, se supone que la conocí por Internet —Carissa comenzó a reír.
—Gracias, eso me hace sentir aliviada —La miré de reojo, noté que iba vestida completamente de negro.
—¿Y después del cine vas a robar a la gente o cazar vampiros? —le dije en tono burlón.
—Muy gracioso, Cricri... Casi tan gracioso como el hecho de que traigas lentes.
—Los odio, pero los necesito cuando leo o veo televisión en este caso cine... ¿Sabes? Eres más delgada de lo que pensé.
—Ese fue un cambio de tema muy radical. Pero gracias por notarlo, mi uniforme escolar es dos tallas más grandes —Estábamos cerca y Carissa empezó a disminuir la velocidad, estacionó donde pudo y me miró fijo— Christian, no te ofendas, pero no sé si quiero que nos vean juntos.
—Es difícil no ofenderme, primero me llamaste "eso" , luego pérdida de tiempo y ahora te avergüenzas de mí...
—Que llorón, dijiste que no te habías molestado... Pero no es vergüenza, es por tu bien.
—Explica eso —Ella meditó unos segundos que me parecieron horas.
—Supongo que ya debes saber que mi reputación no es la mejor —asentí con la cabeza.
—¿Y eso qué?
—Pues imagínate lo que dirá la gente si nos ve juntos...
—¿Y eso qué? Podemos decir que somos amigos y ya, en realidad ni a eso llegamos.
—Sí, pero es que jamás has salido conmigo, si alguien nos ve juntos van a inventar muchas cosas... Yo estoy acostumbrada a eso, pero tú no —No necesité pensarlo mucho.
—Bueno, tienes razón ¿Cómo le hacemos?
—Podemos estacionar y tú bajas primero, haces fila en los boletos; Después bajo yo y hago fila en la dulcería. Me mandas mensaje y me dices en que asiento nos tocó.
—Me parece buena idea, vamos —Ella volvió a encender el carro, llegamos al cine y seguí su plan... Pero habíamos omitido un detalle, ni siquiera habíamos mirado la cartelera. Tuve que llamarla.
—¿Qué película vamos a ver?
—No lo sé, la que esté más próxima, no quiero esperar.
—Está por empezar "La lluvia de explosivos" en cinco minutos.
—Dios que nombre, espero que este buena —respondió. Volteé a verla ella estaba haciendo fila, de espaldas se veía guapa y noté que traía zapatos de tacón muy alto.
—¿Qué pasa con tus zapatos? ¿Vienes al cine o vas al antro?
—Deja de verme —dijo dándose la vuelta— . Mido menos de 1.60, son necesarios para que no me confundan con una niña... ¿Quieres gomitas?
—Sí, de las agridulces por favor.
—Adiós, pues.
Me colgó y ambos seguimos hacienda fila, yo terminé primero así que fui directo a la sala que nos tocó. Al entregar los boletos le dije al encargado que venía acompañado pero ella aún no llegaba, le di las características físicas de ella y como iba vestida, después me senté a esperar, la película ya había iniciado. Carissa llegó y se sentó a mi lado.
—¿Empezó hace mucho? ¿Ha pasado algo importante? —preguntó.
—Empezó hace unos minutos, pero no entiendo que está pasando...
—Ten tus gomitas, te traje refresco de sabor manzana, no sé si te gusta.
—Gracias, si me gusta... Pero yo quiero las gomitas de gusanito.
—No, tú quédate con ruedas.
—Eres mala persona —reproché mientras le robaba un par de gomitas, ella solo rió.
Habían pasado como diez minutos de la película y cada vez entendía menos. Me estaba aburriendo mucho y comer gomitas era lo único entretenido, al parecer Carissa también se entretenía con eso porque acabó antes que yo.
—¿Le estás entendiendo a la película? —me preguntó.
—No, creo que es una secuela.
—Eso explica mucho —dijo, luego ambos intentamos seguir viéndola, pero cada vez me aburría más. Pasaron veinte tortuosos minutos de balas y explosiones sin sentido, quizá me hubiera gustado si hubiese visto la anterior.
—Esto es un asco, Christian ¿Nos vamos?
—Por favor y gracias, es lo más lindo que me han dicho en cinco años —Carissa rió con fuerza y varias personas le pidieron guardar silencio, así que salimos apresurados.
El cine estaba más vacío que cuando llegamos por eso salimos juntos. Nos subimos a su carro y ella comenzó a conducir, solo hablamos de lo mala que fue la película, supuse que me llevaría a casa, pero cada vez nos alejábamos más.
—¿A dónde me llevas, planeas secuestrarme o algo así?
