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Though it's easy to pretend

BaekHyun: Estoy jodido.

LuHan: Ni siquiera has empezado, no exageres.

BaekHyun: Ha pasado un mes y no he avanzado en nada.

LuHan: Tienes todavía diez meses, deja de arrancarte los pelos por ello.

BaekHyun suspira, y ahora tiene unas ganas inmensas de lanzar su teléfono a la mierda por el balcón. Diez meses no son nada, y menos cuando tiene que diseñar todas y cada una de las prendas de la línea y traerlas a la vida con la tela adecuada y las costuras perfectas. Pero LuHan no entiende la complejidad de su trabajo y él no tiene ganas de ponerse a discutir con su mejor amigo, así que simplemente trata de apartar aquello de su mente ya que no quiere ponerse a pelear con él.

Mira hacia arriba y respira profundo. El cielo estrellado lo calma. Se inclina sobre la barandilla del balcón tras guardar su celular y toma varias respiraciones luego de expulsar el humo del cigarrillo de sus pulmones. Tiene algunos planes para salir de paseo mañana y ver si se inspira para algo, a esta altura ya ni le importa qué, porque ni siquiera sabe cuál es el foco que quiere darle a su proyecto. Y eso que se sentía extremadamente capacitado cuando aceptó la propuesta de su jefe.

Cuando el cigarrillo se consume, se queda muy quieto, mimetizándose con todo lo que siente en ese momento. Quietud. Solo puede sentir su respiración y los latidos de su corazón en su caja torácica, dándole vida a su cuerpo. Eventualmente la suave brisa despeina su flequillo y le hace picar los ojos, pero ahora hasta el viento de otoño está quieto.

Se pregunta si los autos abajo en la calle serán ruidosos, si alguien estará tocando bocina; observa el avión que pasa por ese momento en el cielo y se imagina que hace el mismo ruido que mil bombas explotando al mismo tiempo.

Solo que ya han pasado tantos años desde el accidente, que ni siquiera recuerda qué sonido hace una bomba, cómo suenan las teclas de un piano, o cómo se oye la risa de su mamá. Ahora está familiarizado con otra cosa: el silencio, la nada, que forma parte de cada instante de su vida. La ciudad bulle de actividad, pero para él es como ver una película en mute todo el tiempo. El silencio vive con él y lo rodea, trata de internarse en él; y lo hace con tanta frecuencia que a veces es doloroso, porque está él solo desde hace un tiempo y ya no hay nadie más que él para intentar salvarlo.

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Yo: No me gusta este lugar. Quiero mi reembolso.

JooHyun: ¿Estás bromeando?

Yo: No.

Yo: Voy en serio.

JooHyun: Eres el peor hermano de los peores hermanos del mundo. ¿Lo sabías?

JooHyun: Te darán el premio a peor hermano.

Yo: Deja de ser una exagerada.

JooHyun: ¿Yo? ¿Exagerada?

JooHyun: ¿Acaso sabes cuántas semanas estuve buscándote un departamento?

Yo: Princesa, no te enojes.

JooHyun: Te odio. :)

Yo: Me amas.

Yo: Y sabes que solo te estaba molestando.

JooHyun: Ni siquiera es gracioso, SeHun. Lo elegí porque creo que es perfecto para ti.

Yo: Quizás lo es.

JooHyun: Oooooohhhhhhhhhhhh.

JooHyun: Es hora.

JooHyun: Lo voy a decir.

Yo: No te ilusiones.

JooHyun: Me importa un bledo.

JooHyun: TE LO DIJEEEEE!!!!!!!!!!

SeHun aparta la mirada de su teléfono y bebe un trago de su vaso de whisky, dejando que el líquido barato queme su garganta. Se echa hacia atrás en su asiento después de dejar el vaso vacío en el suelo, y en lugar de apreciar la hermosa vista que se extiende más allá de su balcón, se encuentra a sí mismo observando a su vecino en el balcón de al lado, quien está inclinado sobre el barandal fumando.

Lo lleva mirando desde que llegó hace una semana al nuevo departamento, pero el joven nunca se ha girado para verlo a él. SeHun ha hecho ruido algunas noches, y también otras se ha sentado más cerca del linde entre sus balcones; sin embargo, este nunca ha mirado en su dirección.

SeHun no sabe cómo sentirse, pero es como si fuera un mero espectador. Y si de todas las noches que lo ha estado viendo pudiera resumir al chico en una palabra, sería estresado. Está seguro de que tiene unas ojeras enormes y que necesita un buen masaje, más que nada por la posición de sus hombros, los cuales están extremadamente tensos.

Este desaparece dentro de su departamento a los pocos momentos, y SeHun suspira con abatimiento.

Quizás mañana le hable directamente e intente llamar su atención, pero no lo convierte en un plan porque quizás mañana no tenga ganas de salir al balcón para mirar la ciudad y contemplar lo silenciosa que esta puede ser. No, SeHun no quiere armar planes, no quiere pensar, no quiere sentir. Con su whisky está más que bien.

Recoge con una queja el vaso del piso y él también entra a su departamento, ignorando el lío de cajas sin desempacar para terminar lanzándose directamente a su cama. Es grande y está vacía, y el colchón es relativamente nuevo. Casi todas sus cosas son nuevas, no tienen más de unos meses, y eso sucedió cuando volvió a su casa desde que le dieron el alta de la clínica hace menos de un año. Todo era nuevo en su departamento viejo, o casi todo salvo el colchón hundido de ambos lados y que JooHyun cambió un mes después.

SeHun nunca le preguntó quién dormía del lado izquierdo, porque no estaba seguro de si quería saber.

Aparte de aquello, despertar sin recordar muchas cosas acerca de su vida no había sido lo más grandioso que pudo hacer, y fue un impacto terrible para su familia. Hasta se había olvidado de cómo hablar con su hermana mayor mediante el lenguaje de señas, y ni siquiera puede recordar todavía los primeros días después de que abrió los ojos, solo muchas caras borrosas llorando.

Pero ahora está bien. O algo así.

Su hermana le ofreció mudarse de departamento y SeHun aceptó. No sabe qué es, pero durante los últimos meses, una sensación desastrosamente intensa se ha instalado en su pecho (más específicamente su corazón) y no lo deja dormir más de unas horas por las noches, en las cuales mira el espacio vacío en la cama y se pregunta qué ha perdido y por qué lo anhela con tanta intensidad.

No quiere saberlo, de todos modos, así que la mayoría de las noches en vela que sale al balcón para mirar la ciudad, son solo porque quiere olvidar. Aquella es una costumbre que adquirió en su departamento anterior y que lo ha perseguido hasta este.

