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Mi Casi Novia

Eduardo Antonio.

Aunque me compraron la resma de hojas, solo me dieron 50, las cuales mi
padre guardó en un sobre manila y colocó en la mesita que está al lado de mi cama, aunque para mí era mucho más fácil escribir frente mi computador, no podía aguantar su peso entre mis piernas; aun sentía un terrible dolor como si mi padre, irritado de tanta insistencia me hubiera golpeado con la resma en mis
miembros enyesados, lo cual era una fantasía un tanto burlesca ¿No?

Mi "Casi Novia" tenía dos amigas que eran antónimos de ella: sonrientes,
inteligentes, felices, con unas voces de las más suaves aunque a veces sus
risas fueran algo chillonas y estruendosas; y eran bonitas; no eran lindas como Willie. Con esto no quiero ofenderlas si llegaran a leer esto, solo estoy siendo sincero como siempre debí de serlo desde el principio.

Willie era como un Girasol abierto en primavera, era el Sol que sale todas las mañanas para entrar por mi ventana y llenar de Luz la estancia, era las aves cantando alabanzas a nuestro Señor todos los Domingos en la Iglesia, era un helado que se derrite poco a poco con el calor mientras un infante lo come entre risas y canciones de cuna, era simplemente un libro abierto para mí, pero
cerrado para muchos otros cuando sus cambios de humor renacían en la
bruma; ¿Logran entenderme? ¡Creo que no! Solo lo entenderán esas personas que crean estar enamoradas con locura, o que en algún momento sintieron sensaciones desconocidas por alguien que ya no está con ustedes...

Sé que dije que era un libro abierto para mí, pero creo que en este aspecto he mentido para agradar al lector: era al revés, para muchos era un libro abierto, pero para mí estaba cerrado y cuando trataba de abrirlo con extremo cuidado, terminaba siendo reprendido por la bibliotecaria que me sermoneaba con que ese libro era muy caro y especial, y que nunca lo llegaría a leer porque no estaba a mi altura; y creo que ese producto de mi imaginación estaba en lo cierto, ella no estaba a mi altura, lo sabía desde que me desvelaba chateando
con ella hasta altas horas de la noche, pero como siempre aposté por el
corazón, y no por el sentido común y terminé endeudado y en Bancarrota.

Bueno, a decir verdad me recuperé de la Bancarrota, o tal vez nunca estuve en Bancarrota en realidad, solo era mi mente que me hacía tambalear entre mis sugerentes fantasías. Quería pedirle que fuera mi novia de una vez por todas, pero algo siempre me impedía acceder, y no era un antiguo amor ni nada por el estilo, era ese temperamento tan cambiante como las olas del mar que me estremecían...

Era un extraño Ensueño Melancólico.

...

Quiero tomar como costumbre el escribir una vez en la mañana y otro rato en la tarde, pero a veces se me hace complicado. Igual trataré de cumplir esta meta a cabalidad.

Escribiendo de tantas vivencias tan intimas no sé con qué fin, empiezo a
visualizar mi primera salida con ella: era un jueves o viernes empezando el fin de semana, ese día los dos estábamos libres de nuestras respectivas universidades, y chateando se dió la idea de salir, porque solo hablar y hablar sin nunca antes vernos la cara ya se había tornado un tanto curioso; al final se
apareció con sus dos amigas, de casi su misma edad, hasta que me enteré de que una de ellas era su tía, la cual era demasiado joven e inocente para serlo en mi opinión; hablamos tendidamente de tantas cosas; hasta que me dí de cuenta que ella era Cristiana, y lo supe desde la primera vez que la ví caminar hacia mí.

Ese día estaba algo nublado, pero desde lejos se veía como si resplandeciera, como si de una forma u otra, el sol estuviera espiando nuestro encuentro entre las nubes, llevaba un vestido rojo poco ceñido al cuerpo pero igual se veía muy guapa, se quejaba de sus muchas espinillas que al final no tenía; se quejaba
de su cabello despeinado que al final no estaba despeinado; y se quejaba de
que el sol no había salido a hacer su trabajo; creo que vagamente también se quejaba de haber arrugado un montón de hojas que en un principio debían de ser un Currículum Vitae.

Cuando iba a saludarla con un abrazo me detuvo su mano extendida de modo formal, acompañado de una sonrisa algo seria y de ejecutiva, yo me desvié de mi intención y le seguí el juego, tal vez porque yo también tenía en el fondo de mi alma un secreto bien guardado:

Sí, yo antes también había sido cristiano; es por ello que sabía tocar con armonía y melodía el piano, el cual se había tornado un pasatiempo para mí; aparte debo de confesar que me aburría soberanamente el tocar ese instrumento todos los días. ¡La monotonía me había hecho apático! Y empecé a hacerlo más como obligación que por amor. Al final me aburrí y me aparté de la iglesia para centrarme en mis estudios de Medicina.

Hubo un momento en que sus dos acompañantes tuvieron que hacer una diligencia cerca, y me dejaron a solas con ella, aquí fue que pude conocer una parte muy pequeña de su alma. Pero voy a dormir para poder contarlo con la mente despejada y total sinceridad...

...

No puedo dormir pensando en lo que no he podido contarles en la carta
pasada; ¡me siento como un niño travieso cuyo padre está en la Guerra y espera con ansias una carta para saber de su paradero! Pero como yo no soy insensible no dejaré a este pobre saboyano ahogado en melancolía mientras espera un trozo de papel desgarrado y amarillento, porque yo tengo buen corazón aunque muchos no lo crean.

El sol poco a poco empezaba a salir, como si quisiera saber que estaba
pasando entre nosotros, obviamente los dos empezamos a sentir en el aire
cierta incomodidad hasta que luego de una pausa algo sigilosa rompí el hielo invitándola a comer un helado; ella, algo reacia al principio, aceptó luego de mi pausada insistencia.

Caminando entre las personas, escuchando el ruido del tránsito, escuchando el pregón de los buhoneros, charlamos como dos amigos muy cercanos, pero solo de temas religiosos que era los que ella prefería, y yo con empatía
continuaba la conversación, compramos el helado, que devoramos
rápidamente y volvimos a la plaza que había sido nuestro lugar de encuentro.

Nos sentamos en el césped a seguir platicando, hasta que llegaron sus amigas a llevársela por compromisos entre ellas. Se fue, nos despedimos como en los cuentos, gritando desde lejos "Hasta pronto, cuídate, ¡Dios te Bendiga!" y me encontré solo otra vez.

Eso fue poco antes de que pasara el accidente.

¡Oh! Como hubiera querido que ese día no terminase tan pronto, porque a
pesar de aquella plática algo desabrida pero con minúsculos toques de sazón criollo, disfruté plenamente con ella, así el tiempo hubiera sido acortado como ella misma lo hubiera dicho al imitar ese pasaje de las santas escrituras.

¿He terminado de hablar de mi "Casi Novia"? ¡Claro que no! Aun me falta
mucho que contar sobre ella y muchos otros personajes que me vienen fugazmente a mi cabecita tan atolondrada y desobediente; pero ahora quiero pasar a hablar más a fondo de cada una de las...

...

Y aquí terminaba otra de las cartas escritas por un joven aburrido que no podía soportar su reposo de 3 meses.

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