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Capítulo 4

Courtney terminaba de cenar en su departamento cuando escuchó que golpeaban la puerta insistentemente, obligándola a abrir. Para su sorpresa, Duncan estaba frente a ella, apoyado con una mano en la pared, mientras sonreía arrogante.

—Hola, princesa —la saludó.

Courtney le tiró la puerta encima y él volvió a tocar, pero ella lo ignoró.

—Court —la llamó desde el pasillo—, te necesito, es una emergencia. No estaría acá si no lo fuera.

Duncan siguió insistiendo, provocando que la morena se parara al lado de la puerta, molesta, sin abrir claro.

—¿Qué podría ser tan importante?

—No lo puedo gritar. Abre la puerta.

—No lo haré.

—¡Princesa, por favor!

—¡Ya deja de llamarme así! Ya vete, por favor. Si no lo haces, en serio llamaré a la policía.

—Creo que ya tuvimos esta conversación.

—Y no acabó bien, ¿o sí?

—Yo diría que terminó bastante bien para ambos, si nos saltamos claro la parte en que me echaste al día siguiente.

—Esa es la única parte que me importa. Sigue gritando si quieres, no me interesa. Me voy a duchar y luego voy a dormir, ni se te ocurra hacer lo del viernes otra vez. Suerte con la policía, porque si no llamo yo, lo harán mis vecinos por "ruidos molestos".

Duncan frunció el seño y luego golpeó un par de veces la puerta por última vez.

—Bien, me voy —aceptó su derrota.

—No vuelvas, en serio.

—¿Te molesta que venga porque todavía piensas en mí?

—¿No que ya te ibas?

Duncan se fue finalmente. Courtney se sentó en el sofá y Britney se echó a su lado. Se quedó mirando al televisor, el cual rara vez encendía, pero en esos momentos tenía ganas de distraerse un poco de las ideas que rondaban en su cabeza, todas relacionadas a su ex novio.

«¿Gwen te dijo alguna vez por qué terminó con Duncan?», la voz de Bridgette no paraba de sonar en su cabeza, causándole más dudas.

«Tiene que ver contigo». Eso era imposible. Su relación con Duncan no solo había terminado mal, sino que además había sido un quiebre absoluto, sin una mínima posibilidad de volver, pues él había dejado más que claro con sus acciones que ya no sentía algo por ella. Por su parte, a Courtney le había dejado de interesar el delincuente después de enterarse de que la había engañado o, más bien, había enterrado cualquier rastro de amor que había sentido por él después de eso.

—Volví a casa sin el millón y sin novio —murmuró—. Dos veces fue así... al menos Scott no me lastimó.

Bajó la mirada y acarició a su mapache.

—Ahora soy abogada, no debería interesarme por un perdedor como Duncan. Ni siquiera debería gastar tiempo en recordarlo.

La voz de la rubia seguía sonando en su cabeza. ¿Y si ella tenía razón?

Necesitaba hablar con Gwen y despejar todas sus dudas. Lo único que tenía claro era que no sería para volver con Duncan, porque eso siempre acabaría mal, o al menos eso trataba de pensar.

El domingo por la mañana, Courtney llamó a Gwen para almorzar. A la ex chica gótica le extrañó que la citara en un restaurante en lugar de pedirle que fuera a su departamento o que la morena iría a su casa.

—¿Por qué me dijiste que viniera aquí? —preguntó Gwen mientras se sentaba.

—Necesitaba que habláramos de algo en un ambiente más neutro.

—Ya... —dijo extrañada—. ¿De qué quieres que hablemos?

El mesero llegó en ese momento y les tomó la orden. Minutos después, volvió con el jugo de piña que le había pedido Gwen y una mimosa para Courtney.

—¿No crees que es muy temprano? —le reprochó Gwen.

—Quiero que hablemos de Duncan.

—Eso explica la mimosa.

—¿Qué? No es por eso.

—¿Y entonces?