Quizás debería comenzar a tomar algunas pastillas para dormir, como le ha sugerido el novio de JooHyun. Pero SeHun no sabe si está preparado para dejar ir ese sentimiento, incluso aunque lo hace sufrir.

Lo único que sabe es que quiere estar solo, tranquilo, y poner su mente y corazón en orden. Quizás es simplemente el hecho de que él está perdido y hay algo que necesita hallar. Tal vez su mapa está en las estrellas que cada noche sale a contemplar y aún no lo ha descifrado.

Ese es su último consuelo antes de cerrar los ojos.

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Pasan tres madrugadas seguidas en las que SeHun se queda durante horas en silencio en el balcón, con la compañía de algunos tragos del whisky que casi se le acaba y el olor a cigarrillos que viene de la ventana abierta de su vecino. Las luces se apagan casi a las cinco de la mañana y SeHun tiene mucha curiosidad por saber qué es lo que su vecino hace allí adentro ya que no hay gemidos y tampoco música, solo algunos ruiditos ocasionales.

A la cuarta noche, el joven sale, fuma un cigarrillo y se gira de espaldas a él para volver a entrar. Esta vez las luces se apagan a las dos de la mañana.

La madrugada siguiente, hay ruidos de voces y parece que alguien está cocinando a eso de las tres. Su vecino habla solo, al parecer. Su voz es suave y su pronunciación del coreano es extraña. Su amigo invisible se llama BaekHyun. O tal vez es que está hablando por teléfono, eso tiene más lógica, así que cuando SeHun se queda dormido alrededor de las cinco, sonríe porque por dos horas de mente nublada por el alcohol había creído que su vecino estaba loco.

Bueno, ¿y qué si lo estaba? Como si él no estuviese a punto de perder la cordura, en su trabajo de medio tiempo como cocinero en un restaurante de poca monta, solo para desvelarse a la noche y tener unas tres horas de sueño.

SeHun cree que va a perder la cabeza. Y quizás por eso se atreve finalmente a dirigirle la palabra a su vecino la décima noche que lo ve salir.

—Hey. —Es lo único que se le ocurre decir para llamar su atención.

Pasa unos segundos esperando una reacción, pero no hay ninguna. Es vilmente ignorado, y su vecino ni siquiera se gira hacia él. Simplemente apaga su cigarrillo y regresa al interior de su departamento, sin señales de haberlo visto o escuchado.

Genial.

La noche siguiente también lo ignora cuando SeHun lo saluda (su "hola" no fue el mejor, eso es verdad), pero esta vez sí lo ve. Al parecer, es la primera vez que lo nota, y se asusta como un gatito. Hace un ruido nasal, y cuando el susto pasa, simplemente lo mira con los ojos entornados, huyendo inmediatamente después al interior de su departamento.

SeHun se pregunta si había sido una buena idea estar así, sentado medio encogido en su asiento, con una gorra de béisbol que le hacía sombra en la cara y todas las luces apagadas.

Definitivamente no le dio una buena impresión.

La noche siguiente, SeHun es más precavido. Enciende las luces del balcón y se pone la gorra hacia atrás, dejando que las luces le iluminen el rostro.

Pero cuando su vecino lo ve inmediatamente al salir al balcón, se queda petrificado como si hubiera visto a un fantasma, y entra tan rápido a su casa otra vez que SeHun se sobresalta por el golpe de la puerta de vidrio cerrándose con fuerza, haciendo vibrar hasta las ventanas del departamento de SeHun. Y luego corre las cortinas, hasta que todas las luces se apagan adentro y el silencio de la ciudad baña al hombre sentado en el balcón como una lluvia.

SeHun nunca ha conocido a alguien que actuara de esa forma, y le da curiosidad. No tiene forma de clasificar a su vecino porque no lo conoce ni sabe qué lo lleva a actuar de ese modo. Es extraño. Ni siquiera sabe si quiere conocerlo, pero es como si cuanto más es rechazado, sus ganas de saber por qué este lo repele fueran cada vez más grandes.

Después de un fin de semana en el que no escucha nada dentro del departamento ajeno, SeHun olvida a su vecino momentáneamente. Luego del trabajo se sienta por horas en el banco de un parque cerca de su edificio y observa a la gente pasar de ahí para allá. Se mensajea con su hermana y le pregunta qué tal está su madre, ella le cuenta acerca de cómo reaccionó cuando llevó a comer a su novio con ella. Probablemente se casen, pero JooHyun es igual de privada que él y, a pesar de tenerse mucha confianza, no se lo dice. SeHun, de todos modos, lo supone; MinHo y ella llevan saliendo muchos años y al parecer ahora se decidieron a hacerlo serio. SeHun está feliz por ella, y piensa que al menos uno de los tres hermanos Oh no se va a quedar solo.

SeHun simplemente no cree que pueda encontrar a la persona perfecta que pueda soportar sus demonios. Y tampoco que exista alguien que consiga llenar ese hueco en su corazón del que ha estado siendo extremadamente consciente este último tiempo.

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Por la noche, SeHun regresa al balcón. Ni siquiera lo piensa, simplemente se dirige hacia allí. Esta vez tiene una libreta en blanco y las carbonillas que compró el otro día a la salida del trabajo, con la intención de hacer algunos trazos tontos y distraerse.

Dibuja la silueta de los edificios, recortados por la luna; sus pies desnudos, su mano izquierda, el agujero de sus jeans. Boceta todo lo que se cruza por su vista, y luego traza torpemente la silueta en el balcón de al lado, quien lo ha estado observando en silencio desde hace más de una hora. SeHun no habla y su vecino no hace ni un ruido, pero probablemente sabe que lo está dibujando. Los treinta centímetros que separan su reja de la del vecino tampoco son los suficientes como para impedir que este vea su libreta si se inclina un poco hacia él... aunque de todos modos no se inclina. Se queda cerca de la ventana balcón y de las cortinas largas que le golpean eventualmente las pantorrillas, como un zorro listo para huir en cuanto el humano de signos de querer interactuar con él.

SeHun se rinde luego de un rato y deja caer la libreta sobre su regazo con un golpe seco. Esta vez no hay whisky que le de coraje. Su vecino lo mira con unos ojos brillosos que parecen tener más estrellas que el mismísmo cielo, y son tan extraños que SeHun se pierde en ellos por un momento, olvidando lo rara que es la situación. El joven al otro lado del balcón lo mira como si SeHun fuese un espécimen recién descubierto por la ciencia, y claramente enjaulado. De hecho, así es como se siente en ese momento, pero no se mueve. Quiere que lo observe y sepa que es inofensivo.

—Soy SeHun —dice, y quiere golpearse la cabeza contra el barandal y perder el conocimiento cuando este parpadea varias veces hacia él y luego desaparece en su departamento, evaporándose entre las cortinas.

