Mi Amiga Luisana
Eduardo Antonio.
Cuando se hizo la hora de Visitas, todos mis compañeros de la Universidad entraban por la puerta con el gran alboroto que nos caracterizaba. Unos reían, otros gritaban "¡Roberto!" como me llamaban desde que habíamos entrado a estudiar juntos y otros simplemente estaban callados observando con una sonrisa.
Estaba Fernanda, María, Bárbara Anthony, Bárbara Aular y todos mis demás compañeros a los que le pasaba las clases para que no reprobaran los exámenes.
Y también estaba mi Casi Novia, que ahora es mi Novia Legal.
Hablamos un buen rato, de tantos temas locos, hasta que me dí de cuenta que faltaba alguien, una persona muy especial, era raro que no estuviera si al igual que todos estaba muy pendiente de mí, pero no había ido a verme.
¿Habría tenido algún problema?
¿Se Habría olvidado de mí?
Eso era imposible, me daba de cuenta que todos trataban de cubrir su ausencia con chistes y carcajadas, pero eso no les había dado resultado, tenía que preguntarles donde estaba mi Querida Luisana:
Luisana había sido una de mis primeras amistades en el Curso Premédico, ella era una muchacha algo oscura y siniestra, pero solo era una fachada que nos mostraba su fría y calculadora mirada, la cual dejaba ver que había sufrido mucho en el pasado, tal vez a manos de su madre, la cual era fumadora y alcohólica; nunca le conocí padre alguno, pero si sabía que estaba en contacto con él, solamente por teléfono debido a que su madre lo detestaba a morir...
Como era la que vivía más cerca de la Universidad, utilizábamos su casa como centro de acopio para preparar nuestras exposiciones, exámenes y obras de teatro que terminaban siendo un rotundo fracaso, pero que nos arrancaban muchas carcajadas cuando veíamos nuestros pies izquierdos en acción.
Aunque no fue la primera que me apodó "Roberto", en su voz sonaba tan lindo que nunca pude molestarme con ella y terminé acostumbrándome a esa subordinación.
Pero mi pregunta era ¿Por qué no estaba aquí?
—Muchachos, ¿Dónde está Luisana?
—¡¿...?!
—¡¿Dónde está?!
Solo hubo silencio y todas las sonrisas se borraron de los rostros de manera
hipócrita, la máscara no había funcionado. No pude arrancarles ni una palabra, tuve que esperar a que lo pasaran por las noticias para poder saber de qué se trataba:
Fecha: 15-10-2023
Hora: 11:58 am
Evento: ingresó a la morgue del Hospital Andreani Pieretti una (1) occisa por suicidio.
Sector: Pueblo Nuevo Sur.
Municipio: Simón Rodríguez
Parroquia: Edmundo Barrios.
Cuadrante: 12.
Bajo los lineamientos de la Gran Misión Cuadrantes de la Paz,
Funcionarios del instituto autónomo de la policía Bolivariana del Estado Anzoátegui, adscritos al centro de coordinación policial El Tigre y pertenecientes a la brigada Hospitalaria, informan a la superioridad el ingreso de una occisa identificada como Luisana Karina de Jesús González, titular de la cédula de identidad v-30.895.764 de 20 años de edad, residenciada en el sector Oro Negro, avenida Creación Cultura edificio Esmeralda, siendo evaluada por detectives del Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, informando
diagnostico técnico asfixia mecánica (ahorcamiento) a consecuencia de haberse quitado la vida...
Haberse quitado la Vida...
¡Haberse quitado la Vida...!
Eso no lo podía creer, pensaba que era una broma de mal gusto pero...
¿Quién iba a querer jugar con la muerte? ¡Nadie! ¡Ese ser tan temible y
despiadado que desde mi llegada al hospital solo se había atrevido a
deambular sin rumbo fijo para causarme temor! ¡No podía ser cierto!
¡Mi Luisana No! Ella era muy muchacha dulce, seria pero a la vez graciosa, con cierto aire misterioso, con una mirada seria y reservada, no le gustaba que la oyeran reír porque lo hacía con mucho infantilismo, era muy bonita, en su rostro no había sitio para la fealdad, de hecho creo que ella tenía la virtud de hallar belleza en todos lados ¡porque ella embellecía la fealdad y oscuridad de
muchos lugares! Hasta hace poco se había retirado de la carrera, dejándonos un poco tristes, pero no habíamos perdido la comunicación con ella, hace poco había cumplido años ¡20 añitos! Y le queríamos preparar una sorpresa, más los
que nos llevamos la tremenda sorpresa fuimos todos nosotros.
