
48) Reencuentros
Me puse muy nervioso al ver a Carissa, no dude en abrazarla. Era la misma pero diferente, no solo físicamente, había algo en su mirada, en su sonrisa que te avisaba que el huracán se había calmado, pero seguía ahí.
Llevaba el cabello suelto, le llegaba a medio brazo y ya no era oscuro, ahora usaba su color natural, aunque no era tan claro como al principio. Sus tontas pecas seguían ahí, no sé si era mi imaginación pero se me hacían más notorias y tiernas que antes.
Tenía un vestido verde que dejaba ver sus blancas piernas, más blancas que sus brazos. Su cuerpo era casi igual, aunque podría jurar que tenía las caderas más anchas dándole un aspecto más seductor. Y seguía oliendo a dulce sin llegar a empalagar.
—Te extrañé tanto —Ella dijo algo pero no entendí porque la tenía presionada contra mi cuerpo, luego tuvimos que separarnos para que saludara a Domina.
Después de unos cuantos gritos, burlas por su nuevo acento, un par de abrazos más y ver sus piernas sin descaro, nos sentamos a conversar sobre todo lo que había pasado mientras ella no estaba.
—Woow, me voy unos años y ya creció la familia —respondió Carissa refiriéndose a la boda y a mi sobrino, luego suspiró.
Nos habló sobre su familia: Moisés y Francisco estaban trabajando en otra ciudad. Su padre había vuelto a ejercer como consejero matrimonial y le estaba yendo muy bien, mientras que su hermano ya estaba ofreciendo misas, al parecer era un sacerdote muy querido y respetado por la comunidad. Leonor estaba saliendo con un chico quince años menor que ella, parecía que le robaba la juventud porque se veía más feliz y jovial que nunca.
Carissa por su parte se había concentrado en la escuela, no volvió a tener una relación formal hasta la universidad y duró tres años con la misma persona, hasta que él la dejó para regresar con su ex novia, a la que conocía desde que tenían seis años y se habían vuelto novios desde los diez hasta los dieciocho. Carissa decía que era algo de esperarse, yo estaba anonadado.
Es increíble como el estar con un par de amigos te devuelve a la vida. Antes de ir a la cena de Domina, me sentía desganado, de hecho tenía unos meses sin sentir pasión por nada, abrumado por el día a día, insatisfecho con mi vida personal, me sentía estancado, sabía que pasaba el tiempo, pero sentía que no pasaba nada. Hasta que me vi rodeado de buena compañía, riendo a carcajadas, tanto que el estómago me dolió, ¿cuánto tiempo había pasado desde la última vez que reí tanto? No lo recordaba.
Así nos alcanzó el amanecer, entre risas, pláticas serias mezcladas con burlas, recuerdos de la adolescencia y vivencias que pasaron casi desapercibidas. Teníamos alcohol, pero no hizo falta beber para pasarla bien como otras veces. Era diferente, la calma antes de la tormenta.
Domina fue al baño, Omar no aguantó más y se fue a dormir.
—¿Dónde vas a dormir? —le pregunté a Carissa.
—Aquí, me quedaré el resto de mi estancia viviendo con Domina, ya nos pusimos de acuerdo. Le ayudaremos en todo lo de la boda.
—No es que quiera que te vayas, pero ¿cuánto tiempo te quedas acá? —Carissa sonrió.
—Unos seis meses. Como sabes yo ya me gradué, estaba trabajando en un banco y pedí el cambio, dije que me mudaría de ciudad, fue repentino y acá estoy. Sin planes, sin saber que carajos haré una vez que mi mejor amiga se case.
—Eres valiente —reconocí—, me alegra mucho verte aquí.
No pasó mucho antes que el sueño me golpeara con fuerza y decidiera regresar a casa. Por la tarde de ese día, Carissa se pasó por mi casa, mi familia la recibió muy bien, incluido mi sobrino. La maldita seguía teniendo eso que hacía que todos se sintieran atraídos por ella o su personalidad.
Pensaba que planear una boda sería sencillo, pensaba que pasaría mucho tiempo con Domina y Carissa, pero no, planear la boda de Domina fue como trabajar para el peor jefe del mundo y con un sueldo que te hacía decir "¿De verdad necesito este trabajo?". Al principio decía: Seis meses es mucho tiempo, luego me vi intentando aconsejar a un alienígena sobre que vestido es el mejor y no había ningún puto vestido que ese ser extraterrestre considerara suficiente. Sin mencionar que un día quería casarse en la playa y a los dos días quería una boda en medio de un bosque y me llamaba en la madrugada para decirme que mejor se casaría en un pueblo.