Sin embargo, SeHun escucha ruidos desde el departamento de su vecino, pero ya no quiere saber nada con él así que cierra su libreta y se levanta de la silla de plástico. Pero antes de poder entrar a su casa, su vecino vuelve a salir, esta vez con una libreta en la mano.

SeHun se queda petrificado y se acerca un poco al borde de su balcón para ver. Este escribe apresuradamente algo en la libreta con fibrón negro, y luego se lo muestra.

«Soy BaekHyun».

—¿Eres... mudo? —pregunta SeHun sin entender.

BaekHyun parpadea varias veces y luego ríe apenas, es casi imperceptible. Se toca con el dedo índice de la mano izquierda el oído, y luego niega. SeHun entiende y finalmente apoya su libreta y la carbonilla sobre el barandal, dejando sus manos libres.

"Hola", dice en lenguaje de señas. "¿Cómo est-...?". Sus gestos se interrumpen solos cuando BaekHyun suelta algo parecido a un bufido, voltea y entra agitando los hombros a su departamento.

SeHun lo escucha llorar —es el sonido que hace un animal moribundo— hasta que la puerta de vidrio se cierra suavemente. Sin reaccionar, se queda unos momentos procesando lo que acaba de ocurrir, y sus manos caen a los costados totalmente abatidas. Un bocinazo calle abajo lo hace volver a sus zapatos, y finalmente toma sus cosas y entra a su apartamento. Se quita los zapatos y se mete en su cama fría, con el colchón semi-nuevo hundido solo de su lado.

Incluso ahora que conoce el nombre de su vecino y que es sordo, siente que sabe mucho menos acerca de él que antes.

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SeHun no se ha rendido con su vecino, de todos modos. Más que haberlo desmotivado, ese encuentro ha aumentado su curiosidad por él. Aún lo espera en el balcón por las noches, pero pasa una semana entera en la que este no sale ni a fumar un cigarrillo y SeHun supone que hizo algo que lo lastimó. Solo que no sabe qué, ni cómo reparar el daño.

Sus dedos van enfriándose con el pasar de los días, su nariz se vuelve sensible a los ácaros y el fin del otoño llega antes de que pueda darse cuenta. Su hermana pasa a visitarlo en la semana, y trae a su perro.

SeHun estornuda por tres días seguidos.

Los días se hacen infinitamente pesados en el trabajo. Se queda hasta tarde estudiando en su despacho las cosas que no puede admitir en voz alta que no recuerda, ya que tras el accidente, su mente volvió a tres años antes de su vida. No sabe qué pasó en ese lapso de tiempo, y le da terror averiguarlo. Se olvidó de sus últimos seis meses de estudio del profesorado de Inglés, pero más o menos ha podido estudiar lo que le restaba volver a aprender. No son cosas útiles para su trabajo actual, pero le sienta bien llenar las piezas del rompecabezas y poder estar preparado por si lo llaman de alguna de las miles de entrevistas que dio ese último año.

Aunque todavía quedan muchas piezas por unir. Muchísimas.

SeHun a veces se siente cobarde. Le gustaría sentarse con su hermana y quizás su madre, los tres tranquilos, tal vez en una cafetería de medio pelo y una calefacción a toda máquina. Les pediría que le cuenten qué sucedió en esos tres años.

Solo que él lo sabe. Hubo alguien. Y ese alguien no se quedó con él después de despertar. Esa persona no quiso intentar de vuelta. Tal vez incluso terminaron su relación antes del accidente. SeHun no tiene idea, pero lo único que sabe a ciencia cierta es que alguien dormía con él en el colchón que su hermana reemplazó.

Ella sabe, pero no le ha contado.

Ella sabe, y SeHun no le ha preguntado.

SeHun huye de sus tres años olvidados justo como BaekHyun escapó de él la otra noche que quisieron entablar una conversación. Solo que, al parecer, su vecino no es tan cobarde como él y decide enfrentarlo de nuevo.

BaekHyun sale a la octava noche a su balcón con una bonita boina que parece color rosa pastel y abrigado con una bufanda encima de su suéter. Se ve cálido y un brillo en sus ojos cautelosos le dice a SeHun que está dispuesto a ver cómo termina la oración.

SeHun lo intenta de nuevo. Levanta sus manos y gesticula hacia él.

"¿Cómo estás?".

Su vecino lo mira por varios segundos antes de serenarse y responder: "Con estrés".

SeHun se ríe entre dientes. No sopla una brizna de viento y todo está extremadamente callado, la ciudad parece haberse apagado.

"¿Qué adulto no tiene eso?".

Esta vez es el turno de su vecino de reír.

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A sus veintisiete años de vida, no hay muchas cosas que BaekHyun no pueda hacer, y es totalmente normal. A esa edad, la mayoría de los adultos se sienten invencibles, en el apogeo de sus veinte pero aún alejados de los treinta; y es así como BaekHyun se siente, pleno, haciendo el trabajo de sus sueños, viviendo en un bonito departamento en el último piso de un pequeño edificio, con un buen monto de dinero en su caja del banco y una lata de ahorros que cada mes se llena más para poder realizar un viaje a Europa como había soñado de pequeño.

Puede cocinar, hacer la colada y la limpieza de su hogar, ir de compras, salir a trotar por las mañanas, realizar trabajos que le encarga su jefe en tan solo una noche, vestir a diez modelos en menos de dos horas, organizar un evento para más de mil personas y otras (demasiadas) cosas más.

Y sí, BaekHyun puede hacer muchas cosas a pesar de que no es ninguna clase de superhumano. Solo que no puede escuchar.

A la edad de siete años, BaekHyun descubrió que ser sordo no era para nada algo divertido. Él se había burlado un año atrás junto a toda su clase de una compañera en el instituto de Inglés que era sorda, y por muchos años pensó que quedarse sordo era lo que merecía por haberse reído de un papel que decía "DEAF", pegado en la espalda a la chica. No obstante, después descubrió que no era el karma o la vida dándole vuelta la tortilla al traerle aquella suerte, porque era tan solo un niño tonto que seguía a los demás. No, simplemente fue lo que tenía que sucederle, ya que tuvo un terrible accidente yendo de vacaciones con su madre y por suerte, ella se salvó la vida de milagro. A veces, fantasea con que su sordera fue el precio a pagar para que su madre viviera, y si era así, lo viviría de nuevo con tal de que todo sucediera igual.

