1.- De pasión a aborrecimiento.
Solos.
Su larga y blanca pierna se recogió cuando un calambre la hizo presa, Afrodita odiaba ese malestar recurrente cada vez que mantenía intimidad con Saga quién con la mirada fija en una fisura del techo de aquel hotel de cuarta, repasaba con gusto cada segundo en el que Afrodita y su sensualidad sepultaron su habitual seriedad.
—¿ Sucede algo?—se incorporó preocupado, el mencionado lo ignoró mientras sus manos realizaban masajes a la extremidad—¿ Afrodita?
—El malestar de siempre—respondió cuando aquella voz rasposa la cual se tornaba tan deliciosa como la melodía de un solitario pastor, llegó como un comando hasta sus nervios.
Aún persistía la humedad en su cuerpo producida por el sudor al igual que en su boca perduraba el sabor de aquello que él consideraba el mejor de los néctar, ese que en sus tiempos turbulentos a gritos desaforados pedía mientras sus manos heridas de culpa se aferraban a la tersa piel donde el veneno de las rosas representaba un antídoto infalible.
Sólo con él, Saga sentía paz.
Sólo con su presencia cálida, la máscara caía y mostraba al atormentado mortal de belleza de deidad que no temía al castigo de nadie, ni siquiera a que Atenea en su forma divina atravesara con su lanza de punta de oro su pecho para luego aplastar los restos de su corazón versado en pecado con la égida.
—No es tu culpa—dijo con suavidad Afrodita mientras entre sus manos una rosa blanca aparecía, las cejas pobladas y gruesas de Saga se arquearon intrigadas ante la acción.
—Has sido tan buen amante, Saga—deslizó la rosa entre sus dedos y guio la punta en dirección a uno de los pectorales del peliazul quién sorprendido por la temeraria y traicionera acción trató de evitar lo siguiente...
Pero la limpia y cínica sonrisa de Afrodita lo ató con invisibles cadenas a la cama, con la mano libre, el hermoso acarició su rostro desde su frente tensa hasta su mentón tembloroso como si quisiera decirle a través de esa caricia, que lo que haría sería por su bien.
Horrorizado vio como la infame punta de aquella rosa rozaba su tetilla izquierda para luego herir su piel derramándose un manantial granate que parecía el vino de una botella rota; gimió furioso, las cadenas invisibles apretaron con mayor fuerza la piel de sus muñecas mientras el tallo horadaba aquella carne que no se resistía al embate y el manantial que ahora se tornaba oscuro manchaba el algodón de la sábana.
—Siente como te abraza—el dolor estalló en sus nervios, pero incapaz de apartar su mano soportó el ardor y malestar hasta que los hilos de sangre formaron unas hileras que parecían tironear del cuerpo hacia un abismo—sana tu alma, Saga. Para que borres todas tus culpas, debes volver a nacer...
Sintiendo que su frente era besada por una madre invisible, Saga dejó caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo para no saber más de si mismo.
Le pareció oír mientras perdía el sentido, la risa de revancha de su gemelo y finalmente que le decía...
" Ojo por ojo... Diente por diente. No lo olvides, hermanito"
Condena.
No estaba muerto, aún así sentía sus huesos triturados y la piel como si se le aflojara por partes. Un olor a humedad inundó sus narices, encontrándolo repulsivo más que sus acciones.
—ahggg
Cabo Sunion, el anatema para los traidores y enemigos de la diosa de ojos de lechuza, era su cárcel. La herida provocada por la rosa de Afrodita ardía un poco y como recordatorio de su poder, un pequeño camino de rosas antecedía a la prisión donde poco a poco el agua subía, como indicando que nadie debía pisar ese lado. Con amargura tomó entre sus dedos una concha y la trituro para sentarse con la mirada al exterior, seguramente ya la diosa con su justicia pensaba castigarlo de la peor manera.
Afrodita, aquel que llevaba el nombre de la diosa de la belleza cambiaba de bando quizá evitando ser señalado, pero la verdad es que él también era culpable de cada anarquía y también que el guardián de Sagitario perdiera su sagrada vida al guardar silencio.
Si a menos existiera un universo donde todo eso fuera una vil mentira.
Pero los dioses reservaban esos privilegios a ellos. Nada más en ese sitio, le esperaba la muerte o llegar degradado ante Atenea quién ceñuda tal vez le despojaría de su cosmo y luego borraría su memoria para siempre...