La fecha que querían para la boda estaba cada vez más cerca y lo único que sabía era que la fiesta sería en un terreno campestre que estaba bien lejos (Aunque sí era muy elegante). Poco a poco me veía sumergido en proyectos escolares, exámenes y la exigencia de Domina.
—Es tu mejor amiga, Christian. Ha hecho mucho por ti —susurré mientras encendía el auto para ir a otra florería, Carissa me acompañaba.
—¿Quieres que vaya yo sola? Te ves estresado.
—No, o sea si estoy estresado, pero es algo que tengo que hacer —sonreí para que ella estuviera tranquila.
—Casi no he podido verte, es bueno salir aunque sea para ir a ver flores —admitió levantando la ceja.
—¿Recuerdas cuando estábamos a solas y yo te hacía preguntas incómodas? —pregunté riendo.
—No, ¿ahora qué me vas a preguntar? —dijo fingiendo estar preocupada.
—¿Por qué me bloqueaste de tus redes sociales?
—Porque así me lo pediste.
—¿Yo? ¿Cuándo?
—Me mandaste un mensaje diciendome que habías vuelto con tu novia y que ella no estaba de acuerdo en que habláramos. Que por favor dejara de buscarte —Al oír eso me froté el rostro.
—No fui yo, fue Melissa. Mi ex novia loca —admití frustrado, Carissa se encogió de hombros.
—Yo no podía saber eso. Me lo pediste una vez, una segunda vez no era tan descabellado.
—¿Debería decirle algo?
—No lo creo, es cosa del pasado. Si ya terminaste con ella no veo el caso a reclamar, al fin de cuentas estamos juntos —Ambos sonreímos en complicidad.
—¿Sabes a qué florería vamos? —Ella me vio como intentando descifrar lo que quería decir, al final negó con la cabeza— Vamos a la floreria de Viviana.
—¿Estás bromeando?
—No, ella abrió su propio local, le está yendo muy bien, tanto que ya tiene otras dos sucursales.
—Woow, pues que bien por ella, aunque no sé si estoy lista para verle. ¿Aún le hablas?
—Pues así como hablarle, no. Nos encontramos un par de veces y platicamos. Está bien, se le ve feliz, tiene un novio de diecinueve años, fue algo muy hablado en su momento pero ella siguió con él y ahora están comprometidos. Digamos que encontró el camino de vivir sin culpas. —Carissa se quedó meditando un rato.
—Me alegro por ella, es decir... Le hice mucho daño y este tiempo me ha servido para rectificar, me estaba preguntando como le había ido. Estoy feliz de que este bien... ¿Te das cuenta que casi todos se han comprometido o tenido hijos?
—¡Sí! Caray, mi hermano, Domina, Viviana, Johan ya tiene un hijo —respondí enumerando con las manos.
—¿Con la que era su novia en la preparatoria?
—No. Terminaron poco después de entrar a la universidad, él empezó a salir con otra chica, se confió y al mes ya la había embarazado. Aayesha o como se llame, su ex de nombre raro tenía un problema hormonal, casi no ovulaba y Johan pensó que sería tan sencillo; no lo fue. Vive con la madre de su hijo, pero su relación es muy intermitente, a cada rato se separan.
—Que difícil, ya con hijos las cosas se complican más... ¿Qué fue de Eddy? —me preguntó.
—¿Eduardo? Está soltero, trabaja en un local donde arreglan computadoras y otros aparatos electrónicos. Casi no lo veo, el trabajo lo absorbe.
》¿Sabes a quien vi el otro día? A Raquel, sigue igualita en todo.
—¿Raquel? Me suena, pero no la ubico... ¿La amiga de Viviana? ¿Una chica delgada, cabello oscuro?
—Sí.
—¿Qué fue de ella? ¿Pidió personalidad a Santa? —preguntó divertida, yo negué con la cabeza.
—Estaba estudiando leyes y se cambió a informática porque su novio estudiaba eso. Terminaron y volvió a leyes, ahora anda con un chico de esos que ven caricaturas japonesas y así. Van a convenciones de cosplays, dice amar el ramen y su sueño es visitar Japón... —Carissa me miró confundida.
—Por lo menos tiene pareja —ambos reímos—. Hablo en serio, Frania y Keint andan viajando por San Francisco, dentro de unos meses irán a Francia. ¿Te acuerdas de Rafael Palacios? Tiene dos hijos que no mantiene y un hijastro al cual llena de regalos... Hasta Derek tuvo un hijo, de hecho es padre soltero.
—Esperaba lo de Palacios, pero lo de Derek si me ha sorprendido.