—¡Yo te cité para hacerte preguntas, no para que me cuestiones por lo que ordeno!

—Cálmate, en serio. Me preocupa que estás volviendo a tener todo le negativo de tu adolescencia y creo que es por culpa de Duncan, más encima, justo me pides que venga para que hablemos de él, ¿qué pasó?

—Me dijo algunas cosas y ahora no sé qué pensar. Se lo mencioné a Bridgette y me sugirió que te preguntara por qué ustedes terminaron. ¿Piensas decírmelo alguna vez?

—Te dije que terminamos porque es un idiota.

—¿Solo por eso?

Gwen bebió bastante de su jugo, luego lo dejó a un lado y se aclaró la garganta, todo eso para ganar tiempo para pensar muy bien lo que diría.

—¿Quieres que sea del todo honesta o prefieres que omita cosas que te podrían molestar?

—Solo dime.

—Nuestra relación partió siendo muy intensa. Me hacía sentir bien y a ninguno le interesaba lo que podía pasar después, solo disfrutábamos del presente. Sin embargo, cuando nuestro noviazgo se fue extendiendo, se fue perdiendo eso. Supongo que ninguno se enamoró del otro, más bien, él no se podía enamorar si pensaba en alguien más, y yo no me podía enamorar de alguien que me hacía sentir como una segunda opción. Él pensaba en ti todo el tiempo y eso me molestaba. Cuando me besó frente a todos solo para que te pusieras celosa, me hartó. Fue por eso que lo terminé.

—Sí lo terminaste por ser un idiota entonces.

—Espero que después de esto no consideres volver con él. Es un cretino que te ha hecho sufrir y no me gustaría verte mal de nuevo. No me gustaría que nuestra amistad se arruinara por su culpa.

—Tranquila, eso no pasará.

***

Cuando volvió a su departamento, se encontró con Duncan sentado, junto a su puerta.

—¡Princesa! —exclamó él al verla y se levantó del suelo.

—Lleva ahí un buen rato. —Se asomó su vecina, que era una anciana—. Se buena y déjalo pasar, se nota que le importas.

—Gracias, señora —le contestó Courtney, con una expresión de hastío.

La anciana asintió sonriendo y entró de nuevo a su departamento. Courtney estaba molesta con todos, incluyendo consigo misma.

—¿Qué quieres?

—Ya te lo dije: necesito que me ayudes, es una emergencia.

—Vas a tener que ser más específico si realmente quieres que te ayude.

—¿Podemos hablar adentro?

Courtney bufó.

—Está bien, vamos.

Buscó las llaves en su bolso mientras caminaba hasta la puerta. Abrió el departamento y dejó que entrara Duncan, quien cerró luego de pasar.

—¿Qué sucede? —preguntó Courtney con los brazos cruzados.

—Me están culpando de algo que no hice.

—¿A qué te refieres?

—El viernes me detuvieron, fue por eso que Geoff me tuvo que ir a buscar. Pagó una fianza, pero mañana tengo que ir a una audiencia y no tengo un abogado.

—¿Y acaso quieres que sea tu abogada defensora?

—Por favor.

—¡No, jódete!

Courtney abrió la puerta de su departamento y le hizo una seña a Duncan para que se fuera. Él, en cambio, tomó la puerta y la cerró, provocando que la morena se enojara más.

—Ningún otro abogado ha querido ayudarme.

—¿Y qué te hace pensar que yo querría ayudarte?

—No lo sé, ¿por nostalgia?

—Se nota que no me conoces lo suficiente.

—¡Por favor, te juro que soy inocente! Tengo cómo probarlo, tengo coartada: estaba en la cárcel cuando pasó.

—No es la mejor defensa del mundo para decir que eres inocente, pero es una coartada sólida. ¿Por qué no le pides a Geoff que te consiga un abogado?

—Se lo pedí y me dijo que solo te conocía a ti.

—¡Trabaja en televisión, es imposible que solo a mí me conozca! Aish, ¿sabes qué? Lo haré, pero te va a costar caro, no creas que es un favor.