Con el paso de los días, llegaron tres de sus compañeros quienes sin mirarlo a los ojos, lo liberaron porque la diosa solicitaba su presencia, desfallecido se dejó conducir hasta los pies de la estatua de la mencionada quién silenciosa dio la palabra a una mujer quién acompañada sobre un león que identificó como Temis, comenzó a recitar sus pecados contra la diosa e incluso contra el orden establecido.
—Por lo tanto como la representante de la justicia, ordeno que se te aplique un castigo duro pero ejemplar tal como los ladrones—ante esto la mirada de Temis fue severa y la de Atenea fue de asombro pues se esperaba que la diosa sea más benevolente.
Los ojos del león de Temis lo paralizaron en su sitio, era como ver los abismos del Tártaro donde leguas de un fuego putrefacto despedazarían su alma impidiéndole renacer. Su amante a distancia prudencial sostenía un ramo de rosas rojas brillantes que competían con el color de la sangre perdida de las víctimas de una guerra; el flequillo tapaba sus ojos, pero estaba seguro que estos derramaban un rio que no se secaría más...
—No actué solo—dijo desviando sus orbes del rostro temible del león—la justicia de Temis debe aplicarse en los que fueron mis cómplices.
—En base a ellos, es que Temis aplica su justicia—miró de soslayo al guardián de Piscis que se colocó una rosa en su boca, ante esas palabras, él tembló y se aferró al vestido de la deidad suplicando misericordia.
Athena, etérea y pesarosa lo confortó con su cosmo, Temis era superior debido a su justicia ineludible, tal como la implacable Maat de Kemet cuya pluma sentenciaba al corazón del juzgado ya sea a gozar de los privilegios por haber sido virtuoso o perder su condición de inmortal pues su corazón era devorado por una bestia horripilante.
Moriría dos veces con el castigo.
Moriría como caballero pues la damnatio memoriae borraría su paso y acciones en la élite de la Señora de la sabiduría y estrategia.
Moriría como humano pues su cuerpo aunque fuerte, no resistiría el castigo que le esperaba.
El último resquicio de amor hacia el protegido por Piscis se iba como una hoja marchita y sólo dejó que el silencio y la desesperanza lo abrazaran.
******
Algo faltaba.
Un olor a medicamentos revolvió su estómago.
Alguien apretó su mano y la besó mientras derramaba lágrimas, no entendía qué pasaba si hacía horas estaba feliz inaugurando una sucursal de una empresa de venta de productos masivos y ahora estaba en la cama de un hospital rodeado de máquinas y vendas...
—¡ Has despertado!
Frunció el ceño al reconocer la voz, su ex-novio Afrodita estaba ahí luego de cinco años de finalizar su relación donde los malos entendidos fueron el plato fuerte por lo que terminaron odiándose peor que enemigos. Lucía apenado y eso le molestó.
—Todos creían que no despertarías...
Sintió un tirón en su estómago ante las palabras ¿ Cuánto tiempo había transcurrido?
Vio en una de las paredes, un calendario que marcaba un jueves 13 de mayo del 2021, se estremeció pues entre sus recuerdos estaba que celebraba con un cóctel en el mes de julio del año 2015 con motivo de una inauguración... ¿ Entonces qué era eso que había soñado antes de despertar?
Era confuso.
Un médico entró, era castaño, alto de ojos azules bondadosos quién aliviado se acercó para comprobar sus signos. Saga asustado quitó su brazo ante su toque, pero peor fue cuando Afrodita comentó que tendría que usar prótesis.
Hablaban como si él no estuviera presente y eso le molestó, al tratar de mover su lado izquierdo, notó un vacío que heló su sangre que no pasó desapercibido para los dos presentes. Además que no entendía la presencia de Afrodita y de las razones de aquel hombre al que aparentemente conocía, pero no sabía de qué lugar.
—¿ Qué.... qué me pasó?
" Conmocionado por el golpe, enfocó sus ojos enrojecidos hacia el rostro de Atenea que negó, la daga dorada con la que trató de atentar contra la sagrada existencia terrena de la diosa caía al suelo con un ruido seco luego de su accionar.
En su cerebro sólo existía un mensaje brutal ante lo que sus ojos veían...
