ESTE CAPITULO ESTA ARDIENTE- CALIENTE, LO AMO, ES MI FAVORITO HASTA AHORAAAA

Disfruten

—Tienes que confesar.—dijo Astrud mientras todos comíamos sumergidos en un silencio incómodo. Casi me atraganto con la sopa y comienzo a toser, Gilbert palmea mi espalda como si estuviera acostumbrado a tener que cuidar de mi.

—No puede. Lo... la alejarán.

—¿A-Alejarme?

—Eres... una chica viviendo con chicos en una casa, sin adultos. Podrian mandarte a otro lugar.

—¿Algo así como darme en adopción?

—O tratar de contactar a tus padres.

Prefiero la adopción.

—Pero no les incumbe, no tienen derecho...—dijo Astrud.

—Es un pueblo pequeño, la vida de las personas es aburrida y tratan de compensarlo siendo tremendamente metiches.— dije. —Sin ofender, Gilbert.

—No, tienes razón.— volteó a verme con una mirada intensa que no pude descifrar, sentí mis mejillas quemar como nunca mientras seguíamos mirándonos fijamente.

—Ahem...— toció Astrud.

—Aw, me encantan, ¿a ti no?— habló Bash con voz melosa. Ésta vez fui yo quién se aclaró la garganta y me puse de pie.

—Creo que es hora de dormir.— todos parecieron estar de acuerdo y Gilbert se paró conmigo.

–Supongo que se están yendo a habitaciones separadas...— murmuró Astrud y Gilbert se dió la vuelta caminando hasta la sala.

—Por eso digo que dormiré en el sofá...

–No, Gilbert, es tu cama. Yo debería...– me interrumpió.

–Solo duerme, A...– se quedó pensando y sus mejillas se volvieron rojas, Solté una risita y caminé hasta quedar frente a él para extenderle mi mano.

–Alizee.– me miró atontado por un segundo y luego estrechamos nuestras manos por un segundo, luego me puse de puntillas para besar su mejilla.

–Buenas noches, Gilbert.

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–Buenos dias.– me saluda Gilbert cuando bajo de las escaleras, está en el sofa donde pasó la noche, con su pijama arrugada, el pelo desordenado y las marcas de las sábanas en la cara. No puedo evitar una sonrisa de ternura cuando se restriega los ojos, soñoliento.

–Aún falta un rato para la escuela, puedes volver a dormir si quieres.– le dije, apoyándome en el sofá donde él está.

–Tengo que ir a...

–Recoger agua del pozo, cosechar las manzanas y alimentar a las gallinas, lo sé. Sabes que ahora yo lo hago, desde que llegué aquí.– Gilbert se me quedó mirando con duda y llevó su mano a su nuca con expresión confusa.

–Sí, pero, ahora que sé que eres una chica...

–¿Acaso eso me impide hacer algo?–inquirí sintiéndome de repente enojada, cruzándome de brazos y mirándolo fijamente.

–¡No, no es eso! Es que... –un movimiento de su mano detrás de su cuello me hizo fijarme en sus brazos, que flexionados hacían que las mangas cortas de su camiseta de contrajeran al igual que sus músculos que recién ahora comienzo a notar.

¿Desde cuándo Gilbert está tan bueno? No me malinterpreten, me gustó desde el primer momento en que lo vi, pero siempre me pareció más tierno que... ¿sexy? De repente puedo notar todos los cambios que ha dado su cuerpo, y cómo ha crecido desde el flacucho chico que conocí esa noche en Charlotte town. Parece que los meses de trabajo en el barco rindieron frutos en él.

–¿Estás escuchándome siquiera?– Gilbert chasqueó sus dedos varias veces frente a mí y fue cuando me di cuenta de que me había perdido bastante lejos en mis pensamientos. Tuve que revisarme por si había babeado, y me puse roja de la cabeza a los pies. No me acuerdo de lo que estaba hablando con él pero si recuerdo que estoy enojada así que finjo estarlo de nuevo.

–¡S-Sí! Por supuesto, yo... estaba enojada contigo por algo.– digo, y me pongo aún más roja cuando Gilbert me mira divertido, da un paso hacia mi y yo doy otro hacia atrás, tratando de esquivarlo, vuelve a dar otro paso y esta vez cuando quiero retroceder me toma de la mano y me hala hacia él, haciéndonos chocar.

–Ya no estoy confundido, Alizee.–escuchar mi nombre salir de sus labios me hizo estremecer, y él se dió cuenta pues su sonrisa se ensanchó y su mano soltó mi muñeca para tomar mi cintura.– Siempre sentí algo por ti y nunca quise aceptarlo, pero ahora, ya no hay nada que me detenga. –susurra.

Su mano se levantó y se dirigió a mi mejilla que acarició, acercándose mucho más a mi rostro. Quiero, no, muero por que me bese y él lo sabe. Se acerca tanto que nuestros labios se rozan, llevo mis manos a su cuello y me pongo de puntas, pero aún así no me besa y comienzo a impacientarme. Su mano libre se une a la otra en mi cintura y me aprieta entre sus manos no demasiado fuerte, decido que es mi turno de torturarlo un poco.

–¿Sabes, Gilbert?– me acerqué a su oreja y susurré: –Jerry ya me habría besado.– tuve que controlarme para no soltar una carcajada cuando alejé mi rostro y vi la indignación en su rostro, con su boca ligeramente abierta. –Solo estaba bro– me interrumpió al fin, finalmente, besándome.

A diferencia de la primera vez que lo hizo, ésta vez si supo qué hacer y por el amor de Green Gables, Gilbert Blythe me va a volver loca. No tiene comparación con nuestro beso o cualquier otro que haya recibido en mi corta vida, me besa como si estuviera castigándome de la mejor manera posible, nuestras cabezas se mueven al compás y es que siento como si estuviera reclamándome mediante este beso.

–¿Sabes, Alizee?– susurró ahora él cuando se separó de mi, con sus labios rojos y sus ojos feroces, triunfantes como si hubieran ganado una batalla al ver mis piernas hechas gelatina con solo un beso de su parte. Acomodó un mechón de mi corto pelo tras mi oreja y me dijo:– Jerry jamás podrá besarte así.