Ya había entendido lo que me había dicho aquella silueta misteriosa anoche:
"...La luz no tiene comunión con las tinieblas, y es por esa misma razón que cada vez que me paseo entre las camillas no me atrevo a tocar su aposento, ¡Porque es un ser de luz! ¡Y eso me atormenta, me deja ciego...! Pero como te he dicho, no puedo irme con las manos vacías ¿Verdad Eduardo?"
Claro, yo lo sabía desde el principio de todo, mucho antes de todo lo
acontecido, lo peor era que lo había olvidado. ¡No era de importancia!
Hasta ahora...
Cuando habíamos empezado el curso pre médico, nuestro grupo estaba
formado por 5 personas: Bárbara Anthony, Casi abogada con unos cabellos enrulados hermosos y rojizos; Esteban, un futbolista el cual piropeaba a todas las muchachas bonitas a pesar de tener novia; Valentina, una niña de 21 años
que tenía una figura muy hermosa como si fuera modelo o estuvieran en el ámbito de los concursos de belleza; Luisana, a la cual ya he descrito, una
trémula niña de ojos verdes y mirada seria que te hacia desconfiar; y yo
Eduardo Antonio.
Luisana era algo bipolar, a veces reía con nosotros, nos saludaba y pasábamos horas juntos después de clases; otras veces era como si todos fuéramos unos totales desconocidos para ella. Lo cual todos tomamos como unos caprichos de niña malcriada, hasta que teniendo que preparar un proyecto para la
Universidad, fuimos a visitar por primera vez su casa.
Ella vivía en el Edificio Esmeralda, edificación de varios pisos que en su
planta baja tenía infinidad de comercios: Ópticas, peluquerías, librerías, y una panadería turca donde ella trabajaba en sus ratos libres. En el centro de todos esos comercios estaba una diminuta reja azul celeste con un timbre que estaba dañado; a veces pasábamos horas abajo esperando que Luisana se dignara a abrirnos, ya que su teléfono siempre sonaba ocupado y gritar era en vano ya que nadie nos escucharía.
Esa tarde ella nos condujo a la sala de su casa, la cual a todos nos extrañó un
poco ya que tenía tantos objetos y artefactos de distintas religiones: cruces de madera y paja, velones regordetes de todos los colores que te pudieras imaginar, crucifijos con imágenes de varios santos arcángeles, sillas de aspecto peculiar, vajilla, platos y copas de cristal; estatuas talladas de budas, un cuadro del hombre vitruviano y la Santa Cena, y una mesa redonda con velones en el medio...
Mi primera reacción fue gritar a modo de broma:
—¡Aquí podemos hacer una sección espiritista! ¿No creen?
Pero nadie se rió, ni me contestó, solo Luisana luego de largo rato de mutismo me susurró al oído:
—Aquí antes se hacía eso Roberto...
Pero yo en mi inocencia no le presté atención.
Ya a mediados de noviembre estábamos culminando el curso premédico para poder cursar en enero la carrera en sí. Luisana iba muy mal académicamente, todos nos propusimos a ayudarla, pero ella se negaba, lo cual causó constantes roces en el grupo, a partir de ese momento empezamos a notar que nadie se podía enojar con Luisana, porque siempre había consecuencias extrañas que en ese entonces no habíamos notado para nada.
Luisana Admiraba mucho el cabello pelirrojo y ondulado de Bárbara Anthony, pero luego de tener algún que otro desacuerdo, su cabello se empezó a caer, para todos era el champú que usaba o el sol del mediodía, hasta que ella al ver
que la caída con el tiempo se hacía cada vez más abundante, pidió cita con un peluquero, el cual le informó, un tanto extrañado, que su cabello se estaba pudriendo desde la raíz, por lo cual tuvieron que cortárselo corto; corto hasta las orejas.