—Sí, quiero violarte en un callejón, pero no encuentro uno que sea perfecto —Me dijo entre risas.
—No, ya en serio... ¿A dónde vamos?
—La verdad es que tengo hambre, pensaba que fuéramos por algo de comer... ¿Quieres que te lleve a casa ya?
—No, vamos a comer, tengo hambre.
Condujo casi una hora hasta llegar a una famosa cadena de hamburguesas, durante el trayecto me iba quejando de la película, las gomitas y la gente lenta. Carissa se reía y a veces también se quejaba conmigo. Un grupo de chicos se cruzaron sin mirar y por poco ocasionaron un accidente, entonces nos quejamos de eso durante un rato. Mientras Carissa hablaba movió su mano haciendo que su pulsera se quedara trabada en un botón de su camisa desprendiéndolo. Entonces ella empezó a lamentarse y yo a reír.
—Cállate ya, Christian, tú no sabes lo que se siente.
—No lo sé, afortunadamente, ni lo sabré, pero es gracioso... —Entramos y fuimos directo al mostrador.
—¿Qué vas a pedir? —Le pregunté viendo el menú.
—No sé, quiero la que tiene doble carne pero también la que tiene aros de cebolla empanizados...
—Por eso revientas las blusas —le dije sin mirarla, ella me dio un golpe al costado y eso me hizo reír más —. Pensé que quizá pedirías ese —le dije señalando el paquete para niños.
—Lo haría si pudiera elegir el juguete y la galleta... —contestó riendo, al final ella pidió la hamburguesa que tenía aros de cebolla y yo una con queso extra, nos sentamos hasta el fondo cerca del área para niños, así evitábamos ser vistos y aparte nos burlabamos de sus caídas. Mientras comíamos noté que ella tomaba su celular, después se reía y repetía cada cierto tiempo.
—¿Me estás tomando fotos? —pregunté.
—Poquitas... —dijo soltando una carcajada —Mira tu cara en esta.
—No, borra eso.
—Hazlo tú —ordenó entregándome el teléfono.
—Muy graciosa, sabes bien que no se usarlo.
—Entonces ahí se quedarán, hasta que aprendas.
—No seas así...
—Eres muy quejumbroso, ven —Me dijo recorriéndose de lugar y cediéndome el de ella —: Te enseñare a usarlo, cuando terminemos la comida.
—Mmm, no sé, siento que será difícil.
—No lo es tanto, ahorita te mostraré.
Terminamos de comer y ella se acercó a mí, lo primero que noté es que su escote era muy visible, me puse nervioso, pero no quería que se diera cuenta que estaba viendo sus pechos, así que intenté concentrarme en su explicación de cómo desbloquear un teléfono inteligente. Pero lo peor no era el desbloqueo, eso fue fácil, lo difícil fue el menú, tenía demasiados dibujos y nombres. Al final me quejé tanto y tanto que Carissa cedió y me ayudó a borrar las fotos, pero solo algunas, resulta que tenía más fotos de lo que imaginé y yo tenía que aprender a usar su celular para poder borrarlas
—Qué asco, eres una acosadora, de seguro te tocas pensando en mí —Ella rió burlonamente.
—Eso quisieras... ¿Vamos por una frappé o algo así?
—¿En serio? Me da la impresión de que en tu casa no te quieren por eso comes tanto fuera... Pero vamos.
—Casi, casi... —Me dijo poniéndose de pie— Pero no, mi padre tiene colesterol alto y en casa comemos cosas con muy poca grasa —Salimos del lugar, ya estaba oscureciendo.
Estábamos en una pequeña plaza comercial, el puesto de malteadas no estaba lejos. Pedimos dos y nos sentamos a beberlas en unas bancas cerca de una fuente, extrañamente el lugar se veía muy vacío.
—Christian... Hay una pregunta que quiero hacerte desde que te vi este día —Eso me sacó por completo de mi mente, no tenía idea que iba a preguntar.
—Dime...
—¿Por qué mierdas traes una mochila? Parece mochila de niño de kinder —Me reí por nervios, pensaba que me preguntaría algo peor.
—Verás, una vez me regalaron una cartera y nunca la usaba, la única vez que la usé, la perdí. Desde entonces cuando salgo... Que es nunca, llevó una mochila con mis cosas... Que son dinero y llaves de la casa... ¿Ahora te pregunto yo a ti?
—Va —Me dijo mientras jugueteaba con el popote de su frappé.
—¿Por qué tu perfil dice Ana Reyes?
—Porque así me llamó: Ana Carissa Palafox Reyes.
