He necesitado escarbar en mi interior,
caminar por recuerdos
que me torturaban lentamente
para comprender lo rota que estaba,
que ni siquiera era capaz de sostenerme,
que caía como una torre derrumbándose.

Después sólo vi los pedazos por el suelo.
Sentí el vacío y la soledad
de lo que implicaba perderse a una misma.
El silencio de la oscuridad abrazándome por la noche.

Y cerraba los ojos tratando de que parara,
pero cuando lo hacía
apreciaba más mis grietas
y era peor.
Mucho peor.

Hasta que un día me di cuenta
que el camino para salir de todo eso
era quererme a mí misma,
cada herida,
cada pedazo,
cada parte que parecía destruirme poco a poco.

Querer los retazos de lo que fui
y luchar por lo que sería de ahora en adelante.