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𝟎𝟐| The night we met



   ❝ Llevame de nuevo a la noche en la que nos conocimos❞

Isadora no era Slytherin por nada. Sobre todo porque no estuvo construyendo una nueva personalidad en contra de sus ideales para que no sea valorada por un estúpido sombrero. Desde pequeña, libros muggles construían ese caprichoso corazón con historias de amor donde las protagonistas eran el retrato de la pureza en su máximo esplendor.

Pero, el lado correcto de su mente era el cual adoraba. Era egocéntrica, ambiciosa, inteligente y caprichosa. Necesita tener la razón en todo, y si fallaba en algo, no se soportaría ni a ella misma.

Por eso se codeaba con ellos. Los representantes de Slytherin, por así decirlo. Sus mejores amigas: Las hermanas Greengass, sus amigos —en realidad, más amigos de Draco— Blaise Zabini, Theodore Nott y Pansy Parkinson.

— ¡Te dije que empacaras los mocasines! ¡No puedo usar eso con estos zapatos!—Isadora exclamo indignada hacia su hermano mientras desempacaba.

—Por Merlín, Isadora...—Astoria suspiro, sosteniendo una copa con vino mágico en sus manos—Apenas ayer llegamos aquí y tú ya estas gritando por toda la sala común... ¿Por qué no vas a relajarte en la Torre de Astronomía?

— ¡¿Quieres deshacerte de-...—la rubia se calló en cuanto la torre fue mencionada. Nunca había ido allí, y era raro porque le encantaba observar al cielo — ¿Perdón? ¿Qué dijiste?

—La Torre de Astronomía —Blaise repitió, como si fuera obvio— Es el perfecto lugar para un idiota. Lo que, ciertamente, eres.

Isadora se sintió encantada con el consejo de Astoria, ya que resonaba con su propia experiencia. Estaba comenzando a sentirse agotada de todo y necesitaba desesperadamente un tiempo a solas.

Siguiendo el consejo de Astoria, Isadora se dirigió hacia la torre de astronomía. Una vez allí, se sentó en uno de los escalones y se sumergió en su libro.

Mientras Isadora continuaba leyendo, una extraña brisa la envolvió, acariciando su piel con su suave tacto. De repente, comenzó a escuchar sollozos que resonaban en sus oídos, como un eco en la tranquilidad de la noche. Intrigada, Isadora dio media vuelta y se encontró con él.

Harry Potter.

Los sollozos que resonaban en el aire provenían claramente de él. Al percatarse de la presencia de Isadora, se apresuró a secarse las lágrimas, como si quisiera ocultar su vulnerabilidad y contener su llanto.

—Malfoy, vete de aquí —ordenó con la voz quebrada.

—No —le respondió ella, dispuesta a no irse de allí.

—Por favor, vete. ¿Qué no me escuchaste? Te dije que te largues — ordenó con un tono más brusco.

—No me voy a ir, yo estaba aquí primero —contestó —. Este es el único lugar en el que puedo estar sola, no me molestes como sueles molestar a mi hermano.

— No me importan tus problemas de princesita mimada, déjame estar solo. ¿Qué no entiendes de eso? —dijo con un tono muy grosero.

«¿Qué diablos estaba pensando? Yo también necesitaba estar sola, él no era el centro del universo. Aunque tal vez sí del mundo mágico.» pensó Isadora.

—Mira Potter, no eres el único que tiene problemas. Yo solo quiero estar sola un rato, vete y busca otro lugar, piérdete, Potter —le respondió ella con un tono aún más grosero.

—¡Yo también necesito estar solo!—exclamó volviendo a la voz quebrada.

—Bien, entonces vamos a estar solos juntos si no vas a irte y dejar de molestar.

—¿Estar solos juntos? ¿Es en serio?

—Sí. Yo me pongo a leer mientras vos te replanteas todos tus pensamientos de elegido en silencio —le contestó haciendo énfasis en las últimas dos palabras.

—Brillante, lo que me faltaba —respondió él.

Isadora volvió a sumergirse en su lectura y se sentó en el frío suelo, buscando comodidad en su soledad. Mientras tanto, él se acomodó en el mismo escalón en el que ella había estado anteriormente.

A pesar de su intento por retomar la lectura, ella encontraba completamente imposible concentrarse. La sensación de tener los ojos de él fijos en ella era abrumadora. Cada palabra en las páginas parecía perder su significado, mientras la mirada penetrante de él parecía atravesar cada línea y clavarse directamente en su mente. Isadora se sentía vulnerable, incapaz de escapar de esa intensa atención que la envolvía.

En ese momento, anhelaba tener el poder de la legilimancia, la habilidad de leer los pensamientos de los demás, para poder descubrir qué se escondía en la mente de él. La curiosidad y el deseo de comprender lo que estaba pasando se apoderaban de ella, dejándola anhelando un poder que le permitiera desentrañar los pensamientos del elegido.

Isadora se encontraba en una situación en la que no podía simplemente preguntarle a él si estaba bien, ya que era evidente que no lo estaba. A lo largo de su vida, siempre había considerado que esa era una pregunta innecesaria cuando veía a alguien llorando. Parecía obvio que algo no iba bien, que el dolor y la tristeza estaban presentes en ese momento.

Isadora sacó un pañuelo de su túnica y se lo ofreció a él. Mientras extendía el pañuelo, experimentó una sensación de incomodidad y extrañeza. No estaba acostumbrada a mostrar ese tipo de gestos de consuelo hacia alguien desconocido, menos a él. El enemigo jurado de su hermano al que ella estaba obligada a odiar.

—Toma,lo necesitas más que yo —le dijo la rubia  tratando de ser amable.

Él miraba a Isadora con los ojos cristalizados, reflejando confusión y desconcierto. Era evidente que no sabía cómo reaccionar ante el gesto.

—Estoy tratando de ser amable, tómalo —le insistió ella.

Agarró el pañuelo y se limpió las pequeñas lágrimas.

—¿Una Malfoy tratando de ser amable? No me lo venía venir...

—Solo tenías que aceptar el pañuelo y cerrar la boca.

Sus ojos, de un claro color verde tan hermoso, la miraban fijamente como si estuviera analizando cada parte de su rostro. Ella podía sentir la intensidad de su mirada mientras observaba cómo sus ojos seguían cristalizados.

—¿Por qué no eres igual de fastidiosa que tu hermano? —le preguntó.

—¿Por qué eres tan prejuicioso? —contratacó ella.

—No te ves como una Malfoy, osea, sí físicamente, pero de personalidad no. Tu hermano, en cambio,es un idiota y egocéntrico —respondió Harry.

—No te atrevas a hablar así de mi hermano.

Se quedó callado y siguió limpiando las lágrimas que seguían saliendo de sus ojos esmeralda.

—¿Vienes todos los días aquí? — le preguntó.

—¿Qué te importa?¿Me vas a visitar? —respondió Isadora con un tono de desdén.

—Solo quería saberlo.

—Tal vez, ese era mi plan. Pero ahora que quieres tomar este lugar, no creo que lo haga.

Él asintió pero no emitió ruido alguno, solo se quedó pensativo y, por un segundo, a ella dio curiosidad saber qué era lo que ocultaba por detrás de sus ojos; que pasaba en lo más profundo de su alma y mente.

Y esa fue la noche en la que ellos se conocieron.


















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