Valentina no se quedaba atrás, porque Luisana quería tener esa cintura de
avispa que ella no tenía, y luego de formarse el más mínimo problema donde ella era la protagonista, enfermó repentinamente, todo lo que comía lo vomitaba, y al llevarla a los médicos del hospital todos pensaban que era anoréxica, estuvo así por dos semanas durante las cuales adelgazó de forma terrible. Nunca recuperó su bella figura.
Esteban era su interés amoroso, pero no le correspondía, ya que al tener novia, también tenía su aventura con Valentina, y obviamente Luisana no tenía cavidad allí, ni siquiera como chaperona, así que como por arte de magia, Esteban enfermó de algo desconocido, que no se divisaba ni en Rayos X ni exámenes de laboratorio, todos decían que era tuberculosis, hasta que esa enfermedad lo hizo retirarse de la carrera, lo más extraño de todo era que luego de retirarse de la universidad, su enfermedad desapareció y al hacerse un chequeo médico nuevamente, no tenía ningún signo de estar enfermo.
El único que en ese entonces no había caído era yo, Hasta ahora...
Pero en ningún caso ella había logrado su cometido, entre todos aún seguía la unión, menos en ella, que se había distanciado de nosotros; pero todo indicaba que todo lo que había pasado no era natural.
Y ahora le había tocado el turno a ella, y el precio que pagó era con sangre.
Todo indicaba que ella era la que practicaba tales sacrilegios en ese cuarto, y le había prometido algo a esa silueta monstruosa, pero como no pudo cumplir ese objetivo, faltaba era ella. ¿Pero que la había llevado a entrar es ese mundo tan oscuro? ¿La soledad que no tenía? ¿La tristeza que la invadía de repente? ¡No lo sé! Este ya es un enigma que no será resuelto por nadie, ni siquiera por los detectives de la policía.
Ahora bien, leyendo cuentos donde el amor es el protagonista y donde todos
los textos están impregnados de cursilerías deliciosas, textos trémulos de dolor que al final ven la luz del día luego de una era colmada de oscuridad, todo se puede resumir en un corazón roto, la vida real es un corazón roto, donde todos los sentimientos que alguna vez florecieron de euforia y felicidad ahora están trastocados de negro de navidad, de tristeza, de rabia, de incomprensibles palabras que muchas veces ni son pronunciadas.
Si lo que había caído encima del carro anoche había sido una mesa, y nadie
había fallecido anoche en el hospital ¿Se fue con las manos vacías? ¡Claro que no! ¡Porque él no iba a empañar su dignidad con algo tan fácil de resolver! Si no había un voluntario en el hospital, se iría a vagar por las calles de la ciudad en busca de una nueva víctima, pero muy cercana a mí, para al final hacerme sufrir, como él había querido desde el principio.
Sí, ella murió, cuando todos menos lo esperábamos, este relato se ve
interrumpido, porque ya no puedo escribir más, Empezando a escribir esto 2 gruesas gotas han corrido por mi rostro y han mojado la hoja de papel, ya casi terminando la hoja está empapada en lágrimas de dolor...
Espero no olvidarla, y espero que ella no me olvide tampoco, ¡Nunca!
dondequiera que esté. Creo que ahora si tengo una razón convincente para la escritura de esta larga carta clandestina, para no olvidar a la gente que alguna vez estuvieron con nosotros, y que nos profesaron cierto grado de amor y cariño, ahora solo me queda guardar esto en la guardar este escrito en la última de las gavetas de mi escritorio y leerla nuevamente dentro de un año, tal vez el papel se halla tornado amarillento, pero las palabras quedaran intactas, tal vez por el tiempo a causa del arduo estrés de la universidad, se me
olviden algunas cosas, pero no serán las más importantes y siempre tendré
esto en mente: Qué nunca olvidaré a aquella catira tan bella, sonriente a su
manera, con una caminar pausado, con un estilo de ejecutiva de ventas tan elegante, que siempre me abrazaba cuando me veía y que nunca dejaba pasar una oportunidad para gritarme "¡Roberto! Vamos a tal sitio..." mientras todos los demás nos seguían como si tuviéramos una recompensa para ellos.
¡Te extraño mucho mi Luisana!
¡Te extrañaré Siempre! Aunque sé que nunca fuiste una persona Leal, te otorgaré un pedestal... Ahí te mantendré siempre, mis recuerdos dónde eres protagonista se mantendrán intactos. ¡Lo prometo!
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