Me llene de palabras,
a medida que crecí, me inunde de palabras.
Solo algunas conozco con profundidad, otras sólo las repito sin pensar.
Aún no puedo distinguir entre ellas con sinceridad, suena ilógico pero es verdad.
Abrace tantos "te amo" tan vacíos... tantos "te extraño" llenos de todo menos de sinceridad.
Aprecie el silencio, al principio pensé que simplemente estaba cansada, que me estaba rindiendo, pero no. Usar el silencio y saber cuándo hacerlo es todo un desafío. Dominar las palabras que salen de mi boca, modular el volumen de mi voz es un acto que requiere un poco más que valentía.
Si lo pensamos pausadamente, las miradas, las manos, las acciones, las lágrimas, los abrazos, los golpes, las sonrisas, todo tiene un poco de voz, todo habla un poco de ti, en este mundo lleno de necesidad, de miedos, de soledad, de maldad, de belleza, de alegría; deberíamos poder dominar las palabra, porque una vez dichas podemos herir corazones de manera irreparable, una vez dichas, las disculpas no sirven para nada.
Vivimos en un mundo que desgasta las palabras, que las usa de manera cotidiana y las devalúa, "perdón" en estos tiempos significa "ya olvídalo" y el olvido no sabe cómo llegar, no se puede apresurar.
Estamos a la defensiva y actuamos por impulsividad, agredimos a personas que sólo pretendían ayudar.
A veces, aceptar los errores cuesta aún más que perdonar; abraza, ama, habla, sueña, vuela, sé feliz, sé libre, perdona, olvida, pide perdón, y no restes valor a cada acción, hoy es un buen día para comenzar.