—¿Qué tanto?

—Ahí veremos. Por el momento, tendrás que seguir cada una de las cosas que te diga.

—¿Por qué haría eso?

—¿Quieres ganar el juicio o prefieres volver a la cárcel?

—Está bien..

—¿Tienes un traje formal?

—¿Un qué?

—No esperaba más de ti —dijo mirándolo seriamente—. Vamos, necesitas ponerte un traje mañana, cuando estés frente al juez.

—¿Qué tiene mi ropa normal?

—Muchas razones por las que podrías perder. De partida, cualquier juez va a considerar como una falta de respeto que no vayas vestido formalmente frente a él.

—Comienzo a sospechar que quizás no fue tan buena idea pedirte ayuda. Siento como si vendiera mi alma.

—Quizás lo estás haciendo.

***

—Vamos a pensar en algo simple —le ordenó Courtney mientras entraban a una tienda de ropa masculina—. Lo peor que podemos hacer es hacer combinaciones extrañas frente a un juez, así que, vas a usar un traje negro y camisa blanca, con una corbata negra.

Comenzó a husmear en la tienda, separando la ropa exhibida en un colgador, con el fin de encontrar el traje más adecuado.

—Debo admitir que ese estilo me gusta, pero... ¿en serio tengo que usar corbata?

—Claro, ¿no usas una para trabajar?

—No, soy mecánico.

—Tienes que darme todos tus datos hoy mismo. Debo saber ese tipo de cosas, como tu domicilio, lugar de trabajo, con quién vives...

—Sencillo: vivo solo, en mi taller de autos. Te resolví tres dudas con una sola frase.

—No son dudas, son datos que debo saber, con direcciones. Debemos proporcionar esa información a la corte, sobre todo si pensamos pedir alguna medida cautelar que no implique que estés en prisión.

—Eso sería magnífico.

—Y complejo. Ya estuviste en la cárcel una vez y antes fuiste al reformatorio juvenil. Teniendo antecedentes es muy difícil que el juez no dicte prisión preventiva, tendríamos que tener un caso muy sólido y que el delito sea menor. Por cierto, ¿de qué te acusan?

Tras decir eso, alzó un traje y sonrió.

—Creo que este te podría quedar —le dijo a Duncan, mientras se lo pasaba.

Él tomó el traje y comenzó a buscar alguna camisa blanca que pudiera quedarle.

—Vamos, tienes que decirme de qué te acusan.

—Eh... Bueno, ¿recuerdas que te dije que tengo un taller y soy mecánico?

—Recién lo habías dicho.

—Vincularon el taller a una banda que robaba autos.

—Oh no... ¿creen que tienes que ver con ellos?

—Claro. Es estúpido, si realmente hubiera estado involucrado, no sería tan tonto como para comprar el taller, ¡seguramente ya estaría en Europa!

—Ugh, ¿por qué relacionaron a tu taller con eso?

—Al parecer, vendían ahí piezas, antes de que comprara el taller. Ahora es muy distinto todo, te juro que no tenía idea.

—Bien, entonces... vamos a tener que pedir arresto domiciliario como medida cautelar. Va a ser imposible que solo te dejen con firma hasta que se dicte sentencia.

—¿Acaso olvidaste que vivo en mi taller? Ni siquiera he podido entrar a sacar mis cosas, ahora todo es "evidencia", siendo que eso pasó hace como dos o tres años. Los policías son muy estúpidos.

—No digas eso... Mira, esta camisa es de tu talla.

La morena extendió la prenda al chico, quien entró luego a un probador. Ella se paró afuera, junto a la puerta, para poder seguir conversando del asunto.

—¿En dónde estás viviendo ahora? —preguntó ella.

—Tengo mis cosas en un motel. No es de lujo, de hecho, el lugar da asco, es probable que nunca quieras acercarte ahí. Pero es cómodo.

—Tus estándares de comodidad son bastante bajos.

