
17) La chica de hielo se vuelve fuego
Fuimos al centro en familia y aproveché para buscar el regalo de Carissa, nunca pensé que sería tan complicado. Nada me parecía suficiente. Mi padre no me había regalado nada por mi cumpleaños y eso no me había molestado para nada, me habían hecho una reunión, no tendrían que darme más, pero papá insistió en darme dinero, así que lo guardé y con eso iba comprar algo para Carissa. Mis padres y mi hermano se fueron juntos porque sabían lo que vendría después: Estrés, mal humor, quejas y más quejas, odiaba ir de compras.
Recorrí tienda tras tienda, vi ropa, perfumes, zapatos, bolsos, maquillaje, pero en realidad ella podía tener cualquier cosa que quisiera y sus gustos eran diferentes a los míos; Además quería que mi regalo fuese una muestra de lo mucho que me importaba aunque ella ni siquiera se molestara en mandarme un mensaje. Pasaron horas antes de que decidiera darme por vencido, me senté exhausto. Mi padre me llamó porque iban en camino para encontrarme e ir comer. Caminé unas calles hasta llegar al lugar donde quedamos vernos, mientras iba volteé de casualidad y en un aparador vi el regalo perfecto. Entré apresurado, lo observé a detalle y mientras más lo veía más me convencía, lo compré y lo lleve a envolver. Cuando llegué con mis padres se sorprendieron por lo grande que parecía
—Es más que nada la caja donde lo envolví, es escandalosa... Pero el regalo es sencillo
—¿Y qué es? —preguntó mi madre
—No les diré —intentaron convencerme pero se guardar secretos.
El cumpleaños de Carissa caía en sábado, planeaba llevar el obsequio a su casa, por eso de que no festejaba su cumpleaños, así que compartí con mi familia la idea para que entendieran que no era que ella no los había invitado ni mucho menos, era un asunto personal y perfectamente entendible.
El lunes llegué a la escuela, quería hablar con ella pero no la vi, así que le envié mensaje pero no me contestó. Pasé el día entero sin saber de Carissa, me preocupé así que le mandé un mensaje antes de dormir.
"Espero que hayas tenido un buen día y que estés bien, estoy preocupado... Quiero saber de ti".
Cuando me desperté tenía un mensaje de ella, me contestó en la madrugada:
"Estoy bien, no te preocupes"
Le respondí en cuanto lo leí pero nuevamente no recibí respuesta, me estaba empezando a desesperar y asustar ¿El problema era yo? ¿Estaba molesta conmigo? El miércoles la vi en la escuela platicando con Eduardo y eso me hizo sentir mucho coraje, él siempre se expresaba mal de ella y ahora le hablaba y a mí me ignoraba. Decidí ignorarla igual, incluso el jueves que la vi hablando con mi hermano, sentí una punzada tremenda entre celos y angustia así que rompí mi plan, por la noche le llamé a su casa y me contestó su madre.
—Hola, buenas noches. Quería saber si Carissa está en casa, no he hablado con ella
—No, lo siento, se fue desde la tarde, dijo que volvería en unas horas y nos acaba de llamar para avisar que tardará un poco más.
Estaba cegado por los celos, nunca había sentido algo así. Ya pasaban las 10 de la noche y ella aún no estaba en casa eso era el colmo. No sé qué le pasaba conmigo, sentía que huía de mí, eso me estresaba me hacía sentir coraje con ella pero más conmigo mismo por haberle dado un beso y por haberle pedido que me enseñara a besar, creía que eso era la raíz del problema... Pero descubrí que era algo más profundo.
El viernes durante el receso me acerqué para intentar hablar, pero ni siquiera me ponía atención.
—Ayer te llamé, estaba preocupado porque no me contestas ¿Todo está bien?
—No hay de que preocuparse, ya te dije
—¿Qué es lo que tienes? —le pregunté en un tono de voz más serio
—He tenido una mala semana, estoy de malas
—Pero yo no tengo la culpa
—Por eso mismo no hablo contigo —me dijo— no quiero desquitarme contigo
—Ni siquiera tienes porque, eres muy inestable... De verdad, ni siquiera te importa que haya estado preocupado, era muy tarde y tú no estabas en casa
—De hecho no llegue a dormir —me dijo alzando los brazos antes de darse la vuelta y dejarme solo. Estaba a nada de explotar, me fui antes de que eso ocurriera. Me sentía fatal, muy molesto y muy celoso, jamás había sentido tantos celos, quería hablar con ella pero al mismo tiempo sentía que la odiaba. Regresé al salón y esperé a que se acabaran las clases, por suerte las últimas dos fueron clases libres.
