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𝟎𝟏𝟒| Eclipse

(𝘱𝘰𝘷 𝘥𝘦 𝘏𝘢𝘳𝘳𝘺)

LOS JARDINES DE HOGWARTS y los invernaderos, aunque bellos, no lograban cautivar a Harry tanto como la majestuosidad de la torre de astronomía.

Para él, nada superaba la vista desde lo alto de la torre, donde podía contemplar el vasto cielo estrellado. Sin embargo, lo que más le atraía no eran las constelaciones, sino los pequeños detalles que conformaban la presencia de Isadora. Desde su collar de perlas que siempre adornaba su cuello, hasta los delicados anillos de oro que decoraban sus dedos. Pero, sobre todo, le encantaba perderse en la suavidad de sus labios, siempre pintados con un rosa que parecía desafiar a la mismísima noche estrellada.

Había algo en ella que a Harry le resultaba único y enigmático, algo que nunca antes había experimentado, ni siquiera con Ginny. Era ese misterio sutil que rodeaba cada gesto suyo, o quizás el aura de lo prohibido que parecía emerger de sus labios. Estar con ella era como sumergirse en una melodía de rock suave.

Estar en el bosque prohibido buscando una aventura peligrosa, pero asombrosamente inolvidable. Esa era ella, la luna. Y él era un rayo que aparecía sin previo aviso en una noche de tormenta.

Pero de todas formas, suponía que eso ya no importaba. Ellos nunca podrían hablar sin estar escondidos de la sociedad, y eso él lo entendía muy bien.

Entonces trataba de olvidarse de ella pero ya era imposible.

Se había enamorado.

Sí, tal vez Ginny le gustaba, pero era lo que le convenía, Isadora no le convenía.

Madrugada, no había nadie más que Harry y Hermione en la sala común de Gryffindor, entonces ella dice: —Hablemos con sinceridad, Harry, — comenzó Hermione con una voz firme que resonó en la habitación —¿A dónde te retiras cada noche?

—Dumbledore me llama a su oficina cada noche, creo que me quiere decir algo pero ya se los conté, vemos su pasado, o algo así —respondió titubeando.

—No intentes engañarme —replicó Hermione con firmeza —. Te diriges a la torre de astronomía. ¿Acaso te encuentras con Ginny allí?

—¿Me has estado siguiendo? —respondió él con un tono de sorpresa mezclado con irritación.

—Sí, Harry. Tu comportamiento ha sido bastante inusual últimamente, especialmente con tu obsesión por Malfoy...

—No tengo ninguna obsesión — interrumpió Harry bruscamente, clavando su mirada en la de Hermione —. Déjame en paz.

Hermione suspiró, negando con la cabeza con cierta resignación. —Estás perdiendo la razón, Harry. Deja ese mapa.

—¿Quién está perdiendo la razón aquí? Estoy perfectamente bien y no necesito que nadie cuestione mis acciones, ¿entendido? —Harry se puso de pie con un gesto brusco, tomando el mapa consigo.

—Ginny no va a la torre de astronomía. Lo sé. Te estás encontrando con alguien más, y lo averiguaré. No pienses que esto quedará así. Estás perdiendo la cabeza —declaró Hermione con un tono de seriedad inquebrantable.

—No te tiene que importar lo que yo haga, son mis asuntos.

Hermione se levantó para irse a su dormitorio, pero Harry la detuvo.

—Hermione, creo que Malfoy está dejando el castillo. Lo he visto algunas veces… a veces, él desaparece del mapa.

—Eso no es posible. Nadie puede dejar el castillo estos días, el mapa se equivoca.

—El mapa nunca se equivoca —aseguró él apresuradamente.

—Buenas noches, Harry, hazte un favor y  cálmate

Un cielo negro salpicado de estrellas lo cubría todo. Parecían tan cercanas que daban la impresión de que podría tocarlas con solo alargar la mano. Reinaba el silencio, aunque, si contenías el aliento y escuchabas con atención, percibías con total nitidez los sonidos que el aire frío arrastraba: el susurro de los árboles, el viento…

Esa era parte de la magia de la torre de astronomía. Sí, estaba un poco sucia, bueno, un poco no, muy sucia; pero era un lugar magnífico en el que la paz se hacía notar.

Harry realmente adoraba ese lugar desde que la conoció a ella, pero no sabía por qué estaba ahí ahora. Isadora no estaba en la torre ni había señales de que le apeteciera ir. A él solo le quedaba esperarla hasta que se dignara a venir.

Pero, ¿Qué le diría cuando se vieran cara a cara? No la había visto hace una semana, ni siquiera durante el eclipse. ¡Con lo mucho que ella adoraba la astronomía!

Muchísimos pensamientos sobre que Isadora era una mortífaga al igual que su hermano atravesaban la mente de Harry con cada minuto que pasaba, a pesar de que él no quiera pensar eso.

Unos veinte minutos pasaron repletos de soledad, hasta que él se cansó de esperarla y decidió irse. En el momento justo en que Harry atravesó la puerta, se chocó con Isadora que iba entrando.

—¡Ay! —se quejaron los dos tocándose la frente.

Pero para él no era nada normal que le doliera la frente. Sus sospechas aumentaban.

—¡¿Qué haces aquí?! —dijo Isadora con un tono molesto.

—¡¿Perdón?! ¡Yo llegué antes! —respondió él, levantando las cejas con sorpresa.

—¿Qué estás haciendo en la torre a estas horas? —preguntó Isadora, frunciendo el ceño.

—Yo... solo necesitaba un poco de aire fresco —respondió Harry, evitando su mirada directa.

—¿Aire fresco? ¿En la torre de astronomía? No me hagas reír —replicó Isadora con sarcasmo, cruzando los brazos sobre el pecho.

—No te debo ninguna explicación —dijo Harry, con un tono de desafío en su voz —¿Qué viniste a hacer aquí? ¿Averiguar cómo ser la próxima favorita de Voldemort? —preguntó con ironía.

Isadora frunció el ceño ante el comentario sarcástico de Harry. —¿Te crees gracioso? No tienes idea de lo que hablas.

—Oh, lo siento, ¿entonces me vas a decir que no estás relacionada con nada de eso? —replicó Harry, con una mueca de desdén.

—¡Cállate! —exclamó Isadora, con los puños apretados. —No sabes nada sobre mí ni sobre mi familia.

—Oh, créeme, sé mucho más de lo que piensas.

—Me da igual, ya me voy —respondió ella, con un tono de desilusión que cortaba como un cuchillo.

—Espera. No te vayas aún —susurró Harry, con urgencia en su voz.

—¿Perdón? ¿Esperas que me quede aquí escuchando cómo me juzgas por mi familia? No volveré nunca más aquí, estaba mejor cuando no te conocía —replicó Isadora, con un tono firme, pero con un deje de dolor en su voz.

—¡¿Qué esperabas, Malfoy?! ¿Flores y amor? ¡Sabes en lo que nos estamos metiendo perfectamente! —exclamó Harry, con una mezcla de frustración y angustia.

—¿Quieres callarte por una vez en tu vida? ¡Si nos escuchan, estamos muertos! —exclamó Isadora, con urgencia en su voz.

—Que nos escuchen —respondió Harry, desafiante, con los ojos llenos de determinación.

—Que no te sorprenda que sé con quién supuestamente estás. Lo sé, soy una estúpida por creer que algo entre nosotros podría pasar —ella dijo en un susurro, bajando la mirada —y me cansé de esto, así que quiero que sepas que no vendré aquí nunca más, espero que te vaya muy bien con Ginny.

—Pensé que no lo sabías.

—¡Ah! ¿Que no lo sabía? ¿Por qué no lo sabía pensaste que podríamos estar bien, besándonos a la luz de la luna y escondiéndonos de todos? Eres un chiste, Potter —dijo ella negando la cabeza irónicamente, su voz llena de sarcasmo y amargura.

—De todas maneras, a ti no te tiene que interesar eso, nosotros no somos nada —respondió él, sin pensar realmente en sus palabras, aunque el dolor lo atravesaba como una daga.

Isadora se quedó paralizada por un momento, sintiendo cómo las palabras de Harry cortaban como cuchillas afiladas. —Tú… —su voz se quebró, luchando por contener las lágrimas —vete. Este es mi lugar, yo lo encontré primero. No te quiero ver nunca más en mi vida, idiota —Isadora suspiró y buscó en el bolsillo de su túnica, hasta que encontró un cigarro y con su varita lo prendió.

Todo era una montaña rusa de emociones. «¿Desde cuándo ella hace eso?» pensó él, sin saber qué decir.

——Ayer no te vi durante el eclipse. ¿Dónde estabas? —preguntó Harry mientras ella seguía fumando, su mirada clavada en el horizonte.

—Eso no te incumbe —respondió Isadora, exhalando el humo con la indiferencia de quien no tiene nada que perder—. Veré muchos eclipses más en mi vida. Que haya estado ausente ayer no significa nada. En cambio, el sol y la luna solo se encuentran rara vez.

—¿Qué tiene que ver el sol y la luna? —preguntó Harry, frunciendo el ceño.

Isadora dejó escapar un suspiro, apagando el cigarrillo con un gesto brusco. —El eclipse, Harry. Es el único momento en que el sol y la luna están juntos en el cielo, a pesar de estar destinados a estar separados la mayor parte del tiempo. Es un encuentro breve, efímero, pero tan poderoso que todo el mundo se detiene a mirar.

Entonces, él comprendió todo. En algún momento, los rayos dejaban de salir durante la tormenta y esta se calmaba, y salía el sol. Algún día, el sol y la luna se iban a distanciar de nuevo, y Romeo y Julieta iban a reencontrarse en otra vida.




















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