Sin embargo, a pesar de que aceptó su destino, aquello no significó que su vida no fue dura. A él no le pegaron un cartel que decía sordo en inglés en la espalda ni lo golpearon por no escuchar ya que tuvo que ser transferido a un colegio especial, pero sí se rieron en su cara y a sus espaldas cuando comenzó la Universidad, así como muchísima gente intentó pasarle por arriba solo por el hecho de que no podía escuchar. Tardó un año más de la media en graduarse y su beca por mérito académico fue cuestionada muchas veces por gente que creía que se la daban solo por el hecho de ser sordo (sí, la gente es así de estúpida); fue rechazado en una cantidad increíble de trabajos y discriminado a más no poder.

Sin embargo, ser una persona humilde y que jamás tomó represalias con nadie quizás fue una de las razones por las que su profesor favorito de la carrera de diseñador decidiera hacerle un contacto con uno de sus ex alumnos, Kim JunMyeon: uno de los actuales diseñadores más importantes actualmente de Seúl, quien en ese entonces estaba en busca de un ayudante.

Se esforzó y dio todo de sí en su trabajo, y tras años de duro trabajo y esfuerzos, BaekHyun ha recibido la oferta de su jefe para realizar un trabajo enorme. Junmyeon conoce su potencial y le ha dado un presupuesto exageradamente gigante para que diseñe una línea entera de ropa de verano a su gusto, con al menos cincuenta piezas individuales, y le ha dado plazo hasta fin de año. Después, él podría llevar el proyecto a lo grande y lanzar su marca, pero debe hacerlo él solo, y cada una de sus prendas tienen que nacer de su creatividad.

No obstante, ocho semanas desde que comenzó el plazo se pasaron en un soplo y BaekHyun ya ha visto el cambio de color en las hojas de los árboles de la calle, todo desde su balcón. Y lo único que ha podido dibujar fue la nariz que ve reflejada cada vez que se mira en el espejo, la cual últimamente se pone roja por el cambio constante de clima.

SeHun ha estado acompañando a BaekHyun durante ese último tiempo, en sus salidas al balcón. A BaekHyun le gusta fumar un cigarrillo para quitarse la nube de pensamientos negativos de encima, y SeHun suele estar siempre afuera para hacerle un poco de compañía y darle ánimos cada vez que su motivación cae por la barandilla.

"¿Qué crees que suceda si no entrego la línea para cuando termine el plazo? ¿Crees que mi jefe me odie si no lo hago?".

"¿Te importa realmente lo que él piense?".

"No".

"Entonces solo te decepcionarás a ti mismo". SeHun se recuesta en su silla, no hay rastros del whisky a su alrededor. "¿Crees que puedes hacerlo?".

"Sí".

"Entonces da todo de ti, porque la satisfacción más grande es estar orgulloso de ti mismo".

Por su parte, SeHun descubre desde que comenzaron a hablar con un tanto de frecuencia, que en realidad BaekHyun es una persona extremadamente creativa y talentosa. Le ha enseñado en algunos arrebatos de valentía pequeños dibujos que hacen trizas a los de SeHun, así como también diseños de prendas. BaekHyun es increíble y SeHun no lo puede dejar de admirar, pues cree que sus manos son de oro y pueden hacer cualquier cosa que él desee relacionado con el ámbito artístico.

BaekHyun no suele hablar mucho de sí mismo, y SeHun tampoco lo hace porque siente que su vida está demasiado vacía en el presente y que no vale la pena hablar del pasado cuando ni siquiera puede recordar los últimos tres años de ella. Es así como sus conversaciones derivan en cualquier cosa menos ellos mismos, y están bien así. Eventualmente BaekHyun le habla sobre los avances que hace en su línea de ropa, SeHun le da aliento, y eso es todo.

No sabe cuándo es su cumpleaños ni cuál es su comida favorita, pero de alguna forma siente que poco a poco va conociéndolo incluso más profundo que aquello. Hablan del universo, las estrellas, los signos zodiacales; de la forma en que el humo y la luz no les permiten ver bien el cielo, de lo hermoso que es el campo y de lo mucho que les gustaría ser voluntarios en alguna caridad. BaekHyun le diría que Starbucks es una forma de alienar a la sociedad y entonces ellos dos se enfrascarían en una discusión acerca de las cadenas de comidas, lo mal que hacen y quién tiene el récord mundial de comer hamburguesas. Y así todas las noches; hablan de cualquier cosa que les viene a la cabeza, no se hacen preguntas personales que incomoden al contrario y respetan cuando uno no quiere hablar. Se conocen rodeándose por afuera, como delineando la silueta del otro. Es como una fantasía que se construye alrededor de ellos cual castillo de ensueño.

Y están bien así. O al menos BaekHyun parece estarlo, pero SeHun necesita más. Quiere saber cosas personales acerca de BaekHyun, quiere conocerlo y no ser únicamente el amigo del balcón. Quiere entrar definitivamente a su vida, y no estar simplemente en el departamento de al lado.

El único problema es que BaekHyun parece ser una barrera impenetrable. Es quien niega las preguntas personales y quien deja de gesticular si ve que SeHun se interesa demasiado en él. Entra a su departamento y no sale por días. Es tan complicado acercarse a él como desactivar una bomba a la que le quedan dos segundos para explotar.

Prácticamente imposible.

Hasta que, por alguna razón, deja de serlo de una forma tan tonta e inocente que SeHun se pregunta cómo no lo intentó antes.

"El estrés sigue haciendo estragos en ti", se burla, con su mirada paseando por la ropa tan simple que BaekHyun viste: unos shorts y una sudadera. Se va a resfriar, pero BaekHyun parece hecho a prueba de todo. "Luces como la mierda".

"No te haces una idea de lo feo que es ser diseñador".

"Prefiero eso a no poder ni siquiera ejercer mi profesión", responde rápidamente SeHun.

"¿A qué te refieres?".

"Tengo un trabajo, pero ni siquiera es de lo que estudié".

BaekHyun se queda quieto mientras lo mira. No hay lástima en sus ojos, es más como si se estuviera compadeciendo de él.

"Espero que lo puedas encontrar pronto. Es muy satisfactorio hacer lo que te gusta", dice BaekHyun.

SeHun no puede evitar sonreír y asiente.

"Estoy en eso... tengo demasiadas ganas de enseñar".

"¿Qué enseñas?".

"Inglés. Soy profesor, y me gustaría poder dar clases a niños o adolescentes".

BaekHyun sonríe, sus ojos se iluminan al captar aquello.

"Te ves muy rudo como para dar clases".

"Oh, yo soy un amor. Sería de esos profesores atentos y que dan todo por ayudar a sus alumnos a que les vaya bien y que puedan aprender todo lo que deseo enseñarles".

"Suenas apasionado".

"Lo soy, tanto como tú lo eres por tu carrera".

"¿Eso crees?".

SeHun asiente. La oportunidad perfecta se presenta ante él y no la puede dejar pasar.

