Voy a dejarte ir.
Quizá deba comenzar con dejar de escribir.
Tal vez debería renunciar a ti.
En el camino coincidimos, en los planes del destino no estaba escrito así.
¿Debería borrar los puntos suspensivos cuando te recuerdo?
¿Debería olvidar la historia que de ti escribí?

Voy a dejarte ir, 
quizá logre calmar la tormenta.
Voy a renunciar a ti,
esperando la calma vuelva un día a mí.

Voy a dejarte ir...
Ya no puedo cuidar de ti desde donde te miro.
Así que como única opción encuentro el olvido.

No te voy a entregar mi corazón, ni mis lágrimas, ni mis abrazos.  Voy a marchar cuando haya silencio, así no me escucharás partir.

Tomaré la guitarra y le pediré que no me cante sobre ti,
suplicaré que olvide las historias que le conté de ti, que no las vuelva a repetir.
Le pediré un abrazo,  y dejare ahí uno para ti.

Le hablaré del significado de la derrota, le hablaré de los amores no correspondidos,  le hablaré sobre el olvido,  sobre tener que marchar con el corazón herido...
Sobre lo difícil que es olvidar,  sobre el infierno que se desata sólo de recordar.
Sobre lo cobardes que son las despedidas...
Sobre el valor que se requiere para soltar,  para dejar ir aquello que nunca me perteneció.

Le hablaré de ti, 
Y le pediré que jamás te mencione mi nombre,  le pediré que llore conmigo una última vez y luego la dejaré contigo.

Voy a dejarte ir...
Soltaré los recuerdos a los que sigo abrazada.
Voy a renunciar a ti,  y a tus promesas.
Hace tiempo que debió ser así.