Llegué a casa sintiéndome mejor pero recibí malas noticias. Mi padre me dijo que había problemas económicos y que debía vender mi motoneta. Solo accedí, no quería preocuparlos, esa era una medida extrema, supuse que en verdad había escasez de dinero. Me fui a mi cuarto me encerré y acosté en la cama, quería llorar, sentí que todo se me juntaba. Respiré profundo, estaba intentando no llorar, intentaba también no volverme loco y dañar algo, mi padre me buscó para asegurarse que yo estuviera bien
—Hijo, sobre la motoneta...
—No te preocupes papá, yo entiendo. No debes darme explicaciones, al final era tuya, yo me fui adueñando de ella. Puedo irme con mi hermano en el auto o puedo moverme en autobús, nada de eso me molesta en realidad
—Eres un buen hijo, Christian y buena persona
—Gracias papá, soy así porque así me criaron —le dije sonriendo, mi padre me devolvió una sonrisa, había lágrimas en sus ojos —, solo quiero agregar algo, supongo que estos problemas económicos son grandesd ¿Por qué no nos dijeron a mi hermano y a mí sobre eso?
—Bueno, no pensamos que llegaríamos a tal extremo... Hay deudas que pagar, tu hermano entrará a la universidad el próximo año y necesitamos dinero extra —explicó con mucho nerviosismo
—Entiendo, puedo buscar un empleo de medio...
—No —me interrumpió— Ya hiciste suficiente, tú sigue concentrado en tus estudios
—Papá ¿Puedo hablar contigo sobre algo incómodo? —le cambió el rostro, ahora parecía asustado, se sentó al borde de la cama y asintió. Yo tomé aire, no podía creer que fuera a preguntar eso —¿Cómo sabes cuando es amor o cuando es otra cosa? Hablo de... Lujuria ¿Cómo sabes realmente qué quieres a esa persona si ni siquiera te atreves a decirlo?
—¿Estás hablando por tu relación con esa chica? —asentí con la cabeza— Bueno, el sexo es grandioso ¿Ya sabes? —me preguntó con nervios, yo negué con la cabeza— ¿No sabes? ¿Tú aún...?
—Ni siquiera nos hemos besado... —sentí que me estaba poniendo rojo
—Oh, es bueno saber eso... Me preocupaba que tú ya estuvieras con ella y no se estuvieran cuidando pero esa plática la tendremos en otro momento. La diferencia entre querer alguien sólo por sexo y estar enamorado es abismal, Christian. Cuando es solo es sexo no te interesa nada que no sea meterla, ni siquiera te interesa el nombre de la chica, solo quieres saber que se siente estar dentro de ella —un poco explícito pero certero—. Cuando quieres a una mujer de verdad también quieres montarla como desquiciado... Con la diferencia de que te importa todo, todo, todo lo que trate de ella. Un te quiero no siempre es con palabras, a veces decimos te quiero sin decirlo
—¿Cómo es eso?
—Con pequeñas acciones, un mensaje, una caricia, una sonrisa, un "¿Cómo estás?", detalles sorpresas, abrazos inesperados, cuidados extras... Demostrando que te importa mucho esa persona. La mayor muestra de afecto que nos hemos dado tu madre y yo ha sido el perdón. Ambos pedimos perdón y nos perdamos, sacrificamos muchas cosas, pasamos por muchos problemas pero no nos rendimos y ahora estamos mejor mejor que nunca... somos como dos adolescentes atrapados en cuerpos de adultos —el rostro de mi padre se veía iluminado. Hasta sus ojos tenían un destello que te contagiaba de alegría
—Gracias papá... Me has ayudado mucho... Ya me siento un poco mejor —le dije sonriendo
—Pero a veces decir "Te quiero" con palabras es lo que una persona espera —mi padre me dio unas palmadas en la espalda antes de dejarme meditando a solas.
Me cambié la ropa y avisé que iría a casa de Carissa, me propusieron llevarme en el auto de papá pero preferí ir en autobús solo. Seguía confundido, ni siquiera sabía porque la buscaba si aún me sentía mal porque lo me dijo en la escuela. Llegué a su fraccionamiento y todavía me tocó recorrer un gran tramo a pie, estaba cansado. Toqué el timbre y ella salió a abrirme la puerta en pijama y una cosa negra en el rostro.
—Christian, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me avisaste que vendrías? ¿Y tu moto?
—Quería verte, mi padre la venderá, no sé, tengo calor, ¿Me das agua? — Ella me invitó a pasar, me dio un vaso de agua y me pidió que la acompañara a su cuarto para limpiarse la cara.
—¿Qué traes ahí?
—Es una mascarilla, la uso para evitar que me salgan granitos o cosas así. Por eso siempre me veo bien —parecía estar normal, si es que algo había de normal en ella.
