40. Nada
A ti, donde sea que hoy estés.
Hay noches y días en los que mi armadura no funciona; de repente todo puede ponerme en peligro, todo puede ser un arma mortal para mi, por alguna razón creo que yo lo sería para ti.
A veces vienen ideas torpes a mi mente sobre cómo encontrarte, una excusa, un buen pretexto, algún motivo disfrazado de casualidad.
Me pregunto si el tiempo querrá ser mi aliado.
Lo siguiente es imaginar todo lo que deseo hacer o decir cuando te encuentre.
Pero, no hay nada.
No puedo decir nada, nada.
Así que dejo de sonreír y comienzo a preocuparme, a veces llego al llanto, otras solo me pierdo en mis pensamientos.
¿Que derecho tengo de decir que te extraño?
¿Quien soy yo para preguntar cómo has estado?
Nada.
No puedo decir nada.
Supongo que este era nuestro destino; dos desconocidos al principio, dos desconocidos al final.
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