—Ooh, no tenía idea, que bonito nombre. Me gusta, Ana.
—Por favor no me digas Ana, detesto ese nombre, solo me lo puse para que no me agregara gente de la escuela.
—Pero es bonito ¿Por qué no te gusta?
—Una persona a la cual detesto con el alma siempre me dice Ana y solo lo hace por molestar. Cuando alguien más lo dice me trae malos recuerdos
—Entiendo —pensé que se trataba de algún ex novio, así que mejor cambié el tema—. Oye, ¿Te puedo hacer otra pregunta?
—Sí —Me contestó.
—¿Me podrías decir qué le dijiste a Viviana en el receso que la puso tan mal?
—No, no puedo... Son cosas de chicas.
—La hiciste llorar, ¿sabías?
—Humm, que pena, la princesa de hielo tiene corazón... No me importa.
—Eres muy dura con ella.
—¿Y ella no fue dura conmigo?
—Sí, pero...
—¿Pero? Las putas también tenemos sentimientos, ella me ha dicho y hecho cosas peores, pero no lloro frente de todos como una mártir —interrumpió, parecía molesta—Viviana no es como piensas y eso es genial, amas lo que crees saber de ella y eso no duele.
—Tú crees conocer a todos, pero no es así.
—No, tú eres el que crees conocer a todos —Cuando me dijo eso, me sentí mal, era verdad y la confesión de Miguel Ángel lo probaba.
—Tienes razón, perdón... Es solo que me cuesta creer que la gente con la cual convivo día a día pueda llegar a ser tan cruel... Es decir, creía que Viviana y mi hermano eran las personas con las que podía ser yo mismo y ellos también.
—En cuanto más sabes más solo te sientes.
—¿Carissa, cómo conociste a Miguel Ángel?
—En la escuela...
—¿Qué pasó entre ustedes?
—Nada, te lo aseguro —Ella me miró a los ojos y eso me hizo sentir más tranquilo.
—Yo creía conocer a mi hermano, pero me di cuenta que no era nada como pensaba...
—Vamos, Chris, todos comentemos errores, no busco justificarlo, pero quizá no es tan malo como piensas.
—¿Entonces lo sabes? ¿Por qué lo proteges? El engañó a su novia ¿eso te parece bien?
—No, no me parece bien, pero es tu hermano... Se supone que cuando todos se van solo la familia queda.
—¿Con quién?
—Eso no tiene importancia.
—Para mí si, solo contesta eso y cerraré el tema: ¿Quién fue la chica? ¿Ella sabía que tenía novia? ¿Tú cómo lo supiste?
—Vaya, muchas preguntas... Se llama Tania, si lo sabía y yo lo supe porque ese día estuve ahí, ella es amiga mía y estábamos en una fiesta festejando que ganaron en baloncesto.
—¿Amiga? ¿Cómo puedes ser amiga de gente así?
—¿Cómo puedes tener una familia así? —me preguntó en tono sarcástico, ese comentario me cayó como balde de agua fría. Ella tenía razón, y yo la había juzgado muy a la ligera.
—Carissa, no está bien que te expreses de ti de esa forma.
—¿Qué forma? —preguntó, como si no fuese muy obvio.
—Ahorita dijiste: Las pu... también tenemos sentimientos... Pero tú no eres eso.
—Sé que no soy una santa, he cometido muchos errores y bueno, supongo que ahora la sociedad me hará pagar por ello, también mi conciencia.
—No tiene por qué ser así porqu... —me interrumpió otra vez.
—No tiene que ser así, pero así es, Cricri. Repite una mentira muchas veces y terminará siendo verdad. He estado con varios, no puedo negar eso, pero puedo jurar que nunca lo hice para obtener un beneficio aparte de la compañía... No supe como interactuar como una persona normal y terminé perdida en limbo, no está tan mal... respiras Indiferencia y la gente siempre te muestra su verdadero ser... eso te hace estar lo suficientemente gris.
—Pero eso no está bien, no todo es gris...
—No para ti, tú eres un encanto. Una persona como tú no debería estar con alguien como yo... y no lo digo yo, tú te darás cuenta si alguna vez la gente se entera que salimos... ¿Acaso no has notado cómo hasta la persona más dulce se vuelve hostil cuando se trata de mí?
— Sí —le contesté, ese tema me puso un poco triste.
—No estoy lista para lidiar con comentarios y consejos sobre lo mala que soy por salir contigo... Incluso si hablas con mis padres ellos te dirán que yo soy una chica confundida y que mi actuar es equivocado muy a menudo.