—Sí, igual que Tania, ya tiene un hijo y está esperando otro. Pasó de levantarse los domingos con resaca a levantarse alabando a Jesucristo.
El resto del camino seguimos hablando del mismo tema hasta llegar a la floreria de Viviana. Carissa puso las manos sobre su falda y arrugó la tela, estaba nerviosa era obvio. Entramos con esa incómoda sensación de que algo malo pasaría, pero nada, al parecer Viviana no estaba en el local. Nos dieron un presupuesto y nos fuimos. Me sorprendió ver a Carissa así de nerviosa.
Decidimos ir a buscar algo de comer, mientras andábamos pasamos por casas en renta.
—Mira, para cuando regreses a vivir acá —comenté, mi acompañante sonrió forzadamente— ¿No lo tienes contemplado?
—La verdad es que no. No me malinterpretes, pero no estoy lista para soltar aquel lugar que me acogió. En chile tengo la vida que siempre quise, tengo un departamento e incluso tengo amigos que me esperan, yo no quiero dejar eso atrás.
—Tranquila, entiendo. De hecho te ves mejor, no sé como explicarlo, pareces otra persona aunque físicamente estás casi igual —Carissa me sonrió.
—Soy otra. Me siento bien conmigo, con mi entorno, me siento feliz con mi vida y con mi familia. He avanzado tanto en mi evolución personal que hasta me he atrevido a leer las cartas de arrepentimiento que me manda Moisés... Y te confieso que incluso hace poco tiempo me atreví a escuchar sus disculpas de frente. En unas vacaciones que nos reunimos le di la oportunidad de disculparse. No lo perdoné, pero me siento más fuerte, siento que hice las paces conmigo misma.
》Este tiempo me ha servido para entender que nada fue mi culpa, que no puedo cambiar el pasado, tengo que vivir, es todo y es mejor hacerlo felizmente porque al final las decisiones que tome me afectan a mí más que a nadie. Ahora sé que no estoy sola y que jamás lo estaré porque me tengo a mí y mientras me quiera, menos daño me harán —Una sensación de bienestar me inundó, las palabras de Carissa eran certeras e incluso me sentía identificado.
—Me encantas —le dije, luego la abracé con fuerza.
Nuestro abrazo fue interrumpido por una llamada. Mis compañeros de curso me estaban invitando a un billar; quedé de encontrarme con ellos después de ir a ver a Domina y avisarle sobre el precio de las flores. Regresamos al auto, mientras nos poniamos los cinturones se me ocurrió una pequeña broma.
—Ey, ¿quieres que te cuente lo más loco que me ha pasado en la vida? —le pregunté, Carissa me miró con suspicacia.
—Cuéntame.
—Cuando tenía dieciséis años, una chica loca me tendió una trampa y me chantajeo. Fue algo muy raro, porque me grabó mientras me masturbaba —reí nerviosamente, Carissa acompañó mi carcajada.
—¿De verdad? La trampa debió ser muy efectiva para llegar a masturbarte sin fijarte que te estuvieran grabando.
—Bueno, en aquel entonces era un virginal susceptible.
—Ay Christian, ¿y puedo saber como se llamaba aquella loca?
—Se hacía llamar "Caín McAdams" aunque nunca supe porqué.
—Caín es un lindo nombre, masculino, feroz, como de alguien que traicionaría a su hermano. Y McAdams es un apellido muy interesante, como de espía, inolvidable.
—Si lo dices así —me encogí de hombros—. Y dime, Carissa ¿estarás ocupada esta tarde? Se me ocurre invitarte al billar para conocernos mejor. Tu acento me dice que no eres de aquí y tu cuerpo dice muchas cosas que quiero entender —Ella abrió la boca sorprendida, levantó la ceja e inmediatamente cambió su gesto por uno más frío.
—Eres una persona muy atrevida, Christian. Puesto que te acabo de conocer y ya me has contado lo más vergonzoso de tu vida, confiaré en ti. Dejaré que me invites al billar.
—Excelente, paso por ti unos minutos después de pasarle la información a mi mejor amiga. Está loca y si no lo hago a tiempo puede amputarme algún miembro —ella sonrió ampliamente.
Llegamos al departamento donde Domina vivía con Omar; al cual recientemente se había integrado Carissa. Mientras ella se cambiaba de ropa, yo explicaba el precio de las flores, hacíamos una comparación de gastos, dabamos nuevas ideas para la decoración del salón, centros de mesa y por supuesto el ramo. McAdams cada vez tenía ideas más sólidas que nos ahorraban tiempo y esfuerzo, las cosas pintaban mejor.