"Eso creo, pero también creo que necesitas ayuda. Dijiste que la última prenda que diseñaste es masculina. ¿No quieres probarla en mí?".

Los ojos de BaekHyun se abren en demasía y lo escanean buscando alguna excusa para negarse, aunque realmente no hay ninguna creíble debido a que SeHun y él ya tienen un poco de confianza y además SeHun posee un cuerpo perfecto para ser modelo. BaekHyun lo sabe pero puede simplemente decir no, aunque no parece como si fuera a rechazarlo. Solo lo está analizando, quizás buscando segundas intenciones o una verdadera razón para decir que no sin dudar. SeHun no puede realmente saberlo, y su mente imagina todo aquello en el lapso que BaekHyun aún lo observa sin gesticular una respuesta.

Al final, cuando parece que ya no va a responder, una pequeña sonrisa se forma en el rostro de BaekHyun. Es casi imperceptible y si no fuera porque la luna hoy está llena e ilumina a la perfección sus balcones, SeHun no la hubiera visto.

"¿Podrías venir el sábado en la tarde?".

SeHun canta victoria internamente, pero mantiene su expresión neutra.

"Allí estaré".

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—Mmm, Byul se ha estado portándose muy bien, en verdad. —Su madre continúa acariciando la cabeza de la gatita blanca que sostiene entre sus manos, la cual tiene una cicatriz en el rostro que le había quitado un ojo—. Es solo que no sé si está preparada para irse contigo, SeHun. Ya ha pasado un año aquí y está acostumbrada al entorno.

SeHun se queda muy quieto en su asiento, observando las manos de su madre, nudosas y con las uñas barnizadas, acariciar aquel suave pelaje.

Su madre está mucho más vieja de lo que la recuerda. Ella ya no se tiñe el cabello para ocultar el blanco que lo baña y tampoco se maquilla como lo hacía antes. SeHun siente que está mirando a una versión muy marchita de su madre.

—Se acostumbrará a mí de nuevo.

La boca de su madre se aplasta en una línea. Nunca tuvieron la mejor relación, pero SeHun está dispuesto a ablandarla solo para que le deje llevarse a su gatita. Era suya antes del accidente, pero su madre tomó cuidado de ella cuando SeHun estuvo en coma, y luego no se la devolvió, argumentando que de todos modos él no iba a recordarla.

Pero la cosa es que sí, él sí recordó a la gatita cuando la vio por primera vez. Es lo único que recuerda de aquellos tres años que fueron borrados de su memoria. La gatita es acariciada por unas finas y delicadas manos en su recuerdo, y él se aferra con fuerza a ello. Piensa que quizás tenerla de vuelta a su lado haga que SeHun deje de sentirse tan irremediable y profundamente solo. Ese pozo de soledad en el que cada día se hunde más parece no tener ningún tipo de escapatoria; ni el trabajo, ni el whisky, ni su hermana, ni las noches en el balcón hablando con su vecino. Está solo, sin querer tomar las riendas de su vida, sin nadie a quien cuidar más que a sí mismo... de sí mismo.

Él quiere a su gatita de vuelta.

—Por favor.

—Tal vez la próxima vez que vengas, SeHun. Lo siento.

Con un sabor amargo en la boca, SeHun se levanta del sofá.

—Pensé que te quedarías todo el fin de semana —dice ella, como intentando retenerlo.

SeHun niega.

—Tengo planes. Lo siento, madre.

—Pero... ¿hiciste todo ese viaje largo solo para pedirme a Byul?

SeHun se gira para verla, y le mantiene la mirada unos instantes. Ella se remueve en el asiento y el sonido retumba en toda la sala. La casa solo está habitada por ella y la soledad de SeHun que se refleja en aquellos ojos viejos, que ya vieron muchas cosas así como también a mucha gente marcharse.

Los dos están igual de solos a su manera.

Sin responder nada, SeHun se marcha en silencio de la casa de su madre y se traga las palabras amargas que iba a decir. Arden en su garganta mucho más que el whisky, pero no pelea con ella porque en el fondo de su corazón sabe que su madre también se siente sola y la gatita se ha convertido en su salvavidas.

Golpea el volante de su coche con lágrimas de impotencia en los ojos, y la bocina hace eco en el infinito campo.

A SeHun le arrebataron todo. Él no tiene, a diferencia de ella, un salvavidas al que aferrarse.

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Cuando SeHun toca la puerta de su vecino el sábado, le sudan las manos como si fuera su primera cita. En sus manos sostiene una bolsa de panadería, donde compró algunos bollos. No sabe qué le gusta a BaekHyun, así que simplemente los compró. Espera que no sea una compra decepcionante.

Hay un timbre. SeHun lo toca pero no pasa nada, hasta que se da cuenta que una luz potente viene por debajo de la puerta. Supone que hay un foco conectado al timbre para que BaekHyun sepa si alguien lo toca.

La puerta se abre unos momentos después y BaekHyun aparece. Usa anteojos bajos en la nariz y un gorrito de lana bordó sobre su cabello chocolate oscuro. Viste una sudadera gris y unos pantalones negros de algodón.

"Buenas tardes", gesticula BaekHyun. Luego se hace un lado y SeHun pasa.

El departamento es una locura, y eso que el de SeHun apenas linda en lo decente. Hay rollos de telas por cualquier lado así como notas y papeles con dibujos pegados a cualquier superficie: las paredes, los muebles, la mesita del café. Hay también una larga mesa de trabajo justo en medio de la sala, y el televisor está colgado en una esquina de ella, cerca del techo.

SeHun continúa inspeccionando el lugar con los ojos bien abiertos mientras BaekHyun le arrebata la bolsa. Ni siquiera se percata de aquello, porque siente que acaba de pisar en un espacio físico de la mente de BaekHyun.

Y es un desastre, pero de alguna forma es estéticamente bonito, y en ese momento una sola pregunta ronda en la mente de SeHun: ¿puede un desastre ser así de hermoso?

Cuando voltea hacia BaekHyun y este le dedica una avergonzada sonrisa de disculpas, SeHun sabe que la respuesta es sí.

"No tuve tiempo de limpiar", admite BaekHyun, gesticulando rápidamente. "Estaba realmente inspirado anoche, y se supone que los viernes hago la limpieza semanal. Lo siento".

SeHun asiente, paseando por la sala y mirando algunas anotaciones casi ilegibles. Hay dibujos que podrían estar exhibidos en alguna galería de arte, y eso que se nota la prisa explícita en los trazos.

BaekHyun parece vivir a una velocidad mucho más rápida que él. A SeHun le da mucha curiosidad.

"¿Por qué?", pregunta SeHun volteando hacia él de nuevo.

La confusión se pinta en los ojos de BaekHyun. A la luz del día, SeHun se da cuenta de que él es mucho más transparente de lo que pensaba.