—Yo tampoco estoy listo para oír cosas malas de ti, apenas empiezas a agradarme... Además ni te conozco, se supone que somos novios pero somos fraude —Ella sonrió y despeinó mi cabello.
—Tú también empiezas a agradarme, aunque seas un llorón quejumbroso —nos quedamos un rato más ahí, a veces hablábamos, otras nos quedábamos callados pero no era incómodo. Cuando me quise dar cuenta ya iban a ser las 10:30 de la noche. Carissa se ofreció llevarme a casa.
—¿Estás segura? Me da miedo que te pase algo malo si me llevas.
—¿Qué dices? Si está de camino. No pasara nada ¿Piensas dañarme?
—No. Solo me da miedo... Mejor te acompaño a tu casa y de ahí tomo un taxi.
—No seas llorón, no pasará nada.
—Eso no puedes saberlo, tengo traumas no superados... —reí nervioso —No me perdonaría si te pasa algo, no podría pasar por eso otra vez —Ella me tomó la mano.
—Sé que hay temas sensibles de los cuales no se puedes hablar, todos los tenemos, incluso yo... Pero poco a poco se superan, con pequeñas cosas que parecen difíciles.
—Tienes razón, solo avísame por favor cuando llegues a tu casa, estaré pendiente —Nos subimos al carro y para amenizar el ambiente ella puso música. Me preguntaba que si que canción o estación quería escuchar y lo confesé que no conocía mucho, en mi casa solo había un televisor y la radio se había descompuesto hace mucho, no solía oír música.
—¿Y cómo puedes vivir sin música? —me preguntó.
—No es sencillo.
—Me apiado de ti...
—¿Sabes? nunca había estado tan tarde en la calle con una persona que no fuese familiar.
—Es curioso porque yo rara vez regresaba a casa tan temprano con una persona que no fuera de la familia —Ambos reímos por la ironía a pesar de que su comentario me hizo sentir vergüenza de mi mismo.
—¿Cómo es? —pregunté.
—¿El qué? —me pregintó viéndome unos segundos en lo que la luz del semáforo cambiaba.
—¿El poder salir de noche, tener amigos y ser popular entre ellos?
—No es tan genial como piensas, Cricri. Yo me volví "popular" por las razones equivocadas... Pero no te voy a negar que si estas con la persona correcta todo se vuelve genial, la fiesta te parece más divertida y llega el punto donde te olvidas de todo... Se siente como si nada fuese terminar jamás, como si siempre fueras a ser joven —Ella rió suavemente —Sé que parece una locura, pero en fin...
—¿Cómo sabes quién es la persona correcta?
—Ese es el problema, no lo sabes, hasta que llegan los problemas. Quien se queda contigo es la persona correcta... No necesariamente un novio o algo así, puede ser un amigo o familiar —sonreí al ver como se iluminaban sus ojos.
—No puedo imaginarlo.
—Quizá te pase pronto, no sé, no hagas lo que yo. No te apresures, mejor espera aunque parezca interminable —Me dijo sonriendo, le agradecí el consejo y ella estacionó, ya habíamos llegado.
—Listo, Cricri, llegamos... Que descanses
—Gracias, buenas noches. Avísame cuando llegues a tu casa, por favor, estaré pendiente —pedí. De mi mochila saqué las paletas que había comprado en el súper—. Son para ti, no estaba seguro de si dártelas o no, porque no sé si te gusten, pero me recuerdan a ti —Ella sonrió ampliamente.
—Gracias, Christian, me encantan —me abrazó con ternura dentro del auto—. Te veo luego. Hasta entonces —Me dio un beso en la mejilla, yo me despedí otra vez, después me fui a casa, mis padres aún no llegaban y Miguel Ángel estaba solo.
—Que tarde, me tenías preocupado.
—Lo siento, el tiempo se me fue.
—No te creo que hayas ido con amigos, para mí que andabas con esa chica especial —trate de negarlo, pero me ganó la risa—. No tienes que avergonzarte de eso, aunque estamos impacientes por conocerla ¿La pasaste bien?
—Muy bien, hasta yo me sorprendí... Pero ya me voy a dormir, no más preguntas, adiós... ¿Pueden dejar de llamarla "Chica especial? —Me encerré en mi cuarto mientras mi hermano se quedó quejándose de lo misterioso que era, me cambié y me acosté, a los minutos me llegó un mensaje de Carissa.
"Ya llegué a casa, gracias por preocuparte y por el regalo, me la pase bien hoy "
Ese mensaje me hizo sentir tranquilo.
"Gracias a ti por aceptar, hace mucho no me divertía tanto, te veo mañana"
Le contesté. Después de eso me quedé dormido.
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