Al poco tiempo regresé al auto junto a Carissa; Domina quiso quedarse con su prometido, según verían películas. Era normal querer estar a solas, además Omar era mayor que todos nosotros y la idea de un billar con un grupo de universitarios como que no le agradaba del todo.
Así que pasaría el resto de la tarde y quizá parte de la noche intentando conocer a una desconocida que en realidad conocía muy bien: Carissa.
La presenté con mis amigos, que no perdieron la oportunidad de felicitarme por haber dejado atrás a Melissa y nuestra tóxica relación. Entre risas, bromas, cerveza, música de moda y bolas de billar, empezamos nuevamente. Sin vídeos, sin chantajes, sin máscaras.
Fue unas de esas noches que la pasas tan bien, pero tan bien, que nunca olvidas; Que recuerdas diciendo: Uff, como quisiera volver a vivir ese momento.
Juro que mis intenciones eran buenas, solo quería divertirme sanamente, no sé como todo se me fue de las manos, pero conforme la noche avanzaba me iba acercando más a Carissa, no precisamente de manera amistosa. Cada vez había más flirteo y contacto físico. Las bromas fueron subiendo de tono, hubo un par de jugueteos y cuando menos pensé ya estábamos en un motel. Se supone que uno no debe coquetear con sus viejas amigas, pero teniendo en cuenta que esa noche "nos acababamos de conocer" nada era imposible.
—Te juro que nunca hago esto —le decía entre besos mientras intentaba sacarle las bragas.
—¿Sexo?
—Sexo casual, yo no soy así —ella empezó a reír.
—Yo tampoco, Christian.
—Es la primera vez que lo hago con una desconocida. Me has quitado dos primeras veces, que afortunada.
—No sé de qué me hablas, es la primera vez que nos vemos —me dijo desabrochando mi cinturón.
Debo admitir que ese mini juego de roles me gustó mucho, fue algo refrescantemente caliente.
Luego desperté y todo había sido un sueño. Carissa nunca existió y yo seguía siendo virgen... Y no tenía piernas...
¡Es mentira! Me desperté porque mi madre me estaba llamando, no le había avisado que llegaría casi al amanecer. El ruido de mi celular despertó a Carissa, que aprovechó mi breve explicación salpicada de mentiras para empezar a vestirse.
—Sí, me quedé en casa de Domina. Iba a llamarte pero ya era tarde y no quise interrumpir tu sueño. Sí mamá. Ajá. Perdón. Sí está bien. Te veo más tarde, adios..
—Le has mentido a tu madre por estar con una mujer. Que descaro —me dijo Carissa mientras se recostaba en la cama.
—¿Descaro? Tu ropa interior es un conjunto; Muy sexy si me lo preguntas. Si una mujer accedé a pasar la noche contigo y su ropa interior combina, es porque ella quería algo más. Has abusado de mí, me embriagaste para hacerme caer. Le mentí a mi madre por ti.
—No necesito alcohol para convencerte —reprochó.
—Yo no puedo estar seguro de eso —le dije viendo a la nada con dramatismo.
—Mmh, te dejaré que lo pienses mientras me quito la ropa con lentitud y me voy a bañar —agregó revisando su celular—. Aún nos queda una hora, si nos bañamos juntos ahorramos tiempo —me di cuenta que era un chico muy fácil con o sin alcohol.
Cuando íbamos de regreso a casa la resaca nos atacó. A Carissa le dolió la cabeza y a mi también, pero por pensar en que no debía haberme acostado con ella. Estaba cometiendo el mismo error que en mi adolescencia, esta vez no quería sufrir así, no quería estar con la expectativa, ¿pero cómo se lo iba a decir?
—Tranquilo, Christian —dijo Carissa, fue tan repentino que hasta me asustó.
—¿Por?
—Te ves nervioso, estás aumentando la velocidad, estás serio. Sé lo que piensas y no, no sucederá. No te pediré nada, pasó algo esta noche pero no significa que tenga que pasar otra vez o que te pediré que me trates como tu novia el resto de mi estadía. Tengo los pies en la tierra, no te quitaré el sueño, tampoco el tiempo, todo estará bien entre nosotros —suspiré de tranquilidad.
—Gracias Carissa —la dejé en el departamento de Domina y regresé a mi casa a dormir.
Pero Carissa mintió, dijo que no me quitaría el sueño y que todo entre nosotros estaría bien: No fue así, ese día no pude dormir y el resto de lo que duró su estadía me sentía más cercano a ella, tanto que no podía evitar pensar en el vacío que me iba a dejar cuando se fuera. Quería más de ella, quería que me pidiera más.
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