"¿Por qué estabas inspirado?" pregunta de vuelta, aunque trata de no lucir demasiado interesado. "¿Fue algo espontáneo o...?".

BaekHyun lo mira fijamente por unos segundos antes de responder.

"Pensé en tenerte como modelo e inmediatamente me vinieron muchas ideas a la cabeza que quedarían bien en ti". No se ve avergonzado por la declaración.

SeHun se siente genuinamente honrado.

"Quizás ponerle una cara a tus prendas te ayude a pensarlas mejor".

"Definitivamente". BaekHyun sonríe. SeHun se detiene a mirar esa sonrisa, sin saber qué decir, como si su cuerpo se hubiera petrificado ante aquella sensación hormigueante que lo llena.

Sus dedos tiemblan y aparta la mirada. Necesita distraerse con algo, así que toma un lazo que hay suelto sobre la mesa de trabajo y lo enreda en sus dedos, hasta que los inmoviliza uno por uno y se le corta la circulación.

BaekHyun le toca el hombro un minuto después. Aún lleva aquel gorro y lo hace lucir extremadamente adorable. SeHun sonríe por la imagen y BaekHyun retrocede un paso.

"Debes quitarte la ropa".

"¿Toda?" pregunta SeHun alzando las cejas, solo para ver su reacción.

Al contrario de lo que esperaba, BaekHyun parece simplemente irritado y no responde, pues va a buscar algo en la mesa de trabajo llena de alfileres, telas y papeles. SeHun frunce el ceño sin saber bien por qué.

Comienza desabrochando su chaqueta de cuero, y luego se quita la camiseta blanca que traía puesta.

Debería sentir frío, pero tener la mirada y las manos de BaekHyun en su cuerpo lo mantienen caliente. El chico trabaja ágilmente, sin prestarle atención a él en sí, sino a su cuerpo. No dice nada sobre las cicatrices que atraviesan su piel, y en cambio toma medidas de todo: sus hombros, brazos, cintura, cuello, culo, muslos, pantorrillas. SeHun se siente ahogado por la cinta de modista pero se queda quieto, incluso cuando BaekHyun le prueba una camisa blanca y lo llena de alfileres.

SeHun empieza a aburrirse luego de un tiempo, pues si se concentra demasiado en BaekHyun este lo pincha con un alfiler. El chico no habla y él está ahí quieto como una estatua, así que le pide si puede encender la televisión.

"Lo siento", gesticula BaekHyun. "No estoy realmente acostumbrado a...".

No continúa, pero va y la enciende. SeHun eleva la cabeza y ve las noticias, pero BaekHyun le toca el hombro y él le devuelve la mirada.

"A veces me la olvido encendida", admite con una sonrisa de disculpa.

"Lo sé, mi departamento está justo al lado", responde SeHun. Pero le corresponde la sonrisa.

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Han pasado dos semanas en las que, en sus días libres (y a veces noches), SeHun va al departamento de BaekHyun para ayudarlo con su línea. Realmente no hablan mucho y la mayoría del tiempo es solo SeHun tratando de construir una conversación.

"¿Pareja?".

"No".

"¿Mascotas?".

"No".

"¿Cine o televisión?".

"¡Libros!".

"¿Pizza o hamburguesa?".

"¿Puedes dejar de gesticular como loco? Necesito tomarte las medidas y no puedo si te estás moviendo todo el tiempo, y encima debo concentrarme en ver lo que estás diciendo".

"Perdón".

BaekHyun continúa trabajando, pero luego deja salir de sus labios un ruido que es algo parecido a un quejido exhasperado y se separa de él.

"¡Pizza!".

SeHun ríe, y joder, es tan genial estar así con él.

Cuando el hambre es mucho más grande que ellos y no le permite a BaekHyun trabajar o a SeHun quedarse quieto sin quejarse una y otra vez, bajan al bar que está al final de su calle y cenan algo. A veces hablan, otras no. Generalmente si hay mucha gente en el bar se mandan mensajes, para no llamar la atención. No es agradable que una multitud te esté mirando todo el tiempo como si fueras un mono de circo.

De todos modos, el silencio entre ellos nunca es incómodo y si no hablan ninguno se queja. Su vecino tampoco se ve afectado por la falta de conversación, así que ahí se quedan, quizás una hora, dibujando mientras comen, hablando de nimiedades o criticando a las personas a su alrededor.

Es agradable, realmente agradable. Tanto que a veces SeHun se olvida de sí mismo cuando está con BaekHyun.

Esa noche, los dos están en un apartado del bar. Casi es la hora de cierre. A SeHun no le molesta que sea tan tarde porque de todos modos piensa renunciar a su trabajo. El día anterior lo ha llamado un entrevistador para ofrecerle un trabajo como profesor de Inglés en un instituto y él piensa tomarlo.

Vecino Bonito: Ella no quita su mirada de encima tuyo.

Yo: Mis chaquetas de cuero son irresistibles.

Vecino Bonito: Tus chaquetas de cuero están atascadas en los ochenta, y la camarera tiene el pedazo de tela restante de su falda en casa.

Yo: Quizás se le ha rasgado y estaba esperando a que tú llegaras para que se la arreglaras.

Vecino Bonito: Escupe el comediante barato que te tragaste hoy en el desayuno.

Vecino Bonito: ¿O es que la cerveza en realidad sí te ha afectado?

Yo: Admite que tienes envidia de ella y que te encantaría que mire tus piernas en una falda así de corta.

Vecino Bonito: Sehun, puedes irte derecho a la mierda.

BaekHyun se lleva a la boca otra papa frita antes de enviar un mensaje que cambia de tema de la conversación acerca de la falda de la mesera que coquetea con SeHun casi todas las noches.

Vecino Bonito: Oye.

Yo: ¿Qué pasa, bonito?

Vecino Bonito: Ahora que lo pienso, nunca te pregunté cómo es que sabes lenguaje de señas.

SeHun toma algunos tragos de su cerveza antes de responder.

Yo: Hace algunos años, lo aprendí cuando mi hermana se quedó totalmente sorda.

Yo: Creo.

Yo: Sin embargo, mi hermana tuvo que volver a enseñarme este año de vuelta, porque tuve un accidente y olvidé muchas cosas.

Yo: Entre ellas, el lenguaje de señas.

Los dedos de BaekHyun se entretienen con una servilleta. Eso significa que no va a decir nada por el momento o enviar algún mensaje, pero mira atentamente la pantalla de su celular.

Yo: Me sentí demasiado mal, en exceso, de saber que no podía comunicarme con ella. Hablábamos por mensajes de texto, pero parecía que estaba realmente ajeno a su realidad.

"Entonces aprendiste todo de nuevo", finalmente BaekHyun suelta la servilleta y lo mira a los ojos, dejando a un lado su celular. "Por ella", gesticula. El celular queda olvidado.

"Sí, lo hice por ella. El accidente me arrebató muchas cosas, pero no dejaría que también me quitara el lazo con mi hermana".

Sin decir nada, BaekHyun se levanta y se coloca su gorro bordó de lana. Hace unos días le añadió un pompón negro y luce mucho más adorable cuando se lo pone.

"Deberíamos volver, ya es tarde", dice.

SeHun observa la taza de BaekHyun: está llena y el café ya se enfrió. El plato con su hamburguesa está casi sin tocar.

"Me quedaré un rato más", responde SeHun.

Le echa una mirada a la camarera. Ella sonríe. BaekHyun no se inmuta.

"Entonces te veré el viernes". Y luego le da la espalda.

SeHun lo observa hasta que desaparece por la puerta del bar. Parpadea un par de veces ante la sensación de soledad que lo invade, y toma dos sorbos más de su cerveza.

Odia no tener el control de lo que siente; le hace sentir tan débil como cuando piensa en Byul, su gatita.

Sin embargo, no es hora de pensar en ello, se recuerda. No es momento para ponerse triste, porque no vale la pena. Así que, despreocupadamente, devuelve su mirada a la camarera.

Ella es bonita, pelinegra, con curvas atractivas para la mirada. Tiene pulseras de cuero y una gargantilla negra que resalta el largo de su cuello. Y le está sonriendo a él, porque sabe lo que SeHun es, y él sabe lo que ella es, y los dos buscan lo mismo esa noche.

SeHun espeja la sonrisa de la muchacha y finalmente se levanta, caminando hacia ella.

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Los días pasan más lento de lo que SeHun esperaba, realmente no puede esperar para comenzar en su nuevo trabajo. De mala gana continúa yendo al que mantiene actualmente, pero le satisface saber que pronto podrá dejarlo; ama practicar hablando y dando clases a la nada, ya que algunas noches se la pasa hablando en voz alta en inglés para BaekHyun. En lugar de ofenderse porque habla sin que pueda entenderlo, el joven se ríe porque no sabe nada de inglés y dice que cuando lo ve mover los labios es como si le hablara en un lenguaje alienígena. SeHun habla y habla, le canta canciones mientras BaekHyun da vueltas por su departamento, estresado y haciendo rabietas de vez en cuando por la frustración que va enredándose en su cuerpo comenzando desde la planta de los pies.

A pesar de ser una persona bastante taciturna, BaekHyun tiene sus momentos de escándalos. Cuando la frustración es más poderosa que él, hace berrinches que SeHun apenas puede manejar. Y es terrible. A SeHun le pican las manos para azotarle el trasero cuando se porta como si fuera un niño de seis. BaekHyun tiene todas las cartas para ser sumiso, pero SeHun... él no puede llevar al chico por ese camino.

No a BaekHyun, su primer amigo, la persona a la que no le importa nada acerca de su pasado. Él no debe ni puede tomar como aprendiz a BaekHyun, es arriesgado y por sobre todo, SeHun presiente que sería vilmente rechazado si intentara acercarse a él en un modo romántico o incluso sexual. BaekHyun y él tienen una relación extraña y lo que menos quiere SeHun es hacer un salto de fe a un vacío que le garantiza un lago congelado esperando a que se estrelle contra él y muera.

Sip, definitivamente es una muy mala idea.

Sin embargo, la naturaleza de SeHun está en dominar, incluso aunque la reprima hasta el punto de solo sacarla en la intimidad de su cuarto, con la bonita y sumisa camarera del bar. Por eso, un día en el que su paciencia llega a su límite, no puede evitar maldecir entre dientes y tomar las muñecas de BaekHyun con un poco más de fuerza de la necesaria, porque el chico en su enojo y frustración había estado pinchando a SeHun una y otra vez con los alfileres.

—Detente —le ordena moviendo lo más exageradamente sus labios para que BaekHyun los leyera—. Estás portándote como un niño. Deja de hacer berrinche.

El rostro de BaekHyun se vuelve rojo carmesí, y lo mira desafiante. SeHun está más que tentado a recostarlo contra la mesa de trabajo y golpearle el culo hasta que aprenda quién está a cargo allí.

Solo que no puede, y tiene que dejarlo ir. En ese instante, uno de sus alfileres se engancha a la manga de la camisa de BaekHyun y de alguna forma esta termina subiendo por su brazo, dejando al descubierto una cicatriz que SeHun reconoce pues él tiene algunas parecidas.

Le vuelve a tomar el brazo antes de que pueda alejarse. BaekHyun se detiene en seco y aguanta la respiración ruidosamente. SeHun sabe que el chico no se da cuenta de aquellas cosas, pero últimamente ha aprendido a leerlo gracias a ello.

Antes de siquiera poder acariciar la marca abstracta que pinta su brazo con brillantez, BaekHyun aparta su brazo con fuerza del agarre y lo mira enojado.

"Lo siento", gesticula SeHun rápidamente. "Es que tengo las mismas, y me llamó la atención...".

"Ya terminamos por hoy". BaekHyun lo corta antes de que pueda agregar algo más, y comienza a quitarle el boceto de una camisola extraña que le había puesto en el torso, dejándolo desnudo. "Vete".

"Lo lamento".

BaekHyun asiente y se voltea, llevando el boceto a un maniquí que tiene una peluca de payaso que SeHun le compró especialmente para decorar, además de que tiene una de esas narices rojas. Ahora que BaekHyun luce tan enojado junto a ella, ya no se ve demasiado gracioso.

SeHun termina por maldecir en voz baja y se coloca de nuevo su camiseta y la chaqueta de cuero. Le dedica una última mirada a BaekHyun, quien está de espaldas a él, antes de abandonar el departamento con un gran nudo en el estómago.

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—Soy tu hermano y ni siquiera me has invitado en un mes. ¿Qué clase de relación tenemos? ¿Por qué ignoras mis mensajes? —YoonOh irrumpe en plena mañana en el departamento de SeHun esa tarde con cara de pocos amigos, y colapsa en su sofá.

SeHun se cruza de brazos desde la barra, abriendo apenas un ojo para verlo.

—Hijo de puta, son las siete de la mañana —masculla.

—Cállate. JungWoo me echó del departamento.

Con pereza, SeHun se frota un ojo y lleva a su boca otro bocado de cereales con leche.

—¿Qué hiciste esta vez?

YoonOh lo mira como si de repente a SeHun le hubiera crecido una tercera cabeza. Sin decir nada, SeHun se ríe de lado y vuelve a nadar con su cuchara entre los cereales.

—¿Por qué insinúas que hice algo? —Su hermano menor pasea con la mirada por el departamento casi a oscuras. Está decentemente ordenado y hoy no hay zapatos de mujer en la entrada como los hubo durante toda la semana—. Soy un angelito.

—Porque JungWoo siempre tiene la razón, y no veo por qué esta vez sería la excepción —explica SeHun con la boca llena, acusándolo con la cuchara.

YoonOh suspira y se rinde.

—Puede que haya insinuado que es el peor compañero de piso y que su novio es un perdedor.

—Eres genial, en verdad. Cuando sea grande quiero ser como tú.

—Oh, vete a la mierda.

Se quedan en silencio por unos momentos.

—¿Cuándo le pedirás perdón? —pregunta finalmente SeHun.

—En unos días, supongo.

—¿Supones?

—¡No me presiones!

SeHun lo maldice internamente. Unos días para su hermano pueden llegar a estirarse a un maldito mes. No es la primera vez que sucede.

YoonOh y su compañero de piso suelen pelear muy seguido. Su hermano es enteramente temperamental y JungWoo es tranquilo y razonable. Son opuestos y se complementan bien, pero YoonOh no deja de meter la pata con el chico porque le gusta y no puede hacer otra cosa que actuar ante él como un completo imbécil.

SeHun y JooHyun a esta altura están cansados de tener a su hermano menor durmiendo en el sofá. JooHyun siendo la mayor fue la que más hospedó a YoonOh en tiempos pasados, pero desde que ahora vive en pareja, SeHun se ha convertido en la opción número uno para su hermano en la lista de sillones donde dormir cuando su compañero de piso lo echa.

En silencio, el hermano del medio de los Oh bebe su café hasta no dejar una gota en el fondo y se termina los cereales, sopesando durante todo aquel tiempo lo que va a decir sin sonar como el hijo de puta más terrible de la historia.

Finalmente toma una respiración para hablar, y sabe por la mirada de respeto en los ojos de su hermano que este lo va a escuchar.

—Tienes dos semanas como tiempo límite. —Levanta la taza y el tazón y los lleva a la cocina, desde donde continúa—: Vas a ponerte de rodillas y pedir perdón si es necesario.

Puede imaginarse a YoonOh haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia. —Lo sé, lo sé.

Inmensamente molesto, SeHun manda un mensaje al número que ha agendado hace unos días, cancelando los planes que tenían para esa noche y todas las demás. Por último, le manda un mensaje a su hermana mayor, el cual le avisa que YoonOh está en su sillón (otra vez). Luego, bloquea el teléfono y va a preparar todo para el trabajo.

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"Lo único bueno de tener a mi hermano en casa es que no tengo que cocinar", admite SeHun esa noche mientras BaekHyun le prueba distintas telas en el tono de su piel. A SeHun le duele hasta respirar, pero igualmente se queda de pie para el diseñador sin inmutarse. "Pero me molesta no poder echarlo".

"Se nota. Estás muy tenso", gesticula BaekHyun luego de colgar un listón de seda azul en su cuello para no tenerlo en mano. El incidente de hace tiempo ha quedado olvidado, las cosas regresaron a su curso natural. "Sube a la tarima, debo probar un cinturón nuevo".

SeHun obedece y continúa gesticulando desde allí arriba, BaekHyun le presta apenas atención mientras envuelve el cinturón de charol en su cintura.

"Lo peor de todo es que el maldito está durmiendo en mi cama". Zapatea con fuerza la pequeña tarima de madera que en realidad es un cajón de verduras dado vuelta. "Me duele el cuello de estar en ese jodido sofá".

"¿Por qué no duermes tú en la cama?". BaekHyun se ve genuinamente curioso y aparta la vista y manos de la cintura pequeña de SeHun para pregunta aquello.

"Se acostó a dormir una noche y me dio pena echarlo. Lo tomó como invitación permanente".

BaekHyun se ríe. SeHun sabe que a BaekHyun no le gusta reírse porque no tiene idea de cómo suena, probablemente cree que es vergonzoso. La cosa es que su risa es extrañamente hermosa y fascinante. No hay modo de describirla, pero es cálida y le llena el vacío del pecho como si lo estuvieran inundando con un balde de concreto. Además, la angelical imagen de su vecino riendo es de lo más bonito que ha visto jamás.

SeHun se encuentra a sí mismo amando el sonido de esa risa, y preguntándose a sí mismo qué es lo que debe hacer para poder escucharla más seguido.

"Puedes dormir en mi cama", gesticula BaekHyun tras que el silencio vuelve a instalarse entre los dos.

"¿Disculpa?". SeHun piensa que entendió mal.

"No puedo dormir en ella", explica BaekHyun con rapidez, sus ojos no lo miran a él. "No utilizo el cuarto. Mi colchón está nuevo desde que me mudé a vivir solo". SeHun lo observa sin decir nada. BaekHyun finalmente levanta la mirada hacia él y parece comprender la pregunta atascada en los ojos de SeHun, por lo que se encoge de hombros y añade: "Prefiero el sillón".

Discretamente, SeHun le echa una mirada al sillón. Es la primera vez que se da cuenta que este no tiene papeles pegados en los asientos, y que además en una de las esquinas tiene mantas hechas un bollo y un par de almohadas.

Realmente no esperaba aquello.

"No creo que lo estés preguntando de verdad", responde.

BaekHyun se encoge de hombros y ya no lo mira de vuelta, pues va a anotar algo en un papel sobre la mesa de trabajo. Hay un tono rojizo en la punta de sus orejas, que contrastan con el gorro blanco de lana que tiene puesto esta vez.

SeHun no soporta verlo así y se baja de la tarima yendo hacia él. Lo toma suavemente del hombro y BaekHyun voltea a verlo sorprendido, pero no se aparta del toque como usualmente lo hace cuando lo toca.

"¿Puedo quedarme?", le pregunta.

Claro que hay mucho más detrás de esas simples palabras. SeHun lo sabe, pero se pregunta si BaekHyun también. Lo duda demasiado.

Los labios de BaekHyun se entreabren como si realmente no lo hubiera pensado, y sus ojos se ahogan en brillo; e incluso aunque SeHun quisiera fingir que no lo ha visto, el fulgor se graba a fuego en su mente.

"Solo para dormir", aclara SeHun después, como si fuera necesario decirlo.

Se miran a los ojos en silencio por unos segundos, hasta que BaekHyun se acomoda el gorro por encima de sus orejas. "Lo sé", responde gesticulando lentamente.

Es la primera vez que BaekHyun no se oculta cuando sonríe con todos los dientes. Y es la primera vez que el corazón de SeHun se detiene ante esa sublime visión. 

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