Entramos a su cuarto, era muy grande, contrario a lo me imaginé no era color rosa en su totalidad. Tenía una cama llena de cojines y almohadas, dos closets, tocador, televisión innecesariamente grande, aire acondicionado, incluso tenía un sillón en el cual me senté mientras usaba su laptop.
—¿Estás sola? —le pregunté
—A veces —respondió— Voy a bañarme ¿Me esperas o entras conmigo? —actuaba como si no pasara nada y eso me enfurecía
—Solo date prisa
Pasé casi 20 minutos esperándola mientras veía vídeos. Salió del baño, cubierta apenas por su bata. Me volteé para que ella terminara de cambiarse, después se sentó en su tocador a ponerse como 5 cremas diferentes en todo el cuerpo y cabello
—¿Qué tienes pequeño? —me preguntó mirándome a través del espejo
—Estoy molesto porque me has evitado toda la semana
—Ya te dije, es una semana difícil para mí, no quiero desquitarme contigo
—Pero si hablas con mi hermano, eso me hace sentir confundido... Aparte no llegas a dormir a tu casa ¿Estás jugando conmigo? —la cara de Carissa cambió por completo, su sonrisa se borró y su mirada se clavó en mí. Volteó a verme directamente y caminó hacía donde estaba sentado.
—Ese es el puto problema, ¿Cierto?... No te importa porque no estuve en casa, lo único que te importa es con quien y que hice... Te molesta porque piensas que cogí con alguien cuando crees que tú lo mereces más
—No es eso, para nada —ella se sentó sobre mí y me dijo al oído
—Bien, a la mierda, si tanto quieres sexo lo haremos... Después de esto no quiero volver a verte —comenzó a intentar desabrochar mi pantalón, yo en realidad no quería eso, intentaba calmarla pero ella estaba furiosa y era muy hábil la maldita. Quería que se calmara por las buenas
—¡Tranquilízate! —le pedí, las cosas no pintaban bien
—Tú tranquilízate —me dijo apartando mis manos, estaba a punto de meter su mano a su bóxer cuando la tomé de los brazos y las sacudí
—¡Basta, Carissa! ¿Estás loca o qué? —al decirle eso ella me miró con fiereza pero logré que dejara de hacer lo que sea que intentara— No todo el mundo quiere tener sexo contigo y dejarte, hay quienes queremos ayudarte en tus problemas pero no sé porque me molesto, eres tan mala como todos dicen —la hice sentar en el sillón sin un poco de cuidado, luego abroché mi pantalón—. Vine a buscarte porque estaba preocupado por ti, porque quería saber que estaba pasando contigo y porque necesitaba hablar con alguien de confianza, realmente quería estar contigo... Esto es desgastante, cuando necesites algo háblame, sólo cumple tu parte del trato también ¿De acuerdo? Ya no te vuelvo a buscar —volteé a verla, estaba sentada en el sillón con la mirada fija en la pared, hizo un movimiento con la cabeza
—¿Qué significa eso? Contesta por Dios ¿Ni siquiera eso merezco? —ella abrió la boca pero no emitió ninguna palabra, la chica de hielo estaba por derretirse. Volvió a cerrar la boca y apenas pudo pronunciar
—Sí... —se quedó callada— Vete ya —el iceberg se desprendió, sus ojos de cristalizaron y las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Corrí hacía a donde estaba
—¿Qué pasa, Carissa... Te lastimé?
—No, sólo vete, Christian —me dijo en un susurro, verla llorar me partía me alma, intenté abrazarla pero ella me gritó
—¡Christian, ya vete ¿Qué no te das cuenta que te estoy dañando?!
—¡No me voy a ir! —le dije, aferrándome a su cuerpo. Ella me abrazó y empezó a sollozar en mi pecho.
—Mereces más que esto ¿Por qué estás aquí? Tú no perteneces aquí... Siempres sales perdiendo conmigo
—Quiero estar aquí, no me iré a otro lugar
—Yo solo quiero morir, tú eres lo único que me mantiene con vida, si te quedas ya no te vayas —sentía sus palabras como agujas, sobre todo la primera frase
—No quiero irme, ya te lo dije muchas veces, no importa que tan loca estés... Me encantan las chicas locas —ella por fin rió suspiró en mi oído y así nos quedamos, abrazados.
Cuando el drama pasó y por fin tuvimos el valor de vernos a la cara ella estaba roja por llorar. Acaricié su rostro y cabello
—Perdón por todo. Soy una chica confundida —me dijo con una sonrisa que me llenaba de paz, su boba risa adornada por sus bobas pecas.
—No necesitas disculparte, todos explotamos ¿Qué te tiene así de triste?
—Es un poco de todo, es el mes... Ayer se cumplió otro año de la muerte de Amelia, mis padres y yo hemos peleado toda la semana, mi hermano quiere venir y yo solo quiero estar lejos de aquí. Me he estado yendo con Tania y Domina, me quedé a dormir con ellas. No quiero estar aquí, tengo pesadillas horribles, siento tanto resentimiento, solo quiero escapar— La abracé otra vez
—Vámonos tú y yo. Vamos a pasar juntos la tarde, sin que nadie sepa dónde estamos, sin que nadie nos interrumpa —ella sonrió, salimos apurados, pensé que estaba sola pero no, su padre estaba en casa. Lo escuché gritar desde adentro, pero nosotros ya estábamos fuera. Tomamos el primer autobús que se nos cruzó, ni siquiera sabíamos a donde iríamos, pero no sin importar que tan desconocido fuese el lugar no estabamos perdidos.
Pasamos la tarde recorriendo una parte desconocida de la ciudad, paseamos por un parque, comimos en un puesto, caminos mucho, tomamos varios camiones y terminamos en mi casa. Mis padres estaban preocupados, ya eran las 10 de la noche.
—Lo siento, no me lleve el teléfono... Y Carissa dejó el suyo en su casa —les explique con miedo
—Está bien, igual tu hermano esta con su novia. Vamos al patio, te tengo una sorpresa —mis padres parecían más felices de lo normal.
Caminamos tras ellos y en el patio había una moto nueva, deportiva. Era tan perfecta, me encantó
—Es por tu cumpleaños —dijo mamá
—Pero, si dijeron que... —estaba extasiado pero confundido
—Era mentira, pero si vendimos la otra, no necesitas tanto. En realidad estamos muy bien, incluso estoy compitiendo por un mejor puesto —dijo papá, me dio un poco de nostalgia porque la otra me traía el recuerdo de cuando conocí a Carissa... Pero la nueva era definitivamente mejor. Grité como niña, corrí, abracé la moto, intenté decir que no la necesitaba pero no quería que me tomaran la palabra, a la mierda la humildad
—¡Gracias, son los mejores! —les dije mientras los abrazaba y saltaba al mismo tiempo— ¿Puedo estrenarla ya?
—No, ya es tarde —dijo mamá
—Vamos, Noelia, deja que Christian impresione a su chica, ¿O ya olvidaste cuando yo te llevaba en mi auto a dar la vuelta? —mis padres se dieron una mirada cómplice
—Está bien, vayan pero con cuidado —mi padre la convencía muy fácilmente.Papá se acercó y me dijo en susurrando
—Tardense por lo menos una hora o más
Le tomamos la palabra, manejé hasta llegar al mirador, ahí nos bajamos. Estábamos en silencio viendo a las luces de la ciudad.
—¿Te confieso algo? —me dijo Carissa
—Sí
—Cuando te conocí pensé que no íbamos a congeniar, pensé que ni siquiera te vería como amigo porque somos tan diferentes. Ahora no hay día en lo que piense en ti, suelo comparar mis acciones con las tuyas para ser mejor persona, cada día me esfuerzo por tener más de ti en mí. Quiero decir, me importas Christian, me importas mucho —la abracé, le di un beso en la frente mientras pensaba "Esa es una forma de decir te quiero sin decirlo". Nos tomamos de la mano
—A mi también me importas, Cari, no estoy seguro desde cuando pero así es... —nos miramos a los, ella sonrió tiernamente
—No se me olvida tu deseo —tomó mi rostro con sus manos, el contacto fue tímido, muy cálido, nos acercamos y me dio un beso en la boca. Fue perfecto, después de un abrazo, nos subimos a la moto, me hizo parar en un parque vacío, nos sentamos en una banca y me dijo:
—Tienes la teoría, ahora viene la práctica.
Volvió a besarme, pero esta vez tomó mi labio inferior con los de ella, succionando despacio, despertando todo tipo de sensaciones. Recordé sus consejos y empezamos a besarnos, su lengua acariciaba la mía, era mejor de lo que esperaba, no quería que el momento acabara.
A veces posaba sus manos en mi cara, otras veces en mis hombros, incluso me animé a tomarla de la cadera. En momento las sensaciones eran demasiadas, aumentaba la velocidad de los besos y eso empezaba a excitarme. Luego paraba, me reía tímidamente y escondía mi rostro en su cuello, Carissa acariciaba mi cabello hasta que el control mental volvía a mí. Buscaba sus labios nuevamente, no quería que acabara el momento.
Pasamos casi una hora besándonos, entre risas, pláticas breves y una que otra corrección.
Ella me hacía feliz, todo se sentía tan real, Carissa era para mí.
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