Las Furias en sus informes formas, volaban alrededor de las diosas, quiso hablar pero sus cuerdas vocales se atascaron a tal punto de que el aire no pasó a sus pulmones, el temblor de su cuerpo se acrecentó mientras la sangre salía a chorros incapaz de detenerse.
—Ya no causarás más perjurio, a pesar de que tu alma estaba infestada de oscuridad, tendrás otra oportunidad...—Temis sacó de entre los pliegues de su blanquísimo vestido una pluma con la que selló la sentencia final—el peso de la constelación, será un vago recuerdo.
El dolor cesó para dar paso a un cosquilleo martirizante que se extendió por cada nervio, Temis sin pestañear tomó con la punta de su pluma la sangre y con ella escribió un sello para él que se adhirió como una babosa a su cosmo, apagándolo de golpe".
—¡ Largo de aquí!—dijo furioso luego de esa escena, el médico lo miró confuso, Afrodita se echó para atrás—tú más que nadie eres el último que quiero ver...
—Pero...
—Recordé todo, recordé tu sucia traición para salvarte y decías que me amabas, que ni Zeus sabría nada—en sus ojos verdes se originó una chispa de decepción—¡ Maldito seas Afrodita, maldita sea tu belleza y tu amor venenoso!
" Bajo la túnica azul del patriarca, Saga exudaba deseo. Su cuerpo de atleta divinizado, temblaba ante la cercanía del objeto de sus deseos que fresco y atento ante sus gestos, dejaba varias rosas en un jarrón antiquísimo.
La pesada puerta del salón donde el patriarca cumplía con sus funciones estaba cerrada a cal y canto. Afrodita se adelantó a decir algo mientras el rostro de Saga se liberaba de la máscara.
—La diosa está cerca—dijo mientras un pulgar de su amante acariciaba el lunar de su hermoso rostro—¿ No tienes miedo?
Lo silenció con un beso demandante, la diosa podría estar tras esa puerta que él no le haría caso alguno porque Afrodita era el oxígeno que su existencia pecadora necesitaba, era el postre que endulzaba sus días y era la pasión desbordante que ni una sacerdotisa consagrada a las diosas del amor le podrían ofrecer.
Armadura y ropa quedaron dispersas en la habitación patriarcal, la blanca piel del último guardián contrastaba con la contraria cuyo dueño embestía con dureza en tanto mordía cuanta zona libre estuviera a su alcance. Algunas veces, se citaban en un motel donde se registraban con falsos nombres y dejaban de ser Saga y Afrodita para ser simplemente... Dos amantes que olvidaban sus errores".
El vacío con respecto a la pérdida de su brazo no era nada comparado al vacío del amor el cual mató debido a una deslealtad de Afrodita la cual no quería recordar.
Ahora el verlo de nuevo, abría el telón de un reencuentro agridulce, triste donde lo que una vez llamaron amor, se tornaba una indiferencia latente.
—No puedo verte sin sentir rabia—admitió evitando mirarlo—pero tu belleza y magnetismo, me hacen olvidar que una vez te aborrecí...
Con la vista gacha, Afrodita asintió. Saga no lo admitiría de nuevo.
—Estuve bien sin ti, ahora lo estaré mejor aunque me falte un brazo—dicho esto cerró los ojos para descansar—¡ Qué los dioses te acompañen!
Azorado, Afrodita abandonó la habitación, sin embargo, antes de irse dejó una brillante y viva rosa roja sobre una mesa.
Varios días más tarde, hallaron un camino de pétalos de rosas que formaba la constelación de géminis en el jardín de una bonita casa a las afueras de la ciudad, pero lo que estremeció fue el cuerpo con una belleza impresionante a un lado de la imagen, vestido con una túnica griega boca abajo. Asombrados los investigadores, palparon ese bello rostro tocado por el beso de la muerte con su cabellera del océano como mortaja sobre sus hombros.
" La belleza ha muerto"
Nadie supo los motivos que llevó a ese pobre desdichado a cometer ese crimen contra su propia vida ni quien era el receptor de ese mensaje.
El agridulce reencuentro, se había saldado con un amargo final.
El rosal que se hallaba a pocos pasos, se marchitó ese mismo día, el mensaje no llegó a Saga quién dejó que la rosa sobre la mesita de noche, muriera definitivamente como el último resquicio del amor que una vez sintió...
o-o-o-o-o
@YaedenZamora, espero te haya gustado :D
Un abrazo para todos ustedes.
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