—Simplemente me adapto.

—¿Por qué no te vas a vivir de nuevo con tus padres?

—No creo que esa sea una gran idea —respondió y abrió la puerta del probador, para mostrar cómo le quedaba el traje—. Dudo que mi papá me quiera devuelta en la casa.

—Te queda bien todo.

—Gracias.

—No era un cumplido. Entra ahí de nuevo y cámbiate rápido, para que podamos ir a ver una corbata y alcancemos a entrar a una zapatería.

Duncan le hizo caso. Courtney desbloqueó su celular y comenzó a marcar los ítems que tenían listos para la audiencia, pues había hecho una lista en las notas del celular antes de salir del departamento y así no perder el foco.

—¿Y si les pides ayuda entonces? Puesto que no vas a poder trabajar y dudo que hayas ahorrado algo de dinero, deduzco que ni siquiera tienes dinero en este momento como para pagar un mes de arriendo. Deberías pedirle, por lo tanto, a tus padres que te ayuden con dinero.

—No lo entiendes, ¿verdad? Te dije que mi papá no va a querer que regrese a la casa. Después de que salí de la cárcel, mi papá me mandó a la mierda. Desde luego, mi mamá no estaba de acuerdo con él, pero ni siquiera ella lo pudo convencer. ¿Qué te hace creer que va a querer darme dinero?

—Espera, si tú no tienes dinero suficiente para vivir en un lugar decente y tus padres no te darían algo, ¿cómo piensas pagarme?

—¿Con amor y sexo?

—Ándate a la mierda. Me largo.

Al escuchar eso, Duncan salió rápidamente del probador y le pidió reiteradamente a la morena que se detuviera, mientras la seguía, hasta que Courtney le hizo caso y volteó a verlo, encontrándose con el chico solo con un bóxer y la camisa desabrochada.

—¡Duncan! —exclamó enojada y volteó la cabeza para evitar mirarlo.

—¿Qué?

—¿Cómo que "qué"? ¡Estás desnudo!

—Corrección: semidesnudo. De hecho, todavía tengo puesta la camisa, así que, técnicamente no estoy semidesnudo.

—¡¿Qué te pasa?! ¡No puedes andar por la tienda así!

—¡Acabas de decirme que te vas! ¡¿Qué se supone que debo hacer?!

—¡Vestirte! ¡Anda a vestirte ahora!

—Solo si me dices que aceptas ser mi abogada mañana.

—¡No!

—Bien, entonces te seguiré así como estoy.

—Puedo enumerar todos los delitos en los que incurres al hacer eso.

—¿Y qué? ¡Igual me voy a ir a la cárcel si no me ayudas!

—¡Bien! ¡Te voy a ayudar! Pero tienes que prometer que me vas a pagar con dinero real después.

—Lo haré, tranquila.

—Y que sea dinero legal.

—¿Por quién me tomas?

—Por lo que eres.

—No, corrección: por lo que era. Ya no cometo delitos, en serio.

—Mira, me interesa que me pagues, ¿ok? Ahora vístete y vamos a comprar lo que falta. Después, vamos a pensar en el domicilio que vas a declarar, para que te puedas quedar ahí en caso de que dictaminen arresto domiciliario.

***

Luego de terminar de comprar cada parte del conjunto, pasaron a tomar un café, pues ya era tarde.

—¿Y ya pensaste quién te podría recibir en su casa? —le preguntó Courtney.

—Aunque cueste creerlo, no tengo muchos contactos y ninguno de los que tengo querría recibirme.

—¿Y si te quedas con Dj?

—Nah, su mamá me odia y él nunca haría algo que pudiera molestar a su mamá.

—¿Qué tal Geoff?

—Bridgette me odia. Además, él ya ha hecho mucho por mí, como prestarme dinero cada vez que necesito.

—¿Tienes amigos de la escuela?

—No sé de ellos desde que entré a la correccional.

—Espera, ¿no volviste a la escuela luego de eso?

—¿En qué momento? Te recuerdo que me sacaron de la correccional para entrar a Drama Total.

—¿Y luego?

—Te recuerdo que tú continuaste con la escuela y yo me salí, esa fue una de las razones por las que terminamos. Ya era famoso y tenía dinero, ¿para qué querría estudiar?

—Pues... Tal vez para evitarnos todo esto. Como sea, ¿no tienes a otra persona?

Él no le respondió, solo la miró.

—Courtney...

—¡No! —exclamó la chica al darse cuenta de lo que insinuaba.

—Por favor.

—¡Ni loca! Ya es suficiente con lo que estoy haciendo.

—¿Preferirías que estuviera meses en la cárcel y quizás después años a que esté unos meses en tu departamento y luego me fuera a prisión?

—No te vas a ir a prisión.

—¿Me dejas quedarme contigo entonces?

—¡No!

—Te pagaré el doble.

—¡Ni siquiera tienes cómo pagar la tarifa normal!

—¡Por favor, deja que me quede en tu departamento!

—¡No! ¡Definitivamente no!

***

—Puedes dejar tus cosas en el cuarto de Britney y dormir en el sofá —le indicó molesta la morena, mientras abría la puerta de su departamento.

—¿No puedo quedarme en una habitación?

—No tengo más camas. A menos que prefieras dormir en el suelo, te vas a quedar en el sofá. Agradece que al menos tienes en dónde quedarte.

El chico pasó y entró con una caja llena de cosas a la primera habitación que vio, pero se encontró con un par de máquinas de ejercicio y pesas pequeñas.

—¿Qué es esto? —preguntó intrigado.

—No entres ahí. El cuarto de Britney está al fondo, frente al mío.

—¿Haces ejercicio?

—Obviamente. No se puede tener mi físico si no hiciera ejercicio.

—Le agradezco mucho a tu mini gimnasio entonces —comentó con tono coqueto, sin quitarle la vista de encima—. Realmente hace maravillas.

—Cállate o te echo. Sigo sin estar convencida de que va a ser una buena idea.

—¡Vamos, princesa, será divertido!

—Más bien, me voy a asegurar de que no te metas en más problemas antes de que se dicte sentencia.

—Como sea. De todos modos, tendrás que pasar un tiempo conmigo acá.

—Eso si es que el juez determina que tengas arresto domiciliario.

—Si no, tendrás que ir a verme a prisión para ver lo del juicio y todo eso. De alguna forma u otra, caerás enamorada ante mí otra vez. —Sonrió con arrogancia.

—A veces en serio me gustaría golpearte en la cara, pero al menos yo sí maduré. Deberías intentarlo.

—Quizás lo intente, pero eso no va a quitar el hecho de que te amo. Lo he hecho en los últimos diez años y lo seguiré haciendo, aunque seas una princesa consentida, gruñona y quieras matarme a veces.

—Traeré mi saco de dormir y una manta —dijo, ignorando las palabras de Duncan—, para que los uses en la noche.

—¡Gracias! Por cierto, te recuerdo que duermo en bóxer.

—Te odio.

—Lo sé —contestó, sonriendo—. Puedo vivir con eso.



•••



Espero que les vaya bien y que les haya gustado el capítulo. Nos vemos en dos semanas más. ❤️

PD: sí, me tenía guardado bajo la manga eso de que Courtney tenga que defender a Duncan en la corte, es algo que siempre he querido ver. 🤭

Estudié derecho hace unos años y mi tío estudió Leyes en Canadá (vive allá), así que, espero poder hacer esto lo más serio posible 😅 y no confundirme entre los procesos de allá con los de acá.

PD2: aprovecho de decir que me baso mucho en el triángulo amoroso que hay en Folklore, de ahí el nombre de esta historia (Cardigan). No sé si vieron el documental de TS sobre el álbum, pero ahí ella dice que, en su mente, Betty y James regresan...

En este caso, eso podría